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Fabian fue el primero en visitar a Eileen mientras seguía en el hospital. Le llevó un ramo de flores y un regalo para el bebé. Era un conjunto de ropa bastante bonito color café claro y blanco. Tenía muy buen gusto respecto a la ropa que escogía y Eileen siempre le agradecía por los múltiples conjuntos de ropa que le había regalado desde hacía meses. Eras simplemente hermosos.

En cuanto los ojos del rubio se dirigieron a la pequeñita forma del recién nacido en los brazos de Eileen, su corazón se derritió por completo al mismo tiempo que una sonrisa comenzaba a adornar su rostro. Ese bebé era tan pequeño que seguramente encajaría perfectamente en sus dos manos juntas.

Se acercó un poco más y dejó el obsequio junto a todos los otros. El hombre se sorprendió por ver tantas bolsas de regalo que abarcaban una cuarta parte de la habitación. Muchos de aquellos regalos eran por parte de las fanáticas de Harry que estaban felices por el nacimiento de su nuevo hijo y otros cuantos eran de amigos cercanos de ambos. Fabian puso el suyo en el mejor lugar, donde Eileen lo pudiera ver para que no olvidara que aquel era de él. Tal vez se podría deshacer de algunos para quedarse con el protagonismo.

—¿Quieres cargarlo? —le ofreció la chica.

Fabian se tensó al instante y caminó cuál robot, con los brazos y piernas rígidas. Tenía tanto miedo de hacerle daño a una criatura tan pequeñita y frágil. Él era grande y brusco, tal vez algo torpe, por lo que no estaba seguro de si esa era una buena idea. Aunque, para ser sinceros, no quería otra cosa más que tener a ese pequeño entre sus brazos.

—Sí quiero —por primera vez, Eileen escuchó la voz de su amigo temblar.

—Tranquilo, el pequeño Azriel es más fuerte de lo que crees.

El bebé dormía plácidamente en los brazos de su madre y Fabian respiró profundamente antes de estar lo suficientemente cerca. Tomó al niño que se removió en su lugar y lo acomodó entre sus brazos con suma delicadeza. Cuando dejó de sentir miedo, comenzó a caminar por la habitación mientras lo miraba con una sonrisa. El bebé parecía muy cómodo, aunque para ser sinceros, los brazos de Fabian eran grandes y cálidos. Cualquiera se sentiría cómodo entre sus brazos, no sólo el bebé.

Harry llegó y se detuvo junto al marco de la puerta mientras miraba a Fabian cargando a su hijo. Miró entonces a Eileen, que también lo miraba y se acercó a ella para darle un rápido beso y sentarse junto a ella en el borde de la camilla. Juntos observaron al hombre caminar lentamente por la pequeña habitación.

Fabian parecía realmente encantado con el niño, hablándole en un tono suave y ligeramente agudo. Harry y Eileen sabían que sería complicado hacer que esos dos se separaran en el futuro.

Además de Fabian, recibieron unas cuantas visitas más. Hermione y Ron, Bill Weasley, Molly y Arthur e incluso Draco Malfoy se apareció en aquel lugar para felicitar a la pareja por el nuevo miembro que se unía a su familia. Este último también llevó de regalo un bonito colgante de cuna con música. Aparentemente estaba encantado y comenzaba a sonar si el bebé lloraba.

Les había funcionado con Scorpius, según había mencionado el platinado. Y esperaba que también a ellos les fuera de utilidad.

La única persona que no se apareció en aquella habitación de hospital, fue Ginny Weasley, pero claro que nadie la culpaba. Era mejor que ambas mujeres se mantuvieran alejadas por el bien común.

Cuando le dijeron a Eileen que ya podía regresar a casa, Harry llevó a sus dos hijos a conocer a su nuevo hermanito por primera vez. Los hubiera llevado al hospital, pero Eileen necesitaba mantenerse en calma y esos niños no iban a quedarse quietos.

Lily hizo un puchero al darse cuenta de que el nuevo bebé no era una niña, sino un niño. No necesitaba más hermanos, ella quería una hermana, pero al menos esta vez ella era la mayor, lo que significaba que ese pequeño no la molestaría como sus otros dos hermanos y estaba más que dispuesta a jugar con ese niño mientras le fuera posible. Había mencionado que le iba a regalar uno de sus cuadernos para dibujar junto con algunos de sus colores favoritos.

Por su parte, Albus estaba emocionado de que fuera un niño y estaba más que deseoso de mandarle una carta a James para darle la buena noticia de que tendrían un nuevo compañero de travesuras.

Ambos menores tomaron muy bien todo el asunto e incluso se ofrecían a cuidar a su nuevo hermano cuando Eileen debía hacer algo y Harry no estaba en casa. Estaban felices de que los niños llevarán bien todo aquello, lo último que querían era hacerlos sentir mal o algo parecido. Los amaban y la llegada de Azriel no iba a cambiar ese amor.

Sin embargo, Harry y Eileen descubrieron que a Azriel le gustaba dormir en los brazos de Fabian. Cuando el bebé no paraba de llorar, sólo debían llamar al desmemorizador para que lo cargara y el pequeño se quedaría profundamente dormido en un par de minutos. Sus brazos eran cálidos y grandes, y él no tenía ni un problema en cargar a su ahijado todo el tiempo que le permitieran. Le encantaba más de lo que podría admitir y no paraba de restregárselo a Harry en la cara.

Además, después de que llegó un nuevo desmemorizador a la oficina, Fabian tenía la oportunidad de escaparse por algunas horas para visitar a su ahijado pues siendo el jefe de su área, podía dejarle encargado todo a su subordinado. No era exactamente algo profesional pero si él se las había arreglado solo durante tantos años, aquel otro sujeto también debería poder. Tampoco era como si tuvieran tanto trabajo de todas maneras.

