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Capitulo treinta y dos: mentirosa

El eco de los pasos resonaba en el pasillo del tribunal, un sonido que parecía amplificarse en la mente de Jeongin. Cada paso era un recordatorio de su situación, de la carga que llevaba sobre sus hombros. Se sentó en el banquillo de los acusados, sintiendo el peso del juicio que se avecinaba. El aire estaba cargado de tensión, y la mirada de los presentes se centraba en él como si fuera un pez en una pecera.

El juicio había comenzado con la lectura de los cargos: asesinato en primer grado, conspiración y otros delitos menores. Jeongin tragó saliva, su mente girando en torno a la figura de Hyunjin, quien estaba sentado entre el público. La expresión de su rostro era una mezcla de angustia y determinación. No podía dejar de pensar en cómo habían llegado hasta aquí.

La sala estaba llena. Los murmullos eran constantes mientras la gente se acomodaba, todos ansiosos por conocer el desenlace de esta historia. La juez, una mujer de mirada firme y voz autoritaria, tomó su lugar en el estrado y golpeó el mazo para llamar al orden.

—Corte, por favor —dijo la juez—. Estamos aquí para tratar el caso del Estado contra Jeongin Lee. ¿Se ha presentado la demandante?

Jeongin sintió que su corazón se detenía. La demandante era la mujer que lo había contratado, la que había puesto en marcha toda esta cadena de eventos desastrosos. La puerta se abrió y ella entró, con una gracia inquietante que contrastaba con la gravedad del momento. Llevaba un traje negro que acentuaba su figura, y su mirada era fría y calculadora.

—Sí, su señoría —respondió ella, tomando asiento en el lado opuesto del tribunal.

Jeongin sintió que el aire se le escapaba. No podía creer que ella estuviera allí, observándolo con esa mezcla de desdén y satisfacción. En su mente, las piezas comenzaron a encajar. Ella había sido quien lo había manipulado, quien había orquestado todo desde las sombras.

La juez miró a la demandante.

—¿Está lista para proceder con su declaración?

—Sí, su señoría —dijo la mujer, su voz suave pero firme—. Estoy aquí para testificar sobre los actos atroces que este hombre ha cometido.

Jeongin sintió cómo la rabia comenzaba a burbujear dentro de él. No podía permitir que ella lo arrastrara más a este abismo. La juez le dio la palabra, y ella se levantó.

—El acusado fue responsable del asesinato de mi esposo, Hwang Hyun-soo—comenzó—. Su muerte no solo me ha causado un dolor inimaginable, sino que también ha dejado a nuestra familia destrozada.

Hyunjin se removió en su asiento, y Jeongin sintió una punzada de culpa atravesarle el pecho. Aquel hombre era un ser humano, un padre, un esposo.

La mujer continuó, hablando sobre cómo Hyun-soo había sido un hombre honorable y trabajador. Sus palabras estaban llenas de emoción, pero Jeongin sabía que eran solo eso: palabras. La verdad era que ella lo había contratado para eliminarlo.

Cuando terminó su declaración, la juez permitió que los abogados defensores hicieran sus preguntas.

El abogado defensor se levantó y comenzó a interrogarla.

—¿Es cierto que usted contrató al acusado para llevar a cabo este acto?

La sala quedó en silencio. La mujer sonrió con desdén.

—No es cierto —respondió ella—. Yo solo quería protegerme a mí y a mi familia.

—¿Protegerse? ¿De qué? —insistió el abogado—. ¿De su propio esposo?

—Él se había vuelto peligroso —replicó ella, sin inmutarse—. No tenía otra opción, además el solo lo hizo por una venganza que ni yo conocía

Jeongin sintió cómo se le revolvía el estómago. Las palabras de la mujer eran veneno puro, manipulando la verdad para convertirla en su propio beneficio. La sala estaba atenta a cada palabra, y él sabía que debía mantener la calma.

El abogado continuó presionando.

—¿Puede explicar por qué decidió pagarle al acusado para llevar a cabo este "acto de protección"?

La mujer arqueó una ceja, como si estuviera disfrutando del juego.

—Porque sabía que él podía hacerlo —respondió—. Él era un profesional.

