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Capítulo 1


Puerto Rico.
Cinco meses después.

Vanessa

La última semana ha pasado volando, no entiendo como es que las cosas se han frisado en medio del traslado que ya ha superado los cinco meses cuando se supone ya debería haber inscrito alguna materia, me duele la cabeza por todas las llamadas y correos que he enviado uno tras otro sin ninguna respuesta forzándome a resolverlo de frente, el papeleo no es tanto y solo es hacer algunos clicks y listo. Es mi tiempo y deseo de superación el cual ya no dejo pisotear más.

Hips Don't Lie de Shakira se escucha a través de la radio, mi estado de ánimo juega acorde con el ritmo mientras recuerdo aquellas tardes de limpieza acompañada de ella.

''Baila en la calle de noche''
''Baila en la calle día''
''Baila en la calle de noche''
''Baila en la calle día''

La ciudad sigue igual que siempre, el aire seco, la gente alegre, el nivel de la temperatura demostrando que esto es una isla y siempre lo será.

No parece o se hace notable ninguna diferencia pero es todo lo contrario en mi, en unos días se cumplirá la fecha exacta de mi promesa y es algo que espero con ansias.

—Linda barba, ¿La puedo tocar? —se gira a verme pero en vez de una sonrisa lo que hay en su rostro es otra cosa.

—¿Cuánto tiempo?

—Un año.

—Solo han sido cinco meses.

Lo veo abrir sus brazos y aceptarme sin más, me sostengo de sus caderas luego de saltar sobre él llena de alegría al por fin lograr reencontrarnos.

—¿Por qué cada vez que nos vemos luego de un tiempo llevas esto?

Pregunto sosteniendo el pañuelo en su cuello.

—Es diferenciar.

—Eres raro, y juro que te extrañé con el alma.

—Tuve que alistar todo para tu llegada— dice cuando avanzamos. — A pesar de eso si te extrañé pero poco.

—¿Poco?

—Poco.

—¿Qué has estado haciendo?

—Mi jefe es muy exigente y trato de mantener a los ingenieros vivos, somos de cuellos débiles. —Jala del pañuelo que lleva.

—No creí que de verdad te aceptaría.

—¿Sabes cuál es el problema qué tiene conmigo?

—Le conté que fuiste mi primer beso.

—Oh. Ahora entiendo, yo también estaría celoso.

Sigo tocando su barba.

—¿Has vuelto al apartamento?

Niega con la cabeza, el tiempo parece corto cuando piensas en ello pero debemos seguir adelante.

—Brad ha estado muy al pendiente —espeta— Ha sido muy respetuoso.

—¿Y cómo está él?

—Todos estamos bien cuando no hay un Lennox lanzándonos cosas por su estado amargado.

—¿Lennox?

—Todos tienen el mismo ánimo, pero hablo del rey islandés, luego de haber ido a buscarte y volver sin ti es apenas tolerable, todos evitan hablarle y el peso cae sobre mi.

—Suena como un lugar del cual querer huir.

—No todos somos como tú, además creo que ya empezamos a entendernos.

—Si eso realmente fuera posible, como sea no quiero hablar sobre eso, mejor vamos a casa.

Toma mi pequeña maleta de mano acorralando mi cuello mientras caminamos.

—¿Por qué no quisiste que fuera a buscarte?

—No quería molestar.

Nos movemos por el lugar sintiendo el aire fresco, todo tal cual como la primera vez, igual de impresionante, majestuoso y deslumbrante. Cada detalle de este lugar es de cuento, el césped, lo colorido, lo familiar que se siente el estar de regreso.

—Pitt no ha pisado esta casa desde que te fuiste— habla cuando me detengo frente a la puerta dudando si realmente ha sido la mejor decisión— Solo visita los jardines.

No digo nada en cuanto doy el primer paso, ''Refugio'' estoy de regreso aquí después de todo. Veo las mariposas estar como siempre, noto que las flores abundan mucho más que antes y todo es incluso más colorido cuando me acerco.

