- Lee de todo... Hasta se la leído Romeo y Julieta... Lo que quieras, de veras, escoge el libro que más te llame. Poemas, aventuras o amor es lo de menos.

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-Pasaré por la biblioteca mañana entonces y le llevaré un libro de poemas. Esos me gustan mucho, espero que a él también... -terminé mi refresco y puse la lata sobre la mesa soltando un suspiro.- Gracias, Orión... estoy mucho más calmada..

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- Me alegra... Recuerda que si eres la novia de Duncan eres mi cuñada. Soy parte de tu familia y nunca dejo atrás a los míos.- dijo sonriendo y levantándose.- Vamos, tenemos que ir a ver al tonto de mi hermano... Seguro que ya está estabilizado.

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-Entonces vamos, quiero verlo ya. Por favor, vamos rápido...- aunque estaba con demasiadas ganas por ver a Duncan, hice lo posible porque mi súplica a Orión no sonara tan desesperada como mi corazón.

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- Despéjate... Calma y respira.- dijo tomando los hombros de Bell.- No tienes culpa de nada y Duncan está en buenas manos... Es mi hermano, yo también quiero que esté bien...

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-L-lo siento... tienes razón... -suspiré profundamente.- Está bien... me calmo...

Cuando estuve algo más tranquila, salí de la cafetería con Orión y me mantuve callada todo el trayecto hasta que estuvimos frente a la puerta de la enfermería. Tomé aire y abrí la puerta buscando a Duncan con la mirada solo de entrar.

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- Ya te dije que te calmaras... parece que se te van a salir los ojos, Bell.- dijo Orión dándole un leve toquecito en la frente a su joven cuñada.- Duncan está al fondo, detrás de las cortinas en una cápsula de aire... Es como un minibunker... Podría caérsele la academia encima y no le pasaría nada.

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-Oh, Dios...- miré a Orión apretando los labios y luego comencé a caminar lentamente hacia el fondo de la enfermería.

Corrí la cortina encontrándome con aquella cápsula en la que se encontraba mi ser más amado y querido. Me acerqué y cubrí mi boca con mis manos.

-Dudú... Dios mío... ¿qué te hice...?- susurré aguantando las lágrimas.

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-No llores... Recuerda que él, aún estando así, podría incluso saber que estamos y cómo estamos. Tú no tienes la culpa de esto... Así que, por favor, no llores... A no ser que quieras verme llorar a mí.

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Ahogué mis lágrimas y me obligué a sonreír para no hacer que se sintiera mal.

-Espero que te recuperes pronto, Dudú... por favor... haz lo posible por despertar... sé que tuvimos una discusión... pero no te odio... eso me es imposible... te amo, y te amaré siempre... Así que, recupérate pronto... para que vuelvas a mi lado...

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- Te seré sincero, Bell... El coma autoinducido es su mecanismo de defensa de emergencia. Es como reiniciar un ordenador a la fuerza para que no acabe explotando... Así funciona su cabeza. Te aseguro que esté como esté, se pondrá bien.

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-Eso espero, Orión... -suspiré.- Eso espero...- dejé un beso en la cápsula, en la parte más cercana al rostro de Duncan, lo que hubiera dado por besar sus labios una vez más antes de que esto pasara.

Luego solo me volteé y le sonreí a Orión con tristeza. No dije nada más, y esperaba que él no me pidiera decir nada más.

-Buenas noches y gracias por todo, Orión...- dije antes de hacerme una sombra y salir de allí.

Pero no fui a mi habitación, sino que aparecí en la de Travis haciendo un leve ruido al materializarme cubierta de mis sombras y tropezando con la silla de su escritorio.

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- Mmm... ¿Quién diablos...?¿Bell? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- preguntó el rubio preocupado por tener ahí a Bell a esas horas tan inusuales.- Ven, pequeña... Ven.

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Me levanté del suelo casi a rastras y fui directo a abrazarlo con fuerza. Ya no lloraba, no importaba si lo hacía, no cambiaría nada. Pero al menos quería sentir el calor de los brazos de alguien cercano.

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Travis la abrazó con suavidad, meciéndola aún sin saber qué diablos pasaba, pero lo primero era calmarla y consolarla con mucha suavidad.

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Pasados unos segundos de estar entre sus brazos, me logré calmar un poco. Me quedé sentada en su regazo estando en silencio. Agradecía que me diera mi tiempo para procesar todo.

-Duncan colapsó... está en coma... por algo que le dije... - comencé a decir lentamente para explicarle lo que había sucedido.

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- Sea lo que sea, seguro que sentías que le decías lo que debías... Tranquila, estoy más que seguro que no fue culpa tuya, todos cometemos algún errorcito de vez en cuando.

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-Tuve mucho miedo, Trav... Creí... que se me iba de las manos... que lo perdería... Incluso... no dejo de tener en mi mente esa imagen de él dentro de esa cápsula... -apreté mis puños.- Que impotencia siento... nunca la había sentido tanto... como ahora...

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-Pequeña Bell, los humanos aprendemos de los errores. Seguro que algo así no volverá a pasar mientras estés con él... De eso estoy seguro.- dijo el rubio acurrucando un poco más a Bell mientras la enredaba un poco con una manta.

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-No volverá a suceder... no soy capaz de hacerlo pasar por algo así por muy enojada que esté por lo que haya hecho...- me hice un ovillo entre las mantas y los brazos de Travis, quería que me hiciera sentir fuera de este mundo por un rato.- ¿Puedo quedarme a dormir aquí hoy...?

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- Claro que sí, pequeña... Tranquila, no me iré en ningún momento.- dijo acariciando su pelo y mejillas.- Duncan estará bien, es demasiado duro como para no salir de esta...

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-Gracias, Trav...- solté un suspiro y cerré los ojos dejándome llevar por las caricias que me daba.- Perdona que haya venido aquí sin avisar... sobre todo porque sé que aún te cuesta recuperarte de las pastillas... pero no tenía en la mente a quién más acudir...

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- Shhh... No pasa nada, me hace feliz que hayas venido aquí, me gusta cuando estás conmigo.- dijo meciendo un poco a Bell, como si fuera una bebé.- Venga, intenta descansar un poco, no me voy a separar de ti.

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Asentí un par de veces y me dejé dormir entre sus brazos y concentrándome en su respiración ligeramente agitada para distraerme. Aunque la noche no la pasé tan bien, me había angustiado tanto por la situación que estaba exhausta.

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Travis se quedó en todo momento cuidando el sueño de Bell, sin dormirse en ningún momento, acariciando su cabello y abrazándola para darle seguridad.