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II

La familia de los Lee solía ser modesta y tranquila, eran una manada demasiado pequeña como para considerarse una, Dino aun recordaba el cielo azul a través de las ventanas de madera y las hojas verdes dejando pasar el sol. No recordaba la edad que tenía, quizás cuatro o tres años, demasiado pequeño como para recordar lo demás, pero sabía que se encontraba en la cocina, cerca de la puerta trasera que llevaba al bosque y a los escasos cultivos de la manada. Su abuela cortando la carne roja sobre la mesa de atrás. Recordaba haber cerrado los ojos.

Y despues...

—¡Chan, llévate a tu hermano!— El grito de su madre rompió el silencio, aun recordaba su voz. —¡Por favor, llévate a Jungchan!

Cuando su hermano mayor entró corriendo a la cocina su abuela dejó caer el cuchillo y la carne cayó al suelo, ella no hizo preguntas, lo miró a él y lo tomó del brazo jalándolo hacia el otro lobo. Y los brazos de Chan lo tomaron, su hermano mayor siendo apenas un par de años más grandes, y recordaba haber sido cargado y salir por la puerta trasera, hacia el bosque.

Recordaba los gritos y golpes dentro de la casa mientras que la veía alejarse. Sus cortos brazos extendiéndose buscando a su abuela quien se había quedado dentro, buscando a su madre quien gritó, y a su otra madre que no aparecía en ese recuerdo.

Fue allí cuando lo dejó todo.


—Dino.— La voz quedita lo despertó, estaba en el sótano durmiendo junto a los demás lobos de servicio así que no era normal escuchar la voz joven y femenina, miró a la niña que encajaba sus pequeños ojos en él y se levantó de inmediato. —Tengo hambre.

Hambre. A las tres de la mañana, claro que sí. Miró a la joven loba y no se molestó en cambiarse de ropa, tan solo reacomodó su cama bajo la mirada de ella y le extendió la mano en la oscuridad, la chiquilla tomándolo de inmediato para encaminarse a la cocina. Los demás lobos estaban dormidos, como todos en la casa, arriba probablemente también dormirían, la familia Kwon no eran buenos despertándose en las noches, a excepción de la chiquilla.

—¿Qué deseas comer?— Le preguntó subiendo las escaleras.

—Quiero cereal.— Respondió ella.

—¿Cereal?— Miró a la niña y despues asintió. No debía preguntar, solo tenía que acatar la orden. Aunque le pareciera extraño. Debía haber cereal por algún lado.

Cuando llegó a la cocina la cachorra se sentó sobre la mesa y meció sus piernas mirándolo buscar las cosas. Había cereal hasta el fondo, un poco olvidado porque los Kwon solo comían productos de origen animal. Colocó el tazón sobre la mesa a lado de la cachorra y vertió la leche.

—¿Leche antes que el cereal?— Preguntó la cachorra y Dino quiso suspirar. Pero no lo hizo, en cambio parpadeó largamente. Tomó otro tazón dispuesto a poner el cereal antes. —¿Qué haces? ¿Comerás también?

—Lo haré como quieres.— Respondió colocando antes el cereal.

—No tienes que hacerlo... Está bien si eres rarito, no le diré a nadie que pones antes la leche.— La cachorra vertió la leche y tomó una cuchara. —Lamento haberte despertado. No alcanzaba los estantes.

—No importa.— Respondió sentándose a su lado, sobre la mesa. —Me agrada más estar despierto.

Le agradaba el silencio, la calma, le agradaba los momentos donde nadie le daba órdenes, y por lo general usaba esos momentos para dormir o hacer las ordenes atrasadas, no solía tener trabajos tan simples como hacer un simple cereal y acompañar a una cachorra. Así que disfrutaba esos momentos. Miró el reloj cambiar de hora, las cuatro de la mañana, en cinco minutos el anciano Kwon se levantaría de la cama y haría su rutina como siempre. Dino no estaba encargado de él, los otros lobos de servicio sí.

—Quiero regresar a casa. No me gusta estar aquí. Es aburrido.— Habló la cachorra con la boca llena. —Sería bueno regresar, pero quiero llevarte, a ti y a Hoshi. Quiero llevarlos.

—¿Qué piensan tus padres de eso?— Preguntó casi sin interés.

—Sé que a papá le encantaría. Él los quiere mucho.— La cachorra se inclinó el tazón bebiéndose la leche. —Y no creo que al otro le moleste, no le molesta cuando tío Cheol está en casa.

Oh. Dino sonrió un poco extrañando estar bajo las órdenes de ellos. Porque era más calmado, o porque simplemente tenía un apego especial.

—Jiwoo.— Llamó a la cachorra y esta lo miró. —Cuando vuelvas a casa...

—¡El señor Kwon no despierta!— Gritó un lobo de servicio mientras corría, su voz había resonado en toda la casa. Dino abrió los ojos con sorpresa. —¡El señor Kwon no despierta!

—¿El bisabuelo?— Preguntó Jiwoo.

Dino saltó de la mesa y ayudó a la cachorra bajar. Eran malas noticias si estaba muerto. Muy malas noticias. No tenía ningún sentimiento triste hacia aquel hombre, quizás un poco de empatía, pero todo era trabajo y ahora estaría repleto de él si realmente había muerto. Las peleas por la herencia, los Kwon siendo escandalosos y molestos, las constantes discusiones, por fortuna Dino no tendría que arreglar el funeral o aclarar el testamento, él le servía directamente a Hoshi, pero... El padre de Hoshi subiría para ocupar el puesto del anciano, y en consecuencia Hoshi también lo haría ocupando el de su padre... Sin embargo Hoshi no tenía un heredero ¿Quién tomaría su lugar?

Miró a Jiwoo, la hija de Jeonghan quien aun no se había presentado como alfa, beta ni omega.

—Jiwoo, vamos a tu habitación ahora.— La tomó de la mano y comenzó a caminar por los pasillos. Los Kwon habían comenzado a salir.

—¡Dino!— Uno de los lobos de servicio lo llamó. —El abuelo Kwon está muerto.

Malas noticias.

—¿debo llorar? ¿Qué se hace en estos casos?— Preguntó Jiwoo mirando alrededor. Dino solo pudo suspirar.

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