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✬ 7 ✬

Ese de verdad no era el día de Torunn.

Había sido lanzada y golpeada repetidas veces en la anterior prueba por un robot gigante y ahora estaba arrinconada por un maldito lobo hecho de sombras conjurado por su prima. Al menos la espada frenaba los dientes de la bestia.

― Rosalie, no debemos pelear entre nosotras.

― «Prueba uno completada. Felicidades Rosalie L. y Torunn T.S» ―se escuchó la voz de Friday luego de la leve alama. Todo pareció paralizarse, incluso el lobo que la estaba atacando dejo de moverse―. «Inicio de la prueba dos. Derroten a su enemigo antes de que acabe el tiempo para avanzar. Mucha suerte.»

No es cierto, pensó Torunn antes de que la risa de su prima hiciera que el lobo que tenía encima volviera a intentar morderle.

― Esperaba más de la princesa de Nuevo Asgard ―comentó la pelinegra, chasqueando los dedos para que los demás lobos se acercaran.

Torunn estaba muy ocupada intentando que no le desgarraran la garganta para frenar el ataque de los demás canes de sombras, es por ello que los dientes cortaron la piel que alcanzaban, desde sus piernas hasta sus brazos, mientras el principal lobo aún estaba sobre ella.

No importaba si los pateaba, no desistían y Rosalie sólo se reía de su sufrimiento.

Ya le estaban colmando la paciencia, y sentía como su propio enojo se transformaba en energía. Sin saber cómo, gritó de rabia y al mismo tiempo liberó su propia energía mágica en una explosión que deshizo a sus múltiples atacantes.

Se levantó de inmediato, a pesar de que las heridas en sus piernas le escocían. Se puso en guardia al mismo instante en que Rosalie recuperaba la compostura, quizás le había derribado tras su leve explosión de magia, pero eso no importaba.

― No quiero luchar contra ti, prima. ―A pesar de sus palabras, levantó la espada―. Detente.

― Esto no se trata de lo que quieras, sino de lo que nos ordenen. ―Con un ágil movimiento de dedos algo empezó a formarse desde las chispas verdosas―. Tú, siendo la niña buena que eres, ya deberías saberlo.

Apenas notó el ágil movimiento en su muñeca cuando lanzó la daga de energía directo a su cabeza. Torunn la logró esquivar apenas, quizás hasta cortó algunas hebras de su cabello al atravesarlo. Sin embargo, al prepararse para otro ataque, algo la volvió a derribar. Afortunadamente no soltó la espada y pudo volver a usarla para frenar los dientes del nuevo lobo de sombras que Rosalie volvió a invocar.

― Es demasiado fácil engañarte ―se burló la hija de Loki.

― Deja tus juegos de una vez. ―Vio de reojo como un reloj holográfico en la pared descontaba desde el cuatro, se les agotaba el tiempo, pero aún no sabía que tenían que hacer y dudaba que fuera atacar a otro candidato―. Esto es serio, Rosalie.

Su prima rio ante sus palabras, a ella no le importaba nada de eso, y por ello no entendía que hacía allí.

Antes de pensar en una forma para quitarse al lobo de encima, y poder golpear a su prima, escuchó el grito de Rosalie. Alarmada reaccionó por instinto, golpeando al lobo en el hocico para tener la oportunidad de atravesarlo con la espada y que se esfumara finalmente.

Al levantarse, tan rápido como se lo permitían las heridas, vio que había una serpiente robótica acorralando a Rosalie, sin importar que esta estuviera lanzando hechizo tras hechizo para alejarla. Era como si repeliera la mismísima magia.

Torunn se apoyó en su espada por un momento, viendo la escena.
Podría dejarla... Sacudió la cabeza ¿En qué estoy pensando?

Se movió en dirección hacia ella y la máquina. Era sorprendente como el material con el que estuviera hecha la serpiente repelía la energía, pero cuando estuvo a punto de saltar sobre Rosalie, Torunn clavó la espada en el cuerpo mecánico impidiendo así que atacara a la otra muchacha.

No obstante, la atención del robot se centró en ella, pero cuando se volvió para atacar a Torunn, la rubia cortó la cabeza con una de sus dagas. El cuerpo cayó sin más movimientos y al mismo instante una puerta se abrió mientras la voz de Friday les decía que habían completado la prueba.

