Capítulo 16
Dahiana
Sangre, pena y duelo.
Las características apremiantes son aquellas que no se muestran, las que ocultas y solo das a conocer en el último segundo, saber girar la rueda a tú favor no es algo que solo se dome con la edad, observar es importante, conocer a tu contrincante, como piensa y como actúa.
Pitt no es tan diferente del resto pero lo es, sabe como moverse, oculta cosas, secretos que son peligrosos pero es impulsivo y eso es una debilidad, como también una vez para mi lo fue Diana para él lo es su familia.
—Ha sido como ha dicho, alguien la rescató.
—Sabíamos que lo harían, ¿Qué hay de mi hijo?
—Aún no llega.
—Pitt debe estar pasándola mal, su esposa también aunque lo de ella no será tan obvio.
—¿Está segura que esto es lo que desea?
—Todo en esta vida tiene un costo Ruf, este es solo el inicio de meterse en mi camino, los plebeyos deben saber cual es su lugar, y para eso estamos nosotros.
—Nunca creí estar tan de acuerdo contigo.
Me percato que si es él, ese cabello rubio, esos ojos, tono de voz y personalidad me llevan a tragar pesado.
—¿A qué debo tu visita luego de tanto?
—Hay rumores, y se dice que uno de nosotros ha tomado algo que no debía.
Se queda de pies analizándome.
—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
—No lo sé, yo solo soy un mensajero, ¿Qué tal tus hijos?
Paso saliva.
—Espero eso en tu rostro no sea sorpresa Dahiana, o debería decir señora Morfis, sabes que para nosotros no hay secretos ocultos, ahora se comenta que tu hija la que yace muerta ha sido la intrusa que puso sus sucias manos sobre lo que ya sabes.
—Es imposible.
—Lo es, o debería serlo, pero bueno, basta de cortesías, debes venir conmigo.
Empieza a moverse hasta detenerse frente a mi, su cabeza en alto, su pelo rubio brilla y mis guardias no hacen ningún movimiento ya que conocen lo peligroso que puede llegar hacer.
—¿Por qué?
—La casa desea invitarte a nuestras famosas tardes de té.
—Me iré a preparar.
—No es necesario, a donde vas cuentas con todo lo que una dama como tú puede necesitar, no nos insultes así —se lleva la mano al pecho— Sabes lo sensibles que somos.
Veo a Ruf quien analiza todo lo que sucede, ha entrado solo más no significa que lo esté, de todos modos el que haya venido acompañado o por si solo no es algo de relevancia alguna, cualquier negación se vería como un insulto, y no a él, Reem no es no es nada, hablo de quien ahora debe ser la cabeza de la casa.
—Aún así insisto, me he encariñado con la ropa fresca de la isla.
Bufea viéndose los zapatos marrones que lleva.
—Yo soy el que insiste, soy un caballero y los de mi clase no dejarían a una hermosa mujer como tú descuidada, —me ve de pies a cabeza— O desnuda.
Ruf da un paso adelante y hago la señal de que debe detenerse, el hombre frente a mi solo busca provocar una pelea y no es algo que vaya a darle, Bean no se encuentra por lo que no será un problema.
—De acuerdo, iremos contigo.
—Irás. —veo a mis hombres— Tampoco los necesitas a donde vas.
—Señora.
—Se hará tal y como ha dicho, tú quédate y encárgate de que cuando vuelva no deba cargar con ninguna preocupación.
La última vez que estuve allí era tarde, un día lluvioso, frío y molesto de esos que solía persistir en mi vida, pero yo decidí quitarme el velo, lo lancé y no ha nacido nadie que pueda forzarme.
—Si necesitas ayuda solo dímelo y me desharé de tu problema.
—No tengo ningún problema, Reem.
Sonríe minuciosamente al tomar mi mano en el auto.
—¿Segura?
—Segura.
—Crees que no estoy al tanto de ese familia bajo protección de los Dumitru, y lo más preciado es lo que protegen con ellos.
—¿De qué hablas?
