-No estoy cansada, no te preocupes, pero si lo estás tú, te dejaré dormir tranquilo.- le di un beso en la mejilla.- Dulces sueños, Duncan...- dije acercándome a su oído, por si mi susurro no era audible para él.

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- Buenas noches, Bell.- Dije sonriendo y soltando muy suavemente su mano haciéndome el dormido con calma.

Estaba más que acostumbrado a hacer el dormido de la forma más creíble posible, sobre todo porque para mí, es más que normal que me confundan siempre que me recuesto.

En ese momento, un estruendo sonó en toda la academia, uno que incluso hizo que Duncan abriera los ojos, esos ojos que siempre permanecían cerrados, dejando ver el pálido color de sus pupilas prácticamente inexistentes. Alice apareció en la habitación.

-Tranquilos, Orión fue a comprobar, no hay ningún desperfecto así que no sabemos qué pudo ser.

- ¿Ala C? - pregunté rápidamente.

- No, parece ser que fue de otro sitio... Si fuera del ala C, ya habría gritos y peleas.

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Me asusté ante aquel sonido, y más cuando la reacción de Duncan fue tan llamativa. Al ver a Alice, me asusté más aún.

-¿Podemos ir a ayudar? Haré lo posible por ser útil pase lo que pase.- dije con firmeza y apretando aun la mano de Duncan.

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- No hay nada en lo que ayudar... Todo está bien, parece que solo fue un terremoto cerca de aquí.- dijo Alice de forma bastante convincente.- No hay daños en primera instancia, venía a ver si vosotros dos estábais bien.

- Estamos bien, Alice, dile a Orión que asegure el ala C y que ponga lo de siempre.

- Eso ya lo está haciendo... Todos están en sus habitaciones y durmiendo.- dijo la mayor antes de irse de nuevo a seguir preguntando.

- Parece que dice la verdad, todos están bien y no hay daños ni humanos ni materiales por el momento.

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-¿A qué se referían con... "lo de siempre"?- cuando mencionaron el ala C, me era imposible no pensar en los que allí estaban.

No es que fuera amiga de todos ellos, pero ya sentía que hasta los que nunca habían hablado conmigo eran como amigos porque ya los conocía de alguna forma.

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- Cuando pasan cosas sin que hayan daños los del ala C tienden a ponerse algo nerviosos... Por eso siempre les ponemos música cuando ocurren incidentes que no tienen relación con ellos. Eso es lo de siempre.- expliqué al notar su curiosidad y por supuesto al escuchar su pregunta.

No era necesario que se preocupara y quería que lo entendiera aquí y ahora. Si no hay daños por lo general sólo se hace una investigación de lo ocurrido y se cierra el tema.

- Los terremotos a veces pasan... Solo tenemos que evaluar daños y calmar a los más propensos a la tensión.

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-Entiendo... supongo que no puedes ni tener un sueño tranquilo aquí... -reí levemente y le acaricié los cabellos de la frente.- ¿Lo intentarás de todas formas?

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- Claro que sí... Estoy seguro de que seré capaz de dormir bien.- dije sonriendo de forma jovial, como si con ese gesto que ella tuvo al acariciarme, me volviera un niño.- Pero tú también debes descansar... Por favor...

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-Iré a prepararle la cena a Travis. Se la daré y luego descansaré. Lo prometo.

Esperaba que comprendiera que ese era un deber que tenía que cumplir. Sobre todo, uno que él mismo me había otorgado.

-Me iré entonces. Que tengas dulces sueños, Duncan...

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- Espero que descanses bien, Bell.- dije sonriendo y dejándola marchar.

En mi pecho solo podía sentir alivio de verla bien, de saber que estaba bien. Sabía que estaba tranquila y feliz, así que no tenía nada de lo que preocuparme.

Solo quedé dormido en un casi perfecto sueño...

En el ala C, Travis estaba inconsciente en medio de su habitación, encogido como un niño triste. Algo de sangre salía de sus manos y los muebles estaban hechos un desastre, el único mueble que quedaba realmente en pie, era la cama.

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Cuando llegué a la celda de Travis y vi todo ese desastre, entré lo más rápido que pude y yendo con él.

-¡Travis! ¡Travis! ¡¿Qué ocurrió?! ¡Travis, despierta, por favor!- lo agitaba por los hombros para lograr hacerlo reaccionar.

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Travis despertó, aunque su cara no era la mejor de todas y su humor empeoró aún más al notar ese olor que se le hacía tan desagradable e insoportable en ese momento, el olor de Duncan sobre ella.

- Ah... Viniste.- dijo sin más, consciente del horrible aspecto que debía tener y el desastre que había causado en su habitación.- Tienes que llamar para que arreglen la pared.

Señaló al lado en el que las celdas acababan y solo había un gran muro blanco de un material que ni él era capaz de atravesar. En dicha pared había un hueco bastante profundo y rodeado de sangre, por supuesto... Causado por el rubio.

- Me dejé llevar un poco...

Su voz no tenía emoción alguna, más bien parecía que hablaba como un muerto viviente, sin ganas de nada... Intentando no enloquecer delante de ella por ese tufo horripilante a Duncan.

- Y será mejor que hoy te vayas pronto... Mañana tienes una cena... ¿No?

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Lo miré confundida y con gran preocupación. Negué repetidas veces mientras sostenía su brazo para ayudarlo a incorporarse.

-No, Travis... dime qué ocurrió, por favor... tus manos... espera, te voy a curar... estás muy lastimado, y pierdes sangre...- busqué entre los restos que había dejado allí el botiquín que usaban los celadores.

Con mucha calma y lentitud, limpié sus heridas y lo fui curando y vendando. Me quedaría allí hasta que me dijera lo que le había pasado.

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- Tienes que irte... No estoy tan tranquilo como parezco... Con un movimiento podría arrancarte la cabeza y no quiero hacerlo...- dijo serio y con la mirada más perdida de lo normal.- No me obligues a hacerte tener miedo de mí, me da igual la sangre o lo que sea... Vete, por favor.

Se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo por no hacer nada que pudiera dañarla.

- Y no vuelvas oliendo a él.