Rosalie saltó alegremente para dirigirse hacia la salida, sin mirar a Torunn ni decirle nada. La hija de Thor rodó los ojos, mientras guardaba la daga de nuevo en su bota y tomaba su espada. Susurró un 'de nada' para sí misma al convertir la espada en un cinturón.

En cuanto salió de la habitación, se encontró con su padre, cruzado de brazos y con una expresión bastante molesta. Torunn pensó que era por su deplorable estado, después de todo, tenía mordidas y rasguños en brazos y piernas, todas por culpa de Rosalie. Pero la mirada del Thor no estaba en ella sino en su prima, supuso que el regaño sería para ella.

― Torunn.

La rubia se volvió de inmediato, viendo a un muchacho rubio y de ojos azules acercándose con bastante molestia a ellos. Sólo por el sorprendente parecido que tenía con su padre supo quién era, y eso en verdad la sorprendió pues llevaba muchísimo tiempo sin saber de su medio hermano.

― ¿Ethan? ―preguntó a su vez Torunn, aún sin poder creérselo.

― ¡Rosalie! ―exclamó la hija de Loki, señalándose con cierta burla―. ¿Nadie se acuerda de Rosalie?

Ambos la mandaron a callar, haciendo que chasqueara la lengua con desprecio y se alejara de los hijos de Thor.

― La princesa de Nuevo Asgard no debería estar aquí ―aseguró Ethan, provocando que Torunn cerrará los puños por el enojo.

Quería golpearlo de verdad, odiaba que la llamaran princesa para degradarla de la forma en la que pretendía Ethan, pero no iba a rebajarse a su nivel por más que eso quisiera él.

― Tú siendo mitad humano no deberías estar aquí ―contraatacó la rubia menor.

Rosalie exclamó un «uhhhh» para burlarse, mientras Ethan se acercaba más a Torunn, aunque claro que él era más alto que ella, no se inmuto. Justo como la hija de Thor esperaba, el mayor formó su espada de hielo, y la Diosa ya estaba sacando su cinturón para convertirlo en su propia espada y frenar el ataque. Thor intentó detenerlos.

― Déjalos, tío Thor ―pidió Rosalie, saltando a su lado como niña pequeña―. Quiero ver quién gana. El bastardo o la princesa.

Ethan se volvió hacia ella, difuminando a su prima con la mirada.

― ¿Me acabas de llamar bastardo?

― Y a mí princesa ―le recordó Torunn, volviendo a atraer su atención―. Nos dijo lo que somos. ¿Por qué te molestas?

Junto con un grito el mayor de los hijos de Thor arremetió contra ella. Torunn usó su espada para frenar el ataque, quedando en una lucha por ver quién se retiraba primero. Aunque el arma de su medio hermano estuviera hecha con agua congelada por magia no opuso suficiente resistencia contra el acero asgardiano y fue él quien tuvo que retirarse, únicamente para volver a atacar.

― ¡Malcriada! ―le gritó Ethan, en medio de su ira.

― ¡Indigno!

― ¡Atraviésense de una vez! —exclamó Rosalie, cruzándose de brazos, impaciente.

La joven Diosa logró burlar uno de los ataques de su hermano y le golpeó la mano con la parte no filosa de su arma para hacerlo soltar la espada cristalina, con el mismo impulso la arrojó lejos de ellos. Estaba preparada para dar el golpe final hasta que una explosión de energía eléctrica hizo que se aleja.

― Dije que se detengan ―ordenó Thor, mientras volvía a la normalidad después de haber liberado aquella descarga―. Y no los alientes, Rosalie.

La hija de Loki rio burlona como siempre y retrocedió sin querer meterse en el problema. Torunn esperó paciente mientras Thor miraba primero a Ethan y después a ella, ambos agitados por el resiente combate.

― No quiero que se vuelvan a atacar. Son hermanos.

― ¡Medio hermanos! ―objetaron ambos al mismo tiempo y se miraron con odio sólo por eso.

Ethan se adelantó, pisando el suelo con fuerza para llamar la atención de su padre y señalando directamente a la rubia menor. Un gesto infantil, según Torunn.

― Dejaste a mamá por ella.

― Tu madre fue echada de Asgard ―intervino la joven Diosa―, igual que tú.

― ¡Torunn! ―reprendió Thor, con todas las intenciones de darle una descarga.

La joven se encogió, quizás había ido demasiado lejos con aquel comentario.

― ¿Cómo puedes ser tú la futura reina? ―Ethan se le acercó otra vez, con toda la intención de intimidarla, ella le encaró sin expresión―. Mírate. Ni siquiera pudiste derrotar a Rosalie sin salir herida.

