Capítulo 4
Sentado frente a la pileta, miró la hora en su reloj pulsera y me buscó con la mirada entre toda la gente. No lo demostraba, pero estaba nervioso.
_ Ya casi son las cinco ¿Vendrás hermosa Rosita? Espero que de verdad vengas niña mía...
Nerviosa, me levanté un poco mi vestido purpura y subí las escaleras del metro.
Las piernas me temblaban y el corazón no dejaba de latirme rápido y fuerte. No dejaba de pensar en mi secreto y en que estaba a solo instantes de verlo, entonces, más emoción y dicha sentí.
<< Espero haber escogido el vestido correcto >>
<< Ojalá que le guste >>
Inquieta, di un suspiro y comencé a buscarlo entre toda la gente...
Impaciente, me buscó con la mirada y yo de espaldas, él me vio y sonrió de alegría.
<< Vino, Rosita si acudió a nuestra cita >>
Me di vuelta y me encontré de pronto con él. Joey me miró con destellos; mi corazón estalló de felicidad e inevitable, le sonreí perdidamente.
Ambos nos acercamos, sin dejar de mirarnos con alegría y él tomó mi mano.
_ Creí por un minuto que no vendrías
_ Estuve a punto de no venir, pero algo me hizo cambiar de opinión. Tú – me miró con ternura y sus ojos brillaron de encanto.
Ambos volvimos a sonreírnos y sin más comenzamos a caminar por aquella acogedora y a la vez enorme plaza.
Caminamos tranquilos y libres entre la gente. Para él era un gran alivio que nadie lo reconociera y que se le acercaran por ser quien era. Se sentía increíble y pleno.
Lo miré y él tierno, me sonrió. No lo pudo evitar y volvió a tomar mi mano. Amé que lo hiciera.
Nos miramos y él sin soltarme la mano, yo le sonreí...
_ No recordaba este lugar así. Esta cambiado
_ Hace un año que cambiaron la estética y agregaron más vegetación
_ Quedó muy bien. Se ve bonito
_ ¿Recuerdas algún sitio, en especial, que hayas visitado con los demás la última vez que vinieron?
_ El parque Bicentenario – le sonreí.
_ ¿Te gustaría que fuéramos ahora? – apretó mi mano con cariño.
_ Por supuesto que me gustaría, pero luego yo diré el lugar – me lo dijo en tono de broma y yo radiante, me reí y sentí que mi corazón y alma vibraron al unísono.
Miré de pronto la pileta y él me miró con atención y deslumbro.
_ Te ves muy bella con ese vestido
_ Gracias – le sonreí con pena y él contempló mi mirada tímida y dulce, para él.
Llegamos al parque bicentenario y Joey volvió a mirarme; quería aprovechar cada minuto y segundo que me tenía a su lado.
Sentados junto a un árbol, en una pequeña colina, llena de pasto, miramos correr a un par de niños y ambos sonreímos.
Corrió un fresco viento, el que despeinó un poco nuestros cabellos y él volvió a mirarme.
Yo no podía dejar de sonreírle, me sentía tan increíble y plena a su lado, pero estaba preocupada. Temía que llegará pronto el anochecer y tuviera que irme por mi hechizo.
Di un suspiro y nerviosa me tomé una de las rosas, junto a mi cabello.
_ Estoy tan contento de que nos hayamos vuelto a encontrar
_ Yo también, pero ¿Cómo? ¿Cómo supiste de mí, de donde vivo?
_ Lo averigüé y ya
_ Aún me parece un sueño el que tú estés aquí, conmigo y que me recuerdes entre tanta mujer y fans – me sonrió tierno.
_ Desde que te vi la primera vez sonreírme has estado presente en mí Rosita
_... Joey... yo
_ No, no digas nada. Quizás es muy apresurado todo esto, pero no me puedo seguir conteniendo a esto que siento.
Mi corazón se aceleró aún más y no supe que decirle, más solo mi mente le rondaron muchas dudas y pensé en aquel detestable hechizo; se me hizo un nudo en la garganta.
_...
Me miró atento y yo no pude decirle nada. Desvié triste la mirada y él se preocupó frente a mi actitud y pensó que tal vez yo no le correspondería.
_ ¿Estás bien pequeña?
_... Si – me miró con tristeza.
