Epílogo.
El aire en la habitación era denso, cargado de nerviosismo y anticipación. Jeongin se encontraba de pie frente al espejo, ajustándose el uniforme blanco que le quedaba como un guante. Sus manos temblaban ligeramente mientras revisaba cada detalle. La insignia de teniente brillaba en su pecho, pero a pesar de su apariencia impecable, no podía evitar sentir un nudo en el estómago.
—Heeseung, estoy realmente nervioso —se quejó una vez más, su voz un susurro entre la ansiedad.
Heeseung, que estaba a su lado, lo miró con una mezcla de comprensión y exasperación. —Tranquilízate, Jeongin. Todo estará bien — le respondió con una sonrisa tranquilizadora. Pero Jeongin no estaba convencido.
—Voy a llamar a Hyunjin —dijo, sacando su teléfono del bolsillo.
—Eso es de mala suerte —Replicó Heeseung rápidamente.
—¡Estoy frustrado!— exclamó Jeongin, sintiendo cómo la presión aumentaba en su pecho.
Para calmarlo, Heeseung se acercó y le colocó las estrellas de teniente en el uniforme.
—Mira, este uniforme te queda increíble —le dijo, intentando distraerlo de sus pensamientos ansiosos.
Jeongin sonrió débilmente, sintiéndose un poco más seguro.
—Estoy nervioso — admitió, sintiendo que las palabras eran un eco de su estado emocional.
No pasó mucho tiempo antes de que la madre de Jeongin apareciera en la puerta, anunciando que ya era hora. Asintió con la cabeza, sintiendo que el momento había llegado. Con un último vistazo al espejo y un profundo suspiro, salió de la habitación.
El pasillo estaba adornado con flores y luces suaves que iluminaban el camino hacia el lugar donde lo esperaba Hyunjin. Cada paso que daba resonaba en su mente como un tambor, aumentando su ansiedad. Finalmente, llegó a la entrada del salón donde Hyunjin lo esperaba.
Hyunjin lucía radiante en su uniforme de gala: un chaqué negro con corbata blanca y la insignia de coronel que brillaba orgullosamente en su pecho. Su mirada se iluminó al ver a Jeongin, y este sintió que su corazón se aceleraba.
Sin pensarlo dos veces, Jeongin tomó la mano de Hyunjin, buscando esa conexión que siempre lo tranquilizaba. Juntos avanzaron hacia el altar.
La ceremonia fue mágica. Amigos y familiares rodeaban a la pareja mientras intercambiaban votos llenos de amor y compromiso. Jeongin sintió que cada palabra resonaba en su corazón, sellando un capítulo nuevo en sus vidas. Cuando finalmente se besaron como esposos, el aplauso y los vítores llenaron el aire, y Jeongin supo que había tomado la mejor decisión de su vida.
Más tarde esa noche, mientras la música envolvía el salón de baile, Jeongin se encontró bailando con Hyunjin. Era un momento perfecto, hasta que Minho apareció con una sonrisa traviesa.
—¿Puedo robarme a Jeongin por un momento? —preguntó Minho con tono juguetón.
Hyunjin frunció el ceño en protesta pero terminó cediendo entre algunas quejas.
Minho y Jeongin comenzaron a bailar al ritmo de la música. —Dile a nuestro coronel, alias tu esposo que deje de mirarme así —bromeó Minho mientras giraban en la pista.
Jeongin soltó una risa ligera. —No te preocupes por eso —respondió, disfrutando del momento.—¿Has resuelto las cosas con Jisung? —preguntó, curioso.
—Ni cerca —admitió Minho con un suspiro. —Me trata como si fuera solo un capitán más.
Jeongin rodó los ojos, recordando lo terco que podía ser Minho.
—Tal vez deberías invitarlo a bailar esta noche —sugirió. —Aunque de cierto modo te lo mereces, digo ya sabes...
—¡Oyee!—respondió Minho con una mueca, como si le costara imaginarse haciéndolo.
La noche continuó llena de risas y bailes, pero eventualmente llegó el momento de despedir a los novios. Con abrazos y buenos deseos, Jeongin y Hyunjin se dirigieron a su luna de miel, dejando atrás una celebración llena de amor.
(...)
Mientras tanto, en una esquina oscura del hotel, el comandante Bang observaba la escena con una mirada melancólica. Se encontraba solo, bebiendo y fumando para ahogar sus propios pensamientos. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar.
