Capítulo 3
Bono llegó a casa en colectivo y, al entrar, vio una valija junto a la puerta y a su hermana sentada en el sofá, quien fue directo hacia él apenas lo vio.
—Jane, ¿qué es esto? —preguntó sin entender nada.
—¡Bono, papá descubrió todo! —dijo tomandoló de los brazos—. ¡No quiero que te vayas! —lloró.
—¿Qué pasa, Jane? ¿Por qué estás así? ¿Cómo que papá ya sabe? —preguntó preocupado y sin entender nada todavía. Alfred escuchó los gritos y bajó por la escalera.
—¡Me acaba de llegar esto! —le muestra bruscamente una hoja. Bono la lee, y es una nota que mandó el director—. Resultaste ser un degenerado. Y para asegurarme de que te fueras, te hice la valija. ¿¿No te da vergüenza?? ¿Qué pensaría tu madre si te viera??
—¡¡Estoy seguro de que ella sí me hubiera aceptado!! —Su padre le dio una trompada.
—¡¡Cállate, degenerado!! ¡¡Encima le faltas el respeto a su memoria!! ¡¡Acá nadie te crió para que seas un maricón!! —Bono lo miró con odio, y le devolvió la trompada.
—¡¡El que está siendo irrespetuoso eres tú!!
—¡¡A mí no me hables de respeto!! ¡¡Te vas de mi casa ahora mismo, no quiero un maricón viviendo acá!!
—¡Por favor, dejen de pelear! ¡Papá, no lo eches! —lloró Jane suplicando.
—¡Lo peor de todo es que le llenaste la cabeza a tu hermana con esas aberraciones!
—¡No me llenó la cabeza! —protestó—. ¡Él...
—¡No me importa, este pendejo se va y punto! —la interrumpió—. ¡No quiero que te acerques a mi hija! —Bono decidió no seguir discutiendo y agarró la valija. Jane quiso detenerlo, pero Alfred la trabó con el brazo.
—Al menos déjame despedirme de mi hermana, ¿no? —reclamó.
—Pueden decirse adiós a la distancia, no es necesario que se toquen. —Bono lo siguió mirando con enojo—. ¿Te vas o traigo el cinto? —amenazó.
—¡¡Ya me voy, carajo!! —gritó harto—. Cuídate, Jane —se despidió agarrando la llave.
—Adiós, Bono —se despidió la nena entre sollozos. Su hermano abrió la puerta y se fue. Alfred abrazó a su hija para consolarla. Ella también lo abrazó.
—Es por tu bien.
Bono caminó varias cuadras hasta llegar a casa de sus tías. Estas lo recibieron y lo hicieron pasar. Él les contó lo que pasó.
—¿Te duele mucho? —preguntó Roxanne.
—Un poco, pero no es nada. —Cassandra le dio un ibuprofeno y un vaso de agua—. Gracias. —Tomó.
—¿Y Jane cómo está? —preguntó Cassandra.
—Todavía debe estar llorando. Ese tipo no nos dejó despedirnos y no quiere que me le acerque. Obviamente nos vamos a ver igual.
—Puede venir las veces que quiera —dijo Cassandra.
—¿Querés ir a tu pieza ahora? —ofreció Roxanne.
—Sí, estoy cansado. —Su tía agarró la valija y la llevó hacia una de las dos habitaciones que tienen para huéspedes. Bono se despidió de su tía Cassandra, y luego fue a la pieza con su otra tía.
—Que duermas bien —dijo, y le dio un beso en el cachete después de dejar la valija al lado de la puerta.
—Gracias, tía. —Ella volvió al living.
—Esperemos que nuestro hermano no le llene la cabeza a Jane —deseó Cassandra al ver a su hermana terminar de bajar la escalera.
Al día siguiente, en el colegio, The Edge y los demás le preguntaron a Bono qué había pasado al verle los moretones, y les contó que su papá se enteró porque el director había mandado una nota a su casa.
—Mandaron un comunicado como si hubiera hecho algo malo —se quejó—. Espero que a Jane y a mí no se nos complique mucho vernos.
—Para desgracia del director y resto de los docentes, mis padres me aceptan —dijo Aaron.
—Sí, acá deben creer que todos son homofóbicos —agregó Bono.