Torunn gruñó. Era cierto que estaba hecha un asco por las mordidas, pero no tenía el derecho de echárselo a la cara.

― La prueba era para trabajar juntos ―se defendió, incapaz de ignorarlo―, que ella me atacara sin razón no tiene nada que ver con mi futuro en Nuevo Asgard.

― Tiene razón ―se metió Rosalie, sin importar que ambos hermanos la miraran con cierto desagrado―. No quería lastimarme, a diferencia de ti, que se ve que si luchaste de verdad con tu adversario.

Torunn arqueó una ceja, antes de que la Diosa de las Travesuras señalara más allá de Ethan. Allí estaba el rey T'Challa, pero se quedó con la boca abierta al ver a Azari con el labio roto, una herida en el hombro y varios cortes en el pecho.

― Le heriste... ―susurró la rubia, sin despegar la vista de su amigo moreno.

Aferró con mayor fuerza la espada antes de blandirla contra Ethan, aunque él intentó frenar el ataque con su poder, lo único que logró fue hacer un leve escudo de magia que lo protegió del corte, pero no del impulso, por lo que terminó siendo arrojado contra la pared.

Torunn iba a avanzar contra él, pero su padre intervino arrebatándole la espada como si fuera un simple juguete.

― ¡Hirió a Azari! ―fue lo primero que pensó la joven Diosa para defenderse ante la mirada iracunda de Thor.

― ¡Si vuelves a atacar a tu hermano, haré que vuelvas a Nuevo Asgard!

La joven retrocedió como si le hubieran golpeado, porque que su propio padre le dijera eso dolía más que cualquier herida en batalla, ni siquiera se atrevió a corregir que era su medio hermano.

― Y la amenaza va para ti también, Ethan. ―Esa vez fue el turno de él para retroceder, dolido―. Otra discusión así y volverás con Jane. ―Rosalie se burló de ambos cuando bajaron la mirada y Thor se volvió hacia ella―. Para ti también, te mandare con tu padre si causas algún problema.

Ninguno de los tres dijo algo más, temerosos por la ira del actual rey de Nuevo Asgard. Torunn únicamente quería su espada devuelta para irse de una vez por todas, pero en cuanto Thor lo noto le aseguró que le daría su arma cuando viera que se llevaba bien con su hermano.

La rubia intentó no fruncir el ceño, aquello no pasaría nunca, no recuperaría jamás su espada.

― Vayan a la enfermería ―intervino el rey T'Challa, viendo que ya no habría otra discusión entre los asgardianos―, la doctora Cho les ayudara a sanar sus heridas.

Thor asintió ante la orden de su amigo y Ethan fue el primero en caminar después de deshacer su espada de hielo para irse por el pasillo que había indicado. Azari le hizo una señal para que Torunn fuera la siguiente, aunque ella quería hablar con su padre ya le había dejado muy claro que no cambiaría de opinión, así que simplemente se fue.

― ¿Estás bien? ―le preguntó Torunn a Azari, cuando se alejaron lo suficiente de sus respectivos padres.

― No fue tu hermano ―aseguró el moreno, sorprendiendo a la joven Diosa―. Los robots que enfrente me hicieron esto. ―El hijo de T'Challa negó para sí mismo, pensando―. Si no fuera por él hubiera terminado peor en la última prueba.

La rubia se golpeó la frente, había atacado a Ethan pensando que había sido culpa de él y por eso ya no tenía su espada. Lo único que le daba seguridad era aquella arma y ya no estaba.

― Soy una tonta ―susurró contra su mano, sentía los ojos arder por las lágrimas que amenazaban con derramarse.

― ¿Y ahora es que te das cuenta? ―Rosalie apareció de la nada, tan repentinamente que hasta Azari saltó del susto. Cuando la Diosa de las Travesuras rio por su reacción se dirigió a su prima―. ¿No nos presentas?

Torunn suspiró, frotándose un ojo para disimular la lágrima de impotencia que se había escapado con la sorpresa.

― Rosalie, él es Azari, un amigo. Azari, ella es Rosalie, mi prima.

― ¿Loki tuvo una hija? ―fue lo primero que preguntó el moreno, sorprendido.

― La mejor de sus hijos ―exclamó la pelinegra, engreída.

