07
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Cuando Harry abrió los ojos, sintió un fuerte dolor de cabeza. No reconocía dónde estaba. Tardó un momento en despertar por completo antes de incorporarse. Miró con atención a su alrededor y entonces recordó que era la casa de Eileen. No debió beber tanto anoche aunque ni si quiera se dio cuenta de que se había sobrepasado. Miró el par de botellas vacías en la mesa de centro. Recordaba que una de esas botellas la había compartido con Eileen y estaba casi seguro de que él solo se había acabado la otra.
Dejó de pensar en todo eso cuando un muy agradable aroma llegó a sus fosas nasales. Se puso de pie llevando ambas manos a su cabeza, peinando todo su cabello hacia atrás. Eileen salía de la cocina, en cuanto vio a Harry de pie le dirigió una amable sonrisa. Potter buscó sus gafas y se las colocó.
—El desayuno ya casi está listo. Si te duele la cabeza, puedes tomar de esa poción que está en la mesita. Es mi fórmula especial para cuando me sobrepaso.
Harry estaba un poco desorientado pero finalmente asintió y le dio un largo trago a la poción que Eileen le había dicho. Cuando se sintió un poco mejor, estiró todo su cuerpo mientras bostezaba.
Caminó por el pequeño departamento, siguiendo a Eileen, quien estaba dejando un par de platos en la pequeña mesa de madera junto a la pared. Era un desayuno simple pero bastante apetecible y en ese momento, Harry moría de hambre.
—Siéntate, sólo falta el jugo y los vasos.
—Te ayudo.
Harry la siguió hasta la cocina, la cual descubrió que era bastante grande. Lucía como si ese fuera el lugar favorito de Eileen. Había varios estantes muy elegantes y una bonita estufa con horno. Potter notó de inmediato los electrodomésticos muggle poco comunes en los hogares de magos y brujas. Aunque no comentó nada al respecto, él también usaba ese tipo de electrodomésticos. Por mera costumbre.
—Los vasos están en el cajón de allá arriba —le señaló a Harry y él los tomó.
Eileen llevaba una pequeña jarra de jugo de zanahoria, los dos tomaron asiento en la mesa y comenzaron a desayunar.
—Lamento lo de ayer —habló Harry— no suelo tomar tanto y me quedé dormido en algún momento.
—No te preocupes. Puedes quedarte siempre que quieras... quiero decir... sé que no es la gran cosa, pero igual eres bienvenido.
—Gracias, Eileen.
Fue una mañana bastante tranquila, Harry descubrió que la comida de la chica era muy buena y ciertamente no tendría ningún problema en comer algo más que fuera preparado por ella.
Casi al medio día una lechuza entró a la casa y se paró en la mesa. Eileen parecía confundida al no reconocer al pequeño animal.
—Es Arlo —comentó Harry, tomando la carta que llevaba el animal. El ave salió volando de inmediato y Harry abrió el sobre.
Eileen tenía curiosidad, sin embargo, mantuvo la mirada fija en su plato pues no quería parecer tan curiosa respecto a las cartas que le llegaban a su jefe. Al ver la cara de Harry, supo que algo no andaba muy bien.
—¿Está todo bien? —se animó a preguntar, ocultando su tono preocupado.
Harry llevó una mano a su barbilla mientras liberaba un largo suspiro y dejaba la carta en la mesa. Suspiró cansado.
—Este fin de semana tengo que ir a la MACUSA por trabajo y Ginny me acaba de pedir que cuidara a los niños porque tiene que salir del país por trabajo todo el fin de semana. Sus padres están en Rumanía con Charlie y supongo que tendré que faltar a mi evento. No tengo a nadie más que los cuide.
—Yo los puedo cuidar —habló la chica sin dudarlo ni por un segundo— antes he cuidado niños y no se me da tan mal. Podría cuidarlos si es que no tienen problemas tu o... tu ex esposa.
Harry la miró fijamente discutiendo internamente si era una buena idea o no. Pero no confiaba en nadie más. Eileen era una buena persona que sabía que cuidaría muy bien de sus hijos.
—No quisiera molestarte. Esos tres tienen muchísima energía y en serio no quiero molestarte, seguro tenías planes para tu fin de semana.
Eileen sonrió mostrando los dientes mientras se encogía de hombros. Restándole importancia al asunto.
