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Eileen sintió la respiración de Harry combinarse con la suya, el pasillo estaba apenas iluminado con una suave luz cálida artificial, pero ella podía ver perfectamente el bonito color azul de los ojos de su contrario. Se sentía aturdida, aún podía identificar el agradable olor de la colonia de Harry. Antes la había visto en su casa, era una botella bastante bonita con un degradado azul y negro. Era una fragancia amaderada con un ligero toque dulce, apenas perceptible.

Eileen definitivamente jamás había visto ese perfume en ninguna de las tiendas que frecuentaba por lo que supuso que era importado o de una tienda en la que un sólo artículo costaría su sueldo completo.

Tan pronto como regresó a la realidad, se dio cuenta que Harry estaba aún más cerca si es que eso era posible. Sus narices rozaban y Eileen sentía que su corazón iba a estallar en cualquier momento. Harry colocó ambas manos en las mejillas de la chica sin dejar de mirarla a los ojos, Eileen sólo podía sentir cómo se derretía bajo el toque de Potter. Quería más.

—Eileen —habló con voz suave el hombre— ¿Te puedo besar?

Ella lo miró perpleja, tal vez algo asustada. Pero los ojos de Potter indicaban amabilidad y nunca haría nada que ella no quisiera. Estaba impaciente, sí, pero en cualquier caso retrocedería y dejarían ese asunto para siempre.

El cuerpo de la chica tembló por un segundo, sentía que el aire que respiraba no era suficiente. Una inexplicable ola de nervios la invadió de pies a cabeza, no podía pensar en nada por el miedo que de pronto la inundó.

—Yo... yo estoy saliendo con Fabian.

Probablemente fue que Eileen sintió demasiado pánico en ese momento cuando habló sin pensarlo. Harry se sintió mareado y dio un paso atrás, mirando con confusión a la chica. Frunció el ceño, quería comprender lo que ella había dicho pero en su cerebro no tenía ni un poco de sentido. Liberó un poco de aire, Eileen notó la decepción en los ojos de su contrario y se sintió muy mal.

—Oh... —balbuceó Potter y llevó una mano a su nuca tratando de distraerse en algo— lo siento, Eileen. No tenía ni idea.

Ella estaba muda, avergonzada, pasmada y simplemente quería desaparecer de la faz de la tierra. Harry tragó saliva e intentó sonreír un poco.

—Yo creo que lo mejor será que me vaya —volvió a hablar el azabache— Gracias por acompañarme a la cena. Que tengas una linda noche.

Eileen asintió apenas un poco y observó a Harry marcharse por el pasillo. Cuando lo perdió de vista, Eileen liberó el aire que había estado conteniendo y entró a su hogar. ¿Por qué había dicho eso?

—¿Que le dijiste qué? —Fabian miró a Eileen con sorpresa y con ambas manos en su cintura.

Eileen caminaban de un lado a otro por toda la oficina con los brazos cruzados y con la mirada en el suelo.

—Lo siento —se detuvo y lo miró avergonzada— entré en pánico y simplemente lo dije.

Escuchó a Fabian reír con fuerza, lo miró confundida.

—Eileen, tu jefe ya me odia y ahora tiene más razón para hacerlo —tomó asiento detrás de su escritorio— de todas formas, ¿por qué le dijiste eso?

Ella también se sentó, en la silla frente al escritorio. Cruzó sus piernas y dejó caer su cabeza hacia atrás, mirando el techo.

—Me preguntó que si me podía besar —sus mejillas ardieron ante el recuerdo— entré en pánico y simplemente le dije que salía contigo. Me siento como una completa tonta en este momento —lo miró— yo misma estuve a punto de decirle lo que sentía pero el sábado, cuando me miró de esa manera y me preguntó eso simplemente... no supe qué hacer.

Fabian ladeo un poco la cabeza y se acomodó en su asiento.

—Creí que te gustaba.

Eileen lo miró, con las mejillas aún más coloradas.

—¡No! Bueno... sí —cerró los ojos con fuerza— No lo sé.

Fabian suspiró y se inclinó hacia adelante, recargándose sobre el escritorio.

—Eileen, eres mi amiga y sólo para que lo sepas, no me molesta que le hayas dicho que tu y yo salimos. Aunque hubiera sido perfecto que me lo dijeras, cuando llegué lo encontré en los elevadores y bueno... fue algo realmente incómodo —respiró profundamente— en mi opinión, creo que debiste besarlo.

La chica rió.

—Gracias, Fabian. Y en serio lamento meterte en todos mis dramas. Después de que Harry se fue no pude dormir en toda la noche y el domingo me puse a limpiar toda mi casa para no pensar en lo que había pasado.

—Pero ahora me debes una.

—Claro que sí.

Llamaron a la puerta, Fabian pronunció un cordial "adelante" y alguien entró. Eileen conocía a aquel sujeto como Nick, también era un auror.

—Señor Dorhn, disculpe las molestias —él negó— vengo a buscar a la señorita Armstrong. El señor Potter la busca.

La chica tragó saliva y se puso de pie algo nerviosa. Miró a Fabian.

—Supongo que hablamos después.

Él asintió.

—Cualquier cosa, aquí estaré, ¿bien?

