3- Una familia numerosa
El día por fin había llegado, estas tres semanas las había pasado con ansias, preparando mi pasaporte, averiguando el clima que iba a hacer en Inglaterra y así poder preparar mi maleta. Según internet, en Julio comenzaba el verano, mi estación del año menos favorita. Podía soportar el frío, pero el calor... El calor no había con qué quitarlo. De todas formas decidí que llevaría un poco de todo, tanto de verano como de invierno, al fin y al cabo pasaría un año entero allí y seguramente con el pasar de los meses me compraría más ropa.
Mi armario quedó casi vacío, una sensación de nostalgia invadió mi pecho. No volvería a ver esta habitación en mucho tiempo. La misma tenía varios posters de mis películas y actores favoritos por las paredes así como también pinturas hechas por mí. Extrañaría despertarme y poder ver sus caritas observándome... Creo que llevarme alguno no haría ningún mal. Tendría que convertir la habitación en Londres como mía así que... Pegar algún póster allí sería el primer paso.
–Cariño... ¿Estás lista? –Pregunta mi madre entrando a mi habitación.
A ellos los extrañaría aún más. El apoyo y la comprensión de mamá, las bromas y las charlas con papá, extrañaría pasar tiempo con ellos. Me acerco a mi madre y la abrazo.
–Estoy lista.
Mamá me devuelve el abrazo y besa mi frente, sabía que para ella era duro dejar a su nena viajar sola al otro lado del mundo, pero también sabía que tenía que dejarme alcanzar mis metas.
–Brianna está abajo, vamos.
El viaje hacia el aeropuerto nos la pasamos hablando entre todos. Brianna decía que iba a extrañarme mucho, sobre todo porque ya no tendría a quien regañar todas las mañanas. Luego todos empezaron a decirme cosas que debería hacer y cosas que no. Como que debería ir a visitar cada lugar emblemático del país y descubrir alguno nuevo. Y también que no se me ocurra ir a ningún bar a medianoche. Ese fue papá.
Realmente no sabía lo que iba a pasar en Londres, esperaba llevarme bien con la familia que me iba a tocar y esperaba hacer amigos.
– ¡Aaaay! ¡Ven aquí, tonta! –Brianna me abraza por los hombros y yo envuelvo su cintura con los brazos. –No hagas nada que yo no haría.
–Entonces se me reduce la lista de cosas que hacer.
–Quiero decir, diviértete pero no lo arruines y cuídate mucho.
–Entiendo, te voy a extrañar...
–Y yo a ti...–La abrazo una vez más y me alejo para ir hasta donde estaban mis padres con mi mochila pero antes de que me aleje demasiado, siento un impacto en mi trasero, más bien una palmada. – ¿Acaso no lo viste venir? –Dice mi amiga, sacando la lengua y luego sonriendo.
Era algo normal entre nosotras gastarnos algunas bromas, si, también darnos algunas nalgadas como mejores amigas, diciendo aquella frase que se nos quedó grabada cuando fuimos a ver Avengers Age of Ultron.
– ¡Ya verás cuando regrese! –Digo levantando la voz a medida que caminaba hacia mis padres. Primero abrazo a papá, apoyo mi cabeza en su pecho y respiro su distinguido perfume, quería grabar este momento en mi mente, tener el vivo recuerdo de mis padres en todo este año que me esperaba por delante.
–Cuídate, Maia. Cualquier cosa sabes que estaremos para ti, solo tienes que llamarnos.
–Lo sé, papá. Voy a llamarlos seguido ¿De acuerdo?
–De acuerdo, hija. Recuerda abrir la cuenta en el banco para enviarte dinero.
–Si, papá.
Me separo de su reconfortante abrazo y voy a los brazos de mi madre.
Oh por Dios, no llores Maia... Tienes que ser fuerte... Me dije a mi misma. Tenía que serlo por todos ellos, quizás así sufrirían menos mi partida. Quizás así, mamá no se derrumbaría. Pero cuando la miro, me doy cuenta de que iba a ser inevitable que derramase algunas lágrimas.
–Mamá... No llores... Me harás llorar a mi...
–Mi hija. –Dice acariciando mi mejilla. –Te voy a extrañar mucho, cariño. Cuídate y come bien, por favor. No comas todo el tiempo porquerías.
