17
-Me recuerda mucho a cómo era Travis al principio...- y era cierto, Travis era uno de los más problemáticos del ala C, y aún así, fue el que primero logró recuperarse.- ¿Hace cuánto está Álvaro aquí?
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- 3 años... En el ala M... Antes estaba en el ala C, en la cual estuvo otros 3. En total lleva 6 años en una celda, nadie sabe qué hacer con él... Porque a pesar de que ahora le ves quieto y callado... Muerde, araña y no tiene ni una sola pizca de control.
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-Ya veo... ¿Cómo los alimentan a todos?- pregunté acercándome al cristal por la parte más cercana a donde estaba el muchacho y poniendo mi mano sobre este para llamar su atención, quería que me mirara a los ojos, quería ver en su alma.
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- A los que tienen problemas de vista los alimentamos personalmente o los guiamos quedándonos con ellos. A los demás se les da la comida y se les deja solos para que coman como gusten. A Álvaro le damos la comida por esta pequeña trampilla, equipados con guantes y pinzas.
Álvaro miró hacia el cristal y seguidamente a los ojos de Bell, estos ojos no tenían luz ni nada que se le pareciera, parecían ojos vacíos... Muertos... Que se clavaba como dagas en los de ella.
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Solté un suspiro y le sonreí con ternura a Álvaro. Esa mirada era intimidante, es cierto, pero más miedo me daba la mirada de Travis aquella vez me creyó en peligro por culpa del conductor ebrio.
-Entiendo... Entonces ya tengo todo lo que necesito.- regresé donde el mayor y le sonreí ampliamente.- Superior Hermes, ¿podría darme un tiempo para seguir trabajando en el mejoramiento de los estudiantes del ala C? Prometo que también vendré a supervisar algunos tratamientos por aquí. Tiene a más de un estudiante con quien me gustaría intercambiar palabras.
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- Por supuesto... Aunque quisiera pedirte que esperes un momento... Quisiera que le regreses la carta a Orión junto a una respuesta por mi parte... Por supuesto, también te daré un pase para que puedas venir cada vez que lo requieras... Siempre con compañía, por supuesto.
- Y antes de irnos, deberías ir a la sala negra... Es algo que nadie de aquí te explicará... Muy pocos saben de ella, pero es el lugar donde todos acabaremos tarde o temprano.- dijo Alice, quien ya había terminado su visita... Aunque ahora lucía un pequeño hematoma en el hombro.- Espero que nos deje visitarla.
- Claro, es algo que ella debe saber si pretende salvar a los de las alas conflictivas... Permítanme acompañarlas.- dijo Hermes antes de mirar a su sucesor.- Ve a pedir la comida y a los voluntarios... Que todos cumplan y como siempre, supervisa que nadie salga herido, ni voluntarios ni alumnos.
- Si, señor.
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Cuando Hermes dio la orden y su sucesor se fue a cumplirla, lo seguí junto con Alice estando confundida de a dónde nos dirigíamos.
-Alice... ¿y ese golpe...? ¿Qué sucedió...?- pregunté en un susurro para que no me escuchara el superior.
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- Oh, Jamal a veces se emociona demasiado, jejejeje... No es nada, solo fue un pequeño golpecito, para dentro de un rato estará completamente curado. Es mejor que te centres, lo que vas a ver ahora es un lugar en el que posiblemente veas a Duncan, a mí y a Orión algún día.
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-¿Qué?- sus palabras me asustaron bastante.- ¿Qué es ese lugar, Alice?
La sala negra, solo su nombre me daba mala impresión. Y que Alice me dijera esas últimas palabras me hizo sentirme más intrigada y a la vez temerosa.
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Llegaron allí, una puerta negra y ornamentada se ceñía al marco y a la pared de una forma tan robusta e imponente que nadie creería que dentro hubiera algo tan triste en vez de aterrador.
Hermes abrió la puerta con cuidado, no hacía falta decir que esta no hizo ni el más mínimo ruido al abrirse.
Una vez dentro, la luz era tenue, pero suficiente. Numerosas camillas aparecían en el campo de visión, muchas de ellas ocupadas con estudiantes jóvenes y otras tantas con adultos que deberían estar en plena actividad laboral. Todos tenían máscaras de oxígeno, vías intravenosas y goteros como en un hospital.
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-¡Dios mío...!- llevé mis manos a mi boca por la impresión.- ¿Qué les ocurre? ¿Por qué están así...?
Cuando mi mente se liberó de la imagen frente a mí, recordé las palabras de Alice y me preocupé aún más. Ella había dicho que tanto ella como Orión y Duncan terminarían allí en algún momento.
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- En esto es en lo que acaba el abuso de poder. Aquí terminan todos los que abusan de sus habilidades y siguen y siguen usándolos. Los que sobrepasan su límite acaban acortando su vida y aquí acaban... Al borde de la muerte en una sala casi oscura. Son sus parientes cercanos los que deciden cuándo acabar con ellos... Las dos filas del fondo son los que tienen hijos.
