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15

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Eileen se miró en el espejo de cuerpo completo que recientemente había comprado y analizó su atuendo con cuidado. Era el quinto conjunto que se probaba y seguía sin estar muy convencida. ¿Qué se supone que debería usar? ¿Un vestido de gala? ¿Unos jeans y una playera básica? ¿Una falda y una camisa? ¿Un vestido casual? Se quería arrancar la cabeza por no saber qué hacer y se odiaba a sí misma por estar tan nerviosa y ansiosa. Sólo era una cena.

Con su jefe... a ex esposa de su jefe... y el nuevo novio de la ex esposa. Sinceramente sólo podía pensar en todas las cosas que podrían salir mal. Y era muchas.

Escuchó que llamaron suavemente a la puerta, se asustó por un segundo, aún eran siete y media, se supone que Potter no llegaría hasta más tarde. Se colocó una bata para cubrirse, ya que estaba en ropa interior y se dirigió a abrir.

Se sintió aún más nerviosa al ver a Harry al otro lado del marco. El hombre le dirigió una agradable sonrisa.

—Hola, ¿estás lista? —entonces Harry se dio cuenta que la chica usaba una bata y sus mejillas se calentaron— Lo siento, puedo regresar más tarde.

—No, sólo dame unos minutos —se hizo a un lado para dejar entrar al hombre quien tímidamente se adentró a la casa y dejo una botella en la mesa.

—Es hidromiel —explicó— para la cena.

Asintió.

—Yo... regreso en un momento, toma asiento.

Harry la miró adentrarse a su habitación. Él tomó asiento en el sofá y respiró profundamente.

Eileen miró la ropa esparcida por toda su cama antes de decir usar una falda negra de tiro alto y una blusa blanca que metió en la falda, enseguida se colocó un blaiser negro de botones plateados. Se colocó unas medias negras y luego unas botas largas negras con un poco de tacón, finalmente acomodó su cabello. Dejó salir un poco de aire antes de animarse a salir de su habitación.

En cuanto Harry escuchó los pasos de la chica se puso de pie y la miró con una sonrisa.

—Luces muy bonita, Eileen.

—Gracias —contestó distraídamente. Miró a Harry, no usaba un elegante traje como los que llevaba al trabajo, pero no era un vestuario del todo informal.

Usaba una camisa gris claro y un pantalón y saco negros. Se veía bien. Muy bien. Y luego notó que sus vestuarios combinaban, quiso ir a cambiarse pero ya no tenía mucho tiempo.

—Hice galletas —Eileen corrió a la cocina— no sabía qué llevar así que Fabian me recomendó preparar algunas y espero que les gusten.

Harry puso los ojos en blanco ante la mención de aquel hombre.

—Estoy seguro de que les va a gustar.

También se adentró a la cocina, donde observó a Eileen colocando las galletas en un recipiente de cristal. La chica le dirigió una rápida mirada entes de continuar con su trabajo.

—Y... ¿cómo está Mackenzie? —lo miró de reojo pero su tono de voz indicaba desagrado.

—No lo sé —contestó con sinceridad— sólo la veo de vez en cuando en el ministerio —hubo un corto momento de silencio, Harry se recargó en el marco de la puerta— el primer fin de semana que se quedó en mi casa y llevé a los niños... ella salió huyendo. Prefirió quedarse en un hotel.

Eileen quiso reír pero no lo hizo, en cambio se mordió la lengua y dejó la vista pegada en las galletas mientras las acomodaba.

—Es una lástima —contestó. Ahora mismo adoraba aún más a esos niños. Luego les prepararía un pastel de chocolate solo para ellos.

Harry se encogió de hombros, aunque ella no lo notó.

—De hecho creo que es un alivio. Era un poco pesado pasar tanto tiempo con ella. Sentía que me asfixiaba.

Eileen entonces lo miró con una pequeña sonrisa.

—Creí que te gustaba.

—¿Por qué creerías eso? —frunció el ceño y dio un paso adelante.

Se encogió de hombros. Por alguna razón, se sintió algo intimidada en ese momento.

—Porque ella es muy hermosa y perfecta y parecían ser buenos amigos. Parecía ser... tu tipo.

