2
- ¿Veniste aquí sólo para buscar pelea, Stark?
Sonríe, tensando el labio partido de modo que un hilito de sangre le corre por la barbilla.
Tony había ido a embriagarse a un antiguo bar un poco antes de que las cosas se pusieran peor en el helipuerto y fueran todos enojados a la torre, donde, claro, no pueden beber más de 2 copas de lo que sea. Qué tontería.
Lamentablemente las cosas se salieron de control y todos terminaron peleando. Cuatro contra uno.
- Erik.
Paul, sobresaltado al escuchar el nombre de su líder, le suelta la parte posterior de la camisa a Tony.
- No sabía...
- No hay nada que saber -repone Erik Selving, mientras el cansancio de sus ojos le van penetrando en la voz.
Mira al joven millonario, que está muy pálido. O al menos, así lo siente él.
- Sé lo que pasó -explica-. Con su pelea.
Tony se queda rígido.
- ¿Quién te lo contó? ¿Fury? ¿Steve?
- Ellos no. Soy conocido por media ciudad, Stark. Escucho cosas. Vamos, vayamos a mi casa y charlemos.
Vacila un instante antes de encogerse de hombros.
- Muy bien -repone-. Pero tomaré allá ese vodka que no me he tomado.
•^•^•^•
- Esa fue mi última idea -dice Steve a Natasha con un suspiro de derrota, dejándose caer sobre el asiento del conductor.
- Fue buena -se sienta a su lado-. Quiero decir, fue buena idea haber venido hasta acá.
Suena su celular. Lo saca de su bolso; es Erik.
- No lo hemos encontrado -dice antes de que él pueda decir hola.
- No, pero yo sí.
Steve se incorpora de manera muy tiesa.
- ¿Estás bromeando? ¿Está ahí?
- Más o menos.
- ¿Qué quieres decir con "más o menos"? -interfiere el Cap.
- Se metió en una pelea. Tiene unas cuantas cortadas y moretones -responde Erik-. Y está ebrio.
Entrecierran los ojos. Natasha casi puede leerle los pensamientos de Steve: "¿Por qué, ah, por qué hace eso? ¿Qué lo ha llevado a ser como es?" Aunque claro, se trata de Tony Stark. Podría meterse en problemas con un continente entero si se le pega la gana.
- Creo que deberían venir -continua Erik-. Alguien tiene que razonar con él, y yo no estoy teniendo mucha suerte.
- ¿Dónde están?
Se los dice. Cuelga y se vuelve hacia Tony, que lo mira fijamente con las cejas contraídas.
- ¿Ya vienen por mí?
- Algo así.
•^•^•^•
Su casa está en las orillas de la ciudad. Todo el lugar huele a nuevo, a limpio. Siempre lo han admitido, y siempre se lo han dicho a Erik.
Las voces o ruidos que escucha Stark suenan a lo lejos, como con eco. Quizá sea la pared que le obstruye la clara y buena perfección de los sonidos.
- No está de buen humor -informa Erik, deteniéndose frente a la puerta cerrada-. Lo encerré en la habitación de música. No ha querido hablar conmigo... -se encoge de hombros-. Pensé en ustedes.
Mira a Natasha, quien le ha lanzado una mirada fría y acusadora.
- ¿Qué?
Steve empuja la puerta, y en cuanto se abre, Tony toma un lápiz que está sobre el piano y lo lanza. Vuela por los aires y golpea la pared justo a lado de la cabeza del Capitán, donde queda clavado, vibrando. Los ojos de éste se abren de par en par.
Tony les sonríe débilmente.
- Lo siento. No creí que fueras tú.
Siente que su corazón se hace diminuto. Hace un par de días que no hablaba con él, y del algún modo parece distinto; no es sólo la cara molesta y los rasguños de la pelea de hace poco, que siguen frescos, sino que la piel de su rostro pareceas tensa, los huesos más promenientes.
Erik señala a Steve y a Natasha con un movimiento de su mano.
- Te traje a alguien.
Los ojos del chico ebrio fueron hacia ellos. Son tan inexpresivos como si se los hubieran pintado en el rostro.
- Déjennos solos -dice con voz sería y ronca.
- Tony... -regaña Cap.
Erik mueve la mano.