El heredero de Wakanda arqueó una ceja, y Torunn simplemente se limitó a suspirar, para ese momento ya estaban en la puerta de la enfermería y la doctora Helen Cho atendía el leve golpe que había quedado en Ethan cuando Torunn lo arrojó contra la pared. Su medio hermano la miró con odio al pasar.

― Te lo explico después ―le susurró la menor de los hijos de Thor a Azari.

Se sentó a esperar para ser atendida, agradeciendo internamente que el moreno no siguiera hablándole pues no creía ser capaz de decir algo sin que se le quebrara la voz.

No sólo le habían quitado el último regalo que le había dado su abuelo Odín, también había perdido la oportunidad de llevarse bien con su medio hermano.

Porque sabía que ninguno de los dos iba a olvidar aquella discusión, y presentía que ambos eran lo suficientemente rencorosos y orgullosos como hacer las paces.

⛈️ ⛈️ ⛈️

― ¿Algo sobre los robots? ―quiso saber Steve Rogers.

― Aún nada ―respondió Wanda Maximoff, se le notaba lo inquieta que estaba―. Stark no logra detectar quién se metió en el sistema.

― Al menos ya parecen estar funcionando mejor con la limpieza que se hizo en su programación ―intervino Vision, atravesando la pared para entrar a la habitación. Por un segundo los mellizos Fury pensaron que los verían, pero tuvieron suerte―. Aunque haya algunos que no están respondiendo bien.

― Al menos parece que las pruebas están avanzando bastante bien ―observó Clint Barton, sin dejar de mirar la pantalla del ordenador, parecía que estaba leyendo informes. Michael se imaginaba que eran los resultados de la prueba―. ¿Cómo va la mini-cuernitos?

― ¿Rosalie? ―Clint asintió ante la pregunta de Hope, mientras ésta se volvía para ver múltiples pantallas al fondo de la habitación―. Sorprendentemente había hecho un gran trabajo en la primera prueba. Ya completó la segunda, pero fue gracias a Torunn.

― Utiliza magia oscura ―irrumpió Stephen Strange, frunciendo el ceño―. Es peligrosa.

― Todos estos jóvenes son peligrosos ―señaló Pietro Maximoff, concentrado en una tableta―. ¿No viste lo que hizo la hija de Thor? Fue grandioso, pero peligroso. De allí la idea de este proyecto.

― Creí que era por la amenaza ―comentó Bruce Banner, haciendo que todos se volvieran incómodos hacia él.

Lo sabía, pensó Michael mirando a su hermana, quien lo imitó. Ambos lo habían estado sospechando desde un principio, existía una potencial amenaza que les ocultaron todo el tiempo y las caras de preocupación de los Vengadores eran una confirmación de ello.

Aunque sólo por estar buscando a su padre habían terminado en aquella sala de control, o lo que fuera ese lugar lleno de computadoras y sistemas de análisis. No se arrepentían de haberse escondido en uno de los estrechos pasajes con cables y ventilación para espiar lo que ocurría.

La verdad era que ambos mellizos esperaban enterarse sobre las pruebas, ya que ellos habían escogido algunos ejercicios para iniciar el Proyecto A.H y lo que habían anunciado en el auditorio no formaba parte de los planes que había preparado su padre, pero ninguno de los dos esperaba encontrarse con los superhéroes encargados de la Academia, y que estuvieran hablando de lo que llevaban sospechando desde un principio era un premio doble.

― No creo que sea un buen lugar para hablar de eso ―intervino Natasha Romanoff, antes de que alguno pudiera comentar algo más sobre 'la amenaza'.

La pelirroja dejó una tableta sobre la computadora y de inmediato empezó a cargar los archivos. Entrecerrando los ojos Michael pudo notar la similitud que tenían los datos con los que estaba leyendo Clint en otra computadora, sin duda debían ser datos de las pruebas.

Con el comentario de la Viuda Negra los demás parecieron relajarse lo suficiente para seguir con lo que sea que estuvieran haciendo en las múltiples computadoras.
Ambos hermanos esperaban que todos los adultos tomaran pronto un descanso y así ellos pudieran salir para curiosear un poco y llegar al fondo de tanto secreto.

― Y ya que estamos con esto de los jóvenes... ―siguió diciendo Natasha, aunque les pareció extraño que la habían perdido de su campo de visión.

Michael se acercó más a la diminuta rendija por donde estaban observando a los superhéroes, intentando localizar a la pelirroja, pero sin ningún aviso previo perdió estabilidad y término en el suelo de la mismísima habitación que habían estado observando. Lo mismo le paso a Madison.

