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05

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Un grito hizo que Eileen abriera los ojos a la mitad de la noche. En menos de un segundo ya tenía su varita en mano lista para atacar o defenderse pero se dio cuenta que el grito provenía de Harry. Lo miró preocupada desde su lugar, el hombre estaba sudando y precia que tenía una horrible pesadilla pues su expresión era de alguien aterrado. Su respiración comenzó a acelerarse peo el hombre no despertaba. ¿Estaba teniendo un ataque de pánico?

Dejó la varita a un lado y se sentó sobre sus pantorrillas. ¿Tenía que despertarlo? No tenía ni idea de qué hacer en estos caso. Estiró su mano con precaución, era firme pero temerosa y entonces comenzó a dejar suaves caricias sobre su cabeza, recorriendo su frente y entrelazando sus dedos en las fibras de su cabello.

Poco a poco, su respiración regresó a la normalidad y el ceño fruncido se esfumó, remplazando una cara de serenidad.

Se volvió a acomodar en la cama, Harry se acercó entre sueños a ella y la abrazó por la cintura, recargando su cabeza en su abdomen. Eileen continuó con las caricias en su cabeza hasta que se quedó dormida una vez más. Le alegraba que Harry no se hubiera despertado y ni siquiera le dio tiempo de pensar en que estaban durmiendo muy juntos.

Por la mañana, Eileen fue la primera en despertar. Abrió un poco los ojos y esperó a que el sueño se esfumara. Cuando dejó de sentir los ojos tan pesados, vio el pecho de Harry frente a ella y recordó dónde se encontraba. La mano de Potter descansaba sobre su cintura, Eileen se dio cuenta que su blusa estaba levantada y la mano de su contrario estaba directamente sobre su piel. Su cara estaba oculta en su pecho y sus piernas estaban enlazadas.

Comenzó a sentir un intenso calor en su rostro. Se tensó por estar tan cerca de él y aunque tenía ganas de quedarse, debía levantarse antes de que él lo hiciera. Levantó un poco la mirada, solo para encontrarse con el rostro sereno de Harry. Él dormía muy plácidamente sin hacer ni un solo ruido.

Sonrió un poco sin poder dejar de mirar cada una de las facciones de su rostro y se animó a recorrer su mejilla con las yemas de sus dedos. Estaban apenas un poco separados pero Eileen lograba sentir el aliento del hombre mezclarse con el suyo.

Los ojos de la chica se desviaron a los labios de su jefe, estaban ligeramente abiertos y completamente expuestos. Tragó saliva ruidosamente cuando se dio cuenta de sus indebidos pensamientos y el calor le llegó hasta las orejas, incluso más que antes.

Decidió que era mejor idea ponerse de pie y entrar a tomar una ducha con agua fría. Agradecía infinitamente que Harry estuviera dormido o ella ya hubiera muerto de la vergüenza. Quitó con cuidado la mano de su contrario y se deslizó en silencio de la cama. Se sentía frío lejos de las cobijas y de Harry.

Cuando Harry despertó, estiró la mano casi involuntariamente. Se asustó al sentir la cama vacía a su lado y en un segundo el sueño se había esfumado por completo. Estaba un poco desorientado pero luego recordó la noche anterior. Era Eileen la que había dormido a su lado pero no entendía por qué se preocupó tanto al no sentirla junto a él. Miró fijamente el lugar donde Eileen había dormido y sonrió tontamente. Le hubiera gustado verla antes de que despertara.

Entonces escuchó que la regadera estaba abierta. Probablemente no tenía mucho tiempo que la chica había despertado.

Aún así, no debería estar pensando en esas cosas, se reprendió mentalmente y tomó sus gafas que había dejado en la mesa de noche. Y tan pronto como se las colocó, la puerta del baño se abrió dejando ver a Eileen con el cabello húmedo. Estaba vestida o de lo contrario, Harry hubiera buscado algún lugar dónde ocultar su rostro por la vergüenza. 

—Buenos días —saludó muy animada la chica.

—Buen día —saludó mientras se levantaba de la cama— ¿Qué tal dormiste?

—De hecho, bastante bien. Estaba agotada y lamento si ronqué o algo por el estilo —no quiso mencionar nada sobre el pequeño ataque de pánico.

Harry tomó sus cosas para el baño junto con su ropa del día y dejó salir una corta risa.

—No te preocupes. Ayer yo también me quedé dormido de inmediato. Lamento si me moví mucho o ronqué —ambos rieron.

Eileen secó su cabello con su varita. Ya estaba lista. Le sonrió a su jefe desde donde estaba.

—Bueno, creo que ya quedó claro que ambos estábamos cansado. Me adelantaré a buscar algo de comer para que tengas un poco de privacidad.

Potter asintió un poco y siguió a la chica con la mirada mientras esta salía de la habitación. Suspiró cansado y entró al baño.

Cuando Harry llegó al lobby del hotel, ya bañado y arreglado, vio a Eileen sentada en un pequeño sillón mirando con interés todo a su alrededor. Potter sonrió y se acercó a la chica.

