✬ 15 ✬
— Ya deja de caminar, por favor —le pidió Altaír a Torunn.
La hija de Thor se detuvo para mirar a la Brujita que permanecía sentada en el suelo de su habitación con las piernas cruzadas y sin abrir los ojos mientras mantenía el libro de hechizos que le había pertenecido a Rosalie suspendido en el aire con su energía rojiza brillosa.
Había estado así desde hacía quince minutos y aún no tenía nada.
Los nervios de Torunn sólo aumentaban más y más mientras pasaba el tiempo, y sabía que era obvio para todos los presentes allí, pero sin importar eso la rubia siguió caminando de un lado para el otro, al menos hasta que James la detuvo, tomándola de los brazos dulcemente.
— Relájate, la va a encontrar.
— No puedo dejar de pensar en lo que puede estar haciendo.
El hijo del Capitán América y la Viuda Negra no dudo en abrazar a la joven Diosa para reconfortarla, dando una imagen bastante adorable. Henry fue el primero en reír burlonamente, quizás por lo que habían hablado antes de que llegara la rubia a la habitación de James, mientras que Francis sólo rodaba los ojos ya que esos dos habían hecho su pequeña burbuja y los ignoraron de manera olímpica.
— ¿Suele tardar tanto? —le preguntó Azari a Walter en voz baja.
El mayor de los Maximoff tardo un segundo en reaccionar, tanto que Henry le golpeó levemente para que se concentrara. Francis lo notaba extraño, más de lo usual, y no dejaba de mirar a Torunn y James en su momento empalagoso. El peliblanco entrecerró los ojos con sospecha.
— Nunca la había visto utilizar este poder —aseguró el muchacho, centrándose en la situación.
— Sé que no es como sus hechizos comunes —intervino Francis, hablando en susurros para no molestar la concentración de su prima honorífica—, así que no hay riesgo de que nos haga explotar.
-— ¿Podría hacernos explotar? —inquirió Henry, medio fascinado y medio alarmado. Después de que tanto Walter como Francis asintieran, el menor hizo una mueca—. Ojalá que la encuentre rápido para que eso no pase.
— Lo haría más rápido si dejaran de susurrar —reaccionó Altaír, sobresaltando a todos, incluso a Torunn y James quienes ya habían dejado de abrazarse.
Los chicos le sonrieron apenados y se quedaron callados.
Francis no dejaba de pensar que los segundos si se hacían eternos mientras esperaban a que el hechizo de Altaír diera resultado, aunque le preocupaba más la forma en la que iban a salir de la Academia una vez tuvieran la ubicación. Sabía que sería más difícil esa parte porque aún había cámaras de seguridad afuera y agentes de S.H.I.E.L.D que actuaban como guardias, y ni Altaír ni Walter podían teletransportarse ni abrir portales. Pensaba en tomar prestado un Quinjet de la Academia, pero él no era muy bueno conduciendo vehículos voladores, quizás Azari pudiera...
Interrumpiendo los pensamientos de Barton, la puerta de la habitación de Torunn se abrió y una Samantha con vestido violeta y tacones altos entró seguida de un Harold con su usual ropa elegante de marca.
El grupo de héroes y los dos nuevos fruncieron el ceño al mismo tiempo, pero fue Strange quién se adelantó.
— ¿Por qué tantas personas en mi habitación?
Torunn se alejó de James, visiblemente preparada para discutirle a la pelinegra cuando el libro de Rosalie cayó al suelo de improvisto y Altaír reaccionó asustada.
— Central Park. Está en Central Park —aseguró la brujita, parpadeando rápido para alejar el color rojizo de la magia y que el verde normal de sus irises volviera, centrándose en los dos recién llegados—. ¿Y ellos?
Walter ayudó a su hermana a levantarse, levantando el libro en el proceso, pero nadie los presento.