La incredulidad llenó la sala. Jeongin sintió cómo su sangre hervía mientras comprendía que estaba siendo tratado como un monstruo, cuando en realidad había sido una marioneta en manos de esa mujer.

Finalmente, fue el turno de Jeongin para declarar. Se levantó lentamente y miró a todos los presentes. Su mirada se encontró con la de Hyunjin, quien parecía estar luchando entre la ira y la tristeza.

—Soy inocente —comenzó Jeongin—. Bueno si lo asesine, pero ese hombre era un monstruo, violador, secuestrador, hizo que sus hijos se odiarán entre si.

La mujer lo miró con desprecio.

—Eres un asesino —dijo con frialdad—. Te gusta jugar a ser el héroe, pero eres un bastardo, mi esposo jamás haría eso.

Jeongin respiró hondo, intentando mantener la calma.

—¿Un bastardo?¡¿Un bastardo?! Su esposo me secuestro, me torturó, hizo que sus hombres... —replicó—. Yo solo hice un trabajo y cumplí.

La juez golpeó el mazo para restablecer el orden.

—Sigue —dijo.

—Hyun-soo no era solo un "hombre honorable" —continuó Jeongin—. Maltrató a niños inocentes y no se hizo cargo de sus acciones, ¿Cometí un error? Me vale mierda, merecía la muerte y yo solo me ensucie las manos por una zorra que no pudo hacerlo ella misma porque tenía miedo.

La sala quedó en silencio mientras sus palabras resonaban en el aire. Jeongin podía sentir cómo las miradas cambiaban lentamente, algunos comenzaban a dudar de la narrativa impuesta por la demandante.

Finalmente, después de horas de testimonios y preguntas cruzadas, llegó el momento del veredicto. La juez se retiró a deliberar y el ambiente se volvió tenso. Jeongin miró a Hyunjin desde lejos; sus ojos reflejaban una mezcla de emociones que no podía descifrar.

Cuando la juez regresó y anunció el veredicto, el corazón de Jeongin latía con fuerza. El jurado había decidido: culpable de asesinato en segundo grado. La sala estalló en murmullos; algunos aplaudían mientras otros mostraban su descontento. Jeongin solo sonrió

—Sin embargo soltó el juez, no sera encarcelado, será transferido a otro centro y allí dictarán su castigo.

Después del juicio, Hyunjin se acercó a él.

—Me hubiera encantado verte en la carcel...—dijo Hyunjin.

—¿Para que?¿Te excitaria verme con el traje naranja? —Hyunjin sonrió y se acercó a él menor

Jeongin sintió una punzada en el corazón al escuchar esas palabras. Sabía que no podía defenderse más.

—Hyunjin… —comenzó a decir, pero las palabras se le atascaban en la garganta. Jeongin sintió como si le dieran un puñetazo en el estómago. La traición era palpable entre ellos —. He hecho cosas terribles y he perdido tu confianza. Soy peor que tú... Y es por eso que no podemos estar juntos..

—¿Y qué pasa ahora? —preguntó

Jeongin respiró hondo antes de responder.

—Debemos cambiar muchas cosas —dijo con firmeza—. No puedo quedarme aquí ni confiar en nadie más, ni siquiera en mí mismo. Te quería asesinar, por qué te culpe de lo que me había sucedido; no puedo arrastrarte más a este caos, te amo pero no estoy listo para seguir acabando con nosotros.

Las palabras flotaron entre ellos como un eco doloroso. Hyunjin asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Está bien… —murmuró finalmente—. Pero quiero que sepas que esto no termina aquí, te voy a volver a ver, y espero que estés listo...

—¡Eres un egoísta!

—Ya te lo dije, el mundo puede estar ardiendo, pero mientras tú estés bien... No habrá ningún problema, puedes matar a todos a tu alrededor y yo decir que solo fue un accidente, eres mi perdición yang jeongin.

—Idiota —Solto dándose la vuelta siguiendo al militar sin embargo se detuvo, girándose para correr a donde estaba Hyunjin y besarlo —Espero no busques a alguien más.

—No lo creo.

🌚🌚🌚

Nota de autor:

Les iba a ser la broma de fin pero no jskskskak

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