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Capitulo veintinueve: aquella noche

-¡Honnie, ya llegué! -soltó Jeongin no muy fuerte, sin embargo, no obtuvo respuesta. Al abrir la puerta, el panorama que se desplegó ante sus ojos lo dejó sin aliento. Allí, en el sofá, estaba el chico con quien había compartido su vida durante tres años, enredándose con alguien más, un castaño que salió corriendo al verlo.

El corazón de Jeongin se detuvo por un instante, y un silencio ensordecedor llenó la habitación. No hubo palabras, solo una mirada de sorpresa y culpa que cruzó la habitación como un relámpago. Su mente quedó en blanco; su corazón, en pedazos.

Había dejado todo por él. Tres años se habían ido a la mierda. Jeongin jamás fue alguien que formara un lío; era tranquilo y reflexivo. Así que, en lugar de estallar en rabia, decidió calmarse. Sin embargo, necesitaba despejar su mente.

Al llegar al bar, Jeongin suspiró. Tenía demasiadas cosas en las que pensar justo ahora como para sumar su matrimonio de mierda a la lista. Se sentó en la barra y pidió un trago fuerte. El barman le sonrió con complicidad, como si entendiera su dolor.

Fue en ese momento cuando su teléfono sonó. Rápidamente respondió al ver el remitente.

-¡Felicidades por tu ascenso, Yang! O debería decir teniente Yang -soltó la voz al otro lado de la línea.

Jeongin sonrió a pesar de todo. Era Hwang, su mentor.

-Gracias, Hwang. Estoy muy agradecido -respondió.

-Es una lástima que estés comprometido. Sin duda serías un buen partido para mi hijo -dijo Hwang con un tono juguetón.

Jeongin soltó una carcajada. La idea le parecía absurda en ese momento.

-¿Cuándo nos volveremos a ver? -preguntó.

-Quizás cuando yo ya esté muerto -bromeó Hwang.

Ambos rieron ante la broma, y Jeongin se despidió con un "buenas noches, mentor Hwang". Rodó los ojos y suspiró mientras su teléfono volvía a sonar. Esta vez, el sonido era más urgente.

-¿Bueno? -contestó.

-Tengo lo que pediste -dijo la voz contraria.

Jeongin sonrió y pidió que enviara todo junto con imágenes. A lo que la otra persona accedió gustosamente y lo felicitó nuevamente por su ascenso.

-Ha sido un día de la mierda -confesó Jeongin.

-¿Por qué? -preguntó el otro.

-Encontré a Minho con alguien más -respondió Jeongin, sintiendo cómo el dolor volvía a invadirlo.

-¿Estás en un bar? -el otro preguntó, y Jeongin asintió aunque no pudiera verlo.

Se colocó unos audífonos y comenzó a observar las fotos que le enviaban.

-¿Quién es el rubio? -preguntó.

-Es el hijo de Hwang -respondió el otro.

Jeongin rodó los ojos.

-¿Cuál de los dos?

-Probablemente sea Hyunjin -dijo su interlocutor.

Jeongin soltó una risa sarcástica.

-El gemelo bueno.

El otro carcajeó y le advirtió que debía tener cuidado, ya que Hyunjin era un coronel de alto rango. Jeongin sonrió para susurrar:

-Ellos deberían tenerme miedo a mí.

Al alzar la vista, observó a un rubio bastante similar al de la foto que le habían enviado. Levantó su teléfono y, efectivamente, era el mismo rubio.

-Oye, debo colgar -dijo apurado.

-¡Oye! Pero ¿en serio los asesinarás? -insistió el otro.

-Sí -respondió antes de colgar y darle un largo sorbo a su bebida.

El rubio lo miró con curiosidad y se sentó a su lado, sonriendo con despreocupación.

-Tan guapo y tan solo... -murmuró el rubio.

Bingo

Pensó Jeongin mientras se giraba hacia él. Esa sonrisa desarmante era suficiente para hacerle olvidar por un instante todo lo que había pasado.

(...)

A la mañana siguiente, Jeongin despertó y tomó su teléfono para sacarle una fotografía al rubio que yacía dormido en la cama. La luz del sol entraba por la ventana, iluminando sus rasgos delicados. Con un gesto rápido, envió la imagen, quien no tardó en llamar.

-¡COGISTE CON HWANG HYUNJIN! -gritó. Al otro lado de la línea.