— ¿Qué haces aquí, Samantha? —siguió Torunn, quizás cambiando de opinión con lo que iba a decir—. ¿No tienes una fiesta a la cual ir?
— Sólo vine a buscar algo. ¿No son los hijos de Wanda Maximoff? —Ambos hermanos asintieron y Samantha sonrió de aquella forma encantadora—. Un gusto. Mi papá fue maestro de su madre, o algo así, y por lo que sé aún son amigos.
Los Maximoff intercambiaron una mirada, Francis los notaba confundidos, pero reaccionaron al mismo tiempo con una clara señal de comprensión.
— ¿Eres hija de Stephen Strange? —La hechicera asintió contenta de que la reconocieran y Walter le sonrió también—. El gusto es nuestro.
Olvidándose de esa pequeña presentación, Samantha se volvió hacia los candidatos originales, aún con esa sonrisa resplandeciente y escalofriante.
— ¿Qué hacen ustedes aquí?
— Estamos buscando a alguien.
— Henry -—le reprendió Torunn, haciendo que el menor se encogiera sin comprender.
Strange rio levemente, llamando la atención de la rubia y cuando la hechicera avanzó hacia ella, Torunn retrocedió. Francis notaba esa incomodidad y rivalidad entre ambas.
Samantha siguió de largo para ir a su lado de la habitación, y rebuscar entre la ropa de su armario sin prestarles atención.
— Realmente no me interesa, porque también tengo que buscar a alguien.
— ¿Y tú? —le preguntó James a Harold, interrumpiendo la mirada de Stark sobre las piernas de Strange.
— Acepte ayudarla.
Francis arqueó una ceja, en lo que James entrecerraba los ojos. Claramente ninguno confiaba en las intenciones de Harold, pero no era asunto de ellos.
Samantha exclamó de improvisto sacando un extraño anillo dorado de entre su ropa guardada y al mismo instante en que se lo colocaba, Altaír saltó de emoción.
— Es un anillo de hondas. —Los demás la miraron confundidos, excepto Samantha, quién asintió—. Los usan para abrir los portales. —Una vez comprendieron, la joven Maximoff junto las manos—. Tú puedes ayudarnos.
— ¿Ayudarnos? —saltó Torunn, con el ceño fruncido.
— Ya estamos involucrados —le recordó Altaír, Torunn aceptó eso, pero seguía con el ceño fruncido.
Walter se aclaró la garanta, llamando la atención de su hermana y los demás, pero se inclinó para afirmar que le interesaba que Altaír le escuchara.
— Si podemos zafarnos, yo estaría feliz.
La menor de los Maximoff atravesó al mayor con su mirada, a pesar de que tenía carita de ángel podía dar mucho miedo, así que Walter retiro lo dicho e hizo señas para que continuaran.
— Si necesitan mi ayuda, sólo tienen que pedirlo. —Samantha se adelantó y Torunn volvió retroceder—. No necesito estar cerca de ti para que mis poderes funcionen, Torunn.
— ¿Qué poderes? —saltaron todos, realmente confundidos.
Pero ambas compañeras los ignoraron.
Era cierto que Torunn no se atemorizaba tan fácil, pero lo que menos quería era quedar envuelta en la magia de Samantha, además temía hacer lo que ella le había dicho antes de salir de la habitación.
A pesar de eso, tenía que darle crédito a la idea de Altaír Maximoff, ya que también había estado pensando en cómo salir de la Academia y que ella misma abriera un portal como lo había hecho Rosalie no era opción.
— Si nos llevas a Central Park, hare como que nunca me dijiste nada.
— ¿Eso significa amigas? —Samantha saltó, visiblemente emocionada.
— Podría intentarlo.
La Diosa intentó no fruncir el ceño, no había tenido muy buena relación con otras chicas, Rosalie no contaba por ser su prima, pero nada perdía con intentarlo, siempre y cuando la mantuviera alejada de James.
