- Claro que no... Hay algunos más, también hay sordos, mudos y mucho más, algunos de nacimiento y otros por exceso uso de sus poderes. En la universidad hay muchos más, pero en preparatoria sí somos los únicos ciegos. Si no me equivoco, hay 3 mudos, 2 ciegos y 4 sordos en preparatoria. A medida que crecemos, nuestros poderes también crecen y es más común pasar el límite en la universidad, ya que los trabajos se vuelven más numerosos y peligrosos también. Los que tienen poderes como los de Rose, son los que más pasan el límite, después los elementales como Orión, Alice y yo, psíquicos como Duncan, etc.

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-Madre mía... entonces es casi como una bomba de relojería el usar los poderes en exceso...- me quedé unos segundos en silencio y pensando algo.- Trav... ¿todos los que tienen poderes... se ven afectados cuando los usan en exceso...?

Aquella pregunta iba más por mí. No conocía cuál era el límite de mi poder, hasta dónde podía llevar mis sombras, destruir cosas o privar de la visión a alguien. Pero lo había hecho demasiadas veces sin notar algún cambio en mí. Por ello, quería saber si esa regla se ajustaba a todos nosotros o si solo ocurría con unos cuantos.

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- No todos... Hay un 2% que no tienen secuelas ni síntomas cuando usan sus poderes en exceso, pero eso es aún peor, porque los siguen usando y usando hasta que mueren. Hay una pequeña prueba para saber los límites o hasta dónde has llegado por usarlos, cuando pasas el 100%, has llegado al límite.

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Tras escuchar eso, solo me quedé en silencio. No quería exponer nada de mí que fuera preocupante y menos para alguien como Travis que ya hacía de todo por protegerme. Me detuve frente a la puerta del ala C, esperando que mi amigo supiera que habíamos llegado.

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- Bell... Si estás preocupada por saber de tus límites, sólo tienes que decírselo al personal de la enfermería... Te harán un par de pruebas muy sencillas, te aseguro que ninguna de ellas duele, te dirán hasta dónde has llegado. ¿Vale? Si quiere te puedo acompañar.

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-N-no... está bien... prefiero hacer eso por mi cuenta... ya bastante tendrás con ayudarnos con el ala C, el comité disciplinario y aprender a valerte... -abrí la puerta para que entráramos.- Ya veré eso después, hagamos de este día algo especial para todos, ¿sí?- le sonreí.

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- Iremos otro día, pero más te vale que me dejes acompañarte... O me enfado.- dijo sonriendo antes de entrar con ella al ala C.- Primero a la celda de Iván, está entre Ras y Vic.

Travis comenzó a caminar con paso seguro, después de todo  estaba en el lugar en el que llevaba ya mucho tiempo.

- Es aquí, te presento a Iván- dijo frente al cristal con semblante sereno, dejando que ella viera a un chico menudo, flaco que garabateaba un papel grande en el suelo.- Siempre intentando recordar cómo se escribe su nombre.

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-Así está... parece que lo intenta escribir en un gran papel, pero le salen garabatos... y tiembla... ¿Parkinson?- pregunté a Travis mirándolo por un momento y volviendo a mirar al chico encerrado.

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- Así es... Entre los temblores y la deficiencia cognitiva... Apenas recuerda nada de su vida anterior, nadie diría que era todo un genio.- dijo suspirando antes de abrir la celda.- Iv... Soy Travis, vengo con una amiga, queremos llevarte a un sitio divertido, ¿vienes?

El rubio hablaba despacio y con mucha calma, agachándose para no parecer amenazador, tendiéndole la mano para ver si este le respondía.

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Entré detrás de él, y por supuesto que le sonreí a Iván. Esperaba que no me tuviera miedo ni nada parecido.

-Hola, Iván. Mi nombre es Bell. Es un placer conocerte.- dije desde detrás de Travis por si acaso mi presencia le hacía reaccionar mal.

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Iván miró a Bell en cuanto esta habló, su mirada era más parecida a la de un animal salvaje. Sus ojos eran impresionantes, uno azul y el otro marrón café. La miraba fijamente, casi como si fuera a atacarla, pero un leve gruñido de Travis lo hizo reaccionar de nuevo.

- Iv... Escucha, Bell es amiga, no va a hacerte daño, mira. - el rubio alzó la mano hasta poder acariciar el pelo de Bell.- Ven, acaricia tu también, con cuidado. Bell, ahora mismo nada de movimientos bruscos, ¿si?

