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Harry podía ser muy pegajoso con Eileen cuando estaban en privado llenarla de besos y caricias sin parar, pero en el trabajo era plenamente profesional, claro que le dirigía miradas de vez en cuando y dejaba pequeños detalles en su escritorio pero prefería mantener sus relaciones personales y el trabajo por separado para evitar cualquier malentendido o distracción. Cosa que Eileen entendía a la perfección y estaba de acuerdo.
Sin embargo, a veces Potter no podía evitar el pensamiento de Eileen reclinada sobre su escritorio mientras él... sí, por eso prefería mantener su relación separada del trabajo.
Habían pasado casi siete meses desde aquella incómoda cena navideña. Harry podía notar perfectamente cómo Eileen se había adaptado por completo al departamento de aurores y le gustaba verla tan cómoda corriendo de un lado a otro y hablando con los demás aurores.
El rumor sobre la relación de Eileen y Harry se extendía a voces por todas partes, pero ninguno había mencionado nada al respecto y dado que no había muestras de afecto en el trabajo, seguía siendo un misterio para todo el departamento y probablemente para todo el el ministerio en sí, incluso el ministro Kingsley estaba al pendiente de los nuevos rumores que recorrían el edificio pues no consideraba correcto preguntarle directamente algo tan privado a Harry. Sin duda era un chisme del que todos se querían enterar, después de todo nadie pasó por alto el divorcio del jefe de aurores y mucho menos iban a pasar por alto el hecho de que tal vez estaba saliendo con alguien más.
Pero sin duda su relación se había fortalecido más que nunca, siete meses es bastante tiempo y Harry estaba completamente seguro de que amaba a Eileen. Quería hacerle la propuesta de que fueran a vivir juntos ya que Harry pasaba muchísimo tiempo en el departamento de Eileen, incluso tenía la mitad de sus pertenencias en el pequeño departamento pero quería hacerlo oficial y pedirle que se mudara con él. De los siete días de la semana, Harry se quedaba a dormir con Eileen al menos cuatro y llevaban de esa manera los últimos cuatro meses.
Pero moría de nervios, ¿qué tal si ella no estaba lista? ¿Qué tal si después de todo, ya se estaba arrepintiendo? Debía dejar de pensar tanto en las cosas y buscar el momento adecuado para preguntarle. Pero la cuestión era, que quería que ambos fueran a vivir a Grimmauld Place, la casa que Sirius le había dejado. Era un poco más pequeña que su casa actual pero era un lugar magnífico para empezar una nueva vida. Juntos.
La había mandado a arreglar para que fuera completamente habitable y menos tenebrosa, se iba a mudar con Ginny y los niños cuando aún estaban juntos pero la pelirroja había mencionado que en realidad no le gustaba el lugar y por ello Harry compró la casa donde vivía actualmente, pero era demasiado grande para él solo y ya que los niños iban sólo los fines de semana, Grimmauld Place era la opción perfecta.
Hasta el momento, las cosas iban muy bien entre los dos por lo que Harry no encontraba alguna razón por la que Eileen dijera que no. Ya había comprado una cajita roja donde colocó la llave de la casa e incluso le puso un bonito moño dorado, aquella cajita la llevaba en la bolsa de su gabardina desde hacía poco más de tres semanas. Lo único que faltaba, era preguntarle. Aunque siempre que intentaba hacerlo, algo ocurría y el valor se esfumaba.
Vivir juntos no era cualquier cosa. Era un gran paso para su relación.
✦ • ° *.
Era muy común que Harry recibiera obsequios a diario de múltiples chicas y de vez en cuando de algunos chicos que lo admiraban o que tenían un pequeño enamoramiento hacia el hombre, esto era algo que Eileen había notado desde que llegó y aunque no le importaba en lo absoluto, no pudo evitar notar que en las últimas semanas había recibido más regalos de lo normal. Muchos más.
Eileen y Harry estaban en la oficina de este último discutiendo un caso reciente, llevaban poco más de media hora mirando fotografías y documentos cuando llamaron a la puerta. Eileen, que estaba más cerca de la puerta y la abrió cuando Harry se lo pidió. Era un mensajero.
—Buen día, señor Potter, señorita Armstrong —saludó—. Tengo otra entrega para usted —habló el hombre de pequeña estatura dirigiéndose a Harry.
—Oh, sí. Adelante.
Recogió lo que había dejado en el suelo y se adentró a la oficina. Era un enorme canasto lleno de diversos dulces. Lo dejó en una esquina de la oficina y rápidamente se marchó. Eileen miró de reojo la bonita canasta pero Harry ni siquiera había levantado la mirada del documento que estaba leyendo.
—¿No verás quién te ha mandado eso? —preguntó distraídamente la chica.
Harry la miró.
