Capitulo veinticuatro: sin culpa.
La habitación de Jeongin estaba bañada en una suave luz que se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente acogedor. Ambos estaban sentados en la cama, un tazón de helado entre ellos. Sin embargo, mientras saboreaban el dulce manjar, la mente de Jeongin estaba lejos de la diversión. No podía dejar de pensar en lo que había aceptado: le gustaba Hyunjin. No solo eso; era algo que iba más allá de la simple atracción. Era un torbellino de emociones que lo dejaba confundido y, a veces, culpable.
Mientras su mente divagaba, sintió el toque suave de un dedo en su frente. Alzó la vista y se encontró con los ojos profundos de Hyunjin, que lo miraban con curiosidad.
-¿En qué tanto piensas? -preguntó Hyunjin, su tono ligero pero con un atisbo de seriedad.
Jeongin rápidamente negó con la cabeza, intentando desviar la conversación.
-En nada -respondió, forzando una sonrisa.
Sin embargo, Hyunjin no se dejó engañar. Con un movimiento decidido, colocó el tazón de helado a un lado y se acomodó mejor en la cama. Luego, sin previo aviso, abrió sus piernas y le hizo un gesto a Jeongin para que se acercara.
Jeongin sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras se subía al regazo de Hyunjin. La cercanía era electrizante, y su corazón latía con fuerza. Sin pensarlo dos veces, mordió su labio inferior, sintiendo cómo la tensión entre ellos aumentaba.
-¿Qué haces? -preguntó Hyunjin, su voz un susurro lleno de deseo.
-No lo sé... -respondió Jeongin, sintiendo que la culpa se desvanecía momentáneamente ante la urgencia del momento.
Hyunjin posó sus manos firmemente en la cintura del menor, acercándolo aún más. Sus labios estaban tan cerca que Jeongin podía sentir la calidez de su aliento. Fue entonces cuando el mundo exterior desapareció por completo.
Hyunjin capturó los labios de Jeongin con una ferocidad que lo tomó por sorpresa. El beso era todo lo que había anhelado: apasionado y lleno de una energía cruda que parecía consumirlos a ambos. Los labios de Hyunjin se movían contra los de Jeongin con una intensidad que lo hizo gemir suavemente, un sonido que resonó en la habitación como una melodía prohibida.
Jeongin rodeó su cuello con los brazos, atrayéndolo aún más hacia él mientras comenzaba a mecer sus caderas sobre el regazo de Hyunjin. La fricción entre ellos era eléctrica; cada movimiento hacía que el deseo ardiera dentro de él. Se sentía como si estuvieran en una burbuja, alejados del mundo y de las complicaciones que los rodeaban.
El beso se profundizó, volviéndose más feroz mientras ambos se entregaban a la intensidad del momento. Las manos de Hyunjin exploraban la cintura de Jeongin, mientras este se aferraba a su cuello con fuerza, como si temiera perderse en la vorágine de sensaciones.
La confusión y la culpa parecían desvanecerse en el aire caliente que los rodeaba; todo lo que existía era el sabor del helado olvidado y el ardor de sus cuerpos juntos. En ese instante, Jeongin decidió dejar atrás todas sus dudas y simplemente disfrutar del momento.
Jeongin se encontraba en un torbellino de emociones. Sabía que Hyunjin no era el mejor hombre; lo había visto en sus interacciones con otros, en cómo jugaba con los sentimientos de quienes lo rodeaban. Pero a pesar de eso, la atracción era innegable y la conexión entre ellos se sentía como un fuego que no podía apagar.
Mientras se alejaba un poco, sintió que el aire se volvía denso. La confusión lo invadía, y una parte de él sabía que esto no terminaría bien. ¿Acaso Minho también se sentía así cuando estaba con Jisung? Esa pregunta retumbaba en su mente, pero ahora no era el momento de pensar en ellos. Era un momento para él y Hyunjin.
-Acaba conmigo -susurró Jeongin, su voz temblando ligeramente-. Hazme tuyo hasta olvidar mi nombre y que no recuerde.
Hyunjin lo miró, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de deseo y algo más profundo. Se inclinó hacia adelante, sus labios apenas a milímetros de los de Jeongin.
-No quiero un amor compartido -respondió, su voz grave y llena de intensidad-. Quiero que seas solo mío.
Jeongin sintió que su corazón se hundía. Negó con la cabeza, sintiendo que las palabras salían de su boca sin control.
-Ya no puedo pertenecerle a alguien más -dijo, su voz apenas un susurro. La verdad era dolorosa, pero liberadora al mismo tiempo.
Sin decir más, ambos se lanzaron nuevamente a un beso ardiente. Era como si el mundo alrededor se desvaneciera; solo existían ellos dos y el fuego que ardía entre sus cuerpos. Los labios de Hyunjin eran exigentes y posesivos, mientras que Jeongin respondía con la misma pasión desbordante.
Con un movimiento rápido, Hyunjin sacó la camiseta de Jeongin, dejando su torso expuesto a la luz tenue de la habitación. El roce del aire fresco sobre su piel hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Hyunjin se detuvo un momento, admirando cada centímetro de Jeongin, como si estuviera grabando esa imagen en su mente.