Por su parte, Eileen decidió no regresar al trabajo por ahora, quería quedarse con su hijo por algún tiempo y el trabajo había dejado de ser su prioridad en el momento en que Azriel nació. Harry por otro lado, hacia todo lo posible por terminar con las cosas de la oficina e ir lo más pronto que le fuera posible a casa para estar con su familia el resto del día.

Aquel fin de semana, Harry debía salir del país y aunque el hombre estuvo a punto de decir que no, Eileen le aseguró que no tenía nada de qué preocuparse. Ella y el niño estarían perfectamente. Potter resopló varias veces y buscaba cualquier excusa para quedarse pero todos sabían que Eileen tenía la última palabra.

Harry empacó su maleta con muchísima lentitud y se quedó quince minutos en la puerta de entrada despidiéndose de Eileen y su hijo. Nuevamente estuvo dispuesto a no salir de viaje pero la chica le cerró la puerta en la cara antes de si quiera dejarlo decir algo. Sólo de esa manera, Harry se rindió y se fue a regañadientes.

Potter le pidió que mandara una lechuza de ser necesario y él estaría de regreso en un par de horas. También mencionó que si era algo más urgente, se contactara con Fabian y él llegaría más rápido. No dejaba de ser un paranoico. Pero era porque realmente se preocupaba y sólo buscaba el bienestar de su familia.

Fue el sábado cuando Eileen estaba en la sala con Azriel jugando en el suelo alfombrado. El niño reía con las caras que hacía su madre y se movía muy inquieto esperando por más. Hasta que escucharon el timbre resonando por toda la casa.

Eileen cargo a su hijo en sus brazos, quien inmediatamente se acomodó en el pecho de su madre y juntos fueron a abrir la puerta. La chica se sorprendió mucho de ver a Ginny Weasley del otro lado. Hacía mucho que no cruzaban caminos y en ese momento se sintió una intensa incomodidad a su alrededor.

—Hola —saludó con incomodidad la pelirroja.

—Hola —la voz de Eileen era amable, pero ligeramente fría. No podía ser amable con alguien que no lo era.

—Lamento molestarte, sé que Harry salió de viaje pero Lily quería venir a visitarlos —fue cuando Eileen se dio cuenta de la pequeña pelirroja detrás de su madre.

Eileen se sintió más tranquila.

—Oh. No hay problema, Lily se puede quedar aquí todo el tiempo que quiera. Seguro que a Azriel le encantará jugar con ella.

Lily sonrió aún más y antes de moverse de su lugar miró a su madre en busca de aprobación. La mayor asintió y se adentró a la casa luego de abrazar a su madre. Ginny miró con atención al niño en brazos de su contraria. Era una perfecta combinación de Eileen y Harry. Cabello castaño claro y unos bonitos ojos azules casi grises. Su nariz era más parecida a la de Eileen, pero sus labios eran parecidos a los de Harry.

—De acuerdo —habló luego de un momento— Entonces, vendré por ella mañana en la tarde.

—Por supuesto.

—Y no te lo dije antes, pero felicidades por tu bebé. Es hermoso.

Eileen sonrió un poco más.

—Gracias.

Ginny asintió y dio media vuelta para alejarse de la casa. Lily tomó a Eileen de la mano y juntos regresaron a la sala para seguir jugando. De acuerdo a las explicaciones de la niña, cuando Eileen preguntó por los hermanos mayores, ella mencionó que James había hecho nuevos amigos en el colegio y estaba con ellos pasando las vacaciones de verano y Albus estaba tan nervioso por el colegio que no había parado de revisar que estuviera todo lo de la lista en sus baúles. Aquella vez Lily había decidido devolverle las travesuras y escondió varias de sus cosas en diferentes partes de la casa.

Seguro que Albus estaría como loco buscando por todas partes.

En un mes Albus se iría al colegio y en un año seria el turno de Lily. Eileen casi se pone a llorar de la emoción por el mero pensamiento. Ella también estaba orgullosa de esos niños y ahora esperaba con ansias el día en que Azriel asistiera al colegio. Esperaba profundamente que fuera seleccionado a Ravenclaw, como Fabian y su hermano Azriel. Eso fastidiaría bastante a Harry pero sin duda también estaría orgulloso de ello.

A pesar de que Lily era una niña muy activa, fue un fin de semana bastante tranquilo y agradable. El domingo, poco después de las seis apareció Ginny nuevamente para llevarse a su hija. Las dos mujeres apenas intercambiaron un par de palabras cordiales, pero Lily le dio un fuerte abrazo a Eileen y beso en la frente a Azriel.

La siguiente vez que ambas mujeres se encontrarían, sería el día en que Lily abordara el tren rumbo a Hogwarts y sólo por exigencia de la pequeña pelirroja que casi le suplicaba a Eileen que la despidiera en la estación de trenes. Al final de cuentas, los niños no tenían ni idea del problema entre los mayores, pero era algo que podían dejar de lado por un momento para complacer a la pequeña niña.

Además, aquel día que Lily abordó el expresó, le entregó su conejo de peluche a su hermano pequeño y aunque el niño aún era muy pequeño para comprender cualquier cosa, la pequeña pelirroja le aseguró que ese conejo lo iba a proteger de los monstruos como lo había protegido a ella.

Los adultos casi se derritieron de ternura ante tal escena. Azriel nunca soltó el bonito conejo de peluche y lloraba si alguien se lo quitaba.

Tal vez, sí había entendido cada una de las palabras de su su hermana mayor.


Escribí al menos cuatro veces este capítulo, perdón si no es tan bueno </3

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