—Soldado Kim, deberías estar disfrutando allá afuera —dijo el comandante con un tono resignado.
Kim asintió, pero no pudo evitar preguntar: —¿Y usted? ¿Por qué estás tan triste?
Bang se encogió de hombros. —Son cosas que suceden —murmuró antes de volver a beber. Pero pronto ambos se encontraron compartiendo más que solo bebidas; sus labios se encontraron en un beso inesperado en el baño del hotel, dejando atrás sus propias batallas internas por un instante fugaz.
Mientras tanto, Minho decidió acercarse a Jisung en medio del bullicio del baile. Con un poco de valentía acumulada, le preguntó si quería bailar. Jisung suspiró antes de aceptar con un simple "sí", dejando atrás cualquier malentendido entre ellos.
De regreso en el auto, Jeongin se acomodó sobre el hombro de Hyunjin mientras este conducía por la carretera iluminada por la luna.
—Estoy tan feliz —murmuró Jeongin, sintiendo cómo cada preocupación se desvanecía lentamente.
Hyunjin sonrió ampliamente.
—Yo también lo estoy. Ahora puedo decir que eres completamente mío.
Jeongin levantó la vista hacia él y sonrió con complicidad.
—Sí, Hyunjin, soy tuyo.
—Ten respeto— bromeó Hyunjin con una risa suave —Sigo siendo tu superior.
Jeongin se subió al regazo de Hyunjin sin pensarlo dos veces y le dio un beso suave en los labios.
—Sí, mi coronel —susurró entre risas.
Mientras el coche avanzaba bajo la luz de las estrellas, ambos supieron que este era solo el comienzo de su historia juntos; una historia llena de amor, desafíos y momentos inolvidables que construirían día tras día.
(...)
la mañana siguiente, el Soldado Kim se despertó y vio al Comandante Bang durmiendo a su lado. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Si le hubieran preguntado en el pasado si creería que estaría en esa situación, habría respondido con un rotundo "Estás loco!". Pero, aquí estaba, en la cama con el Comandante Bang.
Suspiró, sintiendo una mezcla de emociones. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Era esto real? ¿Qué pasaría después?
En ese momento, el teléfono de Chris, empezó a sonar. Era un número desconocido. Atendió, algo dudoso.
—¿Hola?— dijo, con la voz ronca —¿Chris?— preguntó una voz masculina del otro lado de la línea.
Kim se encogió. —¿Quién es? —preguntó, con la voz ligeramente más aguda.
—No me conoces, ¿verdad? —dijo la voz, con una risita.
Kim frunció el ceño, sintiendo una punzada de molestia.
—¿Quien eres? — preguntó, con un tono de voz más firme.
—Aja, tú deberías saberlo. Tu voz me suena conocida, ¿Pasaste la noche con Chris?
—No es tu problema
—tienes razón, dile a Chris si se acuerda de la noche que intentó asesinarme — la voz, con una burla en su tono.
Kim se puso de pie de un salto, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
—¿Quién eres? —preguntó, ahora con un tono de voz más fuerte, ligeramente amenazante.
—No te preocupes, pronto lo sabrás. Solo quería dejarte un mensajito— dijo la voz, antes de colgar.
Kim se quedó mirando el teléfono, su mente llena de confusión y miedo. ¿Quién era esa persona? ¿Por qué hablaba de asesinarlo?
El Comandante Bang se removió en la cama, despertando finalmente.
—¿Qué pasa? —preguntó, con la voz somnolienta.
Kim respiró hondo, tratando de calmarse. —Solo era un número desconocido —dijo, con una falsa tranquilidad. —Un idiota que quería hacer bromas.
El Comandante Bang sonrió, acercándose a Kim y abrazándolo con fuerza. —No te preocupes por esos idiotas —
Kim se dejó llevar por el abrazo del Comandante Bang, sintiendo un poco de consuelo en su compañía. Pero la amenaza en la voz de esa persona no se disipaba. En el fondo de su mente, Kim sabía que esta historia aún no había terminado.
—Comandante, esto no puede...
—Ya lo se, no se va a repetir, no voy... A cometer el mismo error dos veces...
—¿Dos veces?
—Ya no importa, solo déjame disfrutarlo un rato más, soldado Kim seungmin.
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