–Si mamá... Voy a comer bien, descuida.
– ¿Tienes todo lo necesario? ¿Deberías ir al baño antes de abordar?
–Mamá, hay baño en el avión y tengo todo lo necesario conmigo. Ya... Tranquila, voy a estar bien. Te amo... –Mi padre abraza a mi madre por los hombros y yo los abrazo a ambos. –Los amo a los dos.
–También te amamos hija.
Por los altavoces se escucha el número de mi vuelo... Ya era hora. Limpio mis mejillas, me fue inevitable no soltar algunas lágrimas. Tomo mi mochila, pues ya me había despachado de la maleta y mi carpeta. Me despido de todos ellos con la mano, grabando sus rostros en mi mente una última vez antes de alejarme. No iba a girarme, era uno de los momentos más difíciles así que no tenía que mirar atrás. Las despedidas no eran lo mío.
Después de unos cuantos trámites más, finalmente subo al avión. Por Dios, en serio era muy agotador tomar un vuelo, los trámites previos llevaban tiempo lo cual me resultaba horrible. Estaba pensando seriamente en no volver a pisar un aeropuerto en mi vida.
Camino por el estrecho pasillo del avión, buscando el número de mi asiento con la mirada. Una pequeña sonrisa se forma en mis labios, pero se desvanece tan rápido como se había formado. No podía ser que tuviera tanta mala suerte.
– ¿Tú?
–Si... Tampoco me agrada la idea de viajar trece horas junto a ti, Carolina.
Ruedo los ojos, guardando mi mochila en el gabinete superior. En serio, esto no podía ser peor.
–Esperaba la compañía de un atractivo chico, no la de una babosa. –Dice Carolina, pasando sus dedos por entre sus dorados risos. Paso bruscamente por encima de ella, chocando sus piernas con las mías para llegar a mi asiento junto a la ventanilla. – ¡Au! ¡Fíjate tonta!
–Oh ¿Te hice daño? Discúlpame, no sabes cuánto lo siento. –Se notaba el sarcasmo en mi voz.
–Estúpida...
Oigo que murmura, pero decido ignorarla y abrocharme el cinturón de seguridad.
Poco tiempo después, el avión comienza a elevarse. Observo por la ventanilla como poco a poco todo el paisaje comienza a desdibujarse y a hacerse más pequeño. Por Dios... Estoy viajando, ya no hay vuelta atrás. Adiós mamá, adiós papá, adiós Brianna, Adiós a mi casa y al instituto. Nos veremos dentro de un año.
Tenía 13 horas de vuelo por delante por lo que pido unos auriculares a la azafata, cuando me los entrega con una sonrisa, le agradezco y los conecto a la pantalla frente a mí. Reviso las películas que tenía en la carpeta, deslizándome por la pantalla con mi dedo. Una sonrisa se forma en mi rostro cuando veo que tiene la nueva película de Spiderman, sin dudar le doy al botón de Play.
Estaba tan concentrada en la película, justo en la parte cuando Tony Stark regaña a Peter y le quita el traje, que no me di cuenta de que Carolina me estaba hablando, hasta que siento su codo golpear contra mi brazo. Me quito los auriculares y la miro algo sorprendida.
– ¿Qué sucede?
–En serio no entiendo cómo te gustan esas películas de superhéroes baratos.
–No tienes que entenderlo y tampoco pedí tu opinión. –Estoy a punto de ponerme los auriculares pero ella continúa.
–Ni siquiera tiene protagonistas atractivos, mira ese viejo y ese puberto.
–En primer lugar, Tony Stark no es tan viejo, no sabes la cantidad de mujeres que lo admiran y en segundo, puede que Tom Holland se vea puberto pero eso no le quita lo sensualmente hermoso. Así que mejor cierra la boca y ve a ver tus tutoriales de cómo ser jodidamente irritante, Barbie sin cerebro.
Sin esperar una respuesta, me coloco los auriculares y subo el volumen a la película para continuar viéndola, ignorando por completo los berrinches de Carolina.
