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Capítulo XXXIII. Un Justo Castigo

Karmila se ríe de repente con suma diversión ―Parece que ya se ha enterado de mi pequeño regalo ―miró a la rubia―. Bueno... ¿Empezamos ya con los nuestro, mi pequeña putita princesita?

―No, por favor... no... ―suplicó ella llorando y temblando de miedo.

«Ángela... ¡Ángela...!» Llamaba Gina por su pensamiento.

―Tranquila, ella vendrá ―dijo la vampira leyendo su mente―, pero para entonces quizá sea demasiado tarde para ti ―opinó después de desaparecer ante sus ojos y aparecer detrás de Gina y empezar a lamerla por detrás de la oreja a placer. Se ríe al verla estremecerse―. Cuanto voy a disfrutar contigo... pero no tanto como si lo haría con Ángela.

De repente, Gina cayó profundamente dormida en los brazos de la vampira pelirroja.

* * *

El dolor de cabeza que sentía Sarah empezaba a desaparecer, pero al verlo borroso, la mareaba mientras intentaba ponerse en pie con una mano sobre su cabeza dolorida. Ella no entendía nada de lo que pasaba.

Estaba en su habitación sola, con la ventana abierta y todo tirado y desordenado debido al fuerte viento que sopló antes de perder el conocimiento.

―¡Maldita sea!, la muy zorra me engañó ―gruñó ella notando la sangre coagulada en su cabeza. Su mano se manchó de sangre―. Me utilizó...

―¡¿Qué demonios significa esto?! ―preguntó Sarah gritando cuando vio que Karmila cogía a Gina en brazos, inconsciente―. ¡¿Dónde llevas a Gina?!

―Te felicitó, Sarah ―dijo Karmila, acercándose a las dos tan tranquila―. Has hecho un buen trabajo. Ahora me ocuparé de ella personalmente.

A Sarah no le gustó nada cómo había sonado eso último. ―¿Ocuparte de ella? ¿Qué significa eso? ―miró a Karmila y luego a Gina, cada vez más asustada por su amiga―. ¿Qué vas a hacer con ella? ¡Dijiste que si la apartaba de Ángela ella entraría en razón y estaría conmigo!

―Ingenua ―dijo la vampira con sarcasmo. Entonces Sarah vio la maldad en los ojos de Karmila―. ¿De verdad te creíste todo lo que te dije?

Cuando la pelirroja terminó de hablar, de repente algo empujó a Sarah con mucha fuerza hasta hacerla chocar con la pared al otro lado de la habitación, cayendo como una muñeca de trapo al suelo, dejándola semiinconsciente sin poder moverse por el fuerte golpe.

―¡Ugh...! ¡Zo-zorra...!

―Tienes suerte de que no quiera perder más el tiempo contigo. Mi tiempo es ahora para esta putita ―dijo oliendo su cabello rubio suelto―, y quiero aprovecharlo.

―No, ¡Gina...!

Antes de perder el conocimiento, Sarah pudo ver como la vampira salía por la ventana con Gina en brazos. Entonces todo se volvió negro.

«Maldición... ¡Soy una puta idiota!, ¡idiota, idiota, idiota...!» se decía Sarah con la mano en el rostro, frustrada. «¿Por qué me dejé llevar por sus palabras nada más conocerla? Por mi culpa... Gina está...»

De repente la puerta se abre de un golpe. Sarah alarmada se vuelve y ve que es Ángela quien ha abierto la puerta, con la sorpresa dibujada en su rostro. Las dos se miran sorprendidas, pero Ángela enseguida busca a quién ha ido a buscar.

―¡¿Dónde está Gina?!

Sarah deja a un lado la sorpresa de verla allí para ahora mirarla con puro odio y rencor.

―¿Qué haces aquí? ¡Fuera de mi cuarto!

Ignorando la forma brusca de Sarah, Ángela se desplaza en un suspiro hasta quedar cara a cara con ella y agarrarla por el cuello, sin miramientos.

―No tengo tiempo para juegos de celos. Sé perfectamente que Karmila estaba aliada contigo hasta que te ha traicionado y se ha llevado a Gina gracias a ti.

