Capitulo IX. La primera noche
Las dos enseguida bajaron al primer piso para entrar en el salón. El médico de la academia estaba esperándolas paciente mientras el mayordomo Jon le servía un café. Gina reconoció al medicó, el doctor Alexander. Pocas veces tuvo que ir a verles por algún resfriado y herida, pero también le vio cuando sufrió aquel abuso por parte de las chicas y el chico que intentó violarla. El doctor llevaba la típica bata blanca abierta, y a su lado llevaba el botiquín con sus utensilios y medicamentos.
-Buenos días, Ángela. -saludó el doctor, entonces vio a Gina detrás suyo-. Vaya, si tú eres...
-Sí, Gina. -afirmó la rubia con una risa tonta y avergonzada-. La de hace una semana.
-¿Es por ella que me has llamado, Ángela? -preguntó él-. ¿Es por lo que pasó el otro día?
-No, doctor -negó la morena-. Anoche, Gina vomitó repentinamente todo lo que cenó. Quiero asegurarme de que esta ya bien.
-Oh, entiendo -dijo el doctor-. Muy bien, pues empecemos. Venga aquí.
El doctor señaló una silla para que Gina se sentará, ella obedeció y tímida lo hizo estando algo nerviosa. Ángela estuvo apartada dejando que el medico hiciera su trabajo con calma. Él empezó con la visión de Gina, pidiendo que mirara su dedo alzado, examinó sus ojos con una pequeña linterna, viendo que estaban bien... pasó a lo siguiente, en este caso la respiración, subió un poco su camiseta, pero no muy bien temiendo a los ojos de fuego de la reina carmesí, y así examinó sus pulmones. Tras terminar le preguntó cómo se encontraba, el típico procedimiento con los pacientes. Tras saber que estaba bien, le recomendó que no debía comer nada hasta la noche, solo agua.
-Será mejor que la chica no haga mucho esfuerzo hasta mañana, por seguridad. -aconsejó él-. Y te daré unas pastillas para esa jaqueca que tienes.
-Muchas gracias doctor, -agradeció Gina-. Siento las molestias.
-No es ninguna molestia. Es mi deber como médico del centro escolar -dijo él con orgullo y amabilidad-. Espero que te mejores.
-Yo también se lo agradezco, doctor Alexander. -dijo Ángela con simpatía. Luego se giró a Gina-. ¿Puedes ir sola al cuarto?
-¿Eh? Si, sin problema.
-Perfecto, es que deseo hablar con el doctor un momento -explicó ella disculpándose por no acompañarla-, luego subo contigo.
-De acuerdo. Buenos días doctor. -se despidió ella con una reverencia.
-Buenos días. -dijo él de la misma forma.
Gina se retiró del salón cerrando suavemente la puerta. Una vez a solas, Ángela dio un suspiro de alivio, por fin podría relajarse un poco de actuar como una chica buena; el doctor hizo lo mismo y se acomodó en la silla donde estaba sentado.
-Madre mía... sí que tiene buen cuerpo esa humana. -comentó él sarcástico para luego lamerse los labios-. No me extraña que intentaran forzarla.
-Controla tus instintos Alex -advirtió Ángela sonando molesta por ese comentario-, tú ya tienes tu "juguete" particular para desahogarte, ¿no es así?
-Vale, vale... No se ponga así majestad. -dijo él con las manos en alto-. Reconozco que eres increíble.
-¿Por qué dices eso?
-No se haga la tonta conmigo, por favor -pidió él con ironía-. Eso de los vómitos era una trola, ¿verdad? -afirmó él, Ángela quedó muda pero no estaba sorprendida-. Hay que ser muy perverso para mentirle así a una chica que te admira.
-Era lo único que se me ocurrió decirle para que no se asustará al verse en esas pintas a la mañana siguiente -explicó ella sin ocultar nada-, tampoco le he hecho nada malo.
-No, en lo absoluto -exclamó Alex divertido-. Solo... disfruté de ella por unas horas, sin que ella sepa nada.
-¿No puedes callarte un rato? No soporto a los que dicen todo al aire como si nada.
-Usted perdóneme su majestad -se disculpó él con la mano en el pecho-, he sido listo por no propone que ella se quitará la parte superior de la ropa para poder examinarla mejor, porqué sino... se habría puesto una fiera, ¿no es cierto?
Ante eso, Ángela le miró con una mirada asesina y enojada. Alex no dijo nada más pero no se mostró asustado. Ya estaba acostumbrado. Entonces, él se puso en pie, guardó sus cosas en la maleta para irse de regreso a la escuela a atender a los pacientes que le estén esperando. Ángela se quedó en su sitio, pero le siguió con la mirada.
-Agradezco que hayas actuado tan bien frente a Gina -dijo Ángela sonando agradecida. Alex se detuvo y se giró a ella-. Con esto queda saldada la deuda que tenías conmigo.
