Capítulo XLVIII. Planes y Sorpresas (Parte 2)
Tras asegurarse de que Gina llegaba bien a su habitación, Ángela regresó a casa para reunirse con su madre; al parecer quería hablarle de algo importante. Por el camino se cruzó con su hermano mayor y prometido Dorian. Él salía de su habitación con la mirada perdida.
―Dorian ―al oírla, él la miró primero sorprendido, luego alicaído―. Buenas noches.
―Buenas noches ―saludó él cabizbajo―. ¿Querías algo de mí?
―Nada. Solo quería saludarte ―dijo ella al verlo tan cauteloso con ella―. Oye, ¿sabes dónde está James?
―Acabo de verlo llegar con una chica en brazos y entrar en su habitación.
―¿Una chica? ―preguntó ella con el ceño fruncido. «¿Sarah?», pensó ella.
―Sí, creo que ha bebido de ella y por ello estaba medio desmayada de éxtasis.
―Ya veo ―entendió Ángela, frustrada por esa situación. Ella misma puso a esos dos juntos, tenía que resignarse―. Gracias por informarme ―agradeció ella. Vio que él apenas la miraba―. Está claro que no estás de buen humor conmigo. Te dejaré tranquilo pues.
Ángela pasó por delante de él con paso ligero, pero antes de alejarse demasiado, él la abrazó por detrás, rodeándola entera con ambos brazos con fuerza, pegándola a su pecho.
―Perdóname, por favor. No quería hablarte así ―murmuró él, sonando apenado.
―Está bien ―aceptó ella apoyándose en su hombro―. ¿Estás así por mi relación con Gina?
―Estoy así por temor a las secuelas que dejan en ti esa relación.
―¿Secuelas?
Ángela se apartó de Dorian para volverse a mirarle cara a cara. En verdad él estaba preocupado rozando al temor. Entonces cayó; él hablaba sobre lo ocurrido con James, en cómo reaccionó ella cuando su hermano menor intentó propasarse con Gina por haberse quedado sin sus juguetes por culpa de Karmila. Ella había reaccionado de forma muy negativa, casi oscura.
Entendió que él tuviera miedo y por ello, seguramente su madre la había llamado.
A Ángela no le gustaba nada ver a su querido hermano y prometido con ese temor por ella, tampoco quería ver esos celos ―porque los había, sin duda― en él. Creía que los había superado, pero estaba claro que eso no sería posible, al menos no de momento.
Nada le gustaría más que hablar con él largo y tendido para intentar calmarlo, pero tenía un compromiso con su madre y no quería hacerla esperar, a ella no.
―Tengo que ir con madre. Es urgente ―dijo ella, entonces se acercó a él y le dio un beso tierno en la mejilla―. Hablaremos luego.
―Ángela... yo...
Su hermana no le dejó seguir. Selló sus labios con el dedo índice y corazón, antes de darse la vuelta con una sonrisa fraternal e irse a reunirse con su madre en el despacho, a pocos pasos de ellos. Dorian no se movió de su sitio, ni siquiera cuando Ángela entró en el despacho y cerró la puerta. Se sentía frustrado y enfadado consigo mismo por poner en duda los sentimientos de su hermana por esa humana, por dejarse guiar por sus miedos.
―Maldita sea...
Dicho eso se marchó de allí sin un destino concreto. Solo fue a tomar aire.
Una vez dentro, Ángela abrazó a su madre con cariño y felicidad. La quería como nadie en toda su existencia y su madre le correspondía igual. Ángelina no perdió ocasión de acariciar con ternura el rostro de su hija, tan parecido al suyo, pero más joven y guerrero.
―Perdona la tardanza. Me he cruzado con Dorian fuera.
―No te preocupes, mi vida. No tenías que venir corriendo.
Ambas tomaron asiento en la butaca que había en un rincón del despacho, cara a cara.
―¿Para que querías verme? ―preguntó Ángela, ahora seria―. ¿Ocurre algo?
Su madre no respondió al momento, bajó la mirada, dubitativa. Eso la preocupó.
―¿Madre?
―Lo siento mucho, hija mía ―se disculpó Ángelina con pesar―. Esto no te va a gustar.
Al abrir los ojos, Sarah se sintió confundida por unos segundos; no reconocía esa habitación y no entendía por qué estaba tan débil y a la vez tan saciada. Entonces notó la presencia de alguien tumbado en la cama donde ella estaba, justo detrás suyo, y lo recordó todo; estaba con James en su dormitorio de la mansión de Ángela, tumbada en su cama, desnuda tras tener sexo con él de nuevo.
Después de que él la mordiera y bebiera su sangre, ella quedó extasiada por el afrodisíaco que provocaba el mordisco del vampiro. Cuando él la llevó a su habitación en brazos, ella no dudó en saciar esa ansia de sexo que sentía en ese momento, ambos follaron como conejos durante horas hasta que ella no pudo más y se desmayó de nuevo.
―¿Ya te has despertado? ―preguntó James detrás suyo acariciando su brazo y besando su hombro, como un amante.
―Sí ―gruñó ella, apartándolo y acurrucándose bajo las sabanas, odiándose a sí misma.