—Supuse por tu tranquilidad que no estabas al tanto de la situación actual que te rodea.
—Pitt...
—Así es.
Baja la ventana del auto que nos lleva.
—Los Dumitru no dejan de entrometerse.
—Yo lo resolveré.
—No creo que puedas, la casa ya está al tanto de ello.
—¿Y entonces qué? ¿Me llevas para ser asesinada?
—Como ya dije antes —me ve bajando el tono de sus voz— Yo solo soy un mensajero.
Tiempo que no sentía el miedo que ahora me suprime el pecho, mantengo los nervios tanto como puedo, hace décadas que abandoné esa casa pero como es de saber es imposible salir cuando llevas su sangre y cargas con el conocimiento de los secretos que yo.
Ese veneno es algo que solo debe ser utilizado con el permiso de todos, Diana lo tomó y usó por su cuenta ubicándonos a todos en medio de un volcán a punto de hacer erupción.
—No metan a mi hijo en esto, él no sabe nada de ustedes.
—Ni siquiera sabe que eres su madre, eso es triste.
—Eso no importa, es preferible eso.
—¿A qué conozca sus verdaderas raíces? —se burla— De todos modos no lo aguantaría.
Lo veo.
—Dejen a Bean fuera de esto, yo daré la cara por lo que deba.
Lo sigo por el antiguo castillo que me robó el aire un sin numero de veces, ya no soy una jovencita, no puedo mostrar debilidad ante esta gente, son como fieras a espera de algún movimiento para acabarte.
—Ten cuidado, ya no es un niño —comenta Reem para los dos antes de abrirme paso al supuesto espacio que han predispuesto para el encuentro, analizo todo y como es de esperar no se escapa ningún detalle en la preparación del lugar, la habitación posee luz en su mayor parte, hay algunos muebles, libros, pinturas y nada electrónico a la vista.
—Este es un mundo desesperante, ahogante y crucificador, no se defiende lo bueno pero se apoya lo malo.
Sale de la sombra que ocupa el lugar con un viejo libro en la mano el cual cubre parte de su rostro, sin embargo se logra ver lo rubio de su cabello.
Da pasos lentos en linea recta por el lugar, también me muevo observando las pinturas y respiro suprimiéndome cuando puedo.
—Tan sabio cómo se esperaba que fueses.
Frunce el ceño frente a mi.
—¿Quieres té? —sus manos se juntan tras su espalda— Lo mandé a preparar especialmente para ti.
Puedo ver la bandeja de plata con una sola taza sobre la mesa de roble.
—No gracias.
—¿Dices qué no?
—Hace tiempo que abandoné el apellido, no entiendo a que viene esto ahora, Diana no sabía nada sobre ese tesoro como apenas pudo escuchar algo de ustedes.
—Te equivocas, tu hija se comunicó con nosotros días después de lo sucedido con ese hombre por el que nos abandonaste.
—¿Diana?
—Y nosotros respondimos —me ve curioso.
—¿Tú le diste eso? —doy un paso hacia él.
—No vi el rostro de tu hija ni una sola vez —avanza hacia mi— Contesté su mensaje por cortesía hacia su madre —se detiene frente a mi, sus ojos se encuentran sobre los míos y como es de esperarse lo que tengo en frente no es nada cercano a la paz que profesan— Eso es todo.
—¿Entonces cómo? —levanto el mentón.
—¿Cómo es que lo consiguió? — se encoge de hombros— No lo sé, estoy convencido que tú me ayudarás a encontrar esa respuesta.
—No tengo idea alguna, yo misma nunca tuve...
—Te quedarás aquí hasta que tu mente se ilumine, y no te preocupes por ese otro hijo tuyo, en esta casa todos son bienvenidos.
—No te metas con lo que no debes.
Sonríe perdiéndose en la sombra que ocupa este lugar, su ropa negra no ayuda, él es el único entre nosotros que conoce la verdad sobre todo, a la edad que ya pudo tomar el mando el antiguo sacerdote fue envenenado con todos los secretos que lo acompañaban, algún día también eso pasará con él y así seguirá siendo hasta que ya no quede nadie que pueda heredar lo que atormenta.
