A medida que los días pasaban en la Academia Astralis, Sophie y Aric se encontraban cada vez más cerca, compartiendo no solo sus conocimientos mágicos, sino también sus sueños, esperanzas y temores más profundos. Con cada aventura compartida y cada desafío superado juntos, su conexión se fortalecía, creando una chispa que comenzaba a encender el fuego del amor.

Fue durante una noche estrellada, mientras exploraban los jardines encantados del castillo, que la chispa finalmente prendió. Bajo el suave resplandor de la luna, Sophie y Aric se encontraron cara a cara, sus corazones latiendo al unísono en el silencio mágico de la noche.

"Has sido mi luz en la oscuridad desde el momento en que te vi en la biblioteca", confesó Aric, sus ojos brillando con emoción mientras miraba a Sophie con ternura.

Sophie sintió un cálido rubor subir por sus mejillas mientras devolvía su mirada. "Y tú has sido mi inspiración, mi compañero en cada paso del camino", respondió ella, su voz suave como una melodía en el aire nocturno.

En ese momento, el mundo parecía detenerse a su alrededor, y todo lo que importaba era la conexión especial que compartían. Con un gesto tímido pero lleno de afecto, Aric tomó la mano de Sophie en la suya, entrelazando sus dedos en un gesto de complicidad y amor.

Y así, bajo el manto estrellado del cielo nocturno, Sophie y Aric se dieron cuenta de que habían encontrado algo más que una amistad en la Academia Astralis. Habían encontrado el comienzo de un amor mágico y eterno que los llevaría a través de todas las pruebas y desafíos que el destino tenía reservados para ellos.