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-Vale...-cerré los ojos ligeramente y me dejé llevar por la mano de Travis hasta el alcance de Iván, me agaché ofreciendo mi cabeza a su mano.- ¿Mejor así...?- susurré.

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Iván acercó su mano, las caricias fueron toscas, pero suaves, sin la menor intención de hacerle daño.

- Muy bien, Iván... Ven, vamos a salir, ¿vale? Vamos a ir a un sitio bonito, tú conmigo o con Bell...- le dijo tomándolo de la mano con mucho cuidado, hasta Travis manejaba a Iván con cautela.- Ahora vamos a ir con Rosi, ¿te acuerdas de Rosi? Es buena y huele siempre bien... ¿Verdad?

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-Trav... debo ir por los demás... ¿podrás quedarte con él mientras lo hago? Espérame en la entrada del lugar... ¿Puede ser?- dije mientras también tomaba con delicadeza la otra mano de Iván para que salieran los tres juntos de la celda.

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- Claro que sí... No te preocupes, puedo con Iv y Rosi, así que no hay problema ninguno.- dijo sonriendo con mucha calma.- Oh, Con Ras ten paciencia... Mucha.

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-¿Cuándo no la he tenido?- dije con una risita al soltar la mano de Iván.- Tranquilo, estaré bien.- dije a Travis y luego miré Iván.- Espero que te guste esta sorpresa, Iván... y que lo disfrutes mucho... -le sonreí y me alejé de ellos para ir a la celda Rassel primeramente.

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Al otro lado del cristal podía verse a un chico, pelo rojo como el fuego con algunas mechas negras como la noche. Sus ojos eran de un azul profundo y sin brillo ninguno, ambas orbes colo zafiro miraban fijamente al cristal y el semblante de seriedad daban un porte imponente.

Ni siquiera pestañeaba, solo movía sus manos, bueno, solo sus pulgares, en círculos uno sobre otro.

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Aunque tenía una imagen bastante imponente, solo le sonreí y abrí la celda con tranquilidad. Entré con pasos lentos y lo miré fijamente sin dejar de sonreírle.

-Hola, Rassel. Mi nombre es Bell, soy la encargada de los estudiantes de este lugar. Estoy para ayudarlos. Es un placer conocerte.- tendí mi mano hacia él.

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Rassel no sonrió, pero si le estrechó la mano muy despacio, aún sin pestañear. Cuando su mano estuvo ya quieta y todo el cuerpo reposado, fue la primera vez que el chico pestañeó delante de Bell.

- ¿Vamos a salir? - dijo hablando con algo de dificultad, volviendo a mirarla fijamente.

Parecía moverse muy despacio, hablar también, pestañeaba cuando estaba totalmente inmóvil.

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-Así es. Debo llevarte al jardín y a los demás también. Vamos a tener un día de campo para que todos la pasen bien. Vas a poder estar afuera con las plantas a tu alrededor.- le hablé un poco más despacio para que me comprendiera mejor y lo animé a seguirme para que saliera conmigo.

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- No tienes porqué hablar despacio... Mi cerebro, al menos la parte del aprendizaje... Funciona.- dijo sin mover nada más que la boca.

No se levantó hasta que terminó de hablar, con Rassel sería un viaje silencioso puesto que, literalmente, no es capaz de hacer dos cosas a la vez.

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-No quería incomodarte.- dije sonriendo ligeramente apenada.- Vamos, salgamos.- tomé su mano para que fuera conmigo a buscar a los demás.- Ah, una cosa, Rassel. No me molesta si quieres decir algo, puedo detenerme a escucharte. Prefiero que me hables si lo deseas.

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Rassel se detuvo en seco.

- Lo haré entonces, aunque prefiero caminar hacia fuera lo antes posible...

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-¿No te importaría acompañarme solo un momento? Debo ir a por Víctor ahora. Te prometo que saldremos pronto, pero no me permiten dejarte solo. Lo siento... ya Travis se encarga de más de lo que me gustaría permitirle...

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-Travis es capaz, es irónico que él confíe tanto en ti y que tú no creas que es capaz de llevar a dos personas.

Tras decir eso, Rassel caminó en completo silencio, aún agarrando la mano de Bell con total y extrema flacidez, sin agarre fuerte, de hecho parecía estar resbalándose la mano al Rass no tener posibilidad de agarrarla y caminar a la vez.