**Dedicado a todas y todos mis queridas y queridos lectores.**
Ya estaba todo hecho. Debería de sentirme aliviada, contenta incluso gritando como un futbolista cuando anota un gol.
Tal vez si. Y sin embargo, aquí ando sentada en la cama mirando la maleta como si fuera a comerme.
Necesito alejarme unos días de Nápoles y de Giovanni.
He tomado la decisión de viajar hasta Milán para hacerle una visita sorpresa a Rosella.
Necesito hablar con ella para poder terminar el puzzle de mi pasado.
Me despido de Alexis en la estación de tren quedando en vernos en unos días.
Él me da la dirección y la copia de la llave de su casa en el caso que deba hospedarme allí.
Le agredezco todo lo que hace por mí quedando en llamarnos y vernos pronto.
Me subo al tren despidiéndome con la mano de mi hermano.
Las horas que tardaré en llegar hasta Milán serán las suficientes como para permitir que deba pensar en lo que se supone es ahora mi nueva vida.
No tengo trabajo, estoy divorciada, hay partes de mi infancia que no logro entender y aún así debo pensar en mí futuro.
Hablo con Dania, la cual me apoya en mi decisión.
A continuación chateo con Maribel, la cual me informa lo mal que están las cosas en la cadena.
Han despedido a varias personas y se rumorea que puedan negociar la compra de la cadena con otra importante cadena Américana.
Me quedo fría. Entonces era cierto lo que me dijo Giovanni.
Las cosas en la cadena están fatal.
No dudo en llamarlo, necesito saber qué está sucediendo.
Aunque me haya despedido el tío Flavio, para mí es muy importante la cadena. Cuando comencé a trabajar en la cadena, fue con el único pensamiento de ascender en mi carrera.
En todos los años que he trabajado como periodista, he conocido mucha gente, mis compañeros son parte de mí. Incluso nos tratamos como si fuéramos una familia.
Y el haberme enterado como varios de mis compañeros han sido despedidos, acaba en cierto modo afectándome.
Marco el número de mi ex marido.
Vaya que mal suena decir ex. Mejor lo llamo por su nombre, queda más fino.
— Hola Meri, ¿Cómo estás? — Vale, no puedo controlar mi alborotado corazón, es escuchar su voz y hasta la temperatura me sube.
Necesito fuerzas, necesito poder deshacerme de este sentimiento que tan aferrada me tiene a Giovanni.
— Bien, voy a visitar a mi madre. Necesito hablar con ella. También te llamo porque me he enterado que las cosas en la cadena no van del todo bien.
— No voy a mentirte. Pero es cierto. Nos estamos planteando venderla a la cadena CCB de noticias de América.
Necesitamos un milagro, la programación que emitimos han bajado mucho las audiencias, y el programa que intentamos hacer sería copia de otras cadenas.
En fin...De momento la negociación está en el aire. Veremos qué va sucediendo.
— Espero que todo salga bien. ¿Y tú qué tal estás?
— Voy que no es poco. Aún sigo en Nápoles, pronto regresaré a España o quizás me vaya ha América.
— ¿Tan lejos? ¿Porqué? Quédate en España. Digo yo...ya que vives allí...— Cállate Meri que estás metiendo la pata hasta el charco. Me dice mi vocecilla interior.
— Debo de irme, es lo mejor. Por mí y por mí profesión.
— No te vayas. Por favor. — No sé por qué lo he dicho, será porque aunque me haya divorciado de él, no deseo de que cruce el charco.
Incluso pensarlo, hace que sienta un dolor aguado, pero llevadero dentro de mí pecho.
Se hace un silencio, ¿Habré metido la pata al decirle que no se vaya?
Verás, verás que la he liado parda con darle a entender la probabilidad de sentir algo hacia él.
Aunque lo ame, mejor no decirlo, será menos doloroso.