—¿De casualidad tus tías hablaron con tu papá? —preguntó Edge—. O sea, ¿pelearon por teléfono o algo?
—No, no que yo sepa. Me recibieron, y de ahí pasé a la habitación de huéspedes y me dormí.
—¿Te duele mucho? —se preocupó Aaron.
—Ya no tanto.
—Ojalá te pudieras quedar en mi casa, pero no hay espacio —lamentó su novio. En ese momento, se acercaron algunos compañeros.
—Así que te echaron de tu casa —dijo queriendo empezar otra pelea.
—¿No tienes otra cosa que hacer que venir a molestar? —preguntó Bono.
—Sí, adelantar tarea por ejemplo o ponerte a estudiar las materias que estás reprobando —agregó Larry.
—Cállate, eso no es problema tuyo.
—Y tú deja de contestarles así —lo defendió Bono.
—Si son amigos de dos maricones, también los tenemos que tratar mal —agregó el amigo del otro, y los cuatro pasaron al frente—. ¡Escuchen todos! —gritó aplaudiendo para llamar la atención. Todos en el aula dejaron lo que estaban haciendo y los miraron.
—Pero, ¿qué va a hacer este imbécil? —murmuró Aaron.
—¡Les advertimos que persona que veamos, aunque sea prestandolés una lapicera a estos dos maricones —amenazó señalando a Bono y a Aaron— se las va a ver con nosotros! ¡Sea quien sea! —Y volvieron a sus bancos. The Edge, Adam y Larry quedaron impactados ante esa amenaza, pero no les asustaban.
—Quiero creer que no les van a hacer caso —temió Bono.
—Claro que no, nadie nos va a decir que dejemos de juntarnos con ustedes —lo tranquilizó Adam.
—A nosotros no nos van a venir con amenazas —agregó The Edge. A Bono y a su novio les dio gusto escuchar eso. Entró el profesor, saludó y empezó la clase. De vez en cuando los chicos charlaban en voz baja, y el profesor los retaba. Ya era hora del recreo.
—Supongo que tus tías me irán a recibir si voy de visita un día, a no ser que te acepten solamente a ti —temió Aaron.
—Te van a recibir bien, no te preocupes —le aseguró Bono—, sobre todo mí tía Roxanne. Voy a ver cuándo puede ir mi hermana a verme, y entonces conoces a la familia completa. Bueno, sin mi papá obvio.
—Eso me encantaría —aceptó su novio sonriendo. Durante toda la mañana, la clase entera ignoró a Bono y a los chicos. Ni siquiera les hizo falta pedir permiso para pasar por algún lugar. Inmediatamente se corrían al verlos llegar a la cafetería, al baño o entrar de nuevo al aula porque no querían ni podían tenerlos cerca.
Unas clases después, tocó el timbre de salida, y todos se fueron a sus casas. Cassandra y Roxanne ya habían vuelto del trabajo y esperaban a Bono con la comida lista. Los tres pusieron la mesa y se sentaron a comer.
—Con respecto a tu noviazgo con Aaron, no creo que debas seguir con eso —opinó Cassandra.
—No empieces, tía —pidió mirando a un costado, como evitando el tema.
—Es la verdad. Te quiero, pero también sabes que no estoy de acuerdo con tu orientación sexual.
—Es así como me siento. No me avergüenzo ni pienso cambiar —dijo con firmeza.
—¿No te das cuenta de que tu vida no es fácil? Siempre te andas besando a escondidas con tu novio, y encima tu padre te echó. ¿Qué más quieres?
—Déjalo en paz —lo defendió Roxanne—. No está haciendo nada malo. No es culpa suya que su padre sea homofóbico, sumado a que nunca se llevaron bien.
—Sería mejor que en vez de un novio, tuviera una novia —insistió Cassandra.
—¿Cuál es el problema? Se aman y eso es lo que importa. Ya tuvo y tiene muchos problemas como para que le digas todas esas cosas —la retó su hermana menor—. Somos su familia. Tenemos que estar del lado de él.
—Está bien, no digo más nada —suspiró Cassandra, aunque seguía pensando igual.
—Gracias, tía —le dijo Bono a Roxanne con una sonrisa, y esta se la devolvió.
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