—Lo haré más tarde. Noté que aquí hay una pista que no habíamos notado antes —rápidamente cambió el tema.
Eileen dejó el asunto de lado para seguir con el trabajo pero no pasaron más de quince minutos cuando volvieron a llamar a la puerta y el mensajero de antes apareció con una gran sonrisa y otra canasta llena de cupcakes que dejó junto a la primera. El mismo mensajero regresó media hora después con cuatro botellas, dos de hidromiel, una de whisky de fuego y otra de vino rosado.
Eileen miraba con el ceño fruncido los obsequios, pero Harry seguía sin acercarse a mirar siquiera. La chica tomó una carpeta al azar y fingió que leía.
—Has estado recibiendo muchos obsequios, ¿no te parece? —preguntó casualmente sin dejar de mirar el archivo entre sus manos aunque no tenía ni idea de qué era.
Harry la miró sin comprender y luego miró los obsequios en la esquina de su oficina.
—Oh, sí... eso creo. Es por mi cumpleaños.
Eileen lo miró con curiosidad, dejando el archivo en el escritorio nuevamente.
—Pero recién es seis de julio.
Potter dejó salir una larga risa y rodeó el escritorio para colocarse junto a Eileen.
—Sí, pero a muchas personas les gusta adelantarse un poco y por lo general todo el mes de julio recibo más presentes de lo normal. Trato de siempre responder las cartas que me dejan y también los regalos pero en esta época del año, son demasiados.
—Parece que estás muy acostumbrado a eso.
Harry pasa su mano por la cintura de la chica y recarga su barbilla en el hombro de ella.
—Bueno, es algo que pasa desde que tengo once años. Y no puedo evitarlo, muchas veces les he dicho que no es necesario pero insisten. Aunque también hay muchas personas que me odian y dejan otro tipo de regalos, todo lo que me mandan debe ser registrado por seguridad y los mensajeros son de completa confianza. Los obsequios considerados peligrosos, los dejan en un almacén. La comida o bebidas que me entregan, son registrados por expertos en pociones —explicó con calma.
Eileen lo miró de reojo con una sonrisa y está por decir algo cuando llaman a la puerta nuevamente. Harry deja un rápido beso en el cuello de Eileen y se dirige a abrir. Es el mismo mensajero de antes, pero está acompañado de otros dos y los tres llevan más regalos.
Aún no es ni siquiera mediados de julio y Eileen no logra imaginarse cómo será cuando llegue el 31 de julio. No quiere, pero no puede evitar sentirse un poco incómoda, tal vez celosa. A veces olvida que Harry es alguien extremadamente famoso en el mundo mágico y no siempre lo puede tener sólo para ella.
Cuando los tres mensajeros acomodan los nuevos regalos, se retiran en silencio y Eileen sabe que no será la última vez que los verá en el día. Harry regresa junto a la chica y siguen mirando los papeles esparcidos.
—Estaba pensando en ir a cenar comida italiana, tengo antojo de pasta —dice Eileen mirando a Harry con ojos de cachorro.
Él sonríe.
—Por supuesto, esta noche te llevaré a cenar pasta... aunque si prefieres yo mismo la puedo cocinar.
—Harry sabes que amo cuando me cocinas, pero también sé que estarás agotado cuando salgamos de aquí... así que mejor vamos a cenar y si quieres hoy te puedes quedar conmigo.
—Me gusta el plan.
Ella sonríe mostrando los dientes y rodea el escritorio para tomar una carpeta que se quedó guardada. Harry sigue sus movimientos desde su lugar y el estómago le duele. ¿Será ese un buen momento?
—Eileen —la llama con suavidad.
Ella tararea en respuesta, pero no lo mira.
—¿Qué pasa?
Harry siente que no puede hablar, pero se aclara la garganta y suelta un poco de aire.
—¿Te molesta o incomoda que me quede a dormir contigo? Sé que últimamente me he quedado a dormir en tu casa la mayor parte de la semana y cuando no me quedo contigo... bueno, tu te quedas conmigo.
Eileen entonces lo mira con el ceño fruncido.
—Por supuesto que no —sus mejillas se tornan de un suave color rosa— me gusta que estemos juntos. ¿A ti te molesta?
—¡Para nada! —se siente completamente tonto, está por cumplir treinta y siete y se comporta como un adolescente— Lo siento, sólo era una duda. Yo... estaba pensando... hay un lugar... —No encuentra las palabras adecuadas— me gustaría mostrarte un lugar el sábado si no tienes problema.
Ella no comprende lo que acaba de pasar, pero asiente algo confundida.
—Por supuesto.
Harry quiere decir algo más pero sus palabras se ven interrumpidas cuando vuelven a llamar y Eileen sólo aguanta la risa regresando su vista a los papeles.
✦ • ° *.
