-¡Travis!- traté de mantenerlo lo más quieto posible o sabía que podía hacerse daño.- Por favor... aguanta un poco... sé que puedes... resiste...

Tuve que sostenerlo incluso con mis cabellos para que se mantuviera en aquella posición. Por suerte y como estaba tan cerca, no le haría daño debido a la degradación.

-Travis... habla conmigo... así desviarás tu atención del dolor... Vamos... cuéntame de tu hermanita... ¿qué era lo que más te gustaba hacer con ella?

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- Duele, Bell... Duele demasiado... Aquí.- dijo tocándose justo en un costado, el primer golpe que le habían dado tres años atrás justo después de enloquecer.- Duele como... Como una costilla rota...

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-Ouh... es muy posible... pero debes ser fuerte... yo estoy contigo... vamos... puedes aguantarlo...- mi voz casi se rompe, pero me mantuve lo más firme que pude.- Todo lo que te ha ocurrido en tres años te irá doliendo ahora poco a poco... incluso... lo que pasó esta mañana...

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El siguiente estallido de dolor dejó a Travis sin posibilidad de habla, apenas podía mantenerse el lujo de respirar entre un dolor y otro.

Costillas rotas, manos destrozadas, cortes, huesos, cristales, puñaladas... Todo le dolía... Hasta que se detuvieron los gritos, horas después.

Travis no podía más, su respiración seguía siendo acelerada, el cuerpo de Travis estaba ardiendo... Se acababa de quedar sin conocimiento alguno... Desmayado por el dolor que había pasado en las últimas 4 horas.

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Cuando se detuvo de entre tanto movimiento y gritos, fui corriendo al baño y mojé una toalla para refrescar su cuerpo. La puse en su nuca y pasé una de sus esquinas por su frente para secarle el sudor.

Habían sido horas tortuosas, pero a pesar de todo, él las había soportado por mí. Solo por mi petición de que saliera y se comportara bien. Estaba orgullosa y a la vez me sentía culpable.

-¿Travis...?- dije suavemente y con un tono bajo mientras acariciaba con delicadeza su cabello y lo separaba de su empapado rostro.- Travis... ¿estás bien...?

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Travis no contestaría, no podía ni aunque quisiera... Su mente estaba agotada de tanta tortura, sus oídos tiesos de tanto daño al gritar y su cuerpo sin energías para mover un simple dedo siquiera. Ahora lo único que podía hacer era dormir como un bebé para tener al menos las energías necesarias para ir al día de campo con sus amigos y compañeros.

Fuera de la habitación estaba un Orión preocupado, no por Bell, aunque también... Sino más que nada por Travis y por las píldoras que este se había tomado... Sabiendo cuánto duelen al principio todos los que le habían oído estaban tensos.

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Estaba demasiado preocupada por Travis como para aceptar el irme y dejarlo solo en esa habitación. De alguna forma, sentía que alguien nos vigilaba, no quería pensar que fuera alguno de los chicos que molestaban a Travis.

Me puse en pie lentamente y opaqué el sonido de mis pasos con mis sombras mientras me acercaba a la puerta. Había una presencia, sentía muy difuminadamente que tenía una sombra. Abrí la puerta de golpe dispuesta a encarar a quien fuera.

-¡¿Orión?!- dije sorprendida al verlo a él, realmente, no me lo esperaba.- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Acaso viniste por Travis...?- de solo decir su nombre, volteé a mirarlo una vez más con expresión preocupada.

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- Shhh, Bell... Cálmate.- dijo el albino entrando en la habitación y casi arrastrando a Bell con él.- Solo vengo a ver como está, después de todo, sé cuánto duelen esas pastillas de las narices. Si lo quieres poner de otra forma, estoy preocupado.

Orión se acercó a Travis sin pausa y sin remordimiento. Sin pensarlo, llevó dos dedos al cuello del rubio por unos segundos.

- El ritmo cardíaco es normal, solo está inconsciente. Sí que es más fuerte de lo que parece. Mañana por la mañana estará bien, aunque algo entumecido, por la noche volverá a tener unas horas moviditas.

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-¿Otra vez...? -mi expresión al mirar a Travis solo era de dolor y angustia.

Tomé su mano lenta y suavemente, y la apreté con tanto cariño como pude. Luego miré a Orión siendo más que evidente mi miedo y preocupación en mi mirada.

-No quiero dejarlo solo e inconsciente... Si le pasa algo malo... no me lo perdonaría... Yo lo llevé a esto... no lo quiero abandonar en un momento así...

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- Ve a descansar, Bell, eres quien hizo posible la salida al campo... Yo me quedo con Travis, ¿vale? No lo voy a dejar solo.- dijo sonriendo muy levemente mientras le daba unas palmaditas en la cabeza.- Tengo experiencia tratando con ciegos, tranquila... Puedo con una anguila.