Ambos hijos de Fury levantaron la mirada tras escuchar el leve sonido de las pisadas a su alrededor, claro que la imagen de Natasha frente a ellos era mucho más alarmante que los demás Vengadores. Se levantaron de un salto.

― Hola ―saludó Michael, soltando una risita nerviosa en el proceso.

― ¿Cómo entraron? ―inquirió la Viuda Negra, difuminándolos con sus ojos esmeraldas.

― ¿Nos creen si decimos que nos perdimos?

Michael quería matar a su hermana por tal tontería. Romanoff arqueó una ceja, incrédula como esperaba el chico. Y cuando Steve apareció detrás de Natasha, ambos jóvenes Fury retrocedieron, pensando lo peor.


― No, esperen.

Tanto Madison como Michael se quejaron como si le hubieran dado un golpe a cada uno, porque esa voz no significaba nada bueno para ellos. Su postura firme decayó de inmediato al ver aparecer a Maria Hill desde el rincón más alejado de la habitación, ninguno sabía que estuviera allí y usualmente estarían felices de verla, pero su ceño fruncido por el enojo les decía que no estaban en la situación correcta.

― Yo me ocupo de estos pequeños ―declaró la agente castaña, cruzándose de brazos.

― ¿Son tus hijos? ―inquirió el Capitán América, claramente extrañado.

― No. Mis hijos murieron cuando eran pequeños. ―Steve estaba asombrado, pero como todos los que estaban allí se abstuvo de comentarios―. Ellos son de Fury.

― Hola, tía Maria ―saludó Madison, siendo incapaz de quedarse callada ante tanto silencio incómodo.

― Podemos explicártelo...

La verdad era que Michael no tenía ninguna excusa para ella, así que agradeció internamente a que lo callara y los tomara de las muñecas para sacarlos de allí.

Madison no se atrevió a levantar la mirada, pero Michael si miró atrás para saber si aún eran el centro de atención de los superhéroes. No sabía que estaba esperando, ya que todos se habían vuelto a sus respectivos trabajos, excepto Steve que abrazaba a Natasha dulcemente antes de darle un beso en la mejilla. No entendía el porqué de la muestra de cariño tan fuera de lugar, pero ya no pudo ver nada porque Hill ya los había sacado de la habitación y la puerta se cerró automáticamente.

Ya en el pasillo desolado, la mujer los soltó y cuando se volvió, colocando sus manos en la cadera, ambos hermanos le sonrieron apenados.

― No deben estar aquí ―empezó con el sermón, los mellizos se encogieron―. Son estudiantes, no más agentes ni encargados del proyecto.

― ¿Quién dijo eso? ―exclamó Madison, bastante ofendida. Michael le golpeó levemente con el codo para callarla, pero lo ignoró―. Siempre hemos sido fieles a S.H.I.E.L.D. Somos dos de sus mejores agentes.

― No es cierto.

Los tres se sobresaltaron, aunque la agente Hill no estuviera en problemas. Nick Fury los había tomado por sorpresa a todos. Apareció de la mismísima nada y no se veía contento.

― Vuelve, Maria ―pidió el director―. Escogerán a los próximos.

La agente asintió y dándoles una última mirada de reproche, volvió a la habitación pasando una tarjeta de seguridad por el escáner para abrir la puerta. Michael tomaría nota sobre eso en la lista de lo que necesitaban para volver.

Fury padre se aclaró la garganta para llamar su atención. Ahora que se daba cuenta su 'policía bueno' se había ido y sólo quedaba su padre frente a ellos. Les dio la oportunidad de hablar primero.

― Nos están desplazando ―exclamó Madison, como ya era costumbre en su pequeña familia, ella hablaba primero―. No puedes sacarnos del proyecto.

― Las pruebas. Ingresar a candidatos que no habíamos revisado. Y acabamos de escuchar que la hija de Loki está en la Academia ―siguió Michael, mucho más calmado y respetuoso que su hermana―. El mismo Loki que ataco a Nueva York hace años y que está encerrado en Nuevo Asgard en estos momentos por sus crímenes.

― ¿Te das cuenta que eso puede ponernos en peligro a todos?

― Ustedes nunca estuvieron encargados de este proyecto. Que me ayudaran con los archivos fue únicamente porque me llevaba el trabajo a casa. ―Madison intentó intervenir en el regaño de su padre, pero sabían las reglas; si hablaban primero, después tenían que escuchar―. Son estudiantes ahora, porque lo pidieron. Así que basta de meterse en todo esto.