Sarah estaba petrificada por el modo en que Ángela se había desplazado sin verla. Y más cuando la escuchó y acertó en todo lo que dijo sin que ella le hubiera dicho nada de lo ocurrido.

―Pero ¿cómo...?

Ángela señaló su frente con el dedo índice, indicando con ello que podía leerle la mente sin problema. Aterrada intentó soltarse y escapar, pero al mirar hacia la puerta vio a dos chicos más o menos de su misma edad y muy parecidos a Ángela. No tardó en deducir que eran sus hermanos.

―Dime a dónde se ha llevado Karmila a Gina, Sarah. ―dijo Ángela, casi ordenando―. Sé de sobras que me odias por haberte quitado a Gina, pero eso no es excusa para tu error.

Sarah dejó de mirarla asustada para hacerlo de nuevo con odio, agarrando su brazo con fuerza ―La culpa es tuya por haberte fijado en Gina, ¡zorra chupasangre!

De repente, los dos chicos de la puerta estaban justo detrás de Ángela, gruñendo mientras mostraban su verdadero aspecto. Sus ojos ahora brillaban rojos como la sangre y sus colmillos sobresalían de su labio inferior... Pero lo que más asustó a Sarah fue el aspecto que ahora le mostraba Ángela ante sus ojos. Los ojos rojos de Ángela la miraban con oscuridad pura.

Le dejaba claro que estaba dispuesta a matarla si con ello lograba su objetivo.

―Seré una zorra chupasangre, pero, ¿sabes qué?, esta zorra chupasangre puede convertir tu vida en un verdadero infierno hasta el día en que des tu último aliento como me entere que por tu culpa Gina ha sufrido en las garras de esa abominación ―hizo una pausa―. Ahora dime, ¿dónde están?

―Será mejor que hables, zorrilla traidora ―aconsejó James con una sonrisa siniestra―. Ahora mismo ella no está para juegos, créeme.

―Si sabes lo que les hizo a esas chicas que fueron contra Gina ―dijo Dorian sonando serio y enfadado―, entonces sabrás que no va de farol con lo que te ha jurado hacerte como no hables.

―¡No sé a dónde se la ha llevado! ¡Lo juro! ―respondió Sarah, llorando, pero no de miedo por su vida, lloraba por su amada Gina―. Ella dijo... que me ayudaría a separar a Gina de ti. Que me ayudaría a recuperarla. ¡Te juro que me prometió eso cuando la conocí unos días atrás!

Al escucharla, Ángela se rio irónica.

―Te has dejado engañar muy fácilmente...

―¡Ella me contó que tú la violaste mucho tiempo atrás! Eso me animó a intentar convencer a Gina de que se alejará de ti contándole lo que Karmila me contó a mí. ¡Pero Gina no me creyó y Karmila se la llevó delante de mí!

―Ya veo. Gina no se dejó convencer y eso provocó que Karmila cambiara sus planes ―meditó ella para sí. Miró fijamente a Sarah unos momentos antes de soltarla y dejar que cayera de culo al suelo, llorando a moco tendido―. No sabes dónde están... Es lógico. Karmila no es tan estúpida como para decírtelo. Ella nunca se alía con humanos, solo los utiliza como juguetes.

―Ella... dijo que eras un monstruo, y que me ayudaría a recuperar a Gina ―sollozó Sarah cabizbaja y sin mirarla―. Me lo prometió...

―Pues ya ves que mentía ―dijo James sin sentir ninguna pena por esa humana. Entonces miró a Ángela―. ¿Qué hacemos con ella?

Ángela la miró encogida en el rincón, llorando por sus actos contra la persona que amaba.

―Haz lo que quieras con ella. Me da igual.

Con eso dicho Ángela se dispuso a marcharse a buscar a Gina donde fuera necesario. Dorian se iba con ella. James se frotó las manos encantado de tener un nuevo juguete de juegos. Cuando este miró a la humana, para su sorpresa vio que no había reaccionado a las palabras de su hermana como debería haber sido lo habitual; gritando y llorando, suplicando por piedad. En lugar de eso, Sarah estaba sentada con las piernas recogida contra su pecho y sus brazos cruzados sobre las rodillas, ocultando su rostro sobre ellos.