— ¿Alguien más está perdido aquí? —comentó Harold, en lo que todos levantaron una mano, apoyándolo.
Mientras tanto, Samantha parecía más chispeante que nunca.
— Acepto. —Tomó un abrigo negro largo y se quitó los tacones para cambiarlos por unas zapatillas. Se colocó en el centro de la habitación y encogió los hombros—. De todas formas, tenía que irme de la Academia, una parada no hace la diferencia.
Con un movimiento de manos, abrió el portal dorado y desde el otro lado se veía perfectamente el paisaje nocturno del parque.
Torunn sintió un escalofrío, pero sus amigos la apoyaron, preguntando si estaba lista.
Atravesaron el portal, sin esperar más.
Estaban a un paso de traer de vuelta a Rosalie, no podía esperar para decirle unas cuantas verdades después de asegurarse de que no hubiera desatado algo peligroso en Manhattan.
🌒 🌒 🌒
Luna se paseaba de un lado para el otro, realmente aburrida. Había desperdiciado un atuendo perfecto para una cita y resultaba que quién le importaba se había negado a acompañarla, y lo que era peor, no encontraba a Samantha por ningún lado de la fiesta.
Las luces bajas, las múltiples personas siguiendo la música estruendosa, los amigos jugando o las parejas juntas no le eran de mucha ayuda para sentirse cómoda. Muchas personas, pero no conocía a nadie y nadie tampoco se le acercaba.
Hubiera escuchado a Fran...
Sin querer tropezó con otra muchacha y ella casi la hace caer, pero ambas se apoyaron con la otra para mantener el equilibrio.
— Lo siento —saltó Luna de inmediato, pero la risa de la otra la dejo confundida.
— Tranquila, yo no estaba prestando atención. —A pesar de la poca luz, la vio sonreír un poco—. No parece que te estabas divirtiendo.
— Tenía en mente otra cosa. No es como me lo imagine.
La chica asintió y le hizo señas para salir de allí, esa parte oscura estaba muy cerca de la música así que era difícil comprender lo que decía la otra.
— Ya somos dos —comentó la muchacha, encogiendo los hombros—. Debí hacerle caso a mi hermano.
— Y yo debí hacerle caso a mi novio y no haber venido.
Se detuvieron cerca de la puerta de salida, la música no era tan resonante allí así que no tenían problemas para hablar, además la luz era lo suficiente como para que Luna pudiera analizar a la muchacha; era un poco más baja que ella, su cabello negro le llegaba apenas a los hombros y sus ojos marrones resaltaban de alguna forma con su piel morena, aunque quizás fuera su elección de tonos azules para su ropa puesto que se veía realmente linda.
— Soy Luna —se presentó ella, extendiendo su mano.
— Mac.
La velocista intento no arquear una ceja, no era un nombre real obviamente, ni daba señal de querer decirle el verdadero. Supuso que estaba bien, después de todo, ella ni le había dicho su apellido.
Unas ovaciones llamaron la atención de ambas chicas, parecía que una pareja estaba siendo sensación en la pista de baile. Luna no alcanzaba a verlos, pero le agradaba que los demás se estuvieran divirtiendo. Una lástima que ella no estuviera haciéndolo.
— Esto quizás sea mejor si encontrara a Samy —comentó Maximoff, más para sí misma que para su nueva amiga.
— ¿Samy? ¿Samantha Strange? —Luna asintió, pero el ceño fruncido de Mac no se hizo esperar—. La vi irse, hace un rato.
La rubia platinada abrió la boca, pero las palabras no salieron. Quería maldecir a alguien, a quién fuera, pero principalmente a Samantha.
— ¿Sabes dónde está su habitación? Voy a matarla.
La morena arqueó una ceja, pero sonrió sin más y asintió. Indicándole que la siguiera.
Luna hecho un último vistazo a la fiesta, pensando que quizás las cosas fueran diferentes si Francis hubiera ido con ella. Negó y salió de la sala de entrenamiento, olvidándose de la inexistente sensación que la había llevado allí desde un principio. Decepción era lo único que sentía en ese momento.
