Capítulo 26
Conduzco hacia el pub triste y enfadada por mí mala suerte.
En cierto modo, no termino de explicarme porque queriendo a Giovanni debo de alejarme de él.
Cómo siempre he dicho; no deseo a los demás, lo que no quiero que me hagan a mí.
Y para mí, la familia es muy importante.
Y aún sabiendo que él está dispuesto a luchar por mí, yo sólo hago por no causar problemas para después que no me deje dormir la conciencia.
De verdad, qué tonta soy.
Lloro por alguien que quiero y a la vez trato de crear un muro perjudicando me yo solita.
Mira que hay que ser despejá.
Nada más llegar al pub y ver a mi hermano, me lanzo a sus brazos llorando.
No lo puedo evitar, necesito llorar y que me consuele mi hermano.
— Meri, ¿Porqué estás llorando de esta manera?
— Por amor, porque soy tonta. Amo a Giovanni y...
—Meri, antes de que te derrumbes un poco más de lo que estás, te pido que me prestes atención a lo que te voy a decir. —Hago lo que me pide mi hermano. Seco mi cara, bebo varios sorbos de agua tomando asiento en un sillón muy cómodo por cierto.
Alexis inspira varias veces soltando el aire por la nariz, parece que lo me vaya a contar es algo difícil para él.
—Meri, esto que voy a contarte es algo duro para mí, de hecho, nunca lo he hablado con nadie, y ahora quiero compartirlo contigo.
Como bien sabes, yo soy viudo, mi mujer murió hace cinco años y medio exactamente. Y desde entonces no he sido capaz de encontrar a ninguna mujer que me haga sentir como ella lo hizo. Estoy aún enamorado de ella, de su recuerdo, de su sonrisa, de su aroma, pienso que aún no se ha ido debido a que aún conservo su recuerdo en mi corazón. Su ausencia me hace enloquecer, en ocasiones pienso que mi vida ya no tiene sentido sin ella. Que nada ya no es lo mismo sin Clarisa. Ella, fue mi amor verdadero, y aún sabiendo que la iba a perder para siempre, mi amor hacia ella estuvo por encima de lo que las demás personas me aconsejaban. Todo el mundo me decía lo que debía hacer. Pero nadie me aconsejó quedarme a su lado, vivir sus últimos minutos junto a ella. Y todo porque sabíamos que estaba condenada a morir por leucemia. Nada se pudo hacer por su vida, hice hasta el infinito por ella, me hice la prueba de compatibilidad, le hubiera dado mi vida a cambio de la suya. Y sin embargo, ella se despidió de mí para siempre. Mi ángel se marchó hacia el cielo dejándome solo y vacío.
Aún no estoy totalmente recuperado de su partida, pienso que aunque Clarisa me repetía que volviera a casarme de nuevo, no estoy preparado para enamorarme de nuevo.
Quiero decirte con esto Meri, que si en verdad amas a Giovanni, no mires nada, que no te importe nada, solo haz lo que tú creas que será lo correcto. Buscar tú felicidad, mantenerte al lado de la persona que te valore, te respete, te adore, y te trate como te mereces ofreciéndote su amor, amistad, seguridad y la creencia de saber que estáis hechos el uno para el otro. No busques donde no hay solución, no trates de huir de lo que siente hacia ti, busca esa señal que el destino te ha puesto y lucha por el hombre que amas. Solo vivimos una vez, y debemos aprovechar al máximo todo lo que ella nos ofrece.
Cuando todo se pierde, entonces ves la realidad ante tus ojos, donde quisieras poder viajar en el pasado y poder reparar todo lo que hiciste mal. Pero eso es pasado, ahora debes pensar en un presente para construir un futuro. —Alexis no puede continuar más hablando. Al parecer recordar a su esposa le supera y no hay más que verlo como sus ojos café se han convertido en rojos dejando caer varias gotas por su rostro. En estos momentos me doy cuenta de lo equivocada que estoy al pretender huir del hombre que me hace enloquecer y al mismo tiempo querer estar a su lado.
Abrazo a mi hermano, quiero consolarlo y al mismo tiempo aliviar también mi sufrimiento.
—Vaya dos que estamos hechos. He venido para me consueles y al final he terminado consolándote yo a ti.
—Y aquí estamos querida hermanita, llorando a moco tendido por amor. ¿Por qué el amor es tan bonito y al mismo tiempo nos hace sufrir de algún modo?
—Lo siento Alexis pero no soy Einstein para resolverlo. A ver por qué narices nadie ha sido capaz de encontrar una vacuna para el mal de amores.
En fin, hasta que la encuentren tendré que ver a mis mozos como bailan con esos tangas puestos, mostrando sus cuerpos bien marcaditos. Si es que están todo lo buenos que quieren los cabronazos.
Con algo debo consolarme.
