Extra
Ustedes ko no me pueden dejar luego dormir, ¿Verdad?
Robert llevaba días armándose de valor para confesarle sus sentimientos a Gavi.
Después de practicar una y otra vez con Wojciech, estaba seguro de que tenía las palabras perfectas… Hasta que todo salió terriblemente mal.
Ahora estaba parado frente a la puerta del apartamento de Gavi, su corazón latiendo tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho, con un suspiro tembloroso, levantó la mano y tocó.
—¡Un momento!—Se escuchó desde el otro lado.
Cuando Gavi abrió la puerta, llevaba una camiseta blanca un poco arrugada y unos pantalones de chándal, parecía que acababa de despertarse de una siesta.
—Robert, ¿Qué haces aquí? —Preguntó con una sonrisa.
—Necesito hablar contigo.—Soltó Robert, un poco más brusco de lo que pretendía.
—¿Todo bien? Pasa.—Gavi dio un paso atrás, dejando que Robert entrara.
El Alfa respiró hondo mientras cruzaba el umbral, este era el momento, todo lo que había practicado con Wojciech y las innumerables disculpas que le dio al pobre omega de este y que se haya convertido en su sirvienta personal para los antojos por dos días, iba a valer la pena… ¿Verdad?
Gavi lo guió hasta el salón y se dejó caer en el sofá, mirando a Robert con curiosidad.
—¿Qué pasa? Pareces nervioso.
—No estoy nervioso.—Respondió rápidamente Robert, aunque su tono lo delataba.
—Claro que no, ¿Por qué estarías nervioso?—Gavi rió suavemente, pero su risa se apagó al ver cómo Robert empezaba a caminar de un lado a otro.
—Es que… Hay algo que quiero decirte, algo importante.
—Bien, te escucho.—Gavi lo miró con atención, apoyando los codos en las rodillas.
Robert respiró profundamente, recordando las palabras exactas que había practicado. “Estoy dispuesto a lo que sea por ti, porque mi corazón ya te pertenece. Solo dame una oportunidad.” Era sencillo, directo, bonito… ¿Qué podía salir mal?
—Estoy dispuesto a lo que sea por ti… porque mi alma ya te pertenece… —Comenzó, pero de repente se dio cuenta de lo que estaba diciendo y su cerebro entró en pánico.
—¡Sí, mi alma! Ya no es mía, es tuya, ¿C-Como, eh, un pacto? Sí, un pacto entre tú y yo.
Gavi parpadeó, confundido.
—¿Un pacto?
Robert se agarró la cabeza con las manos, tratando de recomponerse, pero las palabras seguían saliendo sin control.
—Sí, un pacto, uno eterno, solo dame una señal y, no sé, prometo… prometo protegerte de Hansi, de los demonios, o… de lo que sea... A-Aunque Hansi ya cuenta como demonio...
Gavi lo miraba fijamente, y Robert sintió cómo su rostro ardía.
—¡No! Eso no es lo que quería decir. —Robert se dejó caer sentado en el suelo, ocultando la cara entre las manos.
—Esto es un desastre…
—Robert… —Comenzó Gavi, pero el Alfa no lo dejó hablar.
—¡No! No digas nada, déjame morir aquí en el suelo, por favor... Esto es lo más vergonzoso que he hecho en mi vida.—Y eso que ayer Marc le pidió ir por unas patas de pescado porque se le había antojado... La chica de la carnicería quería tirarle el cuchillo.
Hubo un momento de silencio, y luego Gavi soltó una risita, primero fue un pequeño sonido, y luego estalló en carcajadas, tapándose la boca con la mano.
—¿Te estás riendo de mí? —Robert levantó la cabeza, mirándolo con incredulidad.
—No, no es eso. —Gavi intentó contenerse, pero no podía parar de reír.
—Es solo que… ¿Un pacto? ¿Protegerme del demonio del Míster? ¿De verdad?
—Te dije que era un desastre… —Murmuró Robert, bajando la cabeza de nuevo.
Gavi se acercó y se agachó frente a él, todavía con una sonrisa en los labios.
—Robert, es el peor intento de confesión que he escuchado en mi vida… Pero también es el más tierno.
Robert levantó la vista, sus ojos llenos de incertidumbre.
—¿En serio?
—En serio.—Gavi le puso una mano en el brazo, su expresión ahora más suave.
—Y para que no te quedes con la duda… Acepto el pacto.
—¿Qué? —Robert parpadeó, aturdido.
—Acepto, tus sentimientos, tus nervios, tu desastre de confesión… Todo.—Gavi sonrió, y sus mejillas se sonrojaron levemente.
—También siento algo por ti, idiota.
El Alfa se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar, luego, una sonrisa enorme iluminó su rostro.
—¿De verdad?
—De verdad, pero prométeme que la próxima vez no me hablarás como si estuvieras invocando algo.
Robert rió, finalmente relajado.
—Lo prometo, aunque, para ser justo, pensé que al primer "Hola Robert" me iba a desmayar, dame crédito.
Gavi rodó los ojos, pero su sonrisa seguía ahí.
—Cállate, Robert.
—Con gusto. —Robert aprovechó el momento y lo abrazó con fuerza, sintiendo cómo su corazón, que había estado a punto de salirse de su pecho, finalmente se calmaba.
Esa confesión había sido un desastre, sí, pero al final, todo había salido mejor de lo que esperaba.
—Robert...
—¿Sí?
—Escuchaste lo mismo, ¿Verdad?
—Sí... ¿Qué tal unos días en mi casa mientras exorcisan tu depa?
Y un vaso se volvió a caer, y los dos idiotas salieron de ahí como locos.
Fiiiiiin.
Ya déjenme dormir ahora.
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