—No nos visitaste en el funeral.
—Estaba ocupada.
Lo busco entre la sombra, y lo veo llevar ese libro al estantero que tiene lleno de reliquias.
—Constantin.
—Dahiana.
—No sé que esperas trayéndome hasta aquí pero ya vine, te he dado la cara y te he dicho que no sé nada sobre lo que buscas.
—Y te escuché, pero he sido tan amable de invitarte a quedarte y disfrutar de la familia que hace décadas no ves.
—Lo dejé.
—Tu habitación te espera. Bienvenida de regreso a casa, querida madre.
—No soy tu madre.
—Eso ya lo sé, aún así es divertido ver la cara qué haces.
—¿Si me quedo qué hay de los demás? No les gustará que esté aquí y lo sabes.
—Estoy seguro que podrás resolverlo tú sola, después de todo eres y serás una Constantin hasta el día de tu muerte.
—No puedo quedarme.
—Si tenemos algún problema por tu descuido, ¿Quién crees que terminará pagando por ello? ¿Tú otro hijo o yo?
—Bean no sabe nada.
—Bean, escuché que ese era su nombre, además ya es un hombre, no puedes negarle el derecho de conocer su otro lado de la familia.
Siento pasos de tacones bajos aproximarse cuando intento decir algo, esto no me lo esperaba, nunca creí que volvería a estar aquí y ser sujeta contra mi voluntad.
—¿A quién tenemos aquí? Miren lo que ha traído el tiempo —me ve arriba abajo— Nada menos que a una desertora.
—Anabel —Constantin habla— No quiero problemas, cualquier incidente que ocurra con nuestra invitada de honor será tu responsabilidad.
—Como ordene señor.
—¿Anabel? —la analizo cuando gira yendo hasta la puerta, su vestuario, su peinado y el que ya no haya resto de la niña que alguna vez cuidé.
—Así es, soy yo, tu querida sobrina Anabel, ¿Me recuerdas?
—Pero... ¿Qué te pasó?
Se detiene sosteniendo la puerta, Constantin murmura algo y la sigo fuera de ese lugar.
—Eres afortunada —musita caminando frente a mi— Hay muchas personas que esperan verte.
—Yo no quiero ver nadie.
No dice nada y reconozco el camino que ha tomado, sigo recto he ignoro lo que murmura como las voces que provienen de la sala, tomo la escalera y subo sin tardar, mi mayor necesidad es salir de aquí pero si Reem dijo la verdad tengo que deshacerse de los Lennox antes de eso.
No pondré en riesgo la seguridad de Bean, no lo hice antes pero esta vez lo antepondré a todo.
-Vanessa-
Llevo días escuchando a Magnolia hablar sobre religión y es como si ya conociera todos los versículos que existen en la biblia, trato de siempre cargar una botella de agua conmigo y he aprendido cuanto puedo sobre el tratamiento que están llevando con Pitt, hay muchas personas capacitadas a su alrededor pero aún así el rostro de Nini no deja de mostrar preocupación.
Él sabe lo que hacemos y simplemente guarda silencio, no le gusta que nos pongamos en riesgo pero esa es una pelea que ahora mismo él no podría ganar.
Entierro mis uñas en un puño, Lisa y Dannet me acompañan y extrañamente comienzo a sentirme parte de ellos, Nini no deja de gritarme que debo ser fuerte, y reconocer quien soy.
—Esta es una situación peligrosa, pero valdrá la pena si lo hacen bien —comenta Magnolia con la biblia en mano frente a nosotras.
—Nunca antes había escuchado tanto de Dios en un día —Dannet es descuidada lo que provoca la incomodes en el grupo.
—Esto es importante, la vida de Pitt depende de ello —Lisa comienza a perder la paciencia— Y haremos todo, todo lo que debamos para traer esa cura hasta aquí.
—No he dicho que no lo sea —se defiende ella— Solo que es aburrido estar todo el día con lo mismo mientras ellos solo andan por ahí dando vueltas como pendejos.
