- Estoy bien... Son de la guerra que hubo hace unos años, Travis me salvó la vida en ese entonces. Podría estar muerta en vez de herida, así que es un buen recuerdo.- dijo ella justo cuando llegaron al jardín lleno de todo tipo de flores.

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Al ver el lugar, me quedé sorprendida del colorido que había. Tantas flores, olores, colores... era toda una belleza de sitio.

-Esto es hermoso...- hechizada por esa belleza, solté la mano de Travis y fui a ver de cerca algunas de las flores que más exóticas me parecieron.- ¿Este lugar es real? Parece sacado de un sueño...

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- Jajajajaja, es mi pequeño trocito de paraíso.- dijo Lira acercándose a Bell.- Son geniales... Todas y cada una de ellas viven y respiran aquí, juntas como amigas... Son preciosas, dulces y gentiles a la vista. Las que buscáis son las campanitas de allá, y los lirios están por aquí... ¿De qué color las quieres, Travis?

- Blancas, por favor.- dijo el rubio con tranquilidad pues estaba disfrutando de los aromas.

- Blancas entonces.- dijo ella yendo a por las flores.- Cierto... Hoy hace 4 años... ¿No es así?

- Exacto...

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-Entonces, con su permiso, voy a elegirlas...- habiendo tenido desde antes la autorización de Travis, elegí las que me parecieron más hermosas para hacer un ramo bonito para él.- Lira... ¿estas... estarán bien para un ramo...?- pregunté con algo de pena al mostrarle las flores que había seleccionado.

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- Claro que sí... Son hermosas y todas están igualmente cuidadas. Tardarán en marchitarse, seguro que eso alegra a su destinataria.- dijo Lira sonriendo ampliamente y tomando las flores con la mayor de las delicadeza.

Sorprendentemente, desde que estás fueron arrancadas, otras idénticas salieron del mismo lugar exacto.

- Listas... Quedará un ramo precioso...- dijo ella yendo hacia el interior de nuevo.

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-Oh, regeneración vegetal... es muy buena...- me sorprendió que volvieran a crecer flores donde mismo había cortado las que tomé, pero eso me alegró.- Trav, Lira nos va a hacer un ramo muy lindo, ya verás que sí.- dije con alegría mientras regresaba con él y tomaba su mano con entusiasmo.- ¿Para quién son esas flores?- pregunté sonriendo.

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- Son para alguien muy especial... La verás luego, así que no seas impaciente, pequeñaja.- dijo Travis sonriendo con ternura mientras iba con ella hacia el interior de la tienda para hacer el ramo.

La combinación de las flores y el bonito y esponjoso lazo rojo era mucho más hermosa de lo que se pudiera imaginar.

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-Ha quedado muy bonito, Lira... Muchísimas gracias...- tomé el ramo en mis manos y lo puse con suavidad entre las de Travis.- Con delicadeza, Trav, mira... ¿no son lindas?- sé que no podía verlas, pero de cierta forma quería que lo hiciera con sus manos, aunque pudiera ser algo brusco con su fuerza.

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Con la mayor delicadeza que él podía tener, Travis tocó las flores y sonrió con algo de nostalgia.

- Sí que lo son...- dijo por fin.- Vamos, tenemos que irnos antes de que sea tarde.

Pagó por el ramo antes de salir de allí con Bell. Escondiendo su destino hasta que fue más que obvio, pues estaban justo a las puertas del cementerio.

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-¿Trav...?- al ver el lugar donde estábamos, toda la alegría y ánimos que tenía, se desvanecieron para dar lugar a una extrema confusión.- ¿Qué hacemos aquí...? Travis...- lo miré esperando que me respondiera a pesar de que mi tono se escuchaba tan apagado.

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- Hoy hace 4 años de la muerte de Elenita... Quería que al menos la conocieras, aunque fuera en estas circunstancias. Es que... Lo he pensado muchas veces y sé que habríais sido buenas amigas. Si no quieres entrar, puedes esperar aquí...

