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08

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El viernes llegó más rápido de lo que a Eileen le hubiera gustado. La chica apenas había logrado dormir un poco por los nervios que sentía, después de todo, iba a cuidar a los hijos de su jefe y no estaba segura de si había sudo una buena idea haberse ofrecido. Era cierto que antes había cuidado niños, pero sólo por un día, no por todo un fin de semana. Y había cuidado a los hijos de sus vecinos, nunca a los de alguien tan importante como Harry.

Obviamente sabía lo básico de primeros auxilios y le encantaba tratar con niños, ¿pero si les pasaba algo? ¿Si ellos la odiaban? Debía dejar de pensar tanto en eso y llegar con la mayor energía para cuidar de esos tres.

Guardó sus cosas en una mochila, no estaba muy segura de qué llevar por lo que optó por ropa cómoda y sencilla que le permitiera moverse libremente. Correr, levantarse, ensuciarse, etc.

Cuando tuvo todo lo necesario, salió de su departamento e hizo una aparición en la casa de su jefe. La vio fijamente por un largo momento, aún sintiendo esa sensación de vértigo en su estómago. Todo iba a salir bien, se repetía una y otra vez.

Se dio ánimos internamente para acercarse, ya no podía arrepentirse a ese punto. Se acercó lentamente hasta que estuvo frente a la puerta y llamó un par de veces. Harry tardó sólo un poco en abrir, parecía acelerado y algo cansado. Incluso parecía un poco nervioso.

—Hola —saludó la chica con una sonrisa.

—Eileen, creí que llegarías más tarde. Por favor, pasa.

—Lo siento, me puedo ir y regresar más tarde —estaba ligeramente preocupada y en ese momento no quería ser una molestia.

Harry dejó salir una risa.

—Claro que no, anda, pasa.

Eileen se adentró con precaución, estaba más ordenado a comparación de la última vez que estuvo allí. Siguió a Harry hasta la cocina, el hombre trataba de hacer el nudo de su corbata pero estaba tan acelerado y con la mente en otro lugar que no era capaz de concentrarse en nada. Incluso tropezó un par de veces con sus propios pies mientras avanzaba a paso rápido.

—Dejé dinero allí, puedes usar todo el que necesites, hay más en el cajón junto a mi cama por si eso no es suficiente —"es demasiado dinero" pensó para sí misma, pero no dijo nada en voz alta— Hice algunas compras y he llenado el refrigerador y las alacenas, puedes usar todo lo que quieras. Los niños saben que no deben alejarse más allá de los límites del jardín, así que no te preocupes por ello. ¿Tienes alguna duda?

Eileen lo miró fijamente tratando de pensar en algo pero todo estaba en completo orden. Lo único que probablemente le preocupaba en ese momento, era que Harry estaba tan acelerado y no parecía él mismo. Quería consolarlo, quería tomarlo de las mejillas y decirle que todo estaría bien, pero eso no sería para nada profesional de su parte.

—No, creo que no.

Harry asintió.

—Bien, Ginny traerá a los niños en media hora y yo iré a verificar que no falte nada.

Eileen miró los estantes llenos de víveres, mentalmente planeaba algunos platillos que tal vez les podría preparar a los niños. Harry había dicho que comían de todo, pero seguía con ese pequeño miedo de que tal vez no les podría gustar su comida. Después de revisar los estantes, miró el refrigerador, que efectivamente estaba muy bien provisto. Se percató de los electrodomésticos muggle por toda la cocina y eso fue perfecto pues podría preparar varios postres en el horno. Sin duda alguna, la cocina de Harry era la cocina de sus sueños.

Potter regresó sólo algunos minutos después, dejando su maleta junto a la entrada, al parecer, ya estaba listo para marcharse. Aunque seguía sin poder hacer correctamente el nudo de su corbata. El hombre caminaba de un lado a otro aunque Eileen no estaba muy segura de por qué el hombre estaba tan acelerado.

—¿Estás bien? Pareces algo nervioso —preguntó preocupada con el ceño fruncido.

Harry tomó asiento en un banco frente a la barra dando un trago a la traza de algo que antes se había preparado.

—Estoy bien, sólo que aún me pone un poco nervioso estar frente a tantas personas. Daré una conferencia pero al final habrá algunos minutos para preguntas y nunca me siento muy cómodo con esa parte.