La chica no contestó nada pero se marchó junto a Nick. Fue un rápido y silencioso recorrido al piso de aurores. Nick le indicó que Harry la esperaba en su oficina y luego de que Eileen le dio las gracias, se acercó a la conocida oficina. Llamó un par de veces con suavidad, algo nerviosa y asustada.

—Adelante —escuchó la voz de Harry.

Sacó un poco de aire antes de tomar la manija y abrir. Allí estaba Potter al otro lado de su escritorio. Ahora que ya no estaba su lugar junto a él, la oficina parecía mucho más grande.

—¿Me buscaba, señor Potter? —al terminar la frase, se odió a sí misma por decirla de esa manera.

Harry asintió.

—Sí. Toma asiento —apenas la miró, no parecía enojado o triste, pero sí algo acelerado. Eileen tomó asiento frente al escritorio y miró con interés al hombre— hace una hora me llegó una nota anónima dando información de una persona que guarda objetos malditos. Por protocolo tenemos que investigar, sea falso o no —le entregó una carpeta a Eileen y ella la tomó con curiosidad— No es la primera vez acusan a esta persona, pero anteriormente fuimos a su casa y no encontramos nada. Esta vez pusieron específicamente el lugar donde guarda todos estos objetos. La nota está en la segunda página.

Eileen miró con interés el archivo.

—Vaya —comentó en voz baja, más para ella misma— la nota es muy específica.

Harry asintió.

—Necesito que le pidas a Kingsley una orden para entrar a la casa, en cuanto te la de iremos a investigar.

Eileen se puso de pie y miró al hombre.

—De acuerdo. Iré ahora mismo.

No esperó respuesta cuando salió de la oficina. Así que fingirían que nada pasó. Genial... aunque en realidad prefería eso en lugar de enfrentarse a un momento en extremo incómodo. Tal vez sería buena idea explicarle que mintió porque estaba nerviosa y luego confesarle su eterno amor.

Ella también quería besarlo. Deseaba besarlo. Pero era tan cobarde que simplemente huyó cuando lo tuvo de frente.

Una hora más tarde, Harry y Eileen caminaban en silencio por las calles de un pueblo mágico. Había algunos niños jugando en las calles aunque no había mucho más que casas. Eileen miraba con interés el pueblo aunque no le ponía tanta atención pues sabía que debía decirle algo a Harry.

Otros cuatro aurores los seguían por detrás en caso de que se necesitaran refuerzos, pero ellos estaban más alejados que los dos primeros, más preocupados en mantener la zona segura.

Por su parte, Potter miraba al frente dando pasos firmes y rápidos. Su cabeza era un completo lío y era incapaz de pensar en algo concreto.

—¿Harry? —miró a Eileen, que estaba a su lado.

—¿Qué pasa?

Ella parecía algo temerosa y se sintió culpable. No debía ser tan duro con ella, después de todo no hizo nada malo.

—Lo que pasó la otra noche... —él levantó una mano.

—No tenemos que hablar de eso. No sabía lo de tu y Dorhn, así lo siento si te incomode.

Ella negó y estuvo a punto de replicar cuando escucharon un fuerte estallido cerca de donde estaban y comenzaron a correr. Era justamente la casa a la que se dirigían. La puerta se abrió, dejando salir mucho humo y un hombre cayó al suelo mientras tosía.

Harry fue el primero en acercarse a aquel hombre con precaución para alejarlo de la casa.

—Eileen, disipa el humo y ve qué fue lo que lo provocó. Allison, verifica el perimetro y que nadie se acerque. Thomas, ve a buscar a un sanador y creo que necesitaremos más apoyo. Conan, ve con Eileen y cúbrela.

—Enseguida —hablaron todos a la vez luego de que su jefe terminara de dar las indicaciones. Harry ayudó al hombre a salir de la casa y aunque estaba inconsciente, lo dejó recostado en el jardín delantero.

Un rápido hechizo bastó para hacer desaparecer todo el humo que se había formado. Eileen se adentró a la casa con precaución, era grande y los muebles lucían muy viejos, también había libros antiguos por todas partes. Pero ese asqueroso olor era lo que más resaltaba, Eileen tuvo que hacer un encantamiento de casco-burbuja para evitar el asco.

—Ve arriba, vigila que no haya nadie más —le habló a Conan.

El hombre que también tenía su casco-burbuja, asintió y fue escaleras arriba con precaución.

Siguió el ahora pequeño rastro de humo que la guió hacia el sótano. De acuerdo a aquella nota anónima, los artículos se encontraban en una habitación secreta del sótano, pero estaba oculta por un hechizo de protección bastante potente.

Las escaleras de madera rechinaban bajo sus pies y aquel olor era tan fuerte que incluso logró atravesar el casco-burbuja. Eileen tenía su varita en alto lista para lo que fuera necesario, sin embargo, nunca hubiera estado lista para lo que vio.

Apenas tocó el suelo y se quedó paralizada, ni siquiera fue capaz de gritar. Sus ojos miraban toda la habitación con terror y de pronto no pudo contener las náuseas. Despareció el casco-burbuja para vomitar. Conan también bajó, indicando que arriba estaba despejado.

Pero al igual que Eileen, quedó pasmado al ver la escena frente a él. No vomitó pero sí se desmayó. Su cuerpo produjo un sonido seco al caer al suelo.

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