Debido a la cobertura, la llamada se corta. Por una parte mejor así, necesito quitármelo de la cabeza. Aunque si lo pienso bien, no sé cómo se hace eso, si no puedo arrancar de mi solitario corazón esta emoción tan sincera y lamentable al tener que poner distancias.
En fin...con toda la tontería de pensar en Giovanni y las llamadas telefónicas he llegado a Milán.
Salgo de la estación de tren, busco un taxi que me lleve hasta la casa de mi madre.
Al llegar a lo que fue mi antigua casa, me encuentro con la sorpresa de que mi madre vendió la casa.
Desorientada, llamo a Rosella, es lo primero que se me ocurre.
— Rosella, estoy en Milán quiero verte y espero que me digas dónde vives. Estoy parada enfrente de tu antigua casa.
— Toma nota. Y no sé porqué has venido a buscarme.
— Porque no tengo ni oficio ni beneficio, y he dicho voy a hacerle una visita a mi madre. A la, en tres cuartos de hora nos vemos.
Vuelvo a montarme en el taxi.
Le dio la dirección facilitada por mi madre al taxista y nos ponemos en marcha hacia el barrio humilde donde vive ahora.
Miro el edificio humilde, nada tiene que ver con la gran casa lujosa que vivíamos entonces.
De pronto noto mi pecho hacerse muy pequeño. Incluso se carga de culpa por haber permanecido tan alejada de mi madre.
He almacenado mucho rencor hacia ella como también he ido dejando de interesarme por su vida.
Al final este es el resultado. Giovanni, sabe más de la situación de mi madre que yo que soy su propia hija.
Toco el timbre y al momento me dan acceso para pasar al edificio. Subo las escaleras mirando al mismo tiempo el edificio tan humilde.
Mi madre me espera en la puerta con una sonrisa y sus brazos caídos ambos lados.
— Merinda...— Sus ojos comienzan a llenarse de agua, sus labios se estiran formando una sonrisa.
— Mamá — Es la única palabra que me sale antes de abrazarla.
Ella, me rodea por mis hombros acercándose más a mí.
— Gracias por venir hija. — Entre lágrimas me hace una señal para que pase dentro de su mini piso.
Una vez dentro dejo mis cosas en su habitación. El apartamento solo dispone de un dormitorio, baño, cocina y salón.
Una especie de nudo empieza a formarse en mi garganta al ver el estado que se encuentra mi madre en estos momentos. En cierto modo, está pasando por un mal momento y yo juzgá asndola severamente en vez de ayudarla.
— No sabes la alegría que me da de que hayas venido a visitarme. Sé que no es la casa donde vivíamos, pero para mí sola está bien. — Ella ríe irónicamente escondiendo su dolor.
— Mamá estoy aquí por dos razones. Una, para que me digas qué fue lo que pasó exactamente con mi padre biológico. Y... Tranquila, ya sé quien es mi padre biológico, de hecho mi hermano ha estado buscándome. Y la segunda razón, es porque me enteré mediante los Ferretti que tú le habías robado dinero que supuestamente habían invertido en la cadena. Y ahora estás arruinada.
Mi madre mira al suelo dejándome ver varias gotas recorrer sus mejillas.
— Respecto a tú padre biológico, nunca te he dicho quién era porque me trató tan mal, llegando a convertir mi vida en un infierno.
El que vayan hablando de unas cosas que no son ciertamente verdad, solo consiguió endurecer mi corazón para no tener compasión de nadie.
Me levanté por mí misma, utilicé todos mis métodos para llegar a lo más alto y así demostrarle que no era ese tipo de mujer la cual intentaba buscar su fortuna. O...romper un matrimonio y todo por meterme en la cama y terminar enamorándome de un hombre que solo supo lastimarme, con palabras y hechos.
Sufrí mucho durante el embarazo y después, pues mi intención era que tú padre se hiciera cargo de tí.