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Me dio un escalofrío tan fuerte que me tuve que abrazar a mí misma por reflejo. Las condiciones de aquellos pacientes era bastante crítica en algunos y la idea de que esperaran su fin ahí solo me hacía pensar en Duncan y las tantas veces que lo han obligado a usar su poder.
Temblando, me arrodillé en el suelo soltando algunas lágrimas y hablando por lo bajo.
-No... esto no puede ser el final para ellos... para todos nosotros... no puede ser... tiene que... haber una salida... una esperanza... sea cual sea...
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Alice se arrodilló al lado de Bell con mucha calma y la abrazó con cariño infinito.
- Tranquila, Bell... Todos ellos vivieron una vida, mejor o peor, pero tuvieron la oportunidad de vivirla. Yo sé que puedo acabar aquí en cualquier momento, pero vivo, río y corro por todos lados... Duncan y Orión también lo saben... ¿Tú les ves preocupados por ello?
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Negué con la cabeza, pues no me sentía capaz de responder con mis propias palabras. Levanté la mirada y volví a ver detenidamente a aquellos pacientes. Me había calmado un poco gracias a Alice, pero mis ojos seguían llorando. No quería ese final para ninguno de mis amigos ni los chicos del ala C o M. Tendría que trabajar duro con ellos si el reloj ya estaba en la cuenta regresiva.
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- Bell... Deja que te cuente algunas cosas... ¿Sí? - dijo Hermes ayudándola a levantarse.
La llevó hasta el fondo del pasillo entre las camillas.
- Este hombre tiene 30 años... Vivió una buena vida, tranquila y relajada... Encontró una empresa que requería de sus poderes y se integró perfectamente en esta sociedad podrida... Tiene dos hijas preciosas de 3 y 6 años, una esposa que lo ama... Lleva aquí 1 año y te aseguro que no se arrepiente de nada. En el sótano de esta universidad, aquellos que tienen una inteligencia y memoria por encima de lo normal, trabajan en algo que pueda contrarrestar el efecto que tienen ellos. Tratan de que vuelvan a una vida normal, que no deje a nadie atrás. Te aseguro que un día lo conseguiremos... Devolveremos a estas personas a su vida, sea como sea.
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Miré a Hermes con gran admiración, no esperaba que me dijera eso cuando creí que él mismo consideraba que una vida con poderes, era una vida perdida. Le sonreí, aún con mi rostro lleno de lágrimas y no pude evitar darle un cariñoso abrazo.
-Gracias por decirme eso, Superior Hermes... Me hace creer... que no me estoy esforzando en vano... Prometo que trabajaré tan duro como ellos... y hasta usted puede contar con mi ayuda cuando sea si la necesita...
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- Gracias, Bell... Como te dije, esto no es un juego para mí... Puede que la sociedad nos rechace o que crean que somos amenazas... Pero tenemos que demostrar que podemos... Yo no me doy por vencido.
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-Entonces yo tampoco lo haré. No había sabido la magnitud de lo que hacía para los del ala C, hasta ahora. Así que me esforzaré por ellos, por los del ala M y por ustedes también. Si el mundo entero les da la espalda, yo seguiré aquí para darles al menos el poco apoyo que mi persona pueda dar... espero que eso baste un poquito...
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- Cualquier apoyo basta... Ellos solo necesitas una persona que les de eso mismo... Algo en que creer.
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-Entonces lo tendrán...- me separé de él y lo miré a esos blancos ojos que ahora ya no me miraban de forma tan intimidante.- Y también lo tendrá usted, superior Hermes.- le sonreí tiernamente.- ¿Sabe? Solo considero que una persona en el mundo tiene los ojos más bellos, pero los suyos también tienen su belleza.- le dije en susurro.
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- Y supongo que esa belleza que me roba el puesto es la de tu mentor y novio... Duncan, segundo de preparatoria, poderes al 270%, pasado su límite a los 12 años en la instalación militar de Santa Marta
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-¿Qué...? ¿Cómo sabe todo eso...?- lo que más me asustaba de ese conocimiento de él era ese tan elevado por ciento del uso de los poderes de Duncan, yo ni siquiera sabía en qué por ciento estaban los míos.
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- Los datos de todos los que sobrepasan sus límites están a mano de los presidentes de sección... Orión y yo. Por supuesto yo también estoy en esa lista... Y él también.
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Tragué saliva y solté un suspiro. Obvio que no le preguntaría en cuál porcentaje me encontraba. Eso no lo quería saber de él.
-Entiendo... Está bien... en unos días vendré entonces... Mientras... hagan lo posible por mantenerlos vivos... y darles esperanza...- dije en señal de despedida y llamé a Duncan en mi mente.- ¿Dudú? En unos minutos estoy de regreso. ¿Qué hay de ti?
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