—No hay ningún problema, en realidad no tengo mucha vida social e iba a pasar todo el fin de semana tratando de limpiar este lugar.
Harry suspiró.
—Bien, realmente te agradecería mucho si te quedas con ellos. Este viaje es muy importante para mí y amo a mis hijos pero es una oportunidad única.
—No te preocupes. Yo puedo cuidarlos.
—De todas formas le diré a Ginny y te puedes quedar en mi casa el fin de semana. Allá los niños tienen su propia habitación y sus juguetes. Tu puedes quedarte en mi habitación.
Eileen sintió sus mejillas arder, pero trató de disimularlo bebiendo de su vaso.
—Seguro, no pasa nada.
—En serio me has salvado la vida, Eileen. Si quieres hoy mismo te puedo mostrar mi casa, así vas conociendo un poco todo y te diré algunas cosas de loa niños.
Por un segundo, la chica se quedó sin habla. Apenas logró asentir luego de un momento.
—Pero... ¿estas segura de que a tu ex no le va a molestar? —Eileen estaba nerviosa por ello— la primera vez que nos vimos no parecía ser de su agrado.
Harry negó un poco divertido.
—Ginny tiene una personalidad fuerte, pero dale un tiempo. A la larga seguro que se llevarán mejor.
—Sí tu lo dices.
Harry tomó su maleta, ambos salieron del departamento y Potter le ofreció su brazo a la chica, quien rápidamente lo tomó e hicieron una aparición.
Eileen estaba auténticamente sorprendida con aquella casa, era bastante grande, de dos pisos y un enorme jardín al frente, seguramente también habría jardín atrás. No era exactamente algo muy moderno pero no dejaba de ser impresionante. ¿Ahí vivía el grandioso Harry Potter? ¿No era muy grande para una sola persona?
—Pasa, te mostraré todo.
Potter parecía... contento. No recibía muchas visitas y más bien era él quien iba a visitar a sus amigos. Sólo lo visitaban sus hijos cuando se quedaban con él a dormir, pero sólo por algunos días. Además de eso, era un hombre muy solitario.
Eileen siguió al hombre por toda la casa mientras este le mostraba absolutamente todo. Rápidamente descubrió que no había ese toque femenino. Había bastantes fotos, principalmente de sus hijos, algunas cuantas de él con sus amigos y sólo miró una de Ginny. ¿Se había deshecho de las demás? ¿O estarían guardadas?
Sin duda, no era de su incumbencia la vida personal de su jefe, ella sólo estaba allí para cuidar a sus hijos el próximo fin de semana. Pero en serio sentía una intensa curiosidad.
—Los niños no tienen ninguna alergia y comen lo que sea, pero tienen platos para cada uno, el rojo es de James, el verde de Albus y el morado de Lily. Igual con los vasos y cubiertos. Ellos lo saben pero igual te lo digo —se dirigieron al piso superior— Albus y James duermen en la misma habitación, Lily duerme sola pero debes dejar la puerta abierta. Su peluche favorito es el del conejo, duerme con él siempre y no irá a la cama si no lo tiene, James y Albus siempre lo esconden. Los lugares habituales son la alacena de la cocina, el baño y en el closet de mi habitación.
—Entiendo.
—Todo el día están jugando, así que no creo que causen muchos problemas. Si hay alguna emergencia... bueno, puedes comunicarte con Hermione y ella sabrá exactamente qué hacer.
Ambos rieron.
—Tranquilo, todo estará bien. Ellos estarán bien, te lo prometo b
Regresaron al primer piso.
—Aún te puedes arrepentir.
Eileen colocó una mano en el brazo de su contrario y le dirigió una cálida sonrisa.
—Tu ve a lo que tengas que hacer y no te preocupes por ellos. Están en buenas manos... más o menos.
—Gracias.
Hubo un momento de silencio, ninguno de los dos estaba muy seguro de qué decir a continuación.
—Entonces regresaré a casa, seguro que quieres darte un baño y cambiarte de ropa o descansar.
—Sí, de hecho ahora mismo sólo pienso en darme un baño. Si quieres te puedo acompañar a tu casa.
Eileen negó rápidamente, dando un par de pasos hacia atrás.
—Descansa y nos vemos el viernes en la tarde.
—Hasta entonces.
Eileen se despidió con un movimiento de mano, y salió de aquella casa. ¿Por qué se sentía tan nerviosa?
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