A ella le vino a la mente todo lo que hicieron antes, y también lo de la noche anterior tras decidir acostarse con él para así conseguir que Gina sintiera la obligación de separarla de James separándose de Ángela.
Ese era su plan y estaba dispuesta a seguirlo con tal de conseguir su objetivo. O eso creía.
―Veo que no estás muy contenta ―comentó James, tumbándose de espaldas a la cama, satisfecho―. Una pena. Para mí ha sido el mejor polvo que he tenido en años.
―Al menos uno de los dos lo disfruta como debe ―dijo ella nada orgullosa de ello.
―No lo admites, pero a ti te ha gustado tanto o más que a mí ―se burló James―. Pero claro, no soy tu amada Gina ¿no? Te aseguro que ella no es tan espectacular como yo... o Ángela.
Al escuchar eso, Sarah se giró de forma brusca e intentó golpear a James en la cara enfurecida, pero él la detuvo con la mano, mirándola a los ojos nada alterado por ese ataque sorpresa. Vio como ella lo miraba con odio y celos; no hacia él, sino hacia su hermana mayor.
―Siento que no puedas satisfacer tus ganas de estar íntimamente con tu amada humana, tendrás que conformarte conmigo por el momento.
Sarah quiso golpearle bien fuerte en la cara para borrarle esa sonrisa de la cara, pero en realidad quería pegar a otra persona; a Ángela, por robarle a su amada en sus narices. Sarah se engañaba con esa afirmación, no dudaba de que Gina estaría mejor con ella, una humana como ella.
Pero todo eso quedó en un segundo plano cuando miró a James fijamente, pensativa.
―¿Por qué me ayudas? ―preguntó de repente―. ¿Qué ganas tú con todo esto?
Él encogió los hombros.
―¿Te parece poco tener la oportunidad de tener a una esclava sexual voluntaria en vez de una hechizada u obligada?
―No soy idiota, vampiro ―dijo ella molesta―. Puedo ver que te mueve algo más.
Poco a poco la sonrisa divertida de James se fue esfumando para dar paso a uno más serio, a una sonrisa respetuosa.
―Con razón fuiste aceptada aquí. Eres muy inteligente a pesar de todo ―Sarah no dejó de mirarlo a pesar de los halagos, no era de esa que se dejaba impresionar por eso―. Tienes razón, hay algo más ―hizo una pausa―. Quiero vengarme, simplemente eso.
―¿Vengarte, dices? ¿De... Ángela?, ¿por qué?
―Por su culpa me arrebataron a mis juguetes sin que pudiera hacer nada.
―¿Hablas de Michelle y Anastasya? ―preguntó Sarah sorprendida por ello―. ¿No eran solo eso? ¿Juguetes de usar y tirar?
―Al principio sí, pero la verdad es que les cogí cierto cariño. Aunque fue Ángela quien me las entregó en bandeja después de que ellas intentaran castigar a Gina por haberse fijado en ella.
Ese detalle Sarah lo desconocía, estaba segura de que Gina tampoco lo sabía. Aunque tenía sus dudas de que Ángela le guardara semejante secreto a esas alturas. No podía comprobarlo ya. Entonces a ella se le pasó algo por la cabeza que la sorprendió.
―Tú ya tenías planeado separar a Ángela de Gina, ¿verdad?, digo, antes de que yo te lo propusiera.
―Una chica lista ―halagó James sonriendo triunfal―. Digna de la Academia Carmesí.
Sarah entendió que ese vampiro era más de lo que aparentaba, ahora sabía que debía tener cuidado con él. Vio que él se alzaba hasta sentarse en la cama, la tomó y empezó a besarla por el hombro hasta subir por su cuello. Ella por precaución le dejó hacer temiendo por su vida.
―Te confesaré que hay más que eso ―dijo él de repente llamando la atención de Sarah―, pero para estar seguro de que puedo confiar en ti, debo saber si estás verdaderamente dispuesta a todo con tal de recuperar a tu amada y separarla para siempre de mi hermana.
―¿Te refieres a si estoy dispuesta a seguir con el plan acordado? Ya sabes que sí.
―¿Estás segura? Porque si lo hacemos bien y sin un solo fallo... Gina dejará para siempre a Ángela, haciendo que mi hermana no tenga oportunidad de recuperarla nunca. Gina puede salir verdaderamente lastimada emocionalmente provocando que jamás puedas estar a su lado como pareja.
―No me importa. Solo quiero alejarla de Ángela para siempre ―hizo una pausa y lo miró―. ¿Y tú? ¿Realmente puedes hacerle eso a tu hermana? ¿No quieres que sea feliz?
―Mis motivos tengo, querida, ya te los diré más adelante.
A Sarah no le gustaba ignorar cosas importantes que debería saber, pero era mejor no hacer enfadar a un vampiro que es capaz de arrancarte la cabeza de un solo movimiento de brazo.
―Estoy dispuesta ―dijo ella decidida―. ¿Qué tengo que hacer exactamente?
―¿Estás totalmente segura? ―preguntó James precavido―. No habrá vuelta atrás.
―Lo estoy, maldita sea ―dijo ella harta de decirlo―. ¿Vamos a hacerlo o no?
James ante su impaciencia se carcajeó.
―Muy bien. Estate preparada.
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