Harry dejó salir una risa por lo bajo, acercándose un poco más a Eileen.

—No me gusta Mackenzie, Eileen. Ni un poco.

—Es bueno saberlo —murmuró colocando una mano sobre el pecho del hombre, acomodó la solapa de su saco para distraerse un poco— deberíamos irnos.

Harry la miraba con atención.

—Sí, vamos.

Ninguno se movió cuando ambos se miraron fijamente a los ojos sintiendo el calor del otro. Eileen sentía un cosquilleo en el estómago y por un segundo sintió sus piernas temblar que pensó que se iba a caer. Harry no se sentía muy diferente a ella, pero tenía un gran dilema mental. Potter se dio cuenta de que contenía la respiración y regresó a la realidad cuando Eileen dio un paso atrás y tomó el frasco de cristal lleno de galletas.

Sin pensarlo mucho, Eileen salió de la cocina casi corriendo con Harry siguiéndola tontamente. Potter estaba más que seguro de que seguiría a esa chica hasta el final del mundo si fuera necesario.

Eileen abrazaba el tarro de galletas y Harry tomó con cuidado la botella que antes había dejado sobre la mesa. Entonces los dos salieron del pequeño departamento. Harry le ofreció el brazo a su contraria y ella lo tomó con precaución, estando así de cerca y con la mente un poco más despejada, el embriagante aroma de la loción de Potter llegó  a sus fosas nasales.

Eileen se negaba rotundamente a aceptar que había extrañado ese agradable aroma. Pero así era. Lo había extrañado muchísimo.

Luego de un segundo, hicieron una aparición. La casa de Ginny Weasley era muy hogareña. Bastante simple pero acogedora.

—La casa de sus padres está a unas colinas de aquí —explicó Harry— aquí hay mucho espacio para que los niños vuelen en sus escobas y a Ginny le gusta bastante el silencio y el aire libre.

Eileen asintió en comprensión y apretó un poco su agarre en el brazo de Harry.

—Es una casa bonita —sonrió.

Ambos comenzaron a caminar. Eileen olvidó por un momento a Harry y los nervios la invadieron al recordar exactamente dónde se encontraba. El hombre fue el encargado de llamar un par de veces y Eileen tuvo que contener la respiración para no sentirse tan aturdida y comenzar a hiperventilar. Sonaba exagerado, pero realmente sentía muchísimos nervios de estar allí.

Fue un hombre el que abrió, Harry ya se imaginaba que se trataba de Elliot. Aquel hombre mostró una gran sonrisa de oreja a oreja.

—Hola, ¿qué tal? —se hizo a un lado para dejarlos pasar— los estábamos esperando. Por favor, pasen.

Harry y Eileen se adentraron al hogar. Potter ya conocía bastante bien el lugar por lo que no se sintió tan incómodo, pero Eileen se sentía como una completa intrusa. De hecho, ni siquiera debería estar ahí, debió inventar algo, tal vez una enfermedad o que debía ir a visitar a sus padres. Pero ya era demasiado tarde para retroceder.

—Soy Eilliot Morgan, por cierto —se presentó— Ginny está terminando de preparar la cena, vendrá en un momento.

—Soy Harry —se presentó finalmente, extendiendo la mano— Harry Potter. Es un placer por fin conocerte, Elliot.

El nombrado tomó la mano de Harry y Eileen los miró muy atenta. Pero entonces los ojos de Elliot viajaron a ella.

—Yo soy Eileen Armstrong —saludó con una sonrisa.

—Un placer, Eileen. Los niños hablan mucho de ti.

Ambos rieron con cierta incomodidad.

—Traje galletas. Espero que les gusten —le extendió el tarro y Elliot lo tomó con cuidado.

—Te lo agradezco mucho.

—Oh, sí —Harry mostró la botella— una botella de Hidromiel.

Elliot la tomó y se llevó ambos objetos dejando solos a Eileen y Harry. La chica dejó salir aire. Recién habían llegado pero ya se quería ir.

Los cuatro se acomodaron en el bonito comedor de madera. Harry y Eileen de un lado y Ginny y Elliot frente a ellos. Ginny frente a Harry y Elliot frente a Eileen.