Jeongin sonrió ante la emoción de su amigo.

-Sí -respondió con tranquilidad.

El contrario soltó una carcajada y comentó que como él no había dos. Jeongin se sintió halagado pero también abrumado por lo inesperado de la situación.

-Luego hablamos, debo colgar -dijo rápidamente antes de regresar a la cama junto al rubio. Sin embargo, no durmió mucho más; el sonido del teléfono lo despertó de nuevo.

El rubio se movió inquieto a su lado, pero Jeongin decidió ignorar su presencia momentáneamente mientras intentaba organizar sus pensamientos. La confusión y el remordimiento lo invadían; había pasado de un amor traicionado a una aventura inesperada en cuestión de horas.

Al salir del hotel, Jeongin sonrió mirando la placa que tenía en la mano: "Hwang Hyunjin". Sin embargo, esa sonrisa se tornó en una mueca cuando recordó a Minho y lo que había dejado atrás.

De repente, una persona de cabello castaño claro se acercó y le sonrió.

-¿Hwang la tiene grande? -preguntó con picardía.

Jeongin asintió con una sonrisa. Ambos sabían a qué se referían; las conexiones familiares podían ser complicadas en su mundo.

-Debemos ser cuidadosos ahora más que nunca -dijo Jeongin mientras miraba a los ojos del castaño.

El castaño asintió con seriedad y le dijo:

-Cuídate, no estaré allí para ayudarte esta vez.

Jeongin sintió un nudo en el estómago ante esas palabras. La vida estaba cambiando rápidamente y no estaba seguro si estaba listo para enfrentar lo que venía.

-Gracias, Heeseung -respondió finalmente, sintiendo que necesitaba aferrarse a algo familiar en medio de tanto caos.

Mientras se alejaba del bar, con el eco de las risas de anoche aún resonando en su mente, supo que no podía seguir huyendo de sus sentimientos ni de las decisiones que había tomado. Todo estaba cambiando rápidamente a su alrededor y él debía decidir qué camino tomar antes de que fuera demasiado tarde.

(...)

Jeongin se encontraba en la habitación del hospital, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, su mente estaba en un torbellino. Había pasado la noche reflexionando sobre lo sucedido con Hyunjin y la traición de Minho. La confusión y el deseo lo mantenían alerta, incluso en un lugar donde debería sentirse seguro.

Justo cuando pensaba en cómo manejar su nueva situación, su teléfono sonó. Miró la pantalla y vio el nombre de Heeseung parpadeando. Con un suspiro profundo, contestó.

-¿Bueno? -dijo Jeongin, intentando sonar casual.

-Yang, me van a transferir a tu base -respondió Heeseung con una voz firme.

Jeongin sintió que su corazón se aceleraba. Esa noticia podría ser justo lo que necesitaba.

-¿Digo que sí? -preguntó Heeseung.

Sin pensarlo dos veces, Jeongin respondió:

-Sí, por favor. Eso sería de mucha ayuda.

Pero en el fondo, una inquietud comenzó a crecer. ¿Qué haría ahora? Se había enamorado de Hyunjin, y su plan de venganza parecía desvanecerse como humo en el viento. Sacudió la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos.

-Escucha, debemos fingir que no nos conocemos -dijo Jeongin, tratando de ser pragmático.

Heeseung asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

-Entendido. Pero ahora sí, será el fin de los Hwang -afirmó con determinación.

Jeongin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que Heeseung también había sido una víctima en esta historia; su familia había sido destruida por el mismo clan que había traicionado a Jeongin. La ira compartida los unía de una manera que nunca habían anticipado.

-No podemos dejar que esto se convierta en una cacería -dijo Jeongin, tratando de mantener la calma mientras sus pensamientos se agolpaban.

-No, pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados -replicó Heeseung-. Debemos actuar con inteligencia.

Jeongin respiró hondo, sintiendo la presión aumentar sobre sus hombros. Era un juego peligroso, y cada movimiento contaba. Se preguntó si era posible equilibrar su deseo por Hyunjin con su necesidad de justicia.

-¿Tienes algún plan? -preguntó Jeongin, intentando mantener la mente fría.

-Sí, pero necesitaré tu ayuda para llevarlo a cabo -respondió Heeseung -Solo quiero descansar Yang, ellos me quitaron todo...

-Lo se.

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