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-¿Qué dices, Trav? Te lo prometí, y quisiste que fuera yo quien te acompañara.- quité su mano de mi hombro y entrelacé nuestros dedos.- Si vine contigo, será hasta el final. Además, Elenita merece ser recordada por todos. Y también quiero conocerla... Vamos... dime dónde es...

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- Es en la fila 7, la décima empezando por la derecha.- dijo de memoria antes de sonreír y avanzar cuando Bell lo hizo.

Estaba sorprendentemente sereno y relajado a pesar de estar en un lugar como ese a punto de visitar la tumba de su pequeña hermanita fallecida.

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Tardé un poco en encontrarlo, pero, con la ayuda de sus instrucciones lo logré. Al leer su nombre en la piedra, Elena Maddox, me detuve frente a esta y me quedé en silencio unos segundos, luego suspiré.

-Es... es aquí, Trav...- anuncié en tono bajo.

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- Bien... Esto... Em... ¿Podrías... poner las flores en el jarrón de la lápida? Temo que se caigan si las pongo yo.- dijo llevando su mano libre a su nuca con algo de vergüenza.

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-Claro, yo lo pondré por ti.- me acerqué al jarrón y coloqué el ramo dentro con suma delicadeza.- Espero que te gusten estas flores, Elenita. Tu hermano no me había dicho que eran para ti, pero aún así escogí las mejores y más hermosas. Espero que podamos ser amigas y sigas cuidando de tu hermano estés donde estés. Te prometo que yo lo cuidaré desde aquí... - dije con una sonrisa cordial.

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- A estas alturas ya habría saltado encima de ti para que le dieras un abrazo... O se habría puesto a jugar con tus cabellos, era ese tipo de niña juguetona e inquieta.- dijo el rubio con una sonrisa dulce y amable.- Pero era tan encantadora, enérgica y alegre que era imposible quitarle los ojos de encima.

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-Me hubiera gustado mucho conocerla.- comenté mientras regresaba con él.- Pero estoy feliz de haberte conocido a ti. Y de qué confiarás en mí para que te acompañara a este lugar... Gracias por darme la oportunidad de conocer a Elenita.- lo abracé con cariño.

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- Le habrías encantado... Y ella a ti... Era y siempre será mi pequeña brujita.- dijo riendo levemente mientras abrazaba a Bell.- Bueno... Y tú eres mi pequeñaja... Ambas os parecéis bastante en el fondo.

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-Me alegro de al menos compensar un poco la compañía que era ella para ti en tu vida. Solo que sé que nunca seré ella ni lo pretendo. Pero ya sabes que cumplo mis promesas, y le prometí cuidar de ti.- aún abrazándolo, lo miré con una sonrisa.

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- Y eso me da fuerzas para seguir adelante... El simple hecho de tener a alguien con espectativas en mí, sabiendo que puedo ser mejor... Eso ya de por sí... Me hace serlo....

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Me separé de él y volví a mirar la tumba de Elenita. Suspiré y lo agarré del brazo.

-¿Quieres que te deje a solas con ella un rato? No me molestará si es así. Puedes solo levantar una mano cuando termines, estaré cerca para verte.

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- No hace falta... Ella sabe de sobra lo que me importa y que siempre será mi pequeña Elenita. Siempre se sonrojaba cuando la llamaba así... Y me pegaba diciendo que ya no era una niña...

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-De acuerdo, entonces, tú me dirás qué haremos ahora.- me aferré un poco más a su brazo mientras el viento comenzaba a soplar en una suave brisa que movía nuestros cabellos.

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- Iremos a un sitio de mis favoritos... Te va a encantar, estoy seguro de ello.- dijo sonriendo como un niño y sacando a Bell de allí.- Iremos a una calle que está por detrás del restaurante al que fuimos la otra vez... ¿Te acuerdas?