—Estuvo aquí esta mañana— continua Missael tras seguirme —Sabe que estás aquí.

—¿No son hermosas? —inquiero viendo las mariposas.

—Es una casa hermosa.

—Lo es. ¿Además desde cuando te encargas de los problemas de los Lennox?

—Desde que empecé como asistente e ingeniero del presidente de la empresa, tampoco va mucho por allí, solo visitas de rutina de cinco minutos como mucho.

—¿Y quién está a cargo cuando no está?

—¿Crees qué dejaría a alguien a cargo? Ni siquiera quiso contratar a alguien demás después de que te fuiste.

No digo nada.

—¿Por qué no volviste cuando fue por ti?

—Ya te lo conté. Me fui por una razón y no volvería por la misma.

—¿Harás algún cambio? —pregunta analizando la casa. —Es tuya.

—No lo es.

—Él dice que lo es.

Me siento algo incómoda con su comentario, pero al final no tenía otro lugar al cual venir sin tener que invadir el pequeño espacio que Missael se ha creado hasta ahora.

—¿Crees que vaya a venir?

Niega.

—Eso será lo mejor.

—Dejó los rociadores activados, hace meses que no se usaban. —se cruza de brazos —¿Me dirás que fue eso que sucedió en Londres?

—Tengo hambre— digo obviándolo al pasar por su lado.

—Vane —me llama— ¿Aun somos amigos no es así?

—No hay nada que cambie eso.

—¿Entonces?

—Caysen.

—¿Ese Caysen? —Me ve y guardo silencio, nos conocemos lo suficiente como para que entienda. —¿Más secretos? —inquiere serio.

—No es un secreto, solo que no era el momento.

—¿Y ahora? Sabes que estaré contigo sin importar lo que decidas.

—Ahora solo me preocupa avanzar en mis estudios y no derrochar los pocos ahorros que tengo, debo conseguir empleo y no es como que Londres ofrezca mucho.

—Podrías quedarte y hacer algo de dinero hasta...

—No me quedaré —intervengo antes de que termine— Me iré en cuanto lo resuelva, máximo tres días.

No dice nada.

—Aquí tienes tu regalo de cumpleaños, no lo he olvidado. —se acerca dándome un abrazo —Espero y quiero que seas feliz sin importar el precio que eso tenga, recuérdalo siempre.

—Gracias —sostengo la pequeña caja que me da. —Ya lo sé.

—Solo agregué una cosa, de lo demás ya eras dueña.

La abro despacio notando de inmediato que es.

—No las quiero...

—Tienes que aceptarlas, son tuyas y debes pasar encima de ello, si no quieres usarlas está bien pero no hagas como si con dejarlas en una esquina las cosas se arreglaran, si lo que me dijiste es cierto es tiempo de que lo enfrentes, tomes esas joyas y las hagas relucir.

—Entiendo la intención pero debo dejarlo de lado, además están esas argollas que eran de su madre...

—Él quiere que las tengas.

—¿Para poder rastrearme?

—Si está un poco loco pero es lindo.

—¿Quién es lindo? — escucho que preguntan tras él.

—Brad.

—Bienvenida.

—Gracias —le regreso la caja a Missael— Me alegra verte.

—Lo mismo digo, también estoy de acuerdo con Missael, ya es tiempo de superar y seguir.

—Eso no quiere decir que tenga que aceptarlas.

—¿A cambio dejarás que se llenen de polvo en su esquina de la casa? Eso no suena muy maduro de tu parte.

—¿Dónde te quedarás? —pregunta Misael en cuanto veo la casa sin decir nada.

—Si puedes quedarte en esta casa no veo problema con que tengas las joyas, si no estoy mal la casa tiene más significado que ellas.— suelta Brad, mostrando que no ha cambiado nada.

—Es igual que Anna —suelto viendo a Missa estar cruzado de brazos— Lo pensaré, como sea solo estaré aquí unos días, necesito resolver lo del traslado y regresar.