― Pero papá...

― Nada de peros. Querían ingresar, ya lo hicieron. Compórtense como alumnos, y no aparenten ser adultos si no saben en lo que se están metiendo. ―Madison se adelantó de nuevo, pero Nick levantó la mano para detenerla―. Esperen a que las pruebas terminen, ya les aclararemos todo.

Antes de que su hermana dijera algo de lo que se arrepintiera después, Michael tomó la delantera, prometió que no se meterían en más problemas y despidiéndose de su padre empujó a Madison por el pasillo para alejarse lo más rápido que pudiera.

Con el carácter tan explosivo de su hermana habría sido mejor correr, pero incluso sin mirar atrás sentía que su padre aún los observaba, al menos hasta que el largo pasillo se desviaba a la derecha para volver al ala de habitaciones.

― Debimos decirle sobre Samantha, Mike. O sobre los planes de Harold. ―Michael mando a callar a su hermana sutilmente, sabía que el pasillo estaba repleto de cámaras, quizás también hubiera micrófonos, pero ella siguió igual, en susurros esa vez―. Nos habría escuchado.

― No lo habría hecho, Mac.

Le dolía admitir aquello, no obstante tenían que ser realistas. Nicholas Fury era un gran padre cuando no estaba ocupado con su trabajo, el problema era que él vivía en su trabajo, y por más que ambos hermanos hubieran intentado seguir sus pasos, él no les permitía involucrarse en muchas cosas. Como en ese momento, ya era normal que algo estaba pasando y no se los decía.

― Está ocultando algo.

― ¿Cuál es el plan?

― No tengo idea. ―Michael lo pensó por un segundo―. ¿Qué amenaza puede asustar a papá de esa forma?

Madison se detuvo abruptamente, tomándolo de la muñeca para que también frenara y se volvió hacia él con una mueca de terror puro.

― ¿Thanos?

― No digas tonterías. Lo derrotaron hace años.

El ceño fruncido de Michael, hizo que Madison dejara de exagerar.

― ¿Los inhumanos? ¿O algún mutante? ¿Qué tal Hydra?

― Es ridículo ―negó el muchacho, empezando a caminar otra vez―. Ninguno ha sido una amenaza antes y Hydra se desmanteló incluso antes de que naciéramos.

― ¿Y si quedaron partes?

― No podemos probarlo. No estando aquí.

Siguieron caminando, para ese momento ya estaban en la sala de descanso del primer edificio y había bastantes estudiantes pasando el rato. Aunque ninguno tuvo interés en ellos, Michael se sintió incómodo, no le gustaba estar tan expuesto.

― Podemos infiltrarnos en el sistema, intentar resolver esto ―continuó Madison, bajando la voz aún más.

― No creo que debamos hacerlo solos.

― Ni papá, ni la tía Maria nos ayudaran. Tampoco el tío Coulson y su equipo.

― ¿Y qué tal los más cercanos a los Vengadores? ―Ya se estaban dirigiendo al segundo edificio, y Madison puso la mirada más enfadada que podía colocar―. Vi que te estabas llevando bien con Torunn.

Era una excusa pobre, pero podía funcionar para convencerla. A diferencia de él, Madison estaba desesperada por tener amigos de su edad. Ya a Michael no le importaba nada de eso, para él lo importante era el proyecto y S.H.I.E.L.D, pero su hermana aún insistía en ser sociable, incluso cuando ellos habían pasado la mayor parte de su vida sin amistades debido a su complicada vida.

― ¿Se te olvida Francis? ―le recordó ella, molesta de verdad. Michael reprimió una mueca, pequeño detalle―. No voy a pedirle ayuda. No después de lo que nos hizo en los cuarteles de S.H.I.E.L.D.

― No tenemos opción. Parecen ser los más correctos de todos los que están aquí.

Se detuvo en la bifurcación del pasillo, un lado iba hacia los dormitorios de las chicas, el otro al de los chicos.

― Bien ―aceptó a regañadientes―. Pero no seré yo la que hable.

Giró sobre sus talones y se encamino, aún molesta, hacia las habitaciones de chicos. Michael la siguió pues le parecía buena idea empezar a buscarlos allí, ya que para ese momento James ya debía haber regresado para desempacar, sabiendo que dos de sus amigos estaban en las pruebas.

Quizás con los jóvenes Vengadores resolverían lo que les estaban ocultando. Sólo tenían que convencerlos de ayudarlos.

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