-Eres perfecto -murmuró Hyunjin antes de volver a capturar sus labios.
Jeongin se entregó por completo a la experiencia. La calidez del cuerpo de Hyunjin contra el suyo lo envolvía, y cada caricia lo hacía sentir más vivo que nunca. Las manos de Hyunjin exploraban su piel, bajando por su abdomen mientras sus besos se volvían más intensos.
Hyunjin se movió con confianza, llevando a Jeongin hacia un lugar donde las dudas parecían desvanecerse. Cada toque era una promesa, cada beso un pacto silencioso entre ellos. Jeongin cerró los ojos, dejándose llevar por la corriente de sensaciones que lo inundaban.
-No pienses en nada más -dijo Hyunjin entre besos, como si leyera sus pensamientos-. Solo siente.
Y así lo hizo. Se dejó llevar por el momento, por el deseo y la necesidad que sentía por Hyunjin.
Jeongin se alejó de hyunjin para ir hasta su deportivo y llevó sus manos para bajarlo junto a su boxer dejando al aire el miembro del mayor.
Su lengua hizo contacto con la piel de la erección de Hyunjin, jeongin se perdió en la sabor y textura de la misma, lamió nuevamente, una y otra vez. Sabia jodidamente bien. Lamió la hinchada cabeza enrojecida y exahalo temblorosa mente cuando. Llevo completamente la cabeza del miembro de su novio. Sin ningún tipo de delicadeza Hyunjin empujó la polla contra su garganta, jeongin tosió ante el brusco movimiento, haciendo que la polla en su boca vibre.
Las manos de changbin fueron a la hermosa cabellera azabache de su teniente e impulsó su cabeza mientras follaba su boca, ara jodidamente hilarante. Hyunjin salió de la boca del menor para luego observarlo, tenía las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos. Su teniente era tan bello.
-Abre las piernas para tu coronel -Ordenó y el pelinegro se dejó caer en la cama para abrir sus piernas, changbin comenzó a dar besos y lamidas por sus muslos enviando escalofríos por todo el cuerpo del pelinegro, sin algún aviso lamió uno de sus dedos y lo introdujo haciendo que jeongin gima por lo bajo.
Luego de que Hyunjin jugueteara un rato con sus dedos los saco para abrir paso a su polla.
-Coronel... -Rogó jeongin, Hyunjin lo penetró de una sola estocada haciendo que este arqueé la espalda, una sensación exquisita. La polla de su superior presionaba con fuerza contra su próstata haciendo que se estrenezca, echó la cabeza hacia atrás y sus brazos se aferraban con fuerza a los hombros de changbin.
Se movían juntos, gemidos bajos y gruñidos que acompañaban los golpes de sus cuerpos.
-Oh Dios, si... Así, coronel... Justo así... Tan ahg
La mano de Hyunjin fue a su polla y comenzó a masturbar lo. Jeongin se arqueo sobre el colchón y Corriendose sobre la mano del mayor, sintiendo como su cuerpo temblaba y apretando con fuerza la polla de hyunjin arrastrando el orgasmo sintiendo como el semen del mayor corría en su interior.
-Cariño deberíamos... -Hyunjin no pudo completar la frase cuándo jeongin le dio la vuelta y se subió sobre su regazo y acarició el pecho -¿Quieres más Yang?
-Si, te dije que me follaras hasta que olvidara quien era.
-Ruega por ello...
-Por favor -Hyunjin quería hacerlo rogar más pero aquella expresión del menor lo hizo enloquecer y lo tomó de la cintura -Hyunjin...
-Vas a volverme loco yang jeongin.
Una vez más...
(...)
Jeongin abrió los ojos gracias a la alarma que resonaba con fuerza. Su cuerpo estaba exhausto desde la noche anterior con Hyunjin, y palmeó un poco en busca del mayor, pero no lo encontró. Un vacío se instaló en su pecho, y sintió cómo sus ojos comenzaban a arder. Con un suspiro, ladeó la cabeza y salió de la habitación.
La preocupación se disipó al instante al ver a Hyunjin en la cocina, concentrado en hacer el desayuno. El aroma del pan tostado y el café recién hecho llenaban el aire.
-¡Buenos días, teniente! -saludó Hwang con una sonrisa, y Jeongin no pudo evitar abrazarlo por la cintura.
-No sabía que tu coronel cocinaba -dijo Jeongin, bromeando mientras se separaba un poco para mirarlo.
Hyunjin sonrió, sus ojos brillando con alegría. -Viví con mi madre, así que siempre estuve en la cocina con ella. Aprendí algunas cosas.
Jeongin estaba a punto de preguntar algo más sobre su infancia cuando el timbre sonó, interrumpiendo el momento. Alzó una ceja y miró a Hyunjin.
-¿Pediste algo? -preguntó, sintiendo una extraña inquietud.
Hyunjin negó con la cabeza, y Jeongin se acercó a la puerta. Al abrirla, su corazón se detuvo por un instante. Allí estaba Minho, con su cabello despeinado y una expresión de sorpresa en su rostro.
-¿Qué te pasa? Te pusiste pálido al verme -soltó Minho, cruzando los brazos con una mezcla de preocupación y curiosidad.
Jeongin sonrió forzado, tratando de recuperar la compostura. -Minho...
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