—¿Tan aburridos somos? —inquiere Brad— Además creí que aun no habías hecho amigos, así que no veo la prisa.

Giro a ver a Missa.

—¿O me equivoco? —continua hablando en cuanto toma la caja y la pone en mis manos— Si murió queriendo proteger esto lo menos que puedes hacer es quedártelas, son un recuerdo.

—Estoy de acuerdo con Brad.

—¿Cuándo se hicieron amigos?

—Ambos trabajamos para el mismo personaje, compartimos estrés. —comenta Missa.

—Entiendo si no lo quieres ver pero quédate y si es cierto que llegas a irte llévalas contigo.

—Me iré en cuanto termine.

—Eso dije. —se defiende Brad con ironía.—¿No es así Missael?

—Eso ha sido lo que escuché —Missael lo secunda.

—Lo haré. —repito viéndolos alejarse hacia la cocina.

—Lo harás.

—Sabemos que lo harás.

Pego la caja a mi pecho mientras veo lo larga que está la escalera y como de algún modo todo sigue de la misma manera en que lo dejé, camino lento hasta llegar a ella sin tardar en subir los escalones, el pasillo es más largo que de costumbre y recuerdo la primera vez que estuve aquí, abro la puerta dándome paso en la habitación principal la cual Missael ha dejado como nueva, no creí volver a estar aquí tan rápido pero aquí me veo.

<<El refugio de nuestro dolor nos quedó pequeño>>

Me detengo junto a la persiana viendo el jardín, una brisa fresca entra llevándome a cerrar los ojos, el aroma, lo suave de todo.

—Señorita Dolan.

Abro los ojos de golpe girando a verlo junto a la puerta. El corazón me corre como antes al verlo justo allí observándome de esa manera que solo él sabe hacerlo.

—Señor Lennox.

—Bienvenida a casa. —empieza a caminar hacia mi.

—Gracias, aun así no será por mucho tiempo, me iré en cuanto resuelva lo que debo y tampoco es mi casa.

—Ya —se pellizca el puente de la nariz— Supongo que debe estar cansada así que no la molestaré más.

—Missael me dijo que no entrabas aquí, a la casa.

—Aun sigue siendo mi casa así que no entiendo porque no lo haría.

—Si —ve la caja entre mis brazos— Esto es tuyo — se la ofrezco viéndolo.

—No hay nada mío allí, tampoco aquí, ¿O no es así?

—Como usted mismo ya ha dicho, esta es su casa, yo saldré y lo dejaré hacer lo suyo.

—¿Y qué es lo mío Vanessa? —su tono aumenta.

—Lo que sea por lo que hayas venido.

—Solo vine por una camisa.

Evito mirarlo a los ojos al cruzar junto a él cuando me detengo junto a la puerta, creí que nuestro recuentro sería intenso pero esto que siento es distinto, esos ojos azules me alcanzan una y otra vez buscando una respuesta que no encuentro como dar.

—Entonces toma por lo que has venido, yo tengo cosas que hacer antes de irme.

—¿Irte a dónde?

—Ese no es tu asunto, ¿Te preocupa no poder rastrearme más?

Sonríe.

—Si quiero ubicarte solo lo hago y listo.

—Veamos como te va esta vez.

Desafíate a ti misma, busca crecer, mantén la mente fría, corazón en calma y siempre usa la astucia como arma de doble filo.

Mi nombre significa el dolor de una mujer que aprendió a mantener una sonrisa a pesar de las adversidades, una niña que no supo que era el mundo hasta que ya era muy tarde, amiga de personas increíbles, y una persona que aún tiene mucho por descubrir, cada día con un deseo más grande de comerse el mundo.

He decidido tomar todo lo positivo y explotarlo, por otro lado lo negativo lo estudiaré, aprenderé de ello y si no es posible, lo eliminaré.

