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- Jamás te negaría algo como eso... Y menos aún cuando ya eres dueña de algo a lo que deseas acercarte.- dije con ternura mientras mi mano se alzaba a tocar su rostro para confirmar lo que ya sabía.- Creo que este ha sido un punto para mí... Estas muy sonrojada.
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-¿C-cómo no estarlo... ante palabras tan dulces...?- dije con dificultad debido a lo nerviosa que estaba.- M-me ibas a mostrar algo más... ¿no es así...?
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- Así es... Hay un sitio más al que me gustaría llevarte, uno que creo que te va a gustar incluso más que el jardín de los elementales de tierra.- dije sonriendo de una forma un tanto misteriosa.- Además, creo que te va a sorprender.
La llevé por algunos atajos hasta una zona algo alejada de la academia y de cualquier edificio. Un pequeño invernadero de cristal translúcido que no dejaba ver nada desde fuera, pero dentro era realmente genial. La luz entraba por todas partes, flores de todos los tamaños, colores, formas y aromas crecían en ese lugar.
- Este es el invernadero de Orión... Aunque no lo parezca, él solo cuida de todo este lugar.
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Cuando Duncan me hizo entrar en ese lugar, casi me sentí entrar en una dimensión mágica. Tantos colores, olores y luz por todas partes, era demasiado bello todo.
Con suavidad, me separé de la mano de Duncan y fui hacia cada arbusto o maceta de flores para verlas de cerca. Era fantasioso ver tales bellezas florecidas de una forma tan bien cuidada.
-Este lugar es demasiado hermoso hasta para creer que existe...
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- Lo sé... Lo he visto a través de los ojos de Orión muchas veces y aún así, cada vez me sorprendo más... Siempre ha tenido afán por estas cosas aunque no le gusta reconocerlo. Es tan perfeccionista y cuidadoso que parece mentira que sea tan borde. Y tampoco es raro que se le den bien las plantas, es un elemental de agua después de todo.
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-Hasta el perfume es delicioso... -dije mirando cómo los rayos de luz hacían que fuera visible el polen en el aire.- Me gustaría traer a Travis aquí alguna vez... estoy segura de que le gustarán mucho los diferentes aromas que hay aquí...- comenté mientras seguía recorriendo el lugar y mirando las flores de cerca.
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- Puedes traerle cuando quieras... Aunque muy pocos saben que este lugar existe, nunca ha estado cerrado al público, lo único que suele pedirse es que no alteren las flores ni rompan nada. Sería una pena después de todo el trabajo que supone cuidarlas.
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-No pasará nada, lo prometo. Estoy más que segura que a Travis le gustará este lugar y lo cuidará mucho. Para él también será hermoso, lo conozco, le gustan mis rosas, este lugar le encantará.- dije con una sonrisa emocionada.- Dudú... gracias por traerme... -le dije con ternura.
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- No sabes lo que me alegra que te guste este lugar... Es otro de los lugares en los que paso el tiempo cuando necesito pensar un poco.- dije sonriendo con amor y dulzura.- Me gusta sentir tu felicidad en sitios como este.
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-A mí me gusta mucho compartir tu felicidad...- fui con él y lo abracé con cariño.- Solo espero que no necesites venir tanto porque te sientas mal... sino todo lo contrario...- le besé en la mejilla.
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- No he dicho que sea siempre porque me siento mal... A veces es para pensar en el buen sentido de la palabra.- dije riéndome suavemente.- Incluso a veces vengo solo para echar una pequeña siesta.
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-Dormir aquí debe ser fabuloso... quizás me escape de vez en cuando para hacerlo. No estaría mal que fuera contigo de compañía...- propuse con una risita divertida y una pícara mirada.
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- Mmm... Eso suena demasiado bien... Dormir aquí contigo tiene que ser ya el colmo de la buena vida.- dije sonriendo felizmente, esperando que mi sonrisa fuera tan tierna como me sentía en este momento.