En cuanto salieron y la puerta doble se cerró la música quedo completamente bloqueada hasta el punto en que Luna podía escuchar sus pisadas al caminar por el pasillo a la sección de chicas.
Era impresionante.
Antes de que pudieran volver a hablar, un muchacho moreno se aproximó a ellas desde el pasillo y Luna pudo ver el sentimiento de alivio parcial que se mostraba en su aura.
— Mac, justo te iba a buscar.
Luna no perdió oportunidad para observarlo, en lo que Mac lo saludaba; era tan alto como ella, aunque notablemente más musculoso, tenía el cabello negro medio desordenado y la ropa completamente negra no parecía muy de fiesta, así que seguro no entraba en sus planes quedarse por mucho tiempo. Aunque lo que más le llamaba la atención a la velocista era los ojos, de un marrón tan profundo como los Mac. Eran casi copias del género opuesto.
— Luna, él mi hermano Mike —presentó Mac, notando la mirada del chico sobre la rubia platinada—. Mike, ella es Luna.
La joven Maximoff-Amaquelin sonrió de inmediato dándole la mano el muchacho y notando como el alivio en su aura cambiaba a leve incomodidad.
— Un gusto, guapo.
— El gusto es mío... ¿Bonita?
Luna no pudo evitar reír ante el intento de cumplido.
— No eres muy bueno con las chicas.
— No claro que no. —Mac le acompañó en su risa, ignorando el ceño fruncido de su hermano—. ¿Por qué me ibas a buscar?
El enojo cambio muy rápido por notable inquietud, y Luna ladeó la cabeza de inmediato por la curiosidad, sobre todo cuando el muchacho se hizo el serio.
— Ya son pasadas de las once, y seguimos en una escuela ¿Recuerdas? Tenemos entrenamiento, pruebas, clases... ¿Quieres que siga? —Ambas chicas intercambiaron una mirada y le observaron sin creérselo, Mike se encogió—. Ya de acuerdo... Estaba preocupado por ti y quería sacarte a rastras de la fiesta.
— Que dulce. -—Luna rio, quizás un poco cruel, pero notaba que el aura del moreno no había cambiado nada—. Pero sigo detectando algo de inseguridad e inquietud. —Ambos hermanos le miraron con las cejas arqueadas—. Tengo poderes empáticos, leo sus emociones.
— ¿Empáticos? —La velocista asintió y de inmediato Mike reaccionó con un sobresalto—. Eres Luna Maximoff-Amaquelin. La primera híbrida de Mutante e Inhumano, que genial.
— No sé si soy la primera, pero si soy una. —Intentó no encogerse al ser descubierta y decidió usarlo a su favor—. Bueno, ya saben quién soy. ¿Qué me dicen de ustedes? —Ambos morenos intercambiaron miradas confusas, pero la preocupación fue más que notable. Luna rodó los ojos—. Mac y Mike son sobrenombres, no me importa el apellido, pero sean honestos con los nombres.
Mac se echó para atrás, como si planeara huir de la situación, lo que era una clara tontería puesto que si ya sabían quién era ella sabrían de su súper velocidad. Pero antes de que las chicas reaccionaran Mike se adelantó, con una leve sonrisa apenada.
— Soy Michael. Ella es Madison.
Luna sintió como si le hubieran dado un golpe en alta velocidad, ya conocía esos nombres y sin pensarlo mucho exclamó;
— Los mellizos Fury.
Cuando ambos hermanos fruncieron el ceño, se dio cuenta de su error. Sospechaba que sólo una persona los llamaba así y no se llevaban del todo bien con él, por lo que le habían contado a la velocista incluso llevaban a la línea del odio.
