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Capitulo cinco: fin de semana incierto

El ambiente en la sala de juntas era denso, cargado con la tensión del reciente operativo.  Hyunjin, con la mirada seria, resumía los resultados:

—Ok soldados, logramos tomar un poco de la droga que se producía en el lugar, sin embargo, un teniente salió herido debido a la inmadurez de un cadete. Además, uno de nuestros capitanes está desaparecido. —Explicó Hyunjin, su voz resonando en el silencio. —Sabemos que Seo, el líder terrorista y líder de la Familia Roja, está a cargo de las operaciones donde niños desde los 12 a los 15 están desapareciendo. No obstante, debemos acabarlo de raíz...

Sus ojos se posaron en Minho, quien estaba sentado con la cabeza baja.

—Por otro lado, capitán Lee Minho, debe estar más atento con su teniente, ya que el teniente Yang fue rozado por una bala y su herida no fue algo grave, pero gracias al comportamiento inmaduro y llevar a un cadete no listo para una misión, pudo ser peor...

Minho abrió la boca para defenderse, pero Hyunjin continuó antes de que pudiera hablar.

—Además, el capitán Lee Felix estaba desaparecido y abriremos una investigación. Hoy comienza su fin de semana y estaremos atentos. Sin embargo, son libres de pasar sus fin de semana tranquilos.

La reunión terminó con un silencio incómodo. Minho salió molesto, buscando a Jeongin. Lo encontró en la sala de tiro, concentrado en su objetivo.

Jeongin era implacable con el arma, cada disparo preciso y certero. Al terminar, Minho lo tomó del brazo, la preocupación reflejada en sus ojos.

—¿Por qué no me dijiste lo de la herida? —Preguntó, con la voz grave.

Jeongin bajó el arma, una sonrisa irónica jugando en sus labios.

—No tendría sentido, capitán. Soy un rebelde, ¿recuerda?

Minho frunció el ceño.

—No me gusta que te arriesgues así...

Jeongin evadió el tema, cambiando de repente el rumbo de la conversación.

—Vendrá al sábado a la gala de mis padres, ¿verdad? Es por los 60 años de servicio de mi padre.

Minho negó con la cabeza.

—Lo siento, Jeongin, no puedo. Tengo que visitar a mis padres, y...

—Ya entiendo... —Jeongin asintió con resignación.

—La próxima vez, avísame si hay algún problema, y no vayas con el coronel, por favor. —Minho no podía ocultar su molestia.

Jeongin se encogió de hombros.

—No dije nada, capitán. Fue el coronel quien lo notó.

Minho soltó un suspiro, exasperado.

—No quiero que estés tan cerca de Hyunjin.

—Es mi coronel, capitán. Es complicado.

La conversación se quedó suspendida, una barrera invisible separando a los dos.  Un fin de semana incierto se extendía ante ellos, cargado de tensiones y secretos.

(...)

La gala había comenzado con un bullicio de risas y conversaciones, luces brillantes que danzaban sobre los invitados elegantemente vestidos. Jeongin se sentía un tanto fuera de lugar, pero al mismo tiempo, el ambiente le resultaba cautivador. Mientras sostenía una copa de vino espumoso, su mirada se perdió en la multitud, hasta que su madre apareció de repente a su lado.

—Jeongin, querido —dijo ella con una sonrisa—. ¿Cuándo será la boda con Minho?

Jeongin sintió su estómago contraerse por un instante. La pregunta resonó más fuerte que el bullicio de la gala.

—Eso depende de la decisión que tome —respondió, tratando de sonar seguro mientras se alejaba de la colisión de emociones que lo invadían.

Su madre asintió, pero no se detuvo allí.

—¿Y cuándo darán a conocer su relación? Con la bendición de tu padre, no hay nada que puedan hacer.

El menor exhaló lento, sintiendo el peso de las expectativas familiares.

—No puedo obligarlo —dijo, con una voz más firme de lo que sentía.

—Pero, tienes que recordar que incluso el coronel Hwang es abiertamente bisexual.

Jeongin se congeló, apenas podía procesar las palabras.

—¿Qué? —susurró, su mente girando entre la confusión y la sorpresa.

—El padre del coronel también fue un soldado reconocido y compartió escuadrón con tu padre.

Jeongin quedó sin palabras. La revelación chocó con su entendimiento y su corazón, generando preguntas sin respuestas.

—los invitamos esta noche —continuó su madre—, pero declinaron la oferta.

Un suspiro escapó de los labios de Jeongin mientras se alejaba, buscando un respiro en el bullicio de la gala. Se dirigió hacia la parte trasera de la mansión, donde un balcón lo esperaba. Encendió un cigarrillo y dio una calada profunda, observando cómo el humo se desvanecía en la noche estrellada.

—Tan solo y tan bonito —dijo una voz familiar.

Jeongin se giró, sonriendo al reconocer a Hyunjin, el coronel, que se acercaba.

—¿No tienes otro piropo? —preguntó, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo al ver la sonrisa provocativa de Hyunjin.

—Te sorprenderías de las cosas sucias que podría decirte —respondió Hyunjin con un guiño, haciendo que Jeongin se sintiera expuesto, vulnerable ante él.

Hyunjin se acercó más, su mirada atravesando la barrera de la distancia.

—¿Y Minho? —preguntó, mientras sus ojos recorrían el cuerpo del teniente, notando la camisa abierta hasta el segundo botón.

Jeongin encogió los hombros, incapaz de responder con sinceridad ante el peso del momento.

—Te ves particularmente atractivo hoy... —Hyunjin continuó, su mirada se detuvo en el pecho pálido de Jeongin, dejando al descubierto la tensión en el aire.

Jeongin se sintió impulsado a acomodar su camisa, pero Hyunjin tomó su mano, deteniendo su movimiento.

—No esperaba verte aquí —mencionó Jeongin, intentando cambiar de tema.

—Quizás soy yo quien debería decir eso. Este es el servicio de tu padre —Hyunjin asintió con una sonrisa traviesa. —¿Qué hiciste para que Minho te fuera infiel? —preguntó Hyunjin, su tono cargado de curiosidad...

Jeongin, con la voz temblorosa pero decidida, respondió:

—Ser el novio perfecto.

Hyunjin negó con la cabeza, un leve gesto de desdén cruzando su rostro.

—Nadie es perfecto, y, sin embargo... —dijo,dejando la frase en el aire momentáneamente—. Sin embargo, no eres tan bueno en la cama...

Jeongin bufó, una chispa de desafío en sus ojos.

—Seguramente disfrutaste mucho la noche que pasamos juntos.

Hyunjin sonrió, un brillo travieso asomándose en sus ojos.

—No sabes que estabas ebrio —respondió, y Jeongin asintió, reconociendo la verdad en sus palabras.

—Estar con alguien ebrio lo convierte en un depredador sexual —murmuró Jeongin, el peso de la situación cayendo sobre él.

—Y claro que soy un depredador sexual —aseguró Hyunjin, acercándose un poco más—. No me importa si mi presa está casada, de novio, o quién sabe. Solo me interesa si está a mi disposición —Todo lo que yo toco, me pertenece

Dio un paso adelante, cerrando la distancia entre ellos, como si todo lo que tocara ahora le perteneciera. Jeongin sintió cómo su corazón latía aceleradamente en su pecho, el aire a su alrededor se enfrió por la intensidad del momento.

—¿Estás feliz con ser plato de segunda mesa? —preguntó Jeongin, tratando de mantener un tono desafiante a pesar de la vulnerabilidad que sentía.

Hyunjin, en lugar de responder con palabras, posó suavemente su mano en el cuello de Jeongin. Su toque era electrizante, y el menor sintió cómo su piel se erizaba.

—Cuando yo toco algo, la segunda mesa es quien lo vio primero —respondió Hyunjin, su voz suave pero cargada.

—¿Qué insinuas?

—Que me perteneces...

—Claramente está equivocado Coronel, le pertenezco a min...

—Sin novio ni anillo, no hay compromiso —Sin que jeongin pudiera decir nada lo acercó para plantar sus labios sobre los contrarios, apretando un poco el agarre del cuello haciendo gemir al teniente.

—Alguien podría vernos... —Soltó en un agudo susurro.

—¿Qué así no es más divertido? —Investigó —Date la vuelta, teniente.

—Pero...

—Tu coronel te ha dado una orden..., la insubordinación y la duda se paga con castigo, ¿Esta de acuerdo con esos?

—No, mi coronel —Susurro jeongin.

—Entonces es hora de darse la vuelta, teniente.

—Si, mi coronel

—Ahora voy a follarte en este balcón tan bien que quedará grabado en tu piel —Susurro contra el oído del menor haciéndolo gemir.

Jeongin sabía que estaba mal, pero incluso en esa situación no podía evitar calentarse.

Maldito seas Hwang Hyunjin.

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