—Creí que irías a buscar algo de comer.

Ella volteó a verlo con sorpresa aunque rápidamente se puso de pie y le sonrió.

—Preferí esperarte —la chica observó que el cuello de la camisa de Harry estaba desacomodado y sin siquiera pensarlo por un segundo, dio un paso más cerca de él y acomodó el cuello. Harry frunció el ceño pero no se movió— lo siento. Yo... no debí hacer eso.

Se disculpó apenada. Harry negó.

—No pasa nada, gracias —se sentía tan tenso el ambiente— Bueno, te mostraré un lugar que me gusta mucho. La comida del hotel no es tan buena y siempre prefiero ir a otro lugar.

Comenzaron a caminar y Eileen no podía dejar de mirar a Harry con mucha atención mientras éste le platicaba sobre cómo conoció aquel lugar al que se dirigían. Armstrong no era capaz de aceptarlo, pero comenzaba a tener fuertes sentimientos por su jefe y eso estaba muy mal.

Llegaron a una cafetería muggle, Harry abrió la puerta de cristal y dejó pasar a la chica. Ella le agradeció con una sonrisa pero tan pronto como entró, se sintió maravillada. En general, nunca había estado en ningún establecimiento muggle, ni siquiera en Londres. Por lo que estaba realmente fascinada.

Por su parte, Harry estaba feliz de verla tan contenta y si no estuvieran allí por trabajo, sin duda alguna le mostraría muchos más lugares hermosos. Tomaron asiento cerca de la ventana y una mesera se acercó a tomar su orden, Eileen no le entendió pues la mujer hablaba francés. Sin embargo, quedó anonadada cuando escuchó a su jefe hablar en francés.

¿Desde cuando Harry Potter hablaba francés? Eileen estaba realmente sorprendida y no podía dejar de mirar a su contrario con muchísima impresión. Realmente era el hombre perfecto.

Harry miró a su compañera pero quedó un tanto confundido al ver que ella lo observaba con una sonrisa.

—Lo siento, ordené algo que pensé que te gustaría pero puedes elegir lo que quieras si no te gusta.

—No, está bien —se acomodó en su lugar— es sólo que no tenía ni idea de qué hablabas francés.

Harry se sonrojó apenas un poco, en realidad no muchas personas lo sabían.

—Vengo muy seguido a Francia, por lo que tuve que aprender a comunicarme. Además Fleur, la esposa de Bill, uno de los hermanos de Ron, me enseñó lo básico y me ayudó a mejorar.

—Es fantástico. Yo sé hablar alemán porque mi padre es alemán y desde pequeña me enseñó.

—Eso es genial. Aunque no lo mencionaste en tu expediente. Lo hubiera recordado.

Se encogió de hombros.

—Creo que lo olvidé. Quiero decir, hablar alemán es muy común para mí que no pensé en ponerlo en el expediente.

Harry asintió en comprensión y estuvo a punto de hablar nuevamente cuando la mesera se acercó con los alimentos. Los colocó con cuidado frente a cada uno y cuando Eileen le dirigió una pequeña sonrisa en forma de agradecimiento, la mesera le guiñó un ojo antes de marcharse. Se sintió un poco avergonzada.

—Creo que le gustaste —observó Harry con una sonrisa.

Ella negó.

—Las chicas son lindas pero no son mi tipo.

Harry rió y se acomodó en su lugar tomando la taza de café frente a él.

—¿Y cuál es tu tipo?

—Si te lo digo, nunca me lo creerías.

La miró con curiosidad.

—Pruébame.

Se miraron a los ojos.

—¿Qué hay de ti? —preguntó con cuidado— ¿no has pensado en conocer a alguien más?

Harry le dio un sorbo a su taza de café antes de contestar.

—Mi matrimonio fue algo largo y tengo tres hijos. Ginny fue una persona importante en mi vida y aunque ya no siento lo mismo por ella, aún compartimos algo. Siento que no sería fácil encontrar a alguien que acepte el hecho de que tengo tres hijos porque ellos siempre serán lo más importante de mi vida —explicó— entonces, creo que no. No he pensando en conocer a alguien más. Además estoy muy involucrado con mi trabajo por lo que ni siquiera tengo tiempo para citas o algo por el estilo. Conocer a una persona lleva tiempo, el cual no tengo.

Eileen entendía, pero por alguna razón se sintió triste. ¿Qué estaba esperando? ¿Que le dijera que la amaba? Tal vez ya se estaba volviendo loca.

—No te des por vencido, tal vez algún día conozcas a la indicada. Y te querrá a ti y a tus hijos porque esos niños son realmente adorables y merecen lo mejor.

Él sonrió, aunque sus ojos reflejaron tristeza.

—Anda, prueba la comida.

Estuvieron sólo una hora más en el lugar antes de dirigirse al ministerio. Pero algo les había quedado más que claro: comenzaban a desarrollar sentimientos el uno por el otro.


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