Capítulo 3
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PainShiro
3. Sonrojos.
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La afirmación del pelinaranja le robó el aliento, provocando que sus músculos se tensasen y los nervios se le disparasen. Sentía el aire pasar por su nariz pero aún así no sabía si estaba respirando, puesto que todo le daba vueltas. Shiro en serio quería creer que estaba soñando, que si podría imaginarlo cambiaría de lugar y estaría en el invernadero, alimentando a sus plantas.
«¿Por qué me pasa ésto a mí? Oh Por... Esperen ¿A quién puedo rezar, para que me salve de esta incómoda situación?» Pensaba el peliverde, dejándose llevar por su propio pánico.
Su corazón volvió a latir sonoramente. Nuevamente sintió como su rostro adquiría calidez. Encerrado, en el baño, él y Pain-sama completamente solos. su mente en aquel instante, era un caos en cuanto terminó de procesar todo lo que acabó de pasar, llegando así a una sola conclusión; No sabía que hacer. si fuera otra persona en ésta situación, seguro estaría saltando de felicidad al estar con la persona que lo hace temblar. Pero como es Shiro y no alguien más, prefiere ir rápido hacia la puerta y empezar a golpear un poco fuerte está, en busca que alguien más pudiese ir en su ayuda.
En ese instante, no pudo evitar odiar el cambio que se había establecido hacia meses. El cuál dicho cambio, se debía a la petición que varios miembros de la organización habían pedido debido a las acciones de su hermano; Colocar chakra en las pareces y suelo, para así evitar que tanto Shiro como Kuro, no pudiesen traspasarlas con su poder. Y Pain no estaba mejor, puesto que él no podía derrumbar la puerta sin recibir un fuerte regaño por parte del Ángel de dios. Genial.
—¡Ayuda!— Gritó.— ¡Estamos encerrados!— Su voz no sonó tan fuerte como él quisiera. Sus emociones estaban haciendo que su tono bajase como si su cuerpo le impidiera gritar frente a su lider.
Por su parte, el dios del dolor le observaba desde su lugar. Su mirada impasible seguía intacta, aunque ligeramente su ceño se notaba más fruncido de lo habitual. Pain se preguntaba en silencio, el quien pudo cometer semejante estupidez. Sus brazos se cruzaron y un suspiro pesado se retuvo en tu garganta, notó como el lenguaje corporal del menor le indicaba lo nervioso que este se encontraba, deduciendo que seguramente le temía a los espacios pequeños. Miro a su alrededor durante unos pocos segundos, el baño en el que se encontraban era el único baño de la planta baja, este consistía de un lavabo, un espejo y un inodoro.
Básicamente era casi tan pequeño como el armario de su propio guardarropa, debido a que aquel lugar era el que menos uso le daban, puesto que preferían utilizar los de arriba. Pudo seguir buscando diferencias del lugar y compararlas con los demás baños, pero el pequeño temblor que yacía del cuerpo del menor le alertó, cuando noto que se intensificaba. Shiro apretaba sus propias manos, formandolas en puños repletos de impotencia y su frente se poso en la madera de aquella puerta. Un fugaz pensamiento paso por la mente del pelinaranja, haciéndole dudar un poco si aquello pudiese ser la causa de la inquietud del menor.
¿Shiro le odiaria? ¿Le molesta su presencia?
Esas y muchas más preguntas invadían la mente del dios del dolor, haciendole sentir incómodo por las posibilidades de cada una. Podría decir con seguridad que el de tez blanquecina suele ser alguien muy amable y servicial con los demás, mientras que cuando se trata de su propia persona, este resulta alguien más nervioso y tenso de lo que usualmente es. Tampoco podría culparle, puesto que no era una persona muy sociable ni amable, su propio hermano Yahiko solía incluso evadirle en distintas ocasiones.
Fugazmente el recuerdo de las mejillas del menor, tiñendose de un tono carmín al verle le abarcó. Era cierto que el peliverde solía sonrojarse en su presencia, sus manos temblaban y pareciese como si en cualquier instante se fuese a desmayar. ¿Le tendría miedo? O Inxlusive... ¿Era alérgico a su persona? Ante esa última pregunta que se paseo por su mente, el pelinaranja movió su rostro de un lado al otro, alejando así tales pensamientos de su mente.
¿Cómo siquiera podría aparecer en su mente tal estupidez como era la «alergia» hacia alguien? Mayormente a su persona. Era ridículo.
Sus orbes perdidos en el azulejo de la pared se vieron interrumpidos ante un pequeño ruido, uno que incluso dudaba el haber escuchado. Desvió su rostro hacia la puerta, centrando toda su atención en el mejor y justo cuando estaba a punto de decir algo más, notó con claridad el como el lenguaje corporal de este cambio. Su cuerpo temblaba con más fuerza y sus uñas se apretaban a un más a su piel, el sonido de un tenue sollozo llamo su atención y sin darse cuenta, sus pies dieron unos cuantos pasos hasta quedar justo atrás del peliverde.