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Apreté los labios cuando me dijo aquello. Había tenido un día largo y también estaba cansada, pero mi preocupación por Travis era tanta que no lo notaba.

-Está bien... por favor... si pasa algo... llámame, por mínimo que sea... -tras decir esto, aparté con delicadeza los rubios cabellos de Travis y le dejé un beso en la mejilla como despedida.- Que descanses, Trav... te veo en la mañana...

Me dirigí a la puerta tras sonreírle a Orión como agradecimiento, pero me detuve antes de salir.

-¿Sabes, Orión? Eres un gran presidente del comité disciplinario. Siempre se puede contar contigo para todo y das mucha confianza a los demás. Tu padre debería estar orgulloso de ti.- le dije sin dejar de sonreír.

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- Gracias, Bell, ve y descansa relajada... Si pasa algo, serás la primera en saberlo. Ahora vete o mañana tendremos una zombie en el jardín.

Antes de que Bell saliera de la estancia, el albino la detuvo un segundo.

- Y Bell, no menciones a mi padre... Por favor.- dijo con cortesía antes de sentarse en una silla cercana esperando a que Travis volviera en sí.

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-Ouh...- miré al suelo arrepentida de mis palabras y solo pude soltar un susurro antes de salir.- Lo siento...

Ni siquiera le di tiempo a responderme o decir algo más. Yo ya estaba afuera y de camino a mi habitación. Aún estaba nerviosa y asustada, me costaría dormirme si me mantenía preocupada por Travis. Ojalá durmiera con Duncan, eso me ayudaría a sentirme mejor. Pero... ¿entonces es por eso que mis pasos fueron a su habitación en vez de a la mía?

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- ¿Belly?- dije desde dentro de la habitación esperando que me escuchara.- Entra, estoy despierto y vestido, no te preocupes... Aunque esta cerrado, ¿puedes entrar por debajo?

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-S-si...- tras decir eso, solo me metí en su habitación como una sombra y me materialicé junto a su cama.- Perdona que te moleste ahora... sé que dije que... me iría a dormir... luego de dejar a Travis, pero... uhm... Dudú... ¿puedo dormir contigo esta noche...?

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- ¿Co... Conmigo? ¿Dices... Juntos? ¿En la misma cama? No es que me moleste, además, así puedo asegurarme de que descansas bien...

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Me puse completamente colorada, pero sí, era eso lo que quería, solo que no tenía el valor de decirlo de frente.

-Solo... sé que dormiré mejor si es... en tu compañía... por favor... ¿puedo...?- susurré apenada.

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- Claro que sí... Ven, Belly.- dije más tiernamente, ya que en mi interior deseaba totalmente dormir junto a ella.- Venga, ya es bastante tarde, y Orión no está, así que no tendremos nadie que nos moleste.

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Me acerqué a su cama con movimientos lentos y algo tímida. Subí a su cama y me acurruqué suavemente con él entre las mantas.

-Orión se quedó cuidando de Travis por mí... Él también estaba preocupado... y quería que yo estuviera descansada para mañana... pero creo que estoy tan nerviosa y preocupada... que no podré dormir tranquila... por eso... quería dormir contigo... me das... paz en el corazón...

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- Entonces deja que haga mi trabajo dándote paz.- dije abrazándola y besando su pelo.

Acariciaba su espalda muy suavemente y me mecía con ella en un movimiento muy suave y rítmico.

- Todo estará bien, Travis es fuerte y Orión tiene bastante experiencia.

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-Quiero confiar en eso... Y bueno... perdona que haya venido sin avisar... ni siquiera me di cuenta que estaba viniendo cuando me percaté que estaba frente a tu puerta... incluso no te quería despertar... No sabía qué iba a hacer si estabas durmiendo...

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- Ya... Estaba despierto de casualidad... Me había quedado leyendo un poco, así que no pasa nada.- dije acurrucándola en mi un poco más.- Te quiero, te quiero mucho, Belly.

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-Yo también te quiero mucho, Dudú... gracias por complacerme en esto, aunque sea un poco egoísta que te lo pida tan de repente...- sonreí al sentir tanto por sentir su calor como por ser capaz de escuchar hasta los latidos de su corazón, así de cerca estábamos.

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- Está bien ser un poco egoísta de vez en cuando... Además, a mí no me molesta para nada... Me gusta mucho.- dije sonriendo y besándola por todos los pequeños rincones de su dulce rostro.- Solo relájate, mi amor...

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Solté un largo suspiro y me dejé llevar por sus palabras y caricias hasta relajarme por completo. Sentir su calor, su aroma y su voz, me hicieron caer lentamente en un profundo sueño hasta no poder más.