Al rechazarte, mi odio fue aumentando. Hice todo lo posible para que nada te faltase, incluso me casé con Joaquín sin amarlo. Si de algo me arrepiento en esta vida, es de no haberme quedado al lado de Joaquín. Un hombre bueno, bondadoso, y un buen padre. Él ha sabido darte lo que yo no supe darte. Amor. He sido una egoísta, siempre he mirado por mí, intentando atrapar a un hombre rico para seguir llevando una vida que no me hace feliz.
—¿Porqué te casaste con Flavio Ferretti?
— Él fue mi último recurso. Había invertido una gran cantidad de dinero en un proyecto, el cual fracasé.
Entonces conocí a Flavio, rico y soltero. Era el blanco perfecto. Sin embargo, las cosas no salieron como yo pensaba. Veía como mis planes no salían como deseaba, y cuando Giovanni me contó lo que le sucedía no dude ni un minuto en entregarte a él. Soy una egoísta, una mala madre...soy lo peor...— Mi madre se tapa su rostro con sus manos empezando a sollozar.
Me siento a su lado rodeándole por su hombros.
Me duele verla en ese estado, ha hecho algunas cosas incorrectas, aún así quién no se equivoca y en este caso ella reclama mi perdón.
¿Qué clase de hija sería si la mujer que me dio la vida y la cual ha intentado esforzarse para que no falte de nada, a pesar de sus errores no la perdono?
Es mi madre, como ya no la puedo descambiar, siento la necesidad de ayudarla.
— Mamá, me he divorciado de Giovanni. Él fue quien me explicó todo. Y ahora estoy aquí para ayudarte. Juntas vamos a tirar para adelante, que no se diga que las De Simone no saben salir del pozo.
— Merinda, no has debido de divorciarte de Giovanni, el te ama. Y está dispuesto a luchar para recuperarte.
— ¿Cómo sabes tú eso?— Alzó mi ceja interrogando a mi madre.
— Él mismo estuvo hace días visitándome y me confesó todo. De hecho, Giovanni ha sido el único que se ha preocupado por mí. Me ha agradecido el haberte puesto en su camino y ahora desea que seas feliz.
Y yo te pregunto. ¿Eres feliz por haberte divorciado de Giovanni?
— No lo soy. Para qué mentir. Lo amo mamá, lo amo tanto que muero de dolor por haberme separado de él y todo por culpa de su familia y por qué a él le faltan pantalones. Debió de defenderme delante de su familia no alejarse de mí provocándome.
— Ven hija, ven. — Dejo caer mi cabeza en el regazo de mi madre.
Lloro como si hubiera pelado un saco de cebollas.
Más calmada, mi madre continúa hablándome sobre mi padre. Le muestro el libro donde Luca Montinelli escribió sus últimas palabras.
Mi madre lee con detenimiento cada letra escrita por el hombre que amó y tanto la lastimó llegando a convertirla en otra mujer.
— Mamá, no llores por favor que parece que se nos ha muerto el gato.
— Merinda, lloro emocionada. Por lo que escribe estaba arrepentido, si necesita mi perdón lo tiene. Al igual que yo quiero que tú y Joaquín me perdonen por todo el daño que les he causado.
— Yo te perdono pero no veo bien que hubieras prendido fuego a la panadería de Joaquin.
— ¿Acaso me ves capaz de hacer algo así? Yo solo me enteré que se le había quemado y eso me sirvió para engañarte. Quería que te casaras con Giovanni a toda costa y me vino bien ese percance que tuvo tú padre.
¡Anda jodela!
Cuando quieras vuelves Meri. Encima ella sabía lo que estaba pasando y me hace de pensar lo que no era.
De verdad, si con perdonar a mi madre me gano el cielo, no me queda de otra.
Continúo hablando con mi madre hasta que me entra el sueño.
Nada más despertarme le mando un mensaje a mi hermano diciéndole que todo está bien.
Su respuesta no se hace esperar. Se alegra por mí, a lo que me dice que su madre tiene ganas de conocernos a mí y a mi madre.
No entiendo que ocurre exactamente, acepto de ir a visitar a su madre.
Se lo propongo a mi madre, pero ella decide no ir.