Giro a ver a Adam y Noah quienes nos ven y de inmediato se alejan.
Dannet bufea.
—Lo dejaremos por hoy —informa Magnolia soltando su cabello, es una mujer hermosa, de eso no hay dudas, todas las mujeres que me rodean lo son además de inteligente, y la lección del día deja claro que solo con eso no obtendremos nada.
—Constantin es reservado, no se confundan, no es buena persona, no se confíen si logran acercarse, claro está, si es que alguna lo logra.
—El objetivo es que nos vea —se interpone Lisa— Y cuando lo haga el trabajo será hacer que no deje de hacerlo.
—Dirás que te vea a ti, ya han dejado claro que al anciano cochino le gustan las rubias, y Vanessa ni yo lo somos. —Dannet se pone de pies.— Esa es la razón por la que tú debes estar más que preparada para cuando ponga sus ojos en ti.
—Me llevaré esto —le muestro la biblia a Magnolia— Será bueno que Pitt también purifique su alma.
Me alejo escuchándolas como hablan sobre la ceremonia de mañana, puedo ver a Brad quien permanece sentado junto a una persiana, está molesto y lo sé pero eso será algo que se le pasará, más bien el que me preocupa es Adam, su actitud y la forma en que me vigila.
—¿Quieres escuchar algo de esto? —le muestro el libro en mi mano.
—¿Ya se lo contaste?
—Es la primera vez que me hablas en el día y es lo primero que tienes para decir.
—No me gusta nada de esto, no me agrada que se hayan atrevido a meterse a la casa y menos que Bean no haya hecho nada.
—Según tú si lo hizo, te avisó, además ya sabes que Lisa tiene una conexión con él, y incluso Pitt lo aprecia a su manera.
—Mató a su padre.
—Eso escuché, pero él mató a los suyos así que no hay mucha diferencia.
—¿Apoyas qué haya matado a alguien?
—No, pero tú también mataste alguien, todos aquí lo han hecho —veo la cicatriz en mi mano.
—Anna me pidió cuidarte y no he hecho nada de eso —se pone de pies— Ya van dos veces.
Pongo mi mano sobre su hombro.
—Yo no las estoy contado, y ya deja de torturarte por eso, Pitt puede escucharte y ahí si lo dos tendremos problemas.
—Missael también me pidió lo mismo —se gira a verme.
—Iré a ver a Pitt, conociéndolo debe estar teniendo una batalla con Nini para salir de la cama.
—¿Y tú cómo estás?
—Me duele la cabeza —le muestro la biblia— Además todos somos fornicadores y seremos castigados por ello.
Se ríe.
—¡Pecado, pecado, pecado!
—Bienvenida al club —Brad tensa su mandíbula cuando Adam se acerca— ¿Pero qué pecados tienes tú?
—No molestes a Vanessa —habla Noah— No hay forma de que eso termine bien para ti.
—No es necesario que digas nada, Noah —me aproximo hasta Adam— No creo que deba dar respuesta alguna.
—Tal vez no a mi, ¿Pero qué hay de Pitt?
—Tengan buen resto del día.
Le corto los ojos.
Giro a su alrededor y busco las escaleras, es tedioso tener que estar subiéndolas y bajándolas todo el tiempo pero es ejercicio extra y me mantiene activa.
—Te ves cansada —comenta Nini cuando paso a la habitación.
—Sabía que lo encontraría así.
Veo a Pitt de pies.
—Entra a la cama, aún no puedes moverte.
Bufea.
—Entra.
Busco sus ojos.
—He venido hacerte un exorcismo.
Llevo la biblia contra su pecho y lo fuerzo a tomar asiento, levanto sus pies y solo se queja como un anciano aburrido.
—Yo me quedo con él —le digo a Nini.
—No te acerques mucho, estuvo cerca de ir por ti así que aún está caliente.
Le doy en la frente con el libro.
—Vanessa —sostiene mi mano— No te pases.
—Te dije que te quedaras quieto hasta que volviera.