Eileen colocó una mano en el hombro de su contrario con suavidad y le dirigió una cálida sonrisa, Harry se sintió extrañamente tranquilo, como si fuera justamente eso lo que necesitaba.

—Tranquilo, sabes que no tienes que hablar de nada que no quieras y siempre puedes dar respuestas ambiguas.

Ambos rieron.

—Sólo serán dos días, podré hacerlo.

—Claro que sí.

Eileen, que también había estado sentada se puso de pie con un salto. Miró a Harry con detenimiento y se acercó un poco más a él.

—Pero esa corbata se ve horrible, ¿puedo?

—Por supuesto —Harry sonrió. Sabiendo perfectamente que no había logrado hacer ese nudo en toda la mañana.

Eileen deshizo el nudo y con mucho cuidado y concentración comenzó a arreglarlo. Harry la miraba con atención, él era perfectamente capaz de hacerlo, pero era cierto que los nervios no ayudaban de mucho. No era capaz de concentrarse pensando en las palabras que diría en su conferencia y en ese momento agradecía mucho la ayuda de Eileen.

La chica tocó sin querer el cuello de su contrario con el dorso de la mano cuando acomodaba el cuello de la camisa, ella apenas lo notó, pero para Harry fue una sensación extrañamente agradable. Quería más, quería sentir las pequeñas manos de Eileen en sus mejillas y en su cuello. Quería sentir sus labios unidos.

Potter regresó a la realidad cuando alguien abrió la puerta de la cocina, eran sus hijos y Ginny. Fue increíblemente incómodo cuando la pelirroja observó a Eileen con las manos en el cuello de su ex esposo y muy cerca el uno del otro.

Eileen sintió su cara arder y rápidamente dio algunos pasos atrás. Se sentía la incomodidad en el aire.

Harry aclaró su garganta y se puso de pie para saludar a sus hijos, quienes ni siquiera habían prestado atención a la pequeña escena de hace sólo unos segundos. Los tres abrazaron a su padre al mismo tiempo y le dirigieron un rápido saludo a Eileen antes de correr escaleras arriba para dejar sus cosas en sus respectivas habitación, quedando únicamente los adultos.

—Hola —saludó Eileen algo avergonzada.

Ginny la miró fijamente, casi como si la estuviera juzgando y ella se sintió intensamente intimidada por la pelirroja. Probablemente no era ni por poco su persona favorita en ese momento.

—Tu eres Eileen, ¿cierto? —su tono no era molesto o irritado, pero sí bastante neutro, casi desinteresado.

—Sí, soy yo.

—Gracias por cuidar a los niños, de verdad.

—No hay problema. Seguro que nos llevaremos bien.

Ginny la seguía mirando con intensidad y Eileen sólo quería salir corriendo de inmediato.

—Entonces me voy, me están esperando —los niños regresaron para abrazar y despedirse de su madre. Ella les dirigió una gran sonrisa y besó la frente de cada uno— compórtense, los veré en unos días.

—Te queremos, mamá —hablaron los tres.

Ginny se despidió con un asentimiento de cabeza y finalmente salió de la casa. Había sido tan extraño.

—Yo también ya me tengo que ir —esta vez habló Harry.

—Que tengas buen viaje.

—Gracias, Eileen. Por todo —miró a sus hijos— sean buenos con ella, niños. Los veré el domingo en la noche.

Los tres pequeños abrazaron a su padre, Harry sacudió el cabello de cada uno y fue en busca de su maleta. Miró a Eileen una vez más y le dirigió una corta sonrisa. La chica se despidió con un movimiento de mano y se quedó mirando la puerta un momento más luego de que Harry se marchó.

Entonces Eileen miró a los niños que seguían a su lado.

—Bien, ¿quién tiene hambre? —preguntó.

—Yo tengo hambre —dijo James.

—Yo también —siguió Albus.

—Y yo.

Asintió con una gran sonrisa llena de emoción. Al menos estaba iniciando con el pie derecho.

—Perfecto, vayan a lavarse las manos y les prepararé uno de mis platillos especiales.

Los tres corrieron a lavarse las manos, al menos le hacían caso. Comenzó a sacar los ingredientes para preparar algo que les pudiera gustar a los niños y ya tenía algo en mente.

Sería un divertido fin de semana.



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