Su mano se estiró en su dirección, pero deteniéndose en el aire sin saber exactamente como continuar. Jamás había consolado a alguien y gracias a ello, no podía pensar en algo que le ayudase en aquel instante. Simplemente, su mente se encontraba en blanco en aquella situación, preguntandose internamente si era mejor alejarse y darle su espacio. Pero, inconscientemente su mano sujeto el hombro del más bajo, moviendo su dedo en automático en una «caricia» de consuelo.
Oh eso deseaba creer.
—¿Shiro?— Soltó titubeante, pero aún así manteniendose sereno.
Ante su toque, el peliverde dió un pequeño brinco y su cuerpo se tenso gracias a sus palabras. El nombrado volteó su rostro de forma robótica y justo cuando terminó de girarse, fue cuando el dios del dolor pudo notar una pequeña lágrima caer por su mejilla. Un tanto dubitativo subió su mano del hombro del menor hasta su mejilla, dónde con su dedo índice atrapó aquella gota cristalina y húmeda, para después así alejar su tacto. Shiro le miraba embelesado, al mismo tiempo que su rostro se teñía de carmesí.
—¿S-Sí, Pain-sama?
Aquel susurro fue casi como un suspiro, tan bajo y prácticamente inaudible. Pain sintió un nudo formándose en su garganta. Por ser posiblemente el causante de esa reacción, ni el mismo esperó sentirse así pero es humano a fin de cuentas y tarde o temprano sentiría lo que es el sentir de culpa. Lo que no entendía en absoluto, es el porqué el «Pain-sama» dicho de aquella forma, le hizo sentirse aún peor, como si estuviera sin fuerzas.
Ese chico en serio es raro, pero al menos es el menos molesto a comparación de los demás más jóvenes. Conectó su mirada con las piedras de color ámbar que tenía el peliverde y tratando de sonar lo menos «aterrador» le habló lo más suave que pudo, intentando no intimidarle en absoluto.
Claramente resaltando el «pudo» en sus acciones.
—No pierdas el control Shiro. Alguien se dará cuenta de nuestra tardanza y nos sacará tarde o temprano.
Fue la primera vez que le hablaba a a alguien sin monosílabas, las únicas veces en donde hablaba seguido era por puro trabajo, charlas con sus allegados o debates. Jamás por algo tan trivial como eso, pero en ese momento sentía la necesidad de hacerlo de esa forma, para así calmarle aunque fuese un poco.
—¡Ya-Yahiko-san!— De golpe se separó de él y debido a eso, su cabeza terminó estrellándose contra el botiquín arriba del lavamanos— ¡Ay!
—¡Hey, ten cuidado!— Exclamó el más alto.
Shiro se sostuvo la cabeza con dolor. Pain por su parte se agachó frente a él y tomo ambas manos de su contrario, separándolas y examinó el golpe que el menor recién se había dado. Una de sus manos subió hasta su cabeza y acaricio con cuidado, buscando algún hematoma.
—P-Perdón, me exalte.
Exaltado es poco comparado a lo que siente en ese momento en realidad. Las manos de su jefe eran un poco frías a diferencia de lo que él pensaba y aún así sintió como su cuerpo se estremecía. El pánico del momento anterior quedó en segundo plano, ahora que siente pura vergüenza invadir su cuerpo.
—Y-Ya pasó, no duele tanto ahora.— Shiro intento alejarse, pero el pelinaranja le sostuvo con firmeza. Sin llegar a lastimarle más, claro esta.
Pain no respondió, puesto que había guardado silencio y coloco toda su atención en revisar la cabeza del más bajo. Sintiendo la suavidad de las hebras de su cabello rozar contra la yema de sus dedos. A pesar de que jamás había pensando en ello, no pudo evitar notar lo suave que este era a su tacto y preguntarse internamente, que aplicaría en su cabello para que tuviera aquella suave textura.
—Descuida.— Soltó en un tono serio, a pesar de que no deseaba que fuese así.— Bueno, no parece ser tan grave. Aún así, deberás colocar un poco de hielo.
Al notar sus propias palabras, el pelinaranja se pregunto a si mismo el porqué se mostraba tan hablador en aquel instante. Sintiéndose así, ligeramente extraño.
—Sí, Pain-sama. N-No se preocupe que en cuanto salgamos, me encargaré de mí cabeza.— Prometió.
Shiro trató de sacar una sonrisa a la vista, para dejar así de sentir la mezcla entre frío y calor que abarcaba su cuerpo, ya que empezaba a ser una manera de hacerlo temblar. No quería pensar en lo agradable que era esa sensación, sabía que solamente en ese momento la tendría. El nombrado asiente y se sienta frente a él en el suelo, ambos apartaron sus miradas sin realmente saber cómo sacar un tema de conversación, para así aligerar la tenue incomodidad que se había generado. Una pequeña idea cruza por la mente de Shiro, pero este duda si realmente es buena idea.
—...Pain-sa...— Intento decir el más bajo, pero fue rápidamente interrumpido por el pelinaranja.
