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Capitulo nueve: los rumores

Día de la gala de anv.

Jisung dejó escapar un último gemido de satisfacción antes de dejarse caer al lado de Minho, sintiendo cómo la adrenalina se desvanecía lentamente. Observó cómo Minho se levantaba y se dirigía al baño, el agua de la ducha comenzando a caer en un suave murmullo. Jisung se quedó allí, perdido en sus pensamientos, mientras el sonido del agua llenaba el espacio.

Después de unos minutos, Minho salió del baño con una toalla alrededor de la cintura, su cabello aún goteando. Jisung se puso una camiseta holgada y unos boxers, sintiéndose un poco más cómodo, pero todavía con la inquietud en su pecho.

—¿Por qué no puedes quedarte y dormir? —preguntó Jisung, tratando de sonar despreocupado.

Minho suspiró, su expresión tornándose seria. —Tengo que ir con Jeongin.

Jisung bufó, frustrado. —¿Y cuándo piensas terminar con él?

Minho lo miró fijamente, como si estuviera sopesando sus palabras. —Justamente de eso quería hablarte. No quiero seguir con esto, Jisung. No estoy dispuesto a dañar años de relación por una aventura.

Jisung alzó una ceja, sintiendo cómo la indignación comenzaba a burbujear en su interior. —Eres un mentiroso. Dijiste que no sería una aventura.

Minho se encogió de hombros, como si esa simple acción pudiera deshacer el daño que sus palabras estaban causando. —Quizás fue un error mencionarlo. Amo a Jeongin más de lo que me gustas sexualmente tú. Lo lamento, Jisung, pero esto llega hasta aquí. No quiero seguir dañando a Jeongin de esta manera.

Las palabras de Minho resonaron en la habitación como un eco cruel. Antes de que Jisung pudiera responder, Minho se dio la vuelta y salió, dejando a Jisung solo con su dolor y confusión.

Jisung sintió cómo la rabia y la tristeza se mezclaban en su pecho. Con un grito ahogado, tomó todo lo que había en el tocador: frascos de colonia, cepillos de dientes, todo voló por los aires y se estrelló contra el suelo. Una lágrima solitaria corrió por su mejilla mientras miraba el desastre que había creado, sintiéndose vacío y traicionado.

Se dejó caer al suelo, abrazando sus rodillas mientras las lágrimas caían libremente. La imagen de Minho saliendo por la puerta se repetía en su mente, y cada vez que lo hacía, el dolor se intensificaba. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo pudo Minho decidir tan fácilmente que lo que tenían no valía la pena?

El silencio del cuarto era abrumador, y Jisung se sintió completamente solo. Sabía que había algo especial entre ellos, algo que no podía ignorar. Pero ahora, todo parecía desmoronarse ante sus ojos.

Con un suspiro tembloroso, Jisung se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se levantó del suelo. Tenía que encontrar una manera de lidiar con esto, pero la verdad era que no sabía por dónde empezar. Aún sentía el eco de las palabras de Minho resonando en su mente: "No quiero seguir dañando a Jeongin".

(....)

La cancha estaba sumida en la penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una farola que se filtraba a través de las rendijas de la ventana. Jeongin se encontraba con la espalda contra la fría pared, el corazón latiendo con fuerza mientras Hyunjin lo tenía acorralado. Una mano en su cintura, la otra en su muslo, lo mantenía elevado, atrapado entre la excitación y la confusión.

Los labios de Hyunjin pasaban ferozmente por su piel, dejando un rastro de calor en un lugar donde solo había frío antes. Jeongin no podía evitar gemir, un sonido que surgía de lo más profundo de su ser. ¿Cómo habían llegado a esto? La pregunta resonaba en su mente como un eco incesante. Hyunjin tenía ese "algo" que enloquecía al teniente: sus labios, sus manos, su cuerpo; todo en él era una jodida tentación.

En medio de la excitación, un movimiento en la penumbra llamó su atención. Una sombra se proyectó sobre ellos, y Jeongin se quejó en voz baja. —Coronel... —murmuró, pero Hyunjin no se detuvo.

—Ah! —gimió Jeongin de nuevo cuando Hyunjin intensificó su ataque.

—Espero que estés satisfecho —se quejó Hyunjin, rodando los ojos. Su tono era sarcástico, pero también había un destello de diversión en su mirada.

—Lindo anillo, por cierto. Nunca te lo había visto puesto —comentó Hwang, haciendo que Jeongin se quejara aún más.

—Deberíamos detenernos —dijo Jeongin, sintiendo cómo la realidad comenzaba a filtrarse en su burbuja de deseo.

Hyunjin lo miró con curiosidad. —¿Sientes algo por mí más allá de lo sexual? —preguntó, su voz más seria.

Jeongin negó con la cabeza rápidamente. —No, no es así...

Hyunjin asintió, una sonrisa traviesa asomándose en sus labios. —Genial. No hay pecado alguno; tú no me gustas. Me gusta tu cuerpo.

Un escalofrío recorrió la espalda de Jeongin ante esas palabras. La mezcla de deseo y desasosiego se intensificó. —Mientras no te enamores de mí, estamos bien. Te veo el fin de semana, teniente. Ah, y por favor entrena con los demás tenientes. Buenas noches.

Con eso, Hyunjin se alejó, dejando a Jeongin en un silencio abrumador. Observó a la nada, tratando de procesar lo que acababa de suceder.

(....)

A la mañana siguiente, Jeongin entró a la sala de entrenamiento y notó cómo Jisung lo miraba sin ninguna expresión. Rodó los ojos y se unió a los demás tenientes, quienes estaban conversando animadamente. Sin embargo, al verlo entrar, el bullicio cesó abruptamente.

—¿Qué? Nadie se murió —se quejó Jeongin mientras tomaba asiento en una de las colchonetas.

El teniente Choi fue el primero en romper el silencio. —¿No quieres saber de qué hablábamos?

Jeongin se encogió de hombros. —No tengo tiempo para chismes.

Fue entonces cuando Yeonjun tomó la palabra. —Hablábamos de Seo.

—¿Seo? ¿El narcotraficante que Hwang está cazando? —preguntó Jeongin, frunciendo el ceño.

Choi asintió. —Hay un rumor que dice que Seo es familia del coronel Hwang.

Jeongin soltó una carcajada sin pensar. —¿Y qué ganaría Hyunjin con todo esto?

Choi se encogió de hombros. —Los ricos tienen sus cosas raras. La familia Hwang no es la excepción, especialmente si se trata del padre de Hyunjin, quien es el director general.

Jeongin se quedó pensativo ante esa revelación. La idea de que Hyunjin pudiera estar involucrado en algo tan peligroso lo inquietaba. La atracción que sentía por él se mezclaba con una creciente preocupación por lo que eso significaba para ambos.

Mientras sus compañeros continuaban hablando sobre estrategias y rumores, Jeongin se sintió atrapado entre dos mundos: el deseo ardiente que lo consumía y la sombra ominosa de las implicaciones familiares de Hyunjin. Con cada palabra que escuchaba, la tensión crecía dentro de él, dejándolo con más preguntas que respuestas sobre su relación con el coronel Hwang y el narcotraficante Seo.

Jeongin se encontraba comiendo y fue el capitán Lee Felix quien se acercó a él.

—Hola teniente... Hay un rumor, me gustaría que me lo confirmes...

—¿Qué cosa, capitán?

—¿Follas con Hyunjin?...

Jodida mierda.

🖤

Lamento que ayer no pude actualizar llegué muy tarde del trabajo y me puse a estudiar DIOSMIO me voy a volver medio loca pero bueno les dejo su doble actu 🖤

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