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Capítulo XVI

- ¡Kochou! - exclamó al sentir como aquel cuerpo se derrumbaba en sus brazos - ¿¡Kochou estás bien!? -.

La cazadora ya no respondía, su piel se veía bastante pálida, como si el rosado de sus mejillas y labios, otorgados por sus vasos sanguíneos, estuviera desapareciendo.

No sabía que hacer, cada vez estaba más y más fría. Él único que podía ayudarle yacía inconsciente en el suelo tras haber sufrido severas quemaduras.

Recostándola sobre el piso comenzó a proporcionar pequeñas palmaditas en su cara - Kochou despierta por favor - susurraba desesperado mientras con un tedioso esfuerzo intentaba contener sus lágrimas.

Colocando una de sus manos sobre el vientre de la hashira pudo percibir como su pequeño se movía mucho más de lo normal. Era un ritmo exagerado, como si se estuviese retorciendo.

Miró ambos cuerpos angustiado, los dos yacían inconsciente. Aquella casa era el único lugar donde la celebración por la victoria no se hacía presente.

- ¡Ayuda por favor! - comenzó a gritar después de, con bastante dificultad, haberse separado de su amada pilar para ir a buscar a alguien que pudiera ayudarle. Lo terrible era que todos estaban tan extasiados que parecían no escucharle.

Sostenía a los kakushi de sus brazos, los jalaba, pero estos sin prestarle atención continuaban con sus labores en las cuales estaban tan concentrados.

- Por lo visto ya le han atendido, Tomioka-Sama - mencionó el que más se había detenido a escucharle al observar su brazo con aquel torniquete - por favor no interrumpa la estabilización de los demás, eso es algo egoísta -.

Fueron solo un par de segundos lo que le conllevó brindarle esa respuesta. Él apretó sus puños y chasqueó la lengua.

Estaba lleno de impotencia, jamás había deseado tanto atención de las personas, al contrario, solía evitarlo. Pero ahora llegaba a desear de lo profundo de su corazón que alguien fijara sus ojos sobre él.

Se sentía frustrado, ignorado, era tan horrible que jamás quería volver a sentirse así.

- ¿Tomioka-sama? - susurró una voz desde el piso a sus espaldas - ¿Cómo se encuentra mi maestra? ¿Dónde está? -.

La tsuguko de Kochou yacía gravemente herida sobre el suelo. El mismo pudo comprobar como se había desenvuelto en la batalla final siendo pieza clave en la victoria.

- Ella... - a duras penas tragó saliva, su voz se había quebrado. No era invisible, por fin alguien le había mirado - necesita ayuda rápido ¡Kochou está inconsciente desde que muzan fue derrotado! -.

La expresión en su rostro le indicó que aquello no la sorprendía del todo.

- Entonces las cosas realmente se dieron así... - susurró con esfuerzo Kanao - es el bebé Tomioka-Sama... El bebé está matando a mi maestra -.

Giyuu palideció de un segundo a otro y comenzó a negar con su rostro mientras retrocedía. No podía ser posible, no el fruto de su amor. Pero la verdad, tenía sentido, y era lo que más le dolía.

- Tienen que sacarlo cuanto antes o si no.. - continuó diciendo más fue interrumpida.

- Él... Él debe de ser pequeño ¿como sabemos si al sacarlo vivirá? - frustrado Giyuu cogió su cabeza con la mano que conservaba.

Cada segundo que pasaba le aclaraba más y más lo que estaba ocurriendo. Si bien, de seguro el pequeño no era completamente demonio, sus rasgos que si lo eran se debieron de ver afectados con la derrota de Muzan. Y tras sufrir aquel gran daño, igual que como le pasaba a él en su estado demoníaco, necesitaba alimentarse más, mucho más.

Kochou había sido una mujer fuerte, lo había podido soportar durante el embarazo hasta ese punto. Hubieron días en los que a penas podía levantarse de lo débil que se sentía, pero era una pilar, de brillante fortaleza, quien a pesar de las sugerencias se negó a interrumpir su embarazo. Ella saldría adelante con su bebé.

El problema es que este nunca había sufrido una injuria de tales características, donde requiriera tanto de absorber, mediante sus múltiples vasos sanguíneos interconectados, la sangre de su madre. Estaba absorbiendo por completo su energía vital.

- ¡Llévela a la Finca Tomioka-Sama! - exclamó Kanao - se lo suplico... -.

Sin pensarlo más Tomioka corrió de regreso hasta el destruido lugar donde había dejado aquellos dos cuerpos inconscientes, pero ahora, solo uno permanecía ahí.

-¡Yushiro-san! ¡Yushiro-san! - gritaba mientras movía por los hombros al demonio que ahora estaba sentado afirmado contra una de las paredes para que este abriera sus ojos - ¿Yushiro-san dónde está Kochou? -.

A pesar de sus desesperadas búsquedas visuales por los alrededores no lograba visualizarla por ningún lado.

No había rastros de su amada.

Levemente el demonio a su lado abrió los ojos.