Y yo como soy una chinchorrera por naturaleza, quedo con mi hermano para ir hasta su casa para conocer a su madre.
Habíamos quedado en una de las plazas del centro de la ciudad.
Nada más vernos, Alexis me pregunta como me ha ido todo con mi madre.
Le cuento con pelos y señales lo que hablamos reparando en lo arrepentida que se muestra.
Alexis me sonríe aconsejándome que la perdone. Al fin y al cabo es mi madre.
Guardo silencio continuado paseando por la plaza parándome de vez en cuando en algún escaparate viendo la ropa junto a los complementos y bisutería.
Llega la hora de comer, decidimos comer en el primer restaurante que vemos.
Durante la comida Alexis me habla sobre su madre.
En la descripción me dice algo que me deja triste y preocupada. Al parecer su madre tuvo un accidente donde quedó ciega.
Analizo las palabras llegando a la conclusión de que Luca no abandonó a su familia porque su mujer lo necesitaba.
¿Pero entonces porqué no quiso hacerse responsable de mí?
La respuesta no llegó hasta que tuve enfrente a Erika, una mujer muy elegante, guapa y muy amable.
Lástima que sus ojos no tienen luz, y aún así ella no deja de sonreír.
— Gracias por haber venido Meri, tenía ganas de conocerte. Alexis no ha parado de hablar de ti y eso me alegra de que hayas confiado en él y sobre todo lo veas como tú hermano. Estoy segura que Alexis cuidará de tí.
Pena que por mi culpa, habéis tenido que conoceros ahora.
— ¿Porqué prohibió a su marido de que se hiciera cargo de mí?
Digo entiendo que le guarde odio a mi madre. Pero yo...¿Qué culpa tenía? — Observo cómo Erika baja la vista hasta el suelo, agarra varias bocanadas de aire antes de comenzar a contarme la parte de la historia que me faltaba para llegar a entender todo esto.
— Todo comenzó cuando Alexis apenas cumplía dos años. Los constantes viajes de mi marido me hacían de sospechar su infidelidad. Tanto como para llegar a contratar un detective.
Al enterarme de que mantenía una aventura con Rosella, una mujer mucho más joven que yo sentí como mi mundo se iba desmoronando.
Luca amaba mucho a su hijo y eso era lo que nos unía.
Una noche antes de tener el accidente, Luca y yo habíamos discutido a consecuencia de su trabajo y su amante.
La discursión fue a más, mi estado de nervios aumentaba por segundos, tanto como para no llegar a pensar con claridad.
Me monté en el auto y empecé a conducir sin un rumbo fijo, con mis ojos llenos de lágrimas, alterada y furiosa.
A consecuencia de mi estado, fui adelantar un coche conducido por unos jóvenes lo cuáles empezaron acelerar precisamente en el momento que yo iba adelantando en el carril contrario. Eso provocó que no me diera tiempo a meterme en el carril derecho y acabar chocando contra un camión.
Aquel accidente me provocó varias lesiones y entre ellas la ceguera.
Permanecí en coma varias semanas, me operaron de urgencia en tres ocasiones pero nada se pudo hacer por devolverme la vista.
Nada más sentirme mejor, le pedí a Luca que se alejase de aquella mujer y se quedara al lado de su hijo y el mío haciéndome prometer que nunca más volvería a ver a Rosella.
Yo sólo llegué a enterarme sobre la aventura pero jamás supimos sobre tí hasta que el mismo nos lo confesó todo.
Erika llora amargamente, todo lo que me ha comentado está escrito en el libro que me dio Alexis.
¿A quién debo culpar?
Abrazo a Erika secándole sus lágrimas mientras ella palpa mi rostro diciéndome lo bella que soy.
— Meri, necesito que sepas que deseo conocerte más a fondo, te doy la bienvenida a mi hogar formando parte de mi familia. Espero conocer a Rosella algún día. Me encantaría tener una conversación con ella.
Al igual que Luca me prometió alejarse de ella, yo le prometí antes de morir hacer lo posible por conocerlas.