Me quedo un rato más junto a mi hermano hablando de todo un poco hasta que siento que el cansancio llama a mi puerta. Me despido de Alexis y vuelto hacia mi casa.
Durante el trayecto pienso que se me había olvidado decirle a mi padre que pasaría hoy por su casa para cenar juntos. Con todo este jaleo estará el hombre esperándome con la mesa puesta.
Bueno si mi padre ya me conoce. No tengo remedio.
Nada más llegar a la casa de mi padre me percato que tiene una luz encendida. Me pregunto que hará con la luz encendida a estas horas de la noche.
Pienso que me estoy volviendo adicta al fisgoneo, sino, no estaría andando a hurtadillas sin zapatos hacia la habitación donde duerme mi padre. Escucho un ruido de la cama, no creo que mi padre, vamos que no pienso que este duro que te pego, él no es de esa clase de hombres. Espera, es la voz de mi madre.
¡La madre que los parió a los dos!
—Mamá, papá. —La madre de panete, acabo de cortarles el rollo al par de viejos verdes estos.
—Meri espera un momento, esto tiene una explicación. —Me dice mi padre hablando atropelladamente mientras mi madre se tapa con la sábana.
— ¿Pero que me vais a explicar?—Me voy hacia el salón necesito quitarme de la mente la escena de porno que acabo de presenciar.
—Espera un momento Meri, todo tiene su explicación. Yo...
—Espero que al menos haya usado precaución padre. Mira que a mi edad me entero que voy tener un hermano pasaré al libro de los records güines.
—Meri, no es ningún secreto de que yo siempre he amado a Rosella. De hecho, me alejé por amor, porque me dolía todo que te hacía y porque ella mismo me lo pidió. Pero siempre la he amado, y ahora hemos pensando en darnos otra oportunidad. Quiero que sepas, que amo a Rosella y deseo volver a estar juntos. Entiendo que me vas a juzgar, que no te parecerá bien, pero...
—Merinda, no juzgues a Joaquín, si tienes que volcar tu enfado con alguien. Hazlo conmigo. Solo queremos decirte que nos amamos, y aunque hemos estado muchos años separados, todo por mi culpa por no haberme dado cuenta antes del hombre tan maravilloso con el que me casé. Porque mi rencor, y mi odio me llevó hacer cosas inexplicables y tan crueles hacia las personas que en verdad debía haberles mostrado mi amor. Son ustedes. Entiendo que no he sido una buena madre, aunque traté de dártelo todo impidiendo que no pasaras por lo que yo pasé. Siempre he querido que tuvieras todo en la vida sin esfuerzo, mientras has tenido a Joaquín que él si ha sabido enseñarte el valor de las cosas. Ahora, necesito encontrar mi paz, necesito retomar mi vida donde la dejé hace años porque estoy muy arrepentida hija. Lamento desde lo más profundo de mi corazón haberte tratado mal, quiero rectificar y ser esa madre que debí de ser y una mujer feliz y enamorada. Y en estos momentos, Joaquín es el hombre que amo. Lo amo profundamente y deseo tener una segunda oportunidad.
— ¿Y cuándo pensáis los dos decirme todo esto? ¿Hasta qué vuestra hija les pillara en plena faena?
—Esto...no...sólo queríamos darnos un tiempo y después confesártelo...me da mucha vergüenza hija...lo siento...—Tanto mi padre como mi madre están rojos de la misma vergüenza. Menudo bochorno les estoy haciendo pasar.
Me quedo callada unos minutos. ¿Qué debo hacer?
Son mis padres, ellos se aman. Mi madre no ha sido la madre ejemplar pero también ha hecho lo posible educándome para ser una mujer independiente y fuerte. Y mi padre, él ha sido quien me ha guiado protegiéndome de todo lo malo que me ha sucedido, siempre a mi lado en los buenos y malos momentos de mi vida. ¿Y ahora debo de enfadarme con ellos?
Es evidente que no. Al fin de cuentas son mis padres, los adoro, aprecio todo lo que hacen por mí, y solo les deseo y pido que sean felices. Y para no variar, me echo a llorar.
Menudo día de llanto llevo hoy. Abrazo a mi madre, después a mi padre sin dejar de llorar y al mismo tiempo me rio de lo feliz que me hace la idea de que mis padres estén juntos.
Así permanecemos los tres abrazados emocionados, respirando felicidad.
—Bueno después de este momento tan maravilloso, voy a dormir que ni los pies me sujetan ya. Eso sí, no hagáis ruido por favor. — Les lanzo un beso en el aire mientras camino hacia mi habitación para poner fin a este día tan extraño y maravilloso.
El restificar es de sabios, el saber perdonar es más gratificante y ver como el amor nos cambia la vida es la mejor recompensa que la vida nos puede ofrecer.
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