-Sí, ¿cómo olvidarlo? Vamos entonces.- tomé su mano nuevamente y, tras despedirnos de Elenita, salimos del cementerio de camino a ese lugar que él me decía.- ¿Hacía mucho tiempo que no venías a visitarla?- pregunté con una sonrisa para no sonar triste por nada.

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- Desde que me encerraron en la celda... Ya sabes... Sin permiso para salir de la celda, me era imposible conseguir un permiso para salir de la academia.- dijo sonriendo suavemente.- Ahora podré venir todos los años... No me perderé ninguno.

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-Puedo venir contigo todos los años, si quieres. No me molestará acompañarte. Quisiera ayudarte a elegir las flores cada año. ¿Qué dices? ¿Te agrada la idea?

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- ¿Dices que vendrás incluso cuando tengas una vida fuera? ¿Cuando tengas pequeños Duncan o Bell por ahí corriendo? Vamos... No te pediría que vinieras si estás tan ocupada... Pero esta bien si me acompañas siempre que tengas un rato libre.

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-Lo haré siempre, Trav. Cada año, este día, será solo para ti y para visitar juntos a Elenita. Aunque tenga una vida fuera de la academia, una familia, lo que sea. Porque tú y yo seguiremos juntos siempre. Y vendremos juntos. Es una promesa.- entrelacé mi meñique con el suyo mientras sonreía.- Una promesa de por vida. ¿De acuerdo?

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- De acuerdo.- dije entre sonrojado y lleno de la más pura felicidad.- Oye... Quizás sea una estupidez, pero... ¿Dejarías que tus enanos me llamaran tío Travis?

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-No, no los dejaría. Será una obligación. Jijijiji... - bromeé mientras seguía caminando.- Con la condición de que frente a ellos no me digas "pequeñaja". Me quitarás toda credibilidad.

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- Jajajajaja, está bien... Delante de mis sobrinitos no te llamaré pequeñaja... Te llamaré enanita.- rió con fuerza pues sabía que se molestaría un poco.- Es broooma... Delante de ellos te llamaré hermanita o Bell...

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-¡¿Qué?!- grité mosqueada.- ¡Ni se te ocurra llamarme así!- até un hilo de mi cabello a su muñeca y luego me alejé solo un poco de él cubriendo mi cuerpo con sombras para que no me sintiera ponerme detrás de él para sorprenderlo.

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- ¿Bell? BELL... Vamos era solo una broma.- dijo Travis ahora buscándola con las manos en su alrededor.- Bell, venga, me estás asustando, no seas así....

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Di un salto sobre su espalda y me colgué de él en un abrazo mientras reía.

-Carga con el peso de la justicia... Aunque yo no pese mucho, pero bueno, algo será. Jijijiji...- le di un beso en la mejilla desde detrás y le señalé al frente.- ¡Venga, adelante!

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- Jajajaja... A la aventura.- dijo riéndose con ganas y caminando con el bastón mientras cargaba a Bell con cuidado.- A bien, no quiero que te caigas...

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Me aferré a él con más fuerza, profundizando el abrazo que me hacía colgar de él.

-¿Trav...?- dije en un tono más bajo, casi susurrando en su oído.- ¿De verdad pensaste que te había dejado solo?- pregunté tras un suspiro.

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- No... Pero sí que me estabas haciendo una broma pesada.- dijo sonriendo.- O qué te habían secuestrado... Yo que sé... Soy un hermano mayor paranoico.

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-Tranquilo, Trav, no me vas a perder... no a mí... te lo prometo... Solo quería sorprenderte... Molestarte un poco como lo hiciste tú conmigo, pero... en juego...- acurruqué levemente mi cara en su ropa.- No temas jamás... no estás solo... ya nunca lo estarás... ¿sí? Y a mí no me pasará nada... sabré cuidarme siempre...

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- Eres demasiado linda y adorable... ¿Quién sabe lo que podría pasarte?- dijo sonriendo y continuando su camino.- Además... Lo mío solo fue una pequeña broma...

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Sonreí cariñosamente y le di un muy leve pellizco en el cuello mientras reía.

-Y por eso estás pagando con el peso de la justicia. Como no fue mucho, el peso es poquito. Jijiji...

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- Jajajaja... Eres una pequeña pluma.- dijo riéndose con ganas.- Mo pesas absolutamente nada.

Tras eso, caminaron un poco más hasta llegar a la heladería.

- Tachaaaan... Aquí es donde vamos a comer algo muy rico.

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-¡¿Helado?!- me agité un poco sobre él por la alegría.- ¡Siiiii, helado! ¡Vamos, vamos! ¡Quiero entrar!- estaba muy emocionada, tanto, que me había olvidado de un pequeño detalle, se suponía que yo estaba ahí para guiar a Travis.

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- Auch... Bell... calma, espera.... Acabaremos por caernos.- dijo Travis riéndose levemente.- Peque... Tranquila... Solo dime por dónde esta la puerta...

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-¿Uhm? ¡Oh! Será mejor que me baje, lo siento.- descendí de su cuerpo apenada por mi comportamiento tan infantil y despreocupado.- V-ven, te ayudo a entrar...- tomé su mano y nos acercamos a la puerta.

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Travis supo que estaba apenada por haberse comportado así, no quería que dejara de estar alegre, solo que le dijera dónde está la puerta.

- ¡Yaaaay ! VAMOS A POR HELADO FRÍO Y DULCE YUJUUUU.- gritó a pleno pulmón aunque los que estaban cerca le miraran raro.

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Pegué un salto que casi me escondo en una sombra contra la puerta de la entrada debido al grito tan inesperado de Travis.

-P-pero... ¿qué pasa...?- dije entre confundida y a punto de echar a reír.- No sabía que te gustaba tanto el helado, Trav...- dije y por fin abrí la puerta para que entráramos.

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- No me gusta... Me encanta.- dijo él en una sonrisa comparable a la de un niño pequeño en Navidad.- Hace años que no como helado... Además, sé que te gustará por que hay de toooodo los sabores ricos que te imagines.

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-Jijijiji, Trav, calma o vas a tropezar contra algo...- decía mientras me acercaba al mostrador sorprendiéndome de la variedad de sabores que había.- P-pero... si aquí hay cosas que ni sé a qué saben...