Cuando llega el sábado, Harry lleva a Eileen por Londres sin dar ni una sola explicación. Ella está algo confundida e insiste para que Potter le diga algo, pero él no parece estar dispuesto a revelar lo que tiene entre manos.
Estaban en un vecindario muggle bastante tranquilo, afuera había algunos niños corriendo de un lado a otro, Eileen suponía que era porque las vacaciones de verano habían iniciado hacía poco. Harry la tomaba de la mano con firmeza y aunque caminaban bastante lento, Eileen podía notar que Harry estaba algo ansioso.
—Harry, ¿estás bien? —le preguntó divertida y con el ceño fruncido.
—Lo estoy. Ya casi llegamos.
Se detuvieron frente a una de las casas, Harry sonreía y Eileen seguía sin entender lo que pasaba. ¿Por qué estaban allí?
—Es un bonito vecindario muggle —habló, simplemente para no permanecer en silencio.
Harry dejó salir una corta risa y tomó a Eileen de la mano con más fuerza para caminar juntos a una de las puertas. Harry abrió y le permitió a Eileen entrar primero pese a que seguía confundida. La chica miró con interés el interior.
—Esta casa era de mi padrino, Sirius. Luego de que él murió, me la dejó —explicó— antes este era un refugio para los miembros de la orden pero ya que no hay más amenazas de guerra, pensé que sería un buen lugar para vivir, por lo que la mandé a restaurar y reparar.
Eileen escuchaba con atención. Dentro de los siete meses que llevaban juntos, Harry le había contado todo sobre su pasado. Realmente todo. Incluyendo a su ahijado Teddy, el hijo de Remus Lupin y Nymphadora Tonks; y aunque ella aún no lo conocía personalmente, Harry estaba emocionado por presentárselo. Potter realmente le había mostrado lo más profundo de su alma a esa chica y ella lo agradecía infinito. Y dentro de ese todo, incluía las pesadillas.
Harry a veces despertaba a mitad de la noche agitado y asustado, la primera vez que ella lo presenció, fue aquella vez en el hotel en Paris. La siguiente vez, fue poco después de la cena de navidad, pero estaba un poco asustada por seguir sin saber qué hacer. Al final descubrió que a Harry le bastaba con abrazarla con fuerza y ella se quedaba despierta hasta que Harry volvía a dormir, aunque la mayoría de las veces ella era la que se quedaba dormida y Harry disfrutaba de verla así. Tan tranquila y con una inmensa paz mientras descansaba. Para él, eso significaba que todo lo que hizo en el pasado valió la pena, Eileen y muchas otras personas podían dormir tranquilamente y sin miedo.
Eileen igualmente le había contado todo sobre su pasado pero toda su vida fue bastante normal y aburrida por lo que no hubo mucho qué decir, sin embargo, Harry siempre parecía muy interesado cuando ella le hablaba de sus años en Hogwarts.
Eileen entró a la que parecía ser la sala de estar y esa sin duda fue su habitación favorita. En las cuatro paredes se extendía un árbol familiar blanco que Harry explicó que era el árbol genealógico de los Black. Eileen también se dio cuenta que recientemente lo habían vuelto a pintar pues los colores lucían muy brillantes y vivos, además, la mancha que una vez había tapado en rostro de Sirius ya no estaba y en su lugar había un atractivo hombre pintado. Harry explicó que quería mantener el recuerdo del legado Black pues ya no había más descendencia y ya que la pintura se había deteriorado con los años, contrató a un pintor profesional para hacerse cargo.
Eileen recorrió con emoción cada rincón de la casa con un Harry muy feliz detrás de ella. La chica notó rápidamente cuáles eran los muebles más antiguos y cuáles eran los más nuevos, al igual que la decoración. Había algunas cosas que parecían haber estado allí desde antes que ella naciera pero había otras cuantas cosas que parecían más recientes. Fue un recorrido que duró poco más de una hora y ella se sorprendió del increíble buen gusto que tenía el hombre para decorar interiores.
—Bueno, te confieso que tuve un poco de ayuda de Hermione —habló divertido.
Los dos estaban en la habitación principal sentados en el borde de la bonita cama que estaba perfectamente tendida con unas colchas grises.
—Es una casa hermosa, Harry. Lo digo en serio.
Eileen volvió a mirar toda la habitación, estaba auténticamente maravillada. Potter la miró con una sonrisa y finalmente se aclaró la garganta.
—¿Realmente te gusta? —sus mejillas se calentaron— Quiero decir... ¿consideras que sería un buen lugar para vivir?
Eileen lo miró directamente a los ojos.
—Por supuesto. Se nota que es un vecindario tranquilo y además la casa es fantástica. Estoy segura de que a tus hijos les encantaría —Harry puede notar perfectamente ese cautivador brillo en los ojos de su amada— ¿piensas mudarte?