—¿Por qué gritaste el nombre de mi hermano?— Inquiere un poco confuso.— ¿Qué pasa con él?
—¡Oh! Sí, es que...— Buscaba la calma después de tantos nervios, al menos agradecía que ya podía respirar un poco mejor.— Yahiko-san está limpiando a unos metros ¿no?— Pregunta dudoso y Pain asiente.— Él pudo haber escuchado los golpes y buscarnos.
—No lo creo. Él siempre limpia con los auriculares a volumen nivel sordera permanente.
Le contesta tratando de no fruncir el ceño, al recordar el casi baile al que su hermano por poco lo obliga a hacer, gracias a estar toda la tarde con esas cosas pegadas en sus oídos. Al oír su respuesta Shiro soltó una pequeña risa, no era común oír a su líder decir esa clase de cosas.
—Mi hermano es de poner el altavoz hasta hacer temblar la guarida cuando estamos solos.— Una risa se le escapa sin querer.
Justo por recordar esa vez, en donde por poner metal su hermano se asustó porque pensó que el género sería algo más como el punk. Lo mejor fue la expresión que apareció en su rostro en ese instante, cuando le empezó a gustar el género.
—Realmente son muy diferentes ¿De verdad son gemelos?
El pelinaranja puso toda su atención en el contrario, buscando algo en común entre Shiro y su hermano. Notando incluso que hasta sus ojos tienen una gran diferencia, los ojos de Kuro se ven opacos y los de Shiro tenían brillo, también se les notaba llenos de vida ¿El cabello tal vez? No, definitivamente no. El del menor parece más brillante y es muy suave, el de Kuro debe ser horrible al tacto.
—Bueno, tenemos casi las mismas habilidades, tono de ojos y cabello.— Contestó Shiro. Él también trataba de buscar otra cosa en común que hubiera entre a ambos, pero fallando en el intento. Por lo que decide continuar la conversación desde un ángulo distinto.— Usted y Yahiko-san también son muy diferentes. En habilidades creo que hay una gran diferencia también.— Le dijo mirando a Pain y para su sorpresa, le habló con mucha confianza y sin tartamudeos.
El dios del dolor le observo, notando que la tensión en los hombros del menor por fin desaparecía. Su respiración se calmó un poco y el gran color carmesí se había vuelto más tenue.
«Parece que hablar de su hermano le quita los nervios, eso es tierno en cierto punto.» Pensó al verlo sonreír, mientras lo veía con curiosidad.
Parece que ya encontró algo en común con Kuro; Su curiosidad. Shiro siempre fue alguien muy curioso y ello era algo de lo que su hermano era caracterizado, aunque bueno, Kuro es más chismoso que curioso en cualquier caso.
—Pain-sama, usted es... Muy diferente a Yahiko-san. Incluso mejor.
Se escuchó como un susurro que solamente guardaría el aire, pero Pain lo escuchó y le agradó de una manera que no supo descifrar. Aunque otra vez el rostro del menor, volvió a teñirse de rojo pero a menor nivel que la anterior vez. Sus piel blanquecina mostraba con claridad cualquier cambio en su rostro, cosa que le pareció interesante.
—Gracias, supongo.— Y gracias a aquella respuesta, el color carmesí aumento. Adiós a la calma y bienvenido de vuelta silencio incomodo.
Está vez el silencio se prolongó un poco más, durante unos cuantos minutos. La tensión en el ambiente subió una vez más, pero en esa ocasión no era tan asfixiante como hacía momentos atrás. Pain seguía enfrente del menor, con sus manos sobre sus propias rodillas y su mirada perdida en cualquier sitio del baño. Por su parte, el peliverde jugueteaba con sus dedos, enlazando sus manos y apretándolas, para después soltarlas y repetir aquella acción.
Sus nervios están a flor de piel, haciendole sentir asfixiado casi en su totalidad. Sus inquietos ojos miraban de reojo hacia el mayor, perdiéndose en aquella sería expresión una y otra vez. Admirando sus facciones y contando cada uno de sus piercings. En un rapido movimiento el pelinaranja le observa, conectando así sus miradas y Shiro al sentirse descubierto, sintió como su cuerpo empezaba a temblar. Pain mantenía una mirada seria como de costumbre, aunque extrañamente... Un pequeño color rosa apareció en sus mejillas y su rostro parecía emanar una pequeña ¿Vergüenza?
—Tengo ganas de usar el baño.
Soltó este sin más, apartando su mirada rápidamente. El de tez blanquecina abrió sus orbes de par en par y sus labios se separaron casi en su totalidad, gracias a aquella confesión. El rojo de sus mejillas creció hasta llenar su rostro por completo, haciéndole parecer como el cabello de Sasori o Nagato. Genial, ya había perdido la cuenta de cuántas veces se había sonrojado en ese momento.
♡
Continuara.
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¡Hola!
Recuerden que es una historia en colaboración con nailita2000
¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.
¿Cual fue tu parte favorita?
Escrito:20/01/22
Publicado: 22/01/22
2465 Palabras.
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