—Llevas todo el día perdiendo el tiempo con eso en vez de estar en la cama complaciendo a tu esposo.
—Nada de eso —dice Nini— Nada de fornicar entre estas paredes.
—No lo es si lo hago con mi mujer.
—No tendremos sexo, tengo mi menstruación y aunque no fuese así sabes que no.
Abro la biblia, pone una cara de amargado y se queda viendo mi abdomen.
—¿Entonces por qué tan gorda y cansada todo el tiempo?
—¿Qué?
—Te llamó gorda.
—Si no es otra cosa deberías dejar de comer tanto.
Cruza un brazo tras su cabeza viendo a la pared, la expresión en su rostro es de aburrimiento y molestar absoluto.
—No estoy gorda, solo comí mucho pan en el desayuno.
—Mhuuu.
—¡Pitt!
—Si gritas o murmuras, te escucharé igual.
—No estoy gritando.
—Ruidosa.
—Idiota.
—Pueblerina.
—Idiota.
—Y tu esposo —me toma de la muñeca llevándome hacia él, rozo mi nariz con sus labios y los latidos de mi corazón aumentan cuando siento su respirar caer sobre mi— Y Creo que yo gané.
—No lo has hecho.
—¿A ver? —murmura sobre mis labios— Bésame y veámoslo.
—Respeten el que esté aquí —tira Nini dejando un toalla de lado, intento soltar su agarre ya que conozco su intención y eso es algo que está rotundamente prohibido.
—Pequemos juntos —sigue— Mis pecados favoritos son tus senos.
—¡Por Dios! —se escucha el murmullo de Nini cuando sale y cierra la puerta.
—Eso fue muy descortés señor Lennox.
Suelta mi muñeca para pasar a tomar mi cintura, puedo sentir que está recuperando sus fuerzas pero no significa que debe excederse.
—Todos aquí se preocupan por ti y tú quieres tirarlo todo abajo por una follada.
—O una mamada.
—Pitt.
Veo sus ojos.
—Ya basta, mañana será la ceremonia y debemos estar listos, estoy nerviosa por el encuentro y solo quiero asegurarme de que estarás bien.
—Puedes pecar hoy y mañana confesarte, te escucharé ahogarte entre el pecado de mi entrepierna.
—No tienes arreglo, ni enfermo dejas eso.
—No quiero que vayas, deja que Lisa y los demás lo hagan.
—La primera que debe estar allí soy yo —veo hacia un lado— Nini ya me puso al tanto de todo y lo mal que haz estado.
—Nicol.
—Sin reclamos, me lo contó porque espera que entienda que lo que haremos es peligroso pero es por ti. Además quien debe preocuparte es Lisa, es la más nerviosa de todas y es porque es la que debe atrapar la atención del padre.
—Asqueroso.
Sonrío viéndolo.
—Me gusta que te preocupes por ella, eres su hermano mayor y hace esto por ti, más tarde la llamaré para que le hables.
—Ya hemos hablado lo suficiente durante todos estos días.
—No ha sido suficiente si aún estás molesto, yo también lo estoy, y sé que tú aún más pero...
—Tus labios están deshidratados —me interrumpe y pone nerviosa— Toma agua.
Me mueve sobre la cama alcanzando la jarra, le doy la espalda y cierro los ojos tomando lo que más puedo.
—No te emociones mucho con esto, no te descuides y aliméntate bien.
—Lo hago, por eso acabas de llamarme gorda.
—Te verías muy bien con un par de kilos más —ve mis senos— Allí arriba, ahí abajo, por ahí atrás —ve mi estómago y gira la mirada como si estuviera decepcionado.
—Tú también estarías mejor si haces lo que se te pide —dejo el vaso sobre la mesa junto a la cama.— Nini me contó que le pediste cuidar de las niñas, les gustará y se alegrarán mucho, especialmente Claudia.
Guarda silencio y tomo su barbilla forzándolo a verme.
—Pero por ahora lo único que me interesa es que tú estés bien, y haré todo lo que pueda para que eso suceda.
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