— Eres muy amable Erika. Yo...yo no sé qué decirle de verdad. Para mí todo esto es novedoso.
— No me veas como una enemiga, sino como la madre de tú hermano y los cuales pretendemos ayudarles.
— Erika, no necesito dinero, siempre he trabajado duro para salir adelante y he tenido un padre que me ha educado y querido como su verdadera hija. Pero eso no quita que me alegre de tener Alexis cómo mi hermano y haberla conocido.
— Demasiado tarde Meri. Lo que te corresponde de la fortuna de mi marido es tuyo. Y ahora me gustaría saber más cosas sobre tí.
Erika se pega más a mí escuchando mi vida y milagros.
Ella se ve feliz cuando le hablo de mi infancia, de mi pubertad y lo que he hecho hace dos días.
Erika se ve que es muy buena, incluso me ha atendido muy bien.
Esa noche duermo en su casa, como no, me tratan como una princesa.
A media noche bajo hacia el jardín, donde veo a mi hermano sentado en la orilla de la piscina pensativo.
Me siento a su lado dándole a mi lengua algo de descanso.
Ni mi hermano ni yo hablamos. Y cuando él lo hace me pregunta cómo me encuentro respeto a mi divorcio.
Suspiro pesadamente, respondiéndole que lo que intento es poder olvidar a Giovanni para conocer a mi medio limón y hacer limoná.
Alexis me mira alzando una ceja mirándome de manera divertida.
Giro un poco mi pescuezo lanzándole una mirada asesina. Sé que algo se le está pasando por la cabeza y no tiene que ser para nada bueno.
Intento sonsacarle lo que me oculta, pero nada, ni haciéndole cosquillas logro saber lo que oculta.
Minutos después nos vamos a dormir.
Había decidido quedarme unos días en la casa de Alexis y poder conocernos mejor.
Erika es una mujer tan natural y amable incluso me trata muy bien.
Mientras Alexis trabaja, ella me lleva de compras, hacemos algo de turismo por la ciudad, me lleva incluso a conocer la empresa.
Erika es muy directa cuando me comunica lo que me corresponde por herencia. A pesar de negarme, ella se sincera conmigo.
— Meri, tú eres la hija de mi marido. Y te corresponde parte de su fortuna al igual que Alexis. A diferencia de mi hijo, tú nunca llegaste a conocer a tu padre. Te se prohibió tener ese acercamiento, ahora acepta lo que te corresponde.
— Erika, yo estoy bien con mi vida. Gracias a Dios y a mis padres, nunca me ha faltado de nada.
— ¿Y tú madre? Tengo entendido que está arruinada.
— Eso es harina de otro costar. Mi madre ha llevado una vida más allá de sus posibilidades y es normal que esté ahora en esa situación.
— Pienso que tú puedes ayudarla para que vuelva a ser diseñadora de modas y sea de nuevo reconocida.
— Me gustaría ayudarla, pero no sé como. Dice tener un proyecto el cual nunca llegó ha realizarse por el fracaso que obtuvo.
— Ahora es tú oportunidad. No la desaproveches. Piénsalo Meri, yo quiero ayudarte y mi hijo está ahí para lo que necesites.
No lo puedo remediar, soy tan cariñosa como un minino.
Me acerco hasta Erika abrazándola agradeciéndole todo lo que hace por mí.
— No me des la gracias Meri. En ocasiones por no querer aceptar la realidad cometemos mil errores llegando a destruir la felicidad de otros. Y eso fue precisamente lo que hice yo. No quise aceptar que mi matrimonio estaba rozando el desgaste del amor, mi obsesión por mantener mi familia unida me llevó a mi desgracia. Con el paso del tiempo he aprendido como vivir en la oscuridad se llega ha ver con más claridad.
No lo puedo remediar, soy muy sensible a esta clase de historias.
Una lágrima se asoma terminando por avalanzarme despacio hacia Erika agradeciéndole todo lo que está haciendo por mí.
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