-Bien. -dijo él ahora sonando serio-. Ya nos veremos.
-Solo espera -continuó ella impidiendo que se fuera aún. Alex suspiró bajo los labios sintiéndose agobiado-. Que no tenga que volver a salvarte el culo por ser tan descuidado con tus "juegos" con esa chica de 3r curso. Debes aprender a controlarte y ser listo como cuando ejerces tu trabajo.
-Tendré en cuanta sus consejos. -dijo él sin mirarla.
Entonces continuó su camino hasta salir de la sala. Al caminar por el pasillo acompañado por Jon, Alex no pudo evitar morderse el labio inferior, molesto y humillado por las palabras y advertencias de Ángela. Solo porqué era la Elegida, no tenía derecho a tratarle así...
Mientras, Ángela se acomodó en el sofá del salón, tumbándose de un tirón, relajada con los brazos estirados hacía arriba. Ahora podía relajarse un poco antes de reunirse con Gina para asegurarse de que tomara las medicinas recetadas.
Al estar tumbada se acomodó y relajó más de la cuenta, y al estar así no pudo evitar recordar lo que pasó anoche. Lo que en verdad pasó, algo que solo ella, Jon y Alex sabían. El recordarlo le producía excitación y placer por todo el cuerpo.
Ángela entró en la habitación de Gina con la misma cargada en sus brazos adormecida. La rubia estaba recobrando el sentido, pero no parecía estar del todo cuerda. Con delicadeza y suavidad, Ángela dejó a Gina en la cama, esta la miraba medio aturdida, con los ojos medio abiertos que se cerraban y abrían dormidos y mareados.
-Ya estamos en la cama... -dijo Ángela como si le hablara a una niña dormida.
-Ah... Ángela, me siento rara -susurró Gina con las mejillas rojas y los ojos cerrados-. Es como si hubiese bebido demasiado...
-Tranquila... no es nada -calmó la morena inclinándose más a ella, con las manos a cada lado de sus brazos-. Solo debes relajarte... y dejarme el resto a mí.
-Ángela...
Entonces, la rubia de ojos azules, de repente, rodeó el cuello de Ángela con ambos brazos, atrayéndola hacía su rostro. La morena no se resistió, pero no pudo evitar reírse divertida mientras se acercaba a ella hasta unir sus labios. Ambas se besaron de forma apasionada y correspondida, entregándose mutuamente a ese beso sin tregua.
El efecto del alcohol y las drogas surtió el efecto esperado para Ángela, y no desaprovechó la ocasión para divertirse con ella.
Sin dejar de besarla, se puso entre las piernas de la rubia dejando paso sus cinturas, apoyando las manos abiertas a cada lado de su cuerpo para no apoyar su pecho con el de ella, al menos no todavía. Se besaron con lengua durante unos minutos, hasta que Ángela se apartó para dejarla respirar. Gina respiró profundo con el pecho agitado, subiendo arriba y abajo sonrojada.
Como si fuera consciente de todo, Gina empezó a desabrochar la camisa negra de Ángela, desde el escote hasta abajo de todo, viendo poco a poco que en verdad ella no llevaba nada más debajo, pero si bragas del mismo color. Al tener la camisa abierta del todo, la fue apartando por los brazos de la morena, deslizándolas hasta quitarle las prendas del todo, dejándola solo con las bragas.
La morena no se quedó atrás. Mientras se dejaba desnudar, ella pasó las manos por debajo de la prenda superior del pijama para llegar a los pechos de Gina, subió la prenda hasta por encima de ellos para acariciarlos con ganas y con rudeza. La rubia gimió bajo, pero entonces, al terminar con lo suyo, cogió la prenda del pijama para quitarla, ella misma quedando medio desnuda ante ella.
-Uh... Gina -exclamó Ángela divertida y sorprendida-. Sí que estamos animadas...
Gina no dijo nada, solo la miró con ganas de más, y la morena no la hizo esperar. De solo caricias, Ángela empezó también a besarlos, lamerlos y chupetearlos con placer, uno y después el otro excitando más y más a la rubia que gemía con cada roce y nueva sensación. Gina tuvo los brazos echados hacía atrás a la altura de su cabeza sobre la almohada, llorando de placer mientras su cuerpo empezaba a sudar por todo ese fuego de pasión que experimentaba su cuerpo al moverse junto al de ella.
Ángela besaba sus pechos, usó una de las manos para ir más abajo, a la entrepierna de Gina. Al poner la mano ahí la rubia se estremeció al instante, arqueando la espalda y echando la cabeza más atrás. Ángela sonrió satisfecha con esa reacción, y se puso en marcha, se incorporó hasta estar recta ante la rubia medio desnuda con los pechos sudados y rojos, viendo como Gina jadeaba excitada con los ojos cerrados, sonrojada como nunca.
