Capitulo 5 (Final)
El día de la boda...
Jack.
-Acepto.
Sonreí al escucharla. Había notado sus dudas, había notado su temor, había notado el temblor en sus manos, había notado cada gesto de nerviosismo en ella y temía escuchar otra respuesta, pero Mía acababa de aceptarme, de aceptarme como su esposo.
Gire mi rostro observándola, Mía imitó mi acto y sonreí, pero en sus labios solo apareció una mueca y desvió su mirada al frente.
-Entonces los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia.
No dude un segundo en voltear mi cuerpo y estrecharla entre mis brazos besándola, pude sentir su resistencia, y creí que podía morir allí ¿Ella se había arrepentido?
Luego de las felicitaciones, de las falsas sonrisas y las familias, nos encontrábamos en el centro de la pista bailando nuestra canción. Tenía mis manos sobre la cintura de Mía y ella rodeaba mi cuello.
Sonreí.
-Realmente estás hermosa -susurre.
Sus intensos ojos se clavaron en los míos y pude ver dolor en ellos.
-Perdóname -susurro y una lágrima corrió por su mejilla.
Intente controlar los latidos de mi corazón sin quitar mis ojos de los suyos.
-¿Te . . .-trague saliva -¿Te arrepientes? -pregunte en un susurro ronco.
No soportaría escuchar eso, no soportaría perderla, no soportaría no tenerla junto a mi.
-Si -musito y deje de moverme la ritmo de la música.
Sus ojos no abandonaron lo míos y una risa amarga broto de mi garganta. No sabía que hacer, no sabía que decir, como actuar ante la chica que amaba con toda mi alma, ante la luz de mi vida, ante lo mas importante, no sabía como actuar ante su arrepentimiento, ante su rechazo.
-Perdo . . .
-Calla -la interrumpí molesto.
Me encontraba enojado, quería romper todo de ese maldito lugar, quería. . .llorar.
-Jack -giré mi rostro a mi espalda y me encontré con el señor Tompson.
-¿Si? -pregunte intentando no mostrar mi odio a ese hombre.
-¿Puedes permitirme esta pieza con mi hija? -pregunto el hombre señalando con su mirada a la multitud.
Él solo intentaba aparentar que todo estaba bien, se podía ver y sentir la tensión entre Mía y yo.
-No quiero.
Observe a Mía al escucharla y ella sin decir nada me tomo del brazo y me arrastro fuera de allí.
Me deje guiar por ella, deje que decidiera que hacer como siempre, por que mi vida, mis decisiones, mis alegrías, mis tristezas, mis locuras y mi alma entera le pertenecía.
Al llegar a una de las habitaciones de esa gran casona que habíamos alquilado para la ceremonia, Mía soltó mi mano, pero no volteó a mi, no hablo y temía escuchar lo que diría sin lo hacia.
Por unos segundos permanecimos así, yo observando su espalda al descubierto por aquel vestido, observando a la chica que amaba a pesar de todo, a pesar de los secretos, a pesar de las mentiras, a pesar de su reciente rechazo.
Mía elevo una de sus manos y quito de su cabello aquella tiara brillante con algunos diamantes.
-Mía -la llame.
Ya no podía estar allí sin saber que hacer, sin saber que quería ella, sin. . .sentirla mía.
Ella volteó, su rostro estaba cubierto de lágrimas, su maquillaje corrido, su rostro reflejaba pura tristeza.
-Lo lamento -dijo en un susurro seguido de un sollozo.
Cerré mis ojos intentando no pensar en mi, intentando no querer morir, intentando calmar el maldito ardor en mi pecho.
Abrí mis ojos y la observe.
-¿Por que? ¿Qui hice mal? ¿Que. . .que fue? -pregunte dando un paso en su dirección.
Ella no dejo de observarme en ningún momento.
-Te amo -dijo sin dudar.
Suspiré con frustración.
-¡¿Entonces que es?! ¡¿Que hice mal Mía?! -grité exasperado -Intente ser lo mejor, soporte tenerte como amiga solo para no perderte, te cuidé, te ame, ¡Te amo! Pero no logro entender que tengo que hacer para que lo notes. Estos últimos meses fueron un infierno, en momentos siento que me amas, pero en otros intentas estar lo mas alejada de mi -me acerque a ella y tomo su rostro entre mis manos -Dime que tengo que hacer para que me ames -pedí en un susurro.
Ella dejo escapar otras lágrimas y coloco sus manos sobre la mías.
-¿Recuerdas que prometiste no odiarme? -pregunto ella entrecortadamente.
-Lo recuerdo -respondí con el ceño fruncido.
Ella se alejo de mi y volvió a darme la espalda. No me acerque, sabía que necesitaba espació, pero su espació estaba acabando con mi vida.