- No pasa nada. Esperaré en la sala, con Natasha.
Sale sin dar un portazo, aunque notan que desea hacerlo.
Stark vuelve su cabeza hacia Steve.
- ¿Tienes que ser siempre tan...? -empieza Steve, pero calla al ver el rostro del que tiene enfrente, que parece atormentado y curiosamente vulnerable.
- ¿Grosero y desagradable? -finaliza por él-. Ven a regañarme cualquier día que no esté entre el lunes y el domingo.
Frunce el ceño.
- Ya basta, Stark -advierte-. Vendrás con nosotros.
- ¿Por qué? ¿Porque eres mi jefe y mi "líder"?
- Ser líder va más allá de un lazo de compromiso y responsabilidad. He sido tu compañero durante dos años, y cada aspecto cuenta.
Tony se recuesta en un sillón pequeño. Los moretones de la mandíbula y el pómulo le destacan igual que oscuras marcas uniformes sobre la piel.
- No regresaré a un lugar donde no confían en mí. Ya no tengo doce años, Steve. Puedo cuidar de mí mismo.
Su expresión parece indicar que no está muy seguro de eso.
- ¿Adónde irás? ¿Seguirás haciendo armas?
Los ojos le relucen.
- Tengo como mil años. Soy prácticamente inmortal, como Thor. Cualquier persona inmortal tiene derecho a...
- Cualquier inmortal. Pero tú no lo eres -interrumpe-. Todavía eres muy joven como para decir que eres como Thor, y todavía no terminas tus proyectos.
- No entiendo cuál es el problema. Nadie me necesita en esa torre...
- Yo sí... -dice una voz dulce y suave por detrás de ellos.
Se vuelven hacia la voz; Pepper Potts los mira nerviosa desde la puerta. Tony se hace a un lado. Siente que su corazón se va haciendo añicos.
- Pepper, cariño. ¿Qué haces aquí? -pregunta.
- Me dijeron que aquí estabas. Tenía miedo y quería verte...
Camina hacia él, y lo envuelve con sus brazos. Comienza a hacérsele un nudo en la garganta; recuerda cuando antes todo era así.
Suspira y la envuelve con sus brazos.
- De acuerdo -tiene la voz ronca-. Pero con una condición. No quiero estár solo.
- Estaremos contigo -dice Steve rápidamente.
- Lo sé -su voz es queda-. Y quiero que lo hagan. Pero quiero que Pepper venga también.
Quedan sorprendidos.
Erik se sienta en el sillón de la sala e intenta no sentir lástima de sí mismo. Cap camina a él. Lanza un largo y profundo suspiro, y se deja caer en el sillón.
- ¿Todo bien ahora? -pregunta.
- Sí. Eso creo.
Toma el vaso de agua y se traga una pastilla para el dolor de cabeza. Regresan todos a la torre Avengers. Natasha conduce. Steve puede ver de reojo que Tony se ha quedado dormido en el regazo de Pepper.
La cabeza le palpita constantemente, y siente que en cualquier momento va a ensuciarle a Pepper ese costoso y bonito traje que trae puesto.
Llegan. Tony se va caminando con los ojos todavía modorros, y a veces choca con los muros. Pepper lo acompaña, sosteniéndolo del brazo con poca fuerza.
- Buenas noches -dice mientras sube las escaleras.
Natasha se queda sola con Steve. Suspira, y vuelve a tomar las pastillas.
- ¿Te sientes bien? -pregunta Pepper a Tony.
- No lo sé. Tú dime...
Pepper saca dos tazas y las llena con té. Stark toma sus libros y un par de libretas.
- ¿Todavía no acabas?
- No. Intentaré tenerlo para mañana.
Se acerca a él y presiona sus labios contra la mejilla de Stark suavemente.
- Ya viene tú cumpleaños...
- Caray -dice.
- ¿Qué quieres de regalo?
- Se supone que yo debería preguntar eso -comienza a hacer garabatos en una hoja. Se siente muy mareado.
- No es mi cumpleaños.
Toma un poco del té, que por primera vez lo siente demasiado amargo.
- No lo sé -responde finalmente.
- Pues me alegra escuchar eso -saca unos papeles de su bolsillo-. Nos iremos de vacasiones un par de días.
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