-¿Quieres más? -preguntó la morena, mostrándose como una gata en celo. Gina la miró de reojo, y asintió una vez-. Muy bien...
La morena le quitó lentamente los pantalones a la rubia, que se dejó hacer, alzando la cintura y las piernas hasta que estuvo completamente desnuda ante ella. Ángela también se quitó las bragas, quedando las dos desnudas, una ante la otra. Gina no se mostró nerviosa ni nada, simplemente excitada y como en trance por la borrachera y las drogas tomadas.
Sin pensarlo dos veces, Gina se alzó para tumbar a Ángela en la cama con ella encima suyo, sujetándola por las muñecas en alto. Ángela se dejó hacer, sorprendida pero encantada, viendo como la rubia jadeaba deseosa de más placer y con ganas de participar también.
Entonces, la morena vio como la rubia bajaba y se dirigía con sus labios a los pechos de ella para hacerle lo mismo; masajearlos con suavidad, luego besarlo, lamerlos y chupetearlos. Ángela echó la cabeza hacía atrás al mismo tiempo que arqueaba la espalda gimiendo en alto. Nunca imaginó que una humana como ella supiera como complacerla con solo imitarla, pero no le importaba, solo se dejaba llevar.
-Ah... ¡Aahh...! ...Gi... Gina... -gemía ella estando en éxtasis-. Hmn... si... así...
Gina continuó masajeando y besando los pechos de Ángela, pero no tardó en empezar a acariciar el resto de su cuerpo haciéndola estremecer y temblar de placer. Ángela no tardó en incorporarse hasta estar sentada con las piernas abiertas, dejando paso a Gina que no dejó de seducirla incluso aunque se hubiese movido hasta sentarse.
Ángela tuvo por brazos estirados hacía atrás para apoyarse sobre sus manos y estar inclinada hacia atrás con Gina sobre su pecho. Teniendo la cabeza colgando hacía atrás tuvo su larga melena negra cayendo como una cascada detrás suya. Gina la abrazo por la cintura, acariciando luego toda su espalda.
-Gina... creo que ya es hora de cambiar de turno.
Con eso dicho, Ángela no tardó ni un minuto en obligarla a tumbarse en la cama de nuevo dejándola jugar a ella. La morena no tardó en divertirse con la siguiente jugada. Durante el resto de la noche, la vampiresa sedujo de muchas formas a la humana, y esta apenas se resistía a sus caricias y placeres. Ambas se besaron apasionadamente mientras se entregaban a la otra sin descanso.
Ángela la lamió por todo el cuerpo, incluso en la zona intima haciendo que la rubia explotara de placer. Quería hacerle lo mismo, pero no quería que parara con ese placer, Ángela le leyó la mente y encontró la solución a ese problema; poniéndose en una postura erótica que complacía a las dos por igual y al mismo tiempo.
Pasan las horas, y Gina acaba totalmente agotada ante tanto placer recibido en el cuerpo. Se tumbó rendida en la cama jadeando en alto con el pecho subiendo y bajando, sudando por doquier y con el pecho revuelto sobre la almohada. A diferencia de ella, Ángela todavía tenía fuerzas para más, pero no quiso obligarla después de hacerse entregado voluntariamente esa noche.
-Ha sido magnifico, Gina -confesó Ángela con la cara sudada y algunos mechones pegados al otro por el sudor-. Muy excitante.
Ángela vio como la rubia quedaba dormida en pocos segundos en la cama sin taparse el cuerpo ni nada. Pudo ver cómo se tumbaba de lado para dormir con los brazos frente su rostro. Al acercarse a ella, Ángela se fijó que el cabello rubio de Gina estaba despejado de su cuello, dejándolo a la vista. Al mirarlo, Ángela sintió un ardor en la garganta que conocía de muchas veces, y sus ojos cambiaron a rojos brillando con intensidad. Vio como las venas sanguíneas del cuello de la humana se hacían visibles a sus ojos, bombeando sangre por el ejercicio hecho antes, haciendo que palpitará más fuerte, como si esa sangre la llamará a gritos.
Como si estuviera poseída, Ángela se fue inclinando lentamente a la yugular de la rubia hasta rozarlo con los labios. Apartando algunos mechones que quedaban con los dedos, mostró los colmillos dispuesta a morderla, pero se detuvo de golpe. No tardo en retroceder mientras ocultaba los colmillos y sus ojos regresaban a su color normal, viendo lo que estuvo a punto de hacer, pero sin mostrarse horrorizada ni culpable. Para ella solo fue un momento de descontrol por la sed de sangre, y supo controlarse a tiempo.
Con eso, Ángela se puso en pie, se puso la camisa negra abrochándose los botones empezando por el escote, y luego tapó a Gina con la sábana blanca hasta los hombros. Esta no se despertó en ningún momento.
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