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Las horas del día pasan volando hasta la noche, no logro obtener ningún contacto con la administración de la universidad cuando ni siquiera llegué a inscribir el programa así que no comprendo porque algo tan sencillo está dando tantas complicaciones. Dicen que no he recibido ninguna beca y que ya había inscrito semestre con ellos, lo cual si fuera cierto no representa ningún problema pero una beca inexistente es otra cosa que me tiene con nervios y no comprendo.

Me quito las zapatillas pisando la tierra húmeda, si hay algo que extrañaba definitivamente era esto, doy vueltas por el jardín sintiendo las rosas blancas que ahora forman parte del paisaje, Brad y Missael permanecen en la casa esperando por una respuesta que no entiendo porque piensan que cambiará.

Cierro los ojos, respiro profundo y esos intensos ojos llegan a mi haciendo que los latidos de mi corazón aumenten.

Me encamino hasta llegar a la entrada, reviso mi teléfono y abro la puerta en lo que será algo rápido saliendo hasta la acera dónde está su auto y él esperándome junto a el.

—Morena.

Habla cuando me acerco detonando su elegancia y paciencia.

—Lamento no poder haberte visto esta tarde, estuve ocupada y olvidé nuestra cena.

—No te preocupes, sé que estás atorada en ello, yo tampoco pude hacer mucho pero no quiere decir que desista de ello.

—Gracias, no es como que debas pero lo aprecio Caysen.

—Es un lindo lugar —dice dando dos pasos hacia a mi— ¿Descalza? —ve mis pies.

—Me gusta hacerlo, de hecho tengo una cicatriz por ello.

—¿En serio?

—Me la hice en Islandia—intento elevar el pie.

—¿Estuviste en Islandia? —investiga.

—Asistí a una boda algo extraña.

Me analiza en silencio cuando está a centímetros demostrándome que es algo que ya no sé cómo explicar, todos estos meses que hemos pasado juntos mostrándome cosas y ayudándome abrirme entendiendo un poco más de este mundo.

—¿Por qué la ves así? —inquieren haciéndome reconocer de inmediato ese tono el cual creí ya se había alejado.

—La veo como cualquier hombre con dos buenos ojos la vería, como la mujer hermosa que es.

—¿Qué acabas de decir? —se aproxima.

—La veo cómo quiero y porque puedo, ¿Esa respuesta te complace más que la anterior?

Su velocidad hacia nosotros aumenta llevándome a moverme.

—Repítelo, creo desde allí no te he escuchado bien.

—Pitt.

—Repítelo.

—Ya basta Pitt. —me meto en su camino, ambos parecen querer pelearse y es algo que debo evitar.

—Descuida Vanessa, no tengo problemas con hablar fuerte si es que tu amigo tiene algún defecto acústico.

—¿Amigo?

—Caysen ya basta, es de líneas cortas y no ayudas mucho.

—Vanessa es mi mujer, mía, lo escuchas amigo, no te quiero volver a ver cerca de ella.

—¿No quieres que vuelva a estar cerca?

—Eso he dicho.

—Permíteme pero hablaba con Vanessa.  —Caysen lo provoca.

—Ya te he dado la respuesta o es que entiendes con las otras.

—Supongo que me las mostrarás a pesar de que insisto no te las he pedido.

—¿Estás perdido o tienes más de un defecto?

—Yo no, he nacido completo y en perfecto estado. —Caysen mete las manos en sus bolsillos— ¿No es así Vanessa?

—¿Qué intentas decir?

—Ya que aquí somos tres y tú no me conoces, todo lo contrario a ella quién lo hace muy bien y no veo problema en qué lo confirme.

—¿En qué confirme qué?

Caysen lo ve en silencio y puedo identificar esa mirada y lo que está a punto de decir.

—Dices que es tu mujer pero no entiendo como podría si ya está conmigo.

—Maldición —suelta Missael al abandonar la casa junto a Brad.

—¿Qué? —pregunta Pitt.

—Estamos saliendo Pitt, eso es lo que significa. —digo frente a él.

—¿Quienes están saliendo? —me ve a los ojos.