Cuando la película termina ya era de madrugada, Carolina se había quedado dormida con un antifaz sobre sus ojos. Subo la cortina de la ventanilla, observando el exterior... Todo estaba oscuro. Vuelvo a bajar la cortina y me acomodo en el asiento, sería mejor que duerma un poco antes de que lleguemos. Ya comenzaba a estar un poco nerviosa, la familia que se ocuparía de mi, iría a buscarme al aeropuerto. No tenía idea de cómo eran... Lo que me tenía totalmente intrigada. Quería conocerlos pero a la vez me aterraba la idea. Pero ahora tenía que tratar de estar calmada, conociéndome, sabía que si me ponía ansiosa no iba a conciliar el sueño. Mañana... Mañana comenzaba mi aventura.
El avión había aterrizado hace unos veinte minutos, estiro un poco mis brazos mientras espero que pase mi maleta y mi carpeta de dibujos por la cinta, estar tanto tiempo en aquella silla me había ocasionado algunos dolores en el cuerpo. Mordisqueo mi labio inferior ahora si estaba más nerviosa y ansiosa que ayer.
Puedo ver aparecer mis pertenencias por lo que me estiro para tomarlas. Una vez las tengo conmigo, arrastro la maleta de rueditas hacia el control aduanero, rayos... en serio estar en un aeropuerto era toda una odisea.
El aeropuerto estaba lleno, las personas iban y venían, caminaban apresuradas y algunas corrían. Cuando llega mi turno en el control, pongo mis pertenencias sobre la cinta de rayos X y espero a que lleguen al otro lado. Finalmente los oficiales deciden que no traigo ninguna bomba en la maleta, por lo que me dejan avanzar tranquila.
Continúo mi camino, feliz de que no tendría que ver este lugar en mucho tiempo. Me aproximo a la zona donde las personas esperaban a los pasajeros que recién llegaban, yo era una de ellas por lo que mi familia británica debería estar por aquí. Había muchos carteles, con apellidos y mensajes afectuosos, no veía mi nombre por ningún lado. ¿Y si se olvidaron que llegaba hoy? O por ahí se retrasaron... ¡No podían olvidarse de su nueva hija postiza! Un fuerte golpe en uno de mis lados interrumpe mi drama, provocando que caiga al piso con todo lo que traía cargando. Levanto la mirada por una fracción de segundo, viendo como Carolina se alejaba con una sonrisa de satisfacción en su rostro. La fulmino con la mirada, pero eso no dura demasiado ya que alguien pisa mi mano. ¿Accidentalmente? Eso quería pensar.
– ¿Acaso no me ve? ¡Gracias por la ayuda!
De repente unos dedos largos y fuertes se cierran en torno a mi brazo y ayudan a levantarme. Aparto de mi rostro unos mechones de cabello, observando a la persona que había decidido ayudarme. Un chico de ojos cafés, al igual que las dulces pecas que adornaban su pálida piel.
Su mirada se queda fija en la mía, el semblante de preocupación que asaltaba su rostro poco a poco fue reemplazado por una tímida sonrisa.
– ¡Sam! –El chico suelta mi brazo y se voltea al escuchar aquel nombre. – ¡No me dejes así!
Un niño se acerca corriendo a nosotros, se le queda viendo al mayor y luego me mira a mí.
–Lo siento, solo quería ayudarla... ¿Estás bien? –Dice esta vez el tal Sam, mirándome.
– ¿Eh? Si. –Tonta, no hables en español. –Quiero decir, si.
–Eso es bueno, algunas personas no se fijan más allá de su nariz.
–Pude notarlo. –Sostengo contra mi estomago la mano que me habían pisado, solo unos segundos, antes de darme cuenta de que mis cosas aún seguían en el suelo. Me precipito a tomar mi maleta, en eso el chico mayor toma mi carpeta y me la entrega. –Gracias...
–Soy Sam, por cierto.
–Si, lo sé... Es decir, lo oí gritar tu nombre. –Digo asintiendo al más pequeño, el cual tenía el pelo de un tono jengibre y también tenía pecas por todo su rostro. –Soy Maia.
– ¿Maia? –Pregunta con curiosidad e intercambia una mirada con el más pequeño. –Por casualidad ¿Eres Maia Martínez?
Mi apellido sonó algo gracioso cuando salió de sus labios. Lo miro algo sorprendida, el más pequeño hace girar un cartel en sus manos, revelando mi nombre y apellido escritos con tinta negra de plumón y algunos garabatos, como caritas felices y una máscara de spiderman.