Sin embargo, antes de que pudieran preguntar, algo los alerto. Luna no estuvo del todo segura, pero sonaba igual al rasguñar de garras o quizás al estrangulamiento de un gato, no podía darle una descripción exacta, no obstante sintió un escalofrío al mismo tiempo en el que las auras de los hermanos cambiaban de la confusión a la incomodidad, casi al terror.
— ¿También escucharon eso? —inquirió Luna, imitando la forma en la que los hermanos miraban el desolado pasillo medio oscuro.
— Por eso estaba inquieto —aseguró Michael, después de asentir junto con su hermana—. Mientras venía para acá sentía como si me estuvieran siguiendo.
Otra vez el sonido los sobresalto. Luna estaba segura de que no venía de la sala de entrenamiento por su sistema anti-ruido así que miró al lado contrario, a la oscuridad que parecía vacía... O casi, porque vio como algo se movía de lugar con rapidez.
Sin previo aviso, dos puntos de luz rojiza aparecieron en plenas sombras, Luna ya entendía porque Michael decía que se sentía vigilado; aquello parecían ojos demoniacos.
La velocista retrocedió al ver que lo que estuviera asechándolos empezaba a acercarse, pero se topó con la espalda de Madison y segundos después con la de Michael. Había otras cuatro criaturas-sombras a su alrededor. Estaban atrapados y el corazón no hacía más que martillarle con fuerza en el pecho.
— Mal momento para dejar el arma en la habitación —comentó Madison, al momento en que Michael sacaba una pistola y apuntaba a las sombras, aunque Luna dudaba de que funcionara con esas cosas, y si lo hacía no había posibilidad de que le diera a todas, pero ella podía.
— No necesito un arma.
Sin esperar más, e ignorando el miedo creciente en su interior, Luna usó su velocidad para golpear a las cinco criaturas sombrías y volvió junto a los dos hermanos como si no hubiera pasado nada.
Una parte de ella —la que dominaba el miedo— esperaba que no funcionara, puesto que las criaturas a simple vista parecían incorpóreas, pero si había logrado dejarlas inconscientes y apartarlas de ellos.
Incluso sabiendo que no era el momento Luna saltó feliz por lo que había logrado.
— ¿Qué son estas cosas? —inquirió Michael, todavía apuntando el arma, pero mirándolos con cierta repulsión.
Luna los observó con atención ahora que sabía que no podía hacerles nada; caminaban en cuatro patas como animales, y tenían garras, así como colmillos, pero su estructura era negra y parecía ir cambiando conforme lo miraba, estaba hecho de sombras seguro, aunque sus ojos rojizos eran lo único que no parecía estar desmoronándose.
Y mientras pensaba en eso, el cuerpo se colapsó sobre sí mismo y desapareció cual cenizas, sin dejar rastro alguno de que una vez estuvo allí. Luna miró a su alrededor y a las cuatro criaturas restantes les ocurrió lo mismo. Era asombroso y escalofriante.
— Sea lo que sean, hay que avisarle a los adultos —aseguró Madison, adelantándose por el pasillo, pero Luna la detuvo.
— ¿Y los que están en la fiesta?
Ambos hermanos compartieron una mirada y asintieron al momento en que la joven Fury tomaba del brazo a Maximoff.
— Hay como treinta adolescentes con poderes allá, se las resolverán.
Sin más, la jaló hacia el pasillo, con Michael atentó con el arma por si había otro peligro.
Luna estaba inquieta, pero se dejó llevar puesto que sabía que tenían algo de razón. Sea lo que fueran esas criaturas no podrían con ellos solos, no sin saber que era lo que buscaban, y con la ayuda de los verdaderos superhéroes lo resolverían más rápido, sin ningún riesgo a salir heridos.
Tomó el dije en forma de corazón que colgaba de su collar y deseó con todas sus fuerzas que Francis y sus primos ya estuvieran dormidos en sus habitaciones y lejos de todo peligro.
Lo que menos quería era que salieran heridos.
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