_ Disculpa, no debí haberte dicho lo que te dije
_ No, al contrario, es que...
_ ¿Qué cosa? – lo miré perdidamente. Tuve miedo de que Roberto le hiciera algo y preferí dar todo por acabado.
_... Lo siento pero esto no puede ser
_ ¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando?!
_ Lo sabes muy bien, ahora es mejor que yo me vaya
_ No, espera, Rosita...
Se me llenaron los ojos de lágrimas, me alejé de su lado, pero Joey lo impidió y me tomó del brazo.
_ No Joey...
Solo alcancé a decirle y él oprimió mis labios con un desesperado y apasionado beso.
Mis lágrimas se esfumaron y solo sentí paz y alegría. No me pude resistir a su beso y se lo correspondí con todo mi amor.
Besándonos sin parar, acaricié su suave cabello cobrizo y él tierno sostuvo mi cabeza con cariño.
Me miró tierno, con destellos y yo emocionada, no pude más y lo abrasé fuerte. Él me acogió en sus brazos y acarició mi largo cabello.
_ Tranquila. Sé que estás asustada por esto, por lo nuestro pero no debes temer
_... Es que no quiero que nada malo te pase. No me lo perdonaría nunca – me miró sin comprender.
_ ¿Algo malo? ¿De qué estás hablando? – lo miré con un nudo en la garganta y con mis ojos llenos de lágrimas.
_ No puedo decírtelo. Debo irme...
_ ¡Espera!
Me alejé de él y corrí de su lado. Me alejé lo más rápido que pude, pero Joey no lo permitió y fue tras de mí.
Corrí lo más rápido que dieron mis pies y más que apresurada vi el cielo, el que ya se estaba atardeciendo y más me urgí.
Aquel parque era tan enorme y desesperada, Joey venía tras de mí, lo que yo ignoré por completo.
<< ¡No voy a llegar! >>
<< ¡No puedo convertirme en cisne en este lugar! ¡Y menos con Joey aquí! >>
Asustada y preocupada, de pronto mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar su voz llamarme.
_ ¡Rosita! ¡Espera por favor!
Con el corazón en la garganta, no me esperaba que viniera tras de mí y más asustada, seguí y seguí corriendo.
Solo quería encontrar la salida y Joey a punto de alcanzarme, él me miró fijamente y a mí me entró la desesperación y no pude más.
_ ¡Rosita!
Desmayada junto a un árbol, Joey me cargó rápidamente y con cuidado en sus brazos.
Me miró con preocupación y amor. No entendía que era lo que estaba pasando, pero intuía que algo me ocurría y solo quería ayudarme.
Acarició con ternura y desesperación mi rostro. Solo anhelaba que yo despertará.
_ Vamos mi amor. Despierta. Despierta por favor...
De pronto mis padres urgidos y exasperados llegaron al parque y me vieron desmayada en los brazos de Joey.
Mi mamá corrió a socorrerme.
_ ¡Rosita! ¡¿Qué fue lo que le pasó?!
_ Se desmayó, estábamos conversando y no sé porque se puso tan nerviosa y salió huyendo de mí – mis padres se miraron. Sabían la razón; vieron que ya pronto iba a anochecer y les entró el pánico.
_ ¡Pronto denos a nuestra hija!
_ ¡Llevémosla antes que se nos haga muy tarde! – él no comprendió nada y más se preocupó.
_ ¡¿Tarde para qué?! ¡¿Qué es lo que pasa?!
_ No hay tiempo joven. Lo siento...
_ Pero...
Mi padre me cargó en sus brazos y ambos me sacaron rápidamente de allí y Joey desconcertado, no los pudo retener y me vio alejarme con mis padres de él y se sumió más en la preocupación.
No le cabio duda. Con la actitud de mis padres supo con más certeza que algo me sucedía y lo iba a averiguar.
Se subió más que rápido a su auto y fue hasta mi casa.
Sabía que yo no estaba bien, que algo malo me ocurría y quería averiguarlo. Pensó solo en mí y recordó con amor aquellos dos dulces y apasionados besos que me había dado y más añoró estar a mi lado.
<< No importa qué problema tan grave tengas hermosa. No me separaré por nada de ti >>
<< Si vine a esta ciudad solo fue por ti, para estar a tu lado y quedarme contigo para siempre >>
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