–No puede ser... ¡Si, soy yo! Vaya... que casualidad y yo que pensé que tendría que buscar a mi nueva familia por todo el aeropuerto. –Digo algo divertida.
–Que manera de encontrarte... –Dice el mayor riendo ligeramente, lo cual me apena y bajo un poco la mirada.
–Que embarazoso...–Murmuro.
–No es tu culpa... Oh, déjame ayudarte–Toma la maleta de entre mis manos y el pequeño se acerca a tomar mi carpeta. – Él es mi hermano Patrick.
– ¡Hola! Pero todos me dicen Paddy, también puedes hacerlo si quieres...
–Hola Paddy, claro, suena bien.
Sigo a Sam y Paddy fuera del aeropuerto hasta el estacionamiento, donde habían dejado el auto. Ayudo a Sam a guardar mis cosas en el maletero y luego subimos al vehículo. Me subo junto a Paddy en el asiento trasero, abrochando nuestros cinturones. Cuando el motor cobra vida y el auto comienza a moverse hacia la avenida, caigo en la cuenta de que ya no estaba en casa. Todo aquí era completamente desconocido y nuevo para mí. Tenía muchas cosas que descubrir en este recorrido.
La ciudad se veía bellísima, eso sí, hacia bastante calor por lo que me tuve que quitar el abrigo de hilo que traía
– Wow... Esto es hermoso. –Digo mirando por la ventanilla, las personas caminaban por la acera como otro día de rutina en sus vidas, indiferentes a que una extranjera los observaba con emoción en sus ojos.
–Y todavía no has visto nada. –Menciona Sam –Creo que te gustará pasear por Londres.
–Sí, me gustaría conocer cada lugar de aquí.
–Cerca de casa tenemos un parque gigante y también varios restaurantes. –Dice Paddy a mi lado – ¿Te gusta la comida italiana?
–Es de mis favoritas –Digo con una sonrisa en los labios.
– ¡La mía también!
–Bueno, ya tienen algo en común. Paddy estaba emocionado de que llegaras, cuando se enteró de que sería una chica la que vendría... Empezó a planear todo un itinerario de las cosas que podrían hacer.
– ¡Cállate! ¡Eso no es cierto! –Saltó el pelirrojo en su defensa. Por mi parte, sonrío divertida sin creérmelo.
– ¡Oh, sí que es cierto!
Podía oír un tono de diversión en la voz de Sam y las mejillas de Paddy comenzaron a tornarse rojizas.
– ¿Es cierto eso, Paddy? Porque si me gustaría hacer muchas cosas aquí en Londres, además de estudiar, claro. Y como no conozco la ciudad... Necesitaré que alguien me guíe y me muestre que cosas divertidas se pueden hacer por aquí.
El niño me mira por el rabillo del ojo, aún con un tono rojizo en sus mejillas.
–Bueno...-Comienza, pero Sam interviene.
–La verdad es que nunca tuvimos una chica en casa, bueno, no una que viviera con nosotros. Somos cuatro hermanos, mamá y papá. Mamá es la única mujer en casa y la idea de que se sume una chica a la convivencia, nos hizo algo de ilusión a todos.
– ¡Ya ves que tu también te emocionaste! Idiota. –Replica el menor, lo que me hace reír.
–Sí pero... –Observo que Sam trata de refugiarse en su asiento, hundiendo los hombros y mirando fijamente al frente. –Cállate, enano.
Sonrío ampliamente, no tenía idea de lo que era vivir en una familia tan grande, ni mucho menos lo que era tener hermanos. En Argentina mi familia se conformaba por mis padres y yo, una familia pequeña y la sola idea de vivir con una familia tan numerosa me llenaba de emoción. ¡Ya quiero conocer al resto!
Sam estaciona frente a una pintoresca casa blanca con detalles negros en las ventanas y la puerta. A primera vista, podía observar que el vecindario era distinto a lo que era en mi país. Las casas en si se veían distintas también, podía verse aquélla esencia inglesa.
Los chicos me ayudan con mis pertenencias y entramos a la casa. Lo primero que podía ver era la sala, la cual contaba con un enorme sofá y dos sillones individuales, frente a ellos había una mesa de café y un televisor de plasma que se suspendía en la pared. Se veía hogareño por los tonos cafés y crudos, pero a la vez moderno.
