- Mi lugar favorito... Esa es una pregunta complicada.- dije pensativo.- Podría decir que uno de ellos es la piscina, estoy demasiado acostumbrado al agua... Otro es la azotea en los días soleados o las noches sin viento.

Todo lugares extremadamente silenciosos y tranquilos. Demasiado tranquilos, a los que siempre iba solo cuando necesitaba pensar.

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-Me gusta la azotea. Mirar el cielo nocturno es hermoso... ¡Oh! ¡Lo siento, Dudú!- detuve mis palabras al darme cuenta de la insinuación que había hecho, aunque tampoco me molestaba mucho si él quería usar mis ojos para ello.

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- Tranquila... Entonces iremos a la azotea, solos tú y yo... Sin nada ni nadie que nos interrumpa.- dije sonriendo ampliamente antes de tomarla de la mano con extremo cuidado.- Espero que Alice empiece rápido con su discurso... Aunque creo que está por comenzar.

Lo sabía porque mi oído estaba mejorando a paso rápido, pronto estaría completamente bien.

- El vicepresidente dará paso primero a la milicia, después a Alice.- dije suspirando.- Parece que tendré que escuchar al idiota del comandante.

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-Entonces, será mejor que estés presente. Ellos no se preguntarán por mí, pero tú ya eres alguien importante en este mundo. Debes estar ahí para demostrar que no te importa ni su presencia ni su opinión sobre ti.

Con aquellas palabras de aliento, lo volví a tomar de la mano y regresamos a la multitud justo cuando se dio un llamado de atención para que comenzaran los discursos de la noche.

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- Allá vamos... A ver qué idioteces nos cuenta.- dije en voz baja.

El vicepresidente dio una leve entrada a los discursos y pronto ya estaba llamando al comandante.

- Buenas noches, damas, caballeros, dignatarios extranjeros.- comenzó.- Me enorgullece decirles que gracias a la ayuda y colaboración de estas personas con habilidades extraordinarias hemos logrado ganar peleas que jamás habíamos imaginado. La extensa solidaridad de los jóvenes de la academia es infinita y nadie duda que algún día sean, entre otras muchas cosas, nuestros protectores, compañeros y conciudadanos a los que no temeremos ni trataremos de forma distinta.

- Ojalá la mitad de las palabras que dice no fueran mentira. Ese hombre que ves ahí es el mismo que hizo que sobrepasara mi límite en medio de una guerra en Vietnam.- dije en un susurro al oído de Bell.

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Me sorprendí y miré de reojo a Duncan mientras prestaba cierta atención a aquel hombre.

-Si no es cierto lo que dice, ¿por qué nadie lo desmiente? ¿O por qué necesita decir mentiras? ¿Acaso nadie sabe que los usa como soldados en vez de esa supuesta armonía entre humanos y nosotros?- también susurré a su oído.

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- En primer lugar, Belly, nosotros también somos humanos, raros, pero humanos.- dije sonriendo.- Y segundo, el presidente le tiene atado en corto... No lo desmiente porque sería malo para la reputación del país. No queremos que nadie sepa que tenemos armas de destrucción masiva.

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-Como Rose o Alice...- suspiré con desgano.- Vaya... supongo que la política es muy complicada... pero... yo quisiera que todo lo que él dijo fuera verdad algún día...- cuando dije eso, no sé por qué me vino la imagen de Travis, tanto así deseaba que saliera del ala C.

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- Y lo será... Orión y yo nos aseguraremos de ello a cualquier precio.- dije serio.- Es nuestro sueño desde que lo imaginamos hace unos años... Un mundo en el que Alice pueda ser bombera, Rose enfermera y yo... ¿Quién sabe? Quizás psicólogo.

Minutos después, Alice subía en su flamante vestido... Al menos así la imagino sabiendo cuánto le gustan... Hasta la tarima.

- Buenas noches a todos. Aunque la mayoría ya me conocéis, soy Alice, una de esa personas con habilidades.- dijo provocando algunas risitas entre el público.- Sé que es difícil de imaginar, pero colaboro con el departamento de bomberos, aquí presente también que está mi capitán. Desde que me uní, hemos logrado reducir las bajas en incendios y derrumbes hasta en un 80% en personas mayores y en un 100% en personas jóvenes y niños.

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Miré a Alice con un brillo de orgullo. Ella siempre tan viva, sonriente y brillante, su luz era aún más intensa al hablar de sus logros aún cuando los presentes intentaban abuchearla con sus risas tan fuera de lugar.

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- Ella es el mejor ejemplo de superación... Tener un poder destructivo y aprovecharlo para salvar vidas. Alice es todo lo que queremos en este mundo, amable, positiva y sincera.- dije sonriendo de medio lado.- Si quieres a alguien que jamás te mentirá, ahí la tienes.

- No solo ayudamos en incendios, también podemos ofrecer tratamientos psicológicos, sanación física e incluso rescate marítimo. Gracias a nuestras habilidades, tenemos un sinfín de posibilidades.- seguía Alice defendiendo a todos nosotros.- Tengo el orgullo de afirmar que estamos intentando reinsertar a los alumnos más confusos de la academia y de asumir parte de la responsabilidad de los actos de todos nosotros, ya sean malos o buenos. Queremos ayudaros, pero tampoco podemos obligaros a aceptar nuestra ayuda, no somos ningunos monstruos, somos personas. Y quizás vuestros hijos, hijas, sobrinos o nietos... Nacidos o por nacer, sean como nosotros, así que desde ya os digo que no tenéis que tenerles miedo. Mis habilidades son fuego, invocación, manipulación de la tecnología, visión nocturna.... ¿Y qué? ¿Pensáis que voy a incendiar vuestras casas y colegios? No... Me dedico a salvar vidas, a proteger vuestros recuerdos y familias. Si nos tratáis como bichos, seremos bichos... Si rechazais nuestra ayuda, nosotros rechazaremos dárosla y eso, algún día, en un incendio, dejará de ser problema mío. Somos leales, humanos y tranquilos... Pero no idiotas, sabemos dónde se nos quiere y a quien debemos ayudar.

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-Que directa...- comenté ante aquel discurso.

Era inspirador, pero a la vez aterrador. Era como una especie de amenaza para los que no son como nosotros a tratarnos bien o verían las desventajas de no tenernos a su lado. ¿Acaso ya se habían acostumbrado tanto a vivir con la ayuda de nuestros poderes que no pueden existir sin ellos?

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- Alice siempre es directa... Siempre es así.- dije sonriendo ampliamente.- Deja las cosas claras y las cartas sobre la mesa. Y lo que dice tiene mucho sentido, imagina que alguien te hace daño y después me pide ayuda... Yo jamás le ayudaría después de saber que te ha hecho algo, lo mataría o lo torturaría hasta que le dieran por loco.

- Mis días nunca han sido vacaciones, vosotros, las personas normales me han hecho muchísimo daño. Aún así, aquí me encuentro, suplicando que me dejéis ayudaros, que nos dejéis ayudaros. Nosotros somos una ayuda, no somos magos, brujas o personas que deban estar en un circo. Sé que soy capaz de matar, sé que puedo hacer daño... Pero no quiero hacerlo, tengo 16 años y he salvado a más de 2.000 personas de todas las edades. Muchos ni siquiera se atreven a mirarme a la cara, a decirme gracias, los más pequeños viven con miedo a ser como nosotros y los padres a que alguien como yo salvé a sus hijos... Y aun así les salvo la vida.