Harry siente que no hay suficiente aire, está nervioso pero trata de ocultarlo lo mejor que puede tomando con suavidad las manos de la chica.
—Sí, de hecho últimamente he pensado que la otra casa es demasiado grande para mi solo y este lugar es perfecto. Seguro que a los niños les gustará cuando vengan a visitarme.
—No tengo duda de eso. Lily amará el salón principal para ponerse a dibujar, hay una excelente luz.
Eileen le dirige una cálida sonrisa y el corazón de Harry se derrite. ¿Cómo puede ser tan linda?
—Eileen, hay algo que quiero decirte.
La chica se quita los zapatos y se sube a la cama sentándose sobre sus pantorrillas mirando fijamente a Harry esperando lo que sea que quiera decirle. Harry también se sube un poco más a la cama, con una pierna doblada sobre la colcha y la otra aún tocando el suelo.
—Por supuesto, sabes que puede decirme lo que sea.
Harry se acomoda en su asiento una vez más, suelta las manos de Eileen y saca algo de su bolsillo. Eileen queda pasmada y siente que el estómago se le revuelve. De pronto la respiración se le corta pero no se mueve y no dice nada. Harry abre la cajita y Eileen observa una llave plateada. La verdad se asustó al pensar que pudiera ser una sortija.
—Yo... —Harry se queda en silencio mirando fijamente la cajita, sus mejillas se calientan más que nunca. Tiene el ceño fruncido profundamente pero aspira un poco de aire y mira a Eileen— Eileen, amor... ¿te gustaría vivir conmigo?
La chica se queda pasmada por un segundo. Su cabeza da vueltas y lo único que puede ver son los hermoso ojos de Harry. Abre la boca para hablar pero ninguna palabra sale. ¿Estaba lista para eso? ¿Estaba lista para compartir por completo su vida con alguien más? Harry era un adulto y si se lo preguntaba era porque él ya sabía lo que quería, no era ningún adolescente experimentado nuevas cosas y ella tampoco... pero existía la diferencia de que ella nunca antes había vivido con alguien más. Y nunca antes había estado casada ni tenía hijos.
Eileen se da cuenta de que no ha dicho nada aún y ve la tristeza en los ojos de Harry.
—Sí —su voz sale en un suspiro, pero él la escuchó.
Es como si el alma de Harry volviera a su cuerpo y una sonrisa se extiende por su rostro. Siente que puede respirar de nuevo.
—¿Sí? —quiere confirmar que escuchó bien.
—¡Sí!
Eileen se lanza a los brazos del hombre y lo rodea por el cuello con fuerza. Harry la presiona contra su cuerpo y aspira su dulce aroma. Es una posición incómoda por lo que no tardan mucho en separarse.
—Gracias, Eileen.
Ella niega con una sonrisa.
—Bueno, no es como si no hubieras estado viviendo en mi departamento los últimos cuatro meses.
Ambos ríen.
—Tendremos que empacar todo y comenzar a traer las cosas entonces.
Eileen asiente repetidas veces con emoción y muerde su labio inferior. Ambos se miran fijamente a los ojos, se comienza a sentir la tensión entre ambos y es Harry quien se lanza sobre Eileen para besarla con ferocidad.
El cuerpo de Harry enjaula el pequeño cuerpo de Eileen debajo de él y sus manos se deslizan por debajo de su blusa. Eileen no se queda atrás cuando levanta la playera del hombre para quitársela y sólo rompen el beso para deshacerse de las prendas.
Harry comienza a dejar besos a lo largo del cuello de Eileen. Después de siete meses, comenzaba a descubrir esos puntos dulces de su chica y le encantaba hacerla sentir bien.
Notas ♡
Okey, hay dos cosas que quiero aclarar...
La primera, a mi no me gusta el Hinny, ¿de acuerdo? Simplemente no me gusta y es mejor que lo sepan bien. Tengo mis razones pero no queremos comenzar un debate xdxd
Lo segundo, que no me guste Hinny no significa que no adore a Ginny. La amo demasiado y no es nada personal que la haga ver como "la mala" en esta historia. Intenté hacer que ella y Eileen fueran amigas, pero siento que no conectan y además ocupaba algo de drama xdxd
En fin, lo siento si no es muy bueno este capítulo, mientras lo escribía se me borró desde la parte en que llegan a la casa y me frustré demasiado
:( casi me pongo a llorar porque me había gustado cómo estaba quedando. No se olviden de tomar awita.
¿Habrá más drama? Por supuesto que sí.
¿Los haré sufrir? Por supuesto que sí.
¿Ya estamos en la recta final de la historia? Efectivamente, sí.
¿Habrá final feliz? Mmm... siguiente pregunta.
¿Estoy jugando con sus mentes? No... ¿o sí?
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