– ¡Mamá! –Grita Sam quitándome de mis pensamientos. – ¡Ya estamos aquí!
Se escuchan unos sonidos de vajilla en la cocina y luego aparece una mujer de pelo jengibre igual al de Paddy. Ahora sabía de donde provenían los tonos pelirrojos en el cabello y las pecas de los chicos.
– ¡Hola! ¡Al fin llegas! –Dice con una sonrisa antes de darme un afectuoso abrazo. –Soy Nicola, pero puedes decirme Nikki.
–Hola, señora Frost.
–Oh no, en serio prefiero que me digas Nikki... Nada muy formal.
–Está bien... Nikki. –Le dedico una sonrisa.
–¿Que tal estuvo el viaje? ¿Encontraste rápido a mis niños?
–Estuvo bien, fue la primera vez que viajé en avión y realmente estuvo muy bien. Bueno... más bien ellos me encontraron a mi...–Contesto echándoles una mirada cómplice a los chicos, los cuales me sonríen.
–Bueno, me alegra mucho escuchar eso. Debes estar cansada, voy a mostrarte tu habitación. Por aquí... Sam, cariño ¿Puedes subir la maleta por favor?
–Claro mamá.
Mientras Sam sube la maleta, le pido mi carpeta a Paddy, agradeciéndole por haberla tomado, para luego seguir a la señora Frost escaleras arriba.
Al subir las escaleras, me encuentro con un extenso pasillo.
–Aquí están casi todas las habitaciones. Ésta es la de Paddy, hicimos un par de cambios esta semana, así que Sam estará compartiendo la habitación con su hermano para que puedas tener una habitación solo para ti. –Me comenta Nikki.
–Oh... Siento eso...
–No te preocupes, estoy acostumbrado a compartir la mayoría de las cosas con mi hermano, somos gemelos.
– ¡No bromees! – ¿Gemelos? ¡Imposible!
–En serio. –Dice Sam riendo ligeramente ante mi sorpresa.
–Oh, sí. Tuve unos maravillosos gemelos. Aunque son algo dinamita cuando se juntan.
–Mamá qué impresión le das de nosotros...
–Solo digo la verdad, cariño.
Rio algo divertida por su pequeño intercambio de palabras antes de que Nikki continúe mostrándome el lugar.
–Esta es la habitación de mi hijo mayor. –Dijo señalando una puerta cerrada. –Pero ahora está de viaje, así que lo conocerás más adelante. Y esta habitación es la tuya.
Abre la puerta siguiente, revelando una habitación de paredes blancas. Contaba con una cama de plaza y media, armario, mesa de noche y algunos muebles más.
–Ponte cómoda–Continúa Nikki. –Puedes acomodar tus cosas, descansar o bajar a comer algo.
La señora Frost estaba siendo muy atenta, creo que mi estancia aquí sería agradable.
–Muchas gracias señora F-... Quiero decir, Nikki. Voy a acomodar mis cosas y seguro luego bajo. – Observo como Sam entra la maleta hasta la habitación, dejándola cerca de la cama– Gracias, Sam.
–Está bien, entonces te dejaremos para que puedas hacer tus cosas.
Tras decir aquello, ambos salen de la habitación. Antes de que cierre la puerta, logro oír la voz de Sam preguntar "¿Por qué te llama así? Pero no puedo oír el resto, solo eran murmullos indescifrables mientras se alejaban por el pasillo.
¿Cómo se suponía que la llamara? Encojo los hombros, quitándole importancia.
Me relajo por un momento, sin darme cuenta de que había estado tensa durante todo este tiempo. Supongo que era debido a que apenas era el primer día de estar con una nueva familia, aún no los conocía bien y la situación era un poco incómoda para mí. Dejo la carpeta y la mochila en el suelo antes de recostarme en la cama, mirando el techo por un segundo para luego cerrar los ojos y respirar profundamente.
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¡Hola!
Espero que les guste este tercer capitulo. Haganmelo saber en los comentarios! No se olviden de dejarme su estrellita y recuerden que pueden seguirme y agregar la historia a sus bibliotecas para que les llegue a sus notificaciones cuando suba capitulo nuevo!
¡Byeee!
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