―O-Oye... ―dijo James, llamando la atención de Sarah―. ¿Has oído lo que ha dicho mi hermana?, me da permiso para hacer contigo lo que yo quiera. Serás mi esclava sexual, ¿sabes?

Antes de responder, Sarah alzó la cabeza. No se veía ni pizca de temor en su rostro.

―No me importa lo que me pase. Es mi justo castigo por lo que le ha pasado a Gina ―respondió ella sin mirar al vampiro, quien estaba sumamente sorprendido. Entonces Sarah miró a Ángela, quien se había detenido al oírla―. Pero quisiera pedirte una cosa.

―No estás en posición de pedirme nada ―dijo Ángela, de espaldas a ella.

―Lo sé, pero aun así quiero intentarlo ―Sarah se puso en pie sin dejar de mirarla―. Por favor, salva a Gina... y cárgate a esa hija de puta como sea. Que pague por lo que ha hecho. Si haces eso, puedes hacer conmigo lo que quieras.

Tanto Dorian como James quedaron mudos por las palabras de la humana hacia su hermana. No sabían cómo reaccionar ante algo tan insólito como aquel. Por ello esperaron a la reacción de Ángela que no se hizo esperar.

La vampira de pelo negro y ahora ojos rojos en un suspiro estuvo ante Sarah, mirándola fijamente a los ojos, casi tocándose las frentes. Esta vez Sarah no se asustó de su desplazamiento veloz, ni tampoco mostró reaccionó alguna. Estaba estoica mirándola.

―No tengo por qué aguantar tus ansias de redención con Gina, porque no las quiero. Y descuida, pensaba hacer todo eso sin que tú me lo pidieras.

―Lo sé. Solo quería dejarte claro que ambas deseamos lo mismo: que Gina esté a salvo.

Ángela no aguantó más las ganas que tenía de agarrar a Sarah para no escucharla más. Y así lo hizo. La agarró por el cuello con su mano como si una garra se tratase. Sarah se quejó levemente, pero no intentó liberarse ni dejó de mirar a Ángela a los ojos.

―Debería romperte el cuello aquí mismo y hacerte pagar por lo que has hecho contra mí.

―Pues hazlo.

Ante esas palabras Ángela se ríe con ironía. ―Eso te gustaría, ¿verdad? Así Gina volvería contigo viendo que tú tenías razón: que soy un monstruo chupador de sangre sin remordimientos ―dijo antes de soltarla asqueada―. Pero no, no te daré ese gusto. No sólo por Gina, sino también por mí ―Sarah la miró ceñuda―. La Ángela que he sido hasta ahora se ha ido. Volveré a ser la que era antes de conocer a Karmila.

Con esas palabras Ángela se marchó de la habitación a paso apresurado con Dorian tras ella. Sarah quedó muda por lo que ella había dicho. Ni siquiera se percató de que James se acercaba a ella por detrás hasta que notó sus brazos rodeándola.

―No te preocupes, yo me encargaré de ti hasta que Ángela quiera darte el castigo que mereces por aliarte temporalmente con nuestra mortal enemiga.

Tras esas palabras el vampiro mordió a Sarah en el cuello desde atrás, provocando que ella diera un leve grito de dolor para luego gemir de placer. Así empezó a seducirla, cerrando la puerta del dormitorio gracia a su poder.

Sarah sintió como iba cayendo a merced de ese vampiro de pelo negro y ojos azules. Pudo sentir las caricias que recibía de él por debajo de sus ropas mientras seguía bebiendo su sangre, hasta que se detuvo y le quitó toda la ropa hasta dejarla desnuda ante él, quién también se desnudó para así divertirse más libremente con ella.

Durante ese tiempo que estuvo con ella, James pudo ver que, a pesar de no querer estar con él, ella no se resistió demasiado a sus juegos sexuales. Pero, aun así, él pudo ver que ella era más resistente que las fanáticas de su hermana, eso le gustó.
«Al final será divertido tenerla como mi juguete personal un tiempo» pensó él mientras se abría paso entre las piernas de Sarah, mientras esta ladeaba la cabeza con lágrimas en los ojos y sin decir una palabra. «Veamos si es capaz de aguantar hasta que Ángela la castigue como se merece».

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