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-Lo haremos algún día, lo prometo...- noté que las luces comenzaban a decaer, estaba anocheciendo y sería el momento en el que me arriesgaría a un fuerte encuentro.- Dudú... regresemos... quiero llevarte a hablar con alguien...
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- Está bien... Sabes que siempre iré a donde desees llevarme.- dije muy suavemente, sonriendo y tendiendo mi mano.- Vamos...
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Solté un largo suspiro y luego tomé su mano. Esperaba que, por la hora, Travis ya hubiera tomado sus pastillas. Salí del invernadero con su compañía y dirigí nuestros pasos por la academia hacia la última zona de los dormitorios de los chicos. Esperaba que Travis estuviera en su habitación y sobre todo... bien.
-Hemos llegado...- dije sin haberle dado indicaciones de dónde estábamos.
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- ¿No vamos a entrar? Sé que estamos en las habitaciones de los chicos, Belly.- dije suspirando muy levemente antes de sonreír.- Rl olor es inconfundible...
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-Pues... quería saber si ya se había tomado sus pastillas antes... pero, sí, vamos a entrar...- toqué la puerta un par de veces esperando que Travis me diera permiso de entrar suponiendo que no pudiera abrir él.
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- Entra, Bell... Duncan también puede entrar.- dijo una voz forzosa desde dentro que nada parecía tener que ver con la de Travis... Aunque sí era él.
Se encontraba estirado en la cama y apenas en fuerzas como para levantarse o sentarse. Esas pastillas son mucho más que aterradoras cuando nunca se han tomado a tiempo.
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Abrí la puerta y lo encontré en ese estado, lo que hizo que mi corazón casi se rompiera en pedazos. Me acerqué a la cama y ubiqué a Duncan para que ocupara una silla cerca, luego me senté yo en el borde de la cama.
-Trav... ¿cómo te sientes...?- pregunté mientras pasaba un pañuelo por su frente con suma delicadeza.- Venimos por algo importante... y, perdona que sea ahora... pero considero que lo debes saber...
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- Claro... Tranquila, al menos estoy consciente, algo es algo... Espero que pronto se acabe todo esto del retroceso de las pastillas.- dijo el rubio con calma mientras se dejaba atender por Bell.- ¿Qué es lo que tengo que saber? Sea lo que sea escucharé...
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-No es de mí de quien debes escucharlo... es de Duncan... - posé mi mano sobre la del pelinegro.- Por favor, Dudú... Díselo ahora... Yo estoy aquí... Lo que sea que pase, tiene derecho a saberlo...
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Suspiré pesadamente, ni siquiera sabía si yo mismo estaba preparado y fuera como fuese, nada cambiarían lo que hice... Pero, que diablos... Venga, vamos a confesar.
- Travis... Cuando, tu hermana murió... Yo...- dije notando perfectamente cómo la cama del otro lado crujía al él estar tenso.- Yo era el encargado de activar los explosivos... Incluyendo el que más cerca estaba de ti y de tu hermana. Te lo digo de corazón, Travis, lo siento muchísimo.
Él permaneció callado, con un perfil bajo y serio... Casi tenebroso. Estaba tenso, si hubiera tenido fuerzas suficientes, estoy seguro de que yo ya estaría volando por la ventana en dirección al suelo.
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Tomé la mano de Travis, estaba muy nervioso y era más que notable, pero esperaba que incluso en ese estado no se le ocurriera hacer una locura.
-Trav, calma... por favor... Escúchalo... Se está disculpando... Trav, por favor... tienes que calmarte...- dije preocupada por su estado.
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- Tranquila, Bell... No voy a hacer ninguna burrada.- dijo Travis suspirando profundamente.- Duncan... No voy a perdonarte... Tenía 7 años... Solo 7.
- Lo sé... Sé que no tiene perdón lo que hice. Lo siento mucho, te juro que lo siento en el alma.- dije agachando la cabeza, pues no sabía qué más hacer.
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