Todo era realmente extraño y ninguno sabía qué decir. Afortunadamente fue Elliot quien comenzó a hablar, cortando el ambiente tenso.

—Entonces, ustedes dos trabajan juntos ¿no?

Eileen que había estado mirando fijamente su plato y tenía el tenedor en su boca, miró a Elliot con los ojos bien abiertos. La mirada de los tres quedaron en ella.

—Sí —contestó Harry y se aclaró la garganta— ¿Ustedes desde cuando se conocen?

Elliot tomó la mano de Ginny que estaba sobre la mesa y le sonrió.

—Bueno, nos conocemos desde que ella llegó a trabajar al Profeta pero no hablamos hasta algunos meses después cuando comenzamos a trabajar en un proyecto juntos.

Eso significaba que se conocieron cuando Ginny y Harry seguían juntos.

—Oh, que bien.

Hubo un momento de silencio.

—Y, ¿dónde estudiaste, Elliot? —habló Eileen luego de limpiarse la boca con una servilleta— No parece que hayas ido a Hogwarts.

Él negó con suavidad.

—No. De hecho estudié en Ilvermorny.

Lo miró con interés.

—Vaya, es genial —se acomodó en su asiento— ¿y cómo terminaste en Londres?

—Creo que esa es una historia bastante divertida. Había venido a Londres de vacaciones y la fotografía es algo que siempre me ha apasionado. Entonces estaba en el Caldero Chorreante, mirando algunas fotos que recientemente había tomado cuando un editor del Profeta se acercó y dijo que eran muy buenas. Me preguntó si me interesaba trabajar como periodista y en ese momento no estaba muy seguro. Al final accedí y sólo volví a casa para avisar a mi familia que me mudaría a Londres.

El resto de la noche fue más tranquila y menos tensa. Poco a poco cada uno comenzó a contar algunas historias y se tomaron más confianza. Luego de cenar, pasaron a la sala, donde tomaron una copa del hidromiel que llevó Harry y siguieron con una agradable conversación.

Al final de cuentas, no había sido tan mala aquella cena.

Casi a media noche Harry le preguntó a Eileen si ya se quería ir y ella dijo que sí, por lo que ambos se pusieron de pie y se despidieron de sus anfitriones.

—Eileen —le llamó Ginny— ¿Podemos hablar un momento?

La nombrada asintió y ambas chicas se dirigieron a la cocina, dejando a los dos hombres en la sala.

—¿Está todo bien?

Ginny sonrió un poco.

—Sí —suspiró— Es sólo que quería disculparme por mi comportamiento de antes. Sé que no fui del todo amable y lo siento. Sólo espero que nos podamos llevar bien, le agradas a los niños y trabajas con Harry así que tal vez nos veremos más seguido.

Eileen negó y le dirigió una amable sonrisa.

—No pasa nada. Creo que nunca es tarde para volver a comenzar.

Ginny asintió. Ahora se sentía más tranquila. Definitivamente no serían las mejores amigas pero estarían en paz cuando se vieran frente a frente... ¿o no?

—Me alegro que hayas venido, Eileen. De verdad.

—Gracias por la invitación. La cena estuvo deliciosa y espero que disfruten de las galletas.

Ginny sonrió mostrando los dientes.

—Claro que sí.

Eileen dio media vuelta y se dirigió a la sala, donde Harry la esperaba. Se despidió de Elliot y ambos salieron de la casa.

—¿Está todo bien? —preguntó Harry, mirándola con precaución.

Eileen dejó caer su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y dejando que el viento frío recorriera sus mejillas. Un momento después regreso a su posición normal y miró a Harry.

—De maravilla. Sólo estoy un poco cansada.

—Creo que al final no resultó tan malo, ¿no crees?

—No, de hecho creo que todo estuvo bien.

Eileen abrazó el brazo de Harry e hicieron una aparición al departamento de la chica. Ambos se detuvieron frente a la puerta y se miraron. La chica sintió con intensidad su pulso en las orejas. Todo estaba muy silencioso.

—Eileen —habló Harry en voz baja— hay algo que te quiero preguntar.

—¿Qué es? —su voz también salió en un susurro.

Potter dio un paso al frente y Eileen retrocedió pero su espalda golpeó contra la puerta de su departamento. Estaba acorralada.

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