—Caysen y yo.

Me observa en silencio, se ve confuso y sé que su ego no está feliz con esas palabras, mira a Caysen y luego a mi de regreso tomándome de la mano cuando camina hacia la casa.

—¡Oye! —habla Caysen.

—Pitt mi mano.

Brad y Missael se quedan quietos sin mover un músculo.

—Te dije que te detengas— exige Caysen sosteniendo el brazo de Pitt el cual analiza el agarre que le acaba de hacer con lentitud, aprieta la mandíbula y ahí está esa mirada fría que suele tener.

—¿Quién te dijo que podías tocarme?

—¿Y a ti quién te dijo que podías tocar lo mío?

Pitt frunce el ceño.

—¿Lo tuyo? Ve a tu alrededor, aquí no hay nada que sea tuyo.

—Yo veo bien, el que parece estar confundido o perdido eres tú, deja a Vanessa libre.

—Saben lo ridiculo que es esto, Pitt déjame —me ve molesto— Te he dicho que me dejes.

—Vamos hablar.

—Si quieres hablar lo haremos pero después de que me dejes, Caysen, por favor espera aquí hasta que lo haga, y dejen de comportarse como niños.

—De acuerdo. —se tranquiliza— Te estaré esperando justo aquí.

—Saldrás de mi propiedad. —manda Pitt.

—Te quedas ahí y esperas a que salga —digo viéndolo —No me tomará mucho.

—¡Brad! —lo llama.

—¡Quédate dónde estás Brad! — lo veo —Si te mueves de ahí tú y yo tendremos un problema.

—¿Me dirás quién es este y por qué dice que están juntos?

—Porque es así, te lo dije hace meses, quiero nuevos comienzos y eso aplica para todo.

Ve mi escote.

—¿Para todo?

—Todo.

Se queda quieto dejando mi mano libre.

—Si tengo que volver a decirlo ya no habrá más palabras— confiesa bajo.

—¿Empezarás hacer lo que mejor haces? Golpear y matarte con todos.

—Tranquila Vanessa —Caysen deja su mano sobre mi hombro el cual Pitt ve —Evitemos los conflictos mayores, te esperaré en el auto.

—No es necesario que lo hagas, si no estoy mal ya todo ha quedado claro, ¿No es así señor Lennox?

Caysen toma mi mano.

—Lo hubieses dejado claro desde un inicio cuando perdí mi tiempo yendo por ti.

—Yo no pedí que fueras por mi, y como ya dije solo volví por algo y me iré en cuanto lo resuelva.

—¿Luego dirás que yo te arrastré a esto?

—Lo hiciste Pitt.

—Vamos Morena —pide Caysen aún con mi mano.

—Vanessa —me habla Missael cuando apenas me he movido. —Aún tenemos mucho de que hablar.

—Prefiero quedarme aquí, me gusta pasar tiempo en el jardín —Caysen me ve pero noto no le gusta lo que digo.

—¿Te quedarás en el mismo lugar que él?

—No importa si me quedo o no, solo me preocupan mis intereses y sabes que quiero ir de espacio.

—De acuerdo —se aproxima dándome un beso en la mejilla —Te veré mañana. —su mano se queda sobre mis labios —Tengan linda noche caballeros.

Asiento viéndolo partir, me giro de regreso a la casa viendo a Brad y Missael estar donde han estado todo el rato, paso cerca de Pitt entrando en la casa sin perder tiempo en subir las escaleras.

—Vanessa —me llama detenido en la orilla de la puerta— Una cosa más.

Me detengo sin girar a verlo.

—¿Aún sigues siendo mi mujer?

Esa palabra causa un enorme eco en toda mi alma haciéndome dudar, pero él fue quien me abandonó, quien dejó ir.

—No.




Nota de autora: Gracias por todo chicas, a las personas que recomiendan la historia y las que suben post, gracias.

En otras noticias este libro viene fuerte, como nos gusta a los masoquistas 🙉

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