-Aquella noche en el restaurante . . .aquella noche escuche a mi padre y tu madre hablar -dijo y mi corazón se detuvo -ellos. . .¡Maldición!
Se volteó y me observo a los ojos, ella lo sabía.
-Mía. . .
-Debes escucharme -me interrumpió.
No, yo no quería que continuara, no quería escuchar lo que tenía que decir, no quería que ella dijera lo que temía.
-Mía, creo que . . .
-Somos hermanos -soltó con mas lágrimas cayendo y cerré mis ojos con dolor -Yo los escuche, ellos. . .tu madre se lo estaba diciendo. . .
-No es seguro Mía -dije abriendo mis ojos.
Su rostro cambió, las lágrimas dejaron de caer y su mirada se lleno de asco, tenía esa mirada que sabía tendría al saberlo.
-¿Que? ¿Tú. . .lo sabías? -pregunto acercándose.
Suspire y me deje caer en una silla que se encontraba a unos pasos de mi, apoye los codos en mis rodillas y uní mis manos intentando no llorar.
-Lo se desde que tengo trece, en un inició no lo entendí bien, pero luego todo cobro sentido -levante mi mirada -tu padre y mi madre fueron amantes, son amantes y mi madre no tiene idea de quién soy hijo.
-Jack . . .
-Déjame explicarte -pedí poniéndome de pie -Escuche a mi madre hablar con mi abuela, ella le contó todo. Le contó sobre el engaño, sobre querer dejar, al que pensaba, era mi padre, sobre . . .sobre no saber de quién soy hijo. . .
-¡¿Estuviste conmigo aun sabiéndolo?! -grito entre sollozos y llevando sus manos a la cabeza.
-Te amaba. . . te amaba desde pequeño e intente alejarme, pero lo que sentía era mas fuerte Mía. Te amo.
Sus ojos se clavaron e los míos.
-Esto esta mal -susurro -yo. . .no. . .no debí aceptar casarnos, podríamos ser hermanos ¡Por dios! -una risa amarga escapo de su garganta.
-Aceptaste -susurre.
No quería perderla, no podía perderla.
-Creí que. . .creí que estaba bien, pero no, esto esta mal Jack. Somos. . .podríamos ser hermanos yo. . .
-No lo hagas -pedí interrumpiéndola.
Sus ojos se clavaron en los míos, sus labios se encontraban temblando, su cuerpo entero irradiaba angustia.
-No podemos seguir juntos -aseguro dejando caer sus lágrimas.
Tome una inspiración profunda, tenía mucha rabia.
-¿Cual sería la diferencia? -pregunte.
Mía desvió su mirada.
-No lo se, solo. . .no puedo -susurro.
-¡No hay ninguna diferencia! Y hemos hecho todo lo que podíamos hacer Mía. Ya te he besado, ya hemos tenido sexo, ya te he presentado ante todos y todas como mi esposa -me acerque a ella -ya me he enamorado de ti, y no me arrepiento -suspire y ella levanto la mirada -Nada es seguro, quizás soy hijo del hombre que me crió, quizás solo sean sospechas de mi madre, quizás esto. . .
-Pero quizás no Jack, quizás si seamos hermanos -musito.
Me sentía desesperado, ella no podía abandonarme.
-Hagamos una prueba -sugerí con temor.
Ella negó inmediatamente.
-No, no soportaría saber que. . .es cierto.
-Entonces olvida el pasado y quédate conmigo. . .por favor.
Sus ojos me pidieron perdón, sus manos subieron hasta mi rostro y rozo mis labios con dulzura. Sabía lo que eso significaba, sabía que era una despedida, sabía que se había arrepentido de aceptar ser mi esposa.
El dolor en mi pecho quemaba, las ganas de matar a mi madre era incontrolable, el dolor de sus ojos era como dagas.
La amaba tanto, la amaba tanto que a pesar de que había intentado mantenerme alejado de ella, de solo ser su amigo, de protegerla y solo quererla como a una hermana fueron inútiles. Cada maldita cosa que había hecho había sido inútil, cada llanto encerrado en mi habitación, cada te amo, cada caricia, cada duda, cada momento en el que la besaba y recordaba que, quizás, esa chica que amaba y le había entregado mi corazón, era mi hermana y yo le estaba mintiendo, cada arrepentimiento al aceptar estar con ella, había sido inútil.
Acababa de perderla, acababa de perder aquella última esperanza de tenerla a mi lado para siempre, acababa de morir.
Mía se alejo de mi y no evite dejar que mis lágrimas saliera.
-Te amo -susurro -Creí que al aceptar, al ser tu esposa todo saldría bien pero. . .
-Pero no puedes estar conmigo -la interrumpí, con lo que sabía iba a decir.
Mía asintió con tristeza.
-No puedo estar contigo.
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