Capitulo veintiséis: un nuevo amigo
Minho llegó al departamento de Jisung con el ceño fruncido, una mezcla de molestia y preocupación dibujada en su rostro. Había pasado toda la tarde intentando comunicarse con él, pero no había recibido respuesta. Al llegar, se detuvo frente a la puerta, listo para golpear, cuando esta se abrió de golpe. Sin pensarlo dos veces, Minho entró.
El lugar estaba en completo desorden. Muebles fuera de lugar, objetos tirados por el suelo, como si una pelea hubiera tenido lugar allí.
-Jisung-, llamó con voz firme, su corazón latiendo con fuerza. La ausencia del joven lo inquietaba.
Recorrió cada habitación, buscando cualquier signo. -¡Jisung!-, gritó nuevamente, pero solo recibió silencio como respuesta. En la cocina, encontró una nota en la mesa. La tomó entre sus manos temblorosas y leyó:
"Tu nuevo novio será un buen amigo mío. Ven a las 8 del día de mañana a esta dirección".
La ira burbujeó en su interior. ¿Qué demonios había pasado? Sin pensarlo dos veces, tomó la nota y salió del departamento, decidido a encontrar respuestas.
-
La tensión en la sala de reuniones era palpable. Minho se encontraba frente a Hyunjin y Jeongin, el rostro marcado por la frustración.
-¿Por qué supones que fue Sam quien...?- comenzó Hyunjin, pero Minho lo interrumpió.
-Su firma está allí -dijo, señalando la nota que había encontrado. -Si Sam le pone un dedo encima a Jisung, lo voy a matar.
Hyunjin levantó una ceja, divertido. -No me vas quitar ese placer-, respondió con una sonrisa sarcástica.
-Esto no es un juego -replicó Minho, su voz grave y seria.
-Es un segundo rescate, pero Jisung no está involucrado en nada de esto. -Soltó Bang quien se encontraba recostado del marco de la puerta
-Sí, pero su intención era llamar la atención del coronel - interrumpió Jeongin, tratando de calmar la situación. -Citarte a una reunión clandestina no tiene sentido.
Minho frunció el ceño, mirando a Hyunjin con intensidad. -¿Sabes por qué tu hermano está haciendo todo esto?
Hyunjin negó con la cabeza, y Jeongin se atrevió a hablar. -Yo sé algo -dijo, pero Hyunjin lo miró con desdén.
-¿Por qué no me lo dijiste antes? No está bien mentirle a tu coronel- le reprochó.
Minho soltó un susurro que apenas se escuchó: -Sería la primera mentira - Jeongin rodó los ojos, frustrado por la situación.
-Venganza, Sam dijo que lo culpaste de algo el cual el no tenía la culpa... No entiendo por qué no pueden simplemente resolver esto como personas civilizadas y no meter a personas inocentes en medio-, dijo Jeongin -Meter a jisung es algo...
-Esa no es la idea de Sam - replicó Hyunjin. -Él no actúa por cuenta propia... Desde pequeños Sam a tenido un complejo de inferioridad, es decir siempre intentaba llamar la atención con algo...
-Entonces, ¿quién está detrás de todo esto?-, preguntó Minho, la inquietud creciendo en su pecho.
Bang sonrió en respuesta. -El padre de Hyunjin.
Las palabras resonaron en la habitación como un eco ominoso, dejando claro que la situación era mucho más complicada de lo que habían imaginado. Minho sintió un escalofrío recorrer su espalda; sabía que debía actuar rápido para proteger a Jisung antes de que fuera demasiado tarde.
(...)
Jisung frunció el ceño mientras observaba al sujeto de traje que tenía enfrente. La sonrisa de aquel hombre le resultaba irritante, como si disfrutara de su incomodidad. Con voz tensa, Jisung le dijo:
-Suelta eso.
El hombre negó con la cabeza, manteniendo su postura desafiante.
-No puedo. Tienes que esperar a que llegue tu novio con Hyunjin y Jeongin.
Jisung se rió con desprecio.
-Minho no es mi novio.
Sam, el hombre de traje, arqueó una ceja, su sonrisa se amplió.
-¿Ah, sí? ¿Y eso significa que te rompió el corazón?
-¡Que se puede ir a la verga! -respondió Jisung, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en su pecho.
Sam se limitó a sonreír, sin inmutarse ante la rabia de Jisung. Justo en ese momento, la puerta se abrió y entraron Félix y otro chico. Jisung sintió un alivio momentáneo, pero también una punzada de ansiedad al ver la bandeja de objetos quirúrgicos que estaba sobre la mesa.
Félix se acercó y, al notar la expresión de Jisung, le tomó las mejillas con suavidad y le sonrió.
-Eso es loto espectral -dijo con calma-. Te tendrá dormido por un rato, cadete.
Jisung negó repetidamente, su corazón acelerándose mientras miraba los instrumentos brillantes en la bandeja. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y su mente comenzaba a imaginar lo que eso significaba.
-No quiero... -susurró, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de él.
Félix mantuvo su mirada firme, pero sus ojos reflejaban comprensión. Jisung podía notar que había algo más detrás de esa sonrisa, algo que lo inquietaba aún más. La sala parecía cerrarse a su alrededor, y el aire se volvía pesado.
-Tienes que confiar en nosotros -dijo Félix, pero Jisung solo podía pensar en cómo salir de allí.
Jisung sintió cómo la aguja se deslizaba en su piel, un frío que se extendía por su brazo. La sala comenzó a girar lentamente, y las voces se desvanecieron en un murmullo distante. Intentó enfocar su mirada en Félix, pero su rostro se tornaba borroso, como una pintura mal hecha.
-¿Qué... qué me has hecho? -logró balbucear, sintiendo que su lengua se volvía pesada.
Félix lo miró con una mezcla de tristeza y determinación.
-Esto es solo temporal, Jisung. Tienes que confiar en nosotros.
Pero las palabras se desvanecieron en el aire, y Jisung se encontró atrapado en un torbellino de recuerdos. Minho. Su risa, su forma de mirarlo. La calidez de sus abrazos. El corazón de Jisung se apretó al pensar en él, y en cómo había dejado que su confianza lo llevara a esa situación.
-Esto te pasa por confiar en Minho -dijo Félix con un tono que resonó en la mente de Jisung como un eco doloroso.
La oscuridad comenzó a envolverlo, y los bordes de su visión se desdibujaron. Se sentía ligero, como si flotara, pero al mismo tiempo, el terror comenzaba a afianzarse en su pecho. No quería perderse, no quería olvidar.
Mientras tanto, en la oficina de San, el teléfono sonó y él contestó con una sonrisa que iluminó su rostro.
-Sí, papi -respondió, dejando que la voz autoritaria de su padre llenara el espacio vacío a su alrededor.
Su padre le preguntó si tenía todo listo, y San asintió, aunque sabía que la preparación era solo una parte del plan.
-Sí, todo está en marcha. El traidor Hyunjin pagará por todo -dijo con una satisfacción oscura.
La voz de su padre resonó con orgullo, y San sintió que una ola de poder lo envolvía.
-No olvides, no dejar cabos sueltos -le advirtió su padre antes de colgar.
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