- Ella... Ella estaba m-mal - musitó a la vez que su lenta regeneración continuaba - Yo... Le inyecte la d-dosis que me quedaba de tu antídoto -.

Giyuu cayó de rodillas junto a él temiendo lo peor.

- Gomen Tomioka-san... Realmente creí que podría funcionar pero.. - se detuvo, su voz estaba dudosa.

«Tamayo-Sama... Ayúdeme por favor».

- ¿Dónde está? - preguntó desesperado intentando no elevar su voz, entendiendo que el lo había hecho por querer ayudar - ¿Dónde está Kochou Yushiro-san? -.

El demonio tragó saliva de forma evidente y luego suspiro. Con una de sus manos cubrió sus ojos.

- Ella, luego de que le inyectara... comenzó a convulsionar - confesó - sostuve su cabeza entre mis brazos para que no se golpeara pero no se detenía ¡no entendía que estaba pasando!¡Según mi lógica aquello debía de funcionar! -.

A pesar de estar de rodillas Tomioka cayó hacia un lado. Se sentía completamente débil después de escuchar aquellas palabras.

¿Dónde estaba Kochou?

- Pocos segundos después de eso, unos kakushis llegaron hasta este lugar - continuó - ellos eran mi única esperanza... Así que les pedí que le llevaran a la finca para ser tratada urgentemente. Aproveché de darles un par de indicaciones, pero no puedo asegurar que funcione, no después de lo que acaba de pasar... - finalizó.

Colocándose velozmente de pie Tomioka se disponía a salir corriendo en dirección al lugar señalado, pero cuando estuvo a punto de atravesar por el muro que se encontraba roto se detuvo frunciendo el ceño.

-Arigato... Yushiro-san - dijo por voz baja dedicándole una dulce mirada al muchacho para luego continuar su camino.

Él, sin poder articular palabras debido a la gran impresión que ese gesto le había dejado, se mantuvo desconcertado. Era primera vez, en todo ese tiempo desde que le conocía, que este le agradecía o le miraba de forma amable.

[ × × × × ]

A toda prisa el cazador mantuvo su ritmo y aceleraba de vez en cuando en dirección a la finca, a lo lejos podía distinguir algo en movimiento. De seguro eran los kakushi de los que Yushiro le había hablado.

Se apresuró un poco más, necesitaba llegar rápido donde ellos y poder ayudarles.

Y así fue, cuando finalmente estuvo a su lado, cogió el cuerpo de Kochou entre sus brazos y dando órdenes casi por contacto visual, indicó que él la cargaría hasta la finca, para que todos pudieran avanzar más rápido.

No tardaron muchos minutos más en llegar, el lugar era un completo ajetreo con heridos por todas partes.

- ¡A la habitación especial! - ordenó Aoi conteniendo las lágrimas, su maestra respiraba entrecortado y no abría los ojos, de vez en cuando se retorcía en los fuertes brazos del hashira - ¡Rápido! - ordenó.

Desde hacía tiempo que tenían preparado un lugar dentro de la finca con todas las instalaciones listas para poder llevar a cabo el parto frente a cualquier situación de emergencia. Quizás eran parte de las ventajas de ser la dueña de aquel sitio. Pero gracias al cielo estaba ahí, ahora lo necesitarían más que nunca.

- No puede quedarse aquí Tomioka-Sama - dijo una de las kakushis al ver que después de recostar a la hashira, este se había quedado de pie ahí junto a ella - podría ser una experiencia traumática para usted -.

Este se limitó a negar con la cabeza y tras unos segundos, caminó hacia una esquina que se encontraba a los pies de la pilar.

- No quiero ser una molestia, así que me ubicaré en este rincón... Pero no voy a dejar a Kochou sola otra vez - aclaró.

Los demás asintieron, en gran parte le entendían, así que no le harían más problemas.

En cosa de segundos se transmitieron entre sí el mensaje con las órdenes de Yushiro, esto era su única esperanza.

- Muy bien - susurró Aoi - es momento de comenzar -.

Nunca se había vivido tanta tensión en aquel lugar, se podía sentir el peso del aire, apreciar la transpiración en el rostro de las que estaban realizando la atención y el retorcer del cuerpo sobre la camilla, el cual no dejaba de infundir pánico.
Por más que le inyectaban medicamentos para promover las contracciones esto no sucedía, no de la manera que ellos necesitaban. El estado de inconsciencia de la pilar insecto no contribuía en absoluto a ser un aporte en medio del parto.

- Tendremos que hacer una incisión en su vientre - sugirió una de las kakushi.

Todas se miraron entre sí, y la respuesta era clara. No. No había quien se atreviera a realizar una cirugía con aquellas características.
Las complicaciones eran muchas, y si lo colocaban en una balanza... Simplemente no se sentían calificadas.

Aoi apretó sus puños, no quedaba otra opción.

- Yo lo haré - dijo decidida, Giyuu le miró desconcertado - no se preocupe Tomioka-sama, me esforzare hasta el final por mi maestra -.

Comenzaron a preparar todo el instrumental