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Capítulo III. El castigo


Fue como una señal del cielo que Ángela apareciera a tiempo para detener ese abuso. No entendía como, pero ahora estaba en deuda con ella, y no le molestaba demasiado. De esa forma podría verla más a menudo.

-Veo que te han herido en la cara. -comentó Ángela. Gina recordó entonces el corte en el labio por la bofetada recibida-. Mejor vamos a la enfermería.

-No hace falta, solo es un pequeño corte. -dijo Gina.

-Insisto. -dijo Ángela preocupada. Gina la miró extrañada-. Perdona, es que... soy muy sensible a la sangre.

-Ah, ya veo. Perdona.

Ambas caminaron rumbo a la enfermería para explicar lo ocurrido. Ese mismo día se supo que Jasón había forzado en contra voluntad a una estudiante de la academia, que la había golpeado y abusado, cosa que era totalmente imperdonable para las autoridades de la academia que sostenían tradicionalmente valores morales y éticos de igualdad y respeto; Jasón fue entonces expulsado de la academia por realizar una violación en grado de frustración, en cuanto a Michelle y Anastasia, se les dio castigo que duraría un mes entero por humillar y burlarse de una estudiante con semejante excusa. Una vez que acabaron las clases y los alumnos se fueron a sus dormitorios compartidos, Gina estuvo con su amiga Sarah, quién era su única compañera de habitación. Como todos, Sarah se enteró de lo ocurrido con las chicas y con Jasón, pero sobretodo que Ángela la había salvado a tiempo de ser violada por celos de esas dos envidiosas.

-¿Y dices que Ángela apareció y te salvo? -preguntó Sarah-. ¿Lo dices en serio?

-Sí. -afirmó Gina cabizbaja de la vergüenza-. La verdad es que no esperaba tener tanta suerte... Fue un milagro.

-Gina...

La rubia mostraba una pequeña sonrisa de felicidad y alegría. A pesar del mal momento sufrido, estaba agradecida por ello. Al ver eso, la chica de pelo marrón ondulado mostró una sonrisa comprensiva, como afirmando algo que ya sospechaba de antes.

-Veo que... te gusta Ángela de verdad, ¿no es así? -dijo Sarah sentándose al lado de Gina. Ésta se sonrojo más que antes-. No te preocupes, te aseguro que muchas chicas en esta academia sienten lo mismo, aunque no sean bisexuales.

-¿No te molesta? -preguntó Gina-. ¿No te incomoda que me gusten también las chicas?

-¡Pues claro que no! -aseguró Sarah-. Gina, somos amigas desde que éramos niñas con pañales. Algo como esto no debe afectar a nuestra amistad.

-Sarah...

-Si a ti te gustan los dos sexos, por mí no hay problema. Me gustan los chicos y punto. -dijo Sarah con orgullo y decisión-. Y aquel que se burle, que se prepare.

Gina estuvo agradecida por esas palabras y Sarah se rio divertida.

-Bueno, hoy ha sido un día muy movido. Estarás cansada. -dijo Sarah-. Lo de las matemáticas podemos dejarlo para mañana.

-¿Estás segura? Puedo hacer un poco de repaso ahora, si quieres... -dijo Gina culpable por ello.

-Tranquila, mañana es sábado. Tenemos dos días para estudiar con calma. -le recordó Sarah mientras empezaba a quitarse el uniforme. Gina enseguida se giró ruborizada. Sarah enseguida entendió el problema-. Ah, perdona. Que despiste.

-No... no pasa nada. Estoy bien. -aseguró ella dándose la vuelta para dejarla cambiarse de ropa.

Sarah se apresuró a ponerse el pijama para dormir. Cuando estuvo dejó que Gina se cambiará también. Ambas se metieron en la cama boca arriba, sin signos de dormirse todavía. Sarah sacó un pequeño libro del cajón de su mesa de noche, Gina estuvo tumbada sin hacer nada, mirando pensativa el techo.

-Oye, Sarah...

-¿Huh?

-¿Crees... que Ángela... podría sentir algo por mí? -preguntó sin mirarla. Sarah se giró extrañada-. ¿Podríamos... ser pareja?

-¿A qué viene eso ahora? -preguntó Sarah-. ¿No te estas apresurando un poco? Ella solo te ha pedido ser su amiga ¿no?

-Sí. Pero... -se incorporó para sentarse-, algo me dice que pasará algo interesante pronto. Lo presiento.

-Ay Gina -suspiró Sarah-. Tantas historias de amor... y de vampiros no te ayudan mucho.

Gina se rio de eso, pero no le molestó. No se avergonzaba de los hobbies. En poco rato, ambas se durmieron. No dudaba de su intuición. Tenía la sensación de que algo pasaría con Ángela y deseaba que fuese algo bueno.

* * *

Mientras, en un lugar oscuro, se oían pasos que bajaban por una escalera de piedra. Los pasos se detuvieron ante una puerta de hierro que no tardó en abrirse, dejando así entrar a Ángela, quien iba acompañada de un chico de pelo negro como ella. Los dos entraron en una especie de mazmorra oscura, que se iluminó un poco con velas altas dejando ver lo que había.

En medio de esa sala húmeda y sin apenas muebles podridos, estaban Michelle y Anastasia, atadas con cadenas sujetas del techo, estirando los brazos, dejando sus cuerpos colgados y sus pies apenas rozaban con el suelo aguantándolas y haciéndolas sentir dolor. Ambas estaban sucias y con rasguños en la cara, y sus ropas rotas y sucias también. Parecían prisioneras o esclavas. Al oír la puerta abrirse despiertan y miran a Ángela con un chico que no conocían de nada, se asustaron y temblaron como hojas. La morena se acercó a ambas con paso lento, despreocupado y tranquilo el chico cerró la puerta y esperó callado. Al tenerlas delante, asustadas como niñas pequeñas, Ángela mostró una sonrisa inocente.

-¿Estáis cómodas? -preguntó ella. ninguna contestó. Entonces, ella acarició la mejilla de Michelle. Está tiritó al contacto-. Uh... que miedosa.

-Por favor... déjenos ir. -suplicó Michelle cuando Ángela apartó la mano-. No tiene por qué castigarnos así.

-¿Ah no? ¿Por qué no? -preguntó ella, empezando a caminar alrededor de ellas-. ¿Porqué... sois mejores que las demás por ir escoltándome como perras falderas todos los días sin que yo os lo pidiera? ¿huh? ¿Es eso?

-Nosotras... -dijo Anastasia-, solo queríamos asegurarnos de que estaba en buena compañía.

-¿Cómo vosotras? -preguntó ante eso. Ninguna dijo nada-. ¿Es que tenéis que controlar a toda mujer que se me acerca?

-Nosotras solo...

-¡VOSOTRAS NADA! -exclamó Ángela sujetando a Michelle por su cuello con fuerza ahogándola-. Estoy... ¡harta de eso!

-Ah... ah...

Ángela la agarró unos segundos hasta que la soltó dejándola respirar entre tosidos. Se apartó de ellas frotándose la cara cansada. Michelle empezó a llorar de miedo y dolor por estar de esa forma. Al oírla, Ángela la miró, entonces se acercó a ella y la cogió con las dos manos por el rostro. Se miraron mientras Ángela limpiaba con el pulgar las lágrimas.

-Me habéis hecho enfadar Michelle. Por el simple hecho de hacer una amiga, vosotras vais e intentáis humillarla por ello. -dijo sonando apenada y disgustada-. Os habéis comportado como unas putas posesivas y celosas.

-Lo sentimos... de verdad -dijo Michelle con sinceridad-. No volverá a pasar, lo juro.

-Ju, ya lo creo que no.

Acto seguido, tanto Michelle como Anastasia, vieron algo que las dejó de piedra por el miedo. Los ojos azules de Ángela se volvieron rojos como la sangre, brillaron a pesar de la oscuridad. Con una sonrisa mostró unos afilados y blancos colmillos sobresaliendo de la boca. Mostrando un rostro sarcástico y maligno.

-A-ahh.... -exclamó Michelle sin poder gritar del miedo que tenía.

-Así aprenderás a controlarte. -dijo Ángela con naturalidad.

Dando un rugido, mientras abría del todo la boca; mordió a Michelle por el cuello con fuerza, bebiendo su sangre oyéndola gritar como a Anastasia. La abrazó con fuerza para que estuviera quieta. Michelle sintió como bebía su sangre a sorbos, debilitándola. Anastasia se movía asustada deseando liberarse y escapar, pero entonces, el chico de antes estaba ante ella sujetándola.

-James... -nombró Ángela dejando a Michelle un momento-. Te las dejo para ti. Disfrútalas a tu gusto.

El vampiro con gusto así lo hizo, mordió a la chica, pero también la forzó violentamente allí mismo delante de ella. Ángela dejo debilitada a Michelle, y se fue dejándolas con James. Al salir se limpió con la manga, pero entonces vio un poco de sangre en el dedo más bien una mancha que estaba seca. Era la sangre de Gina. Lo lamió con gusto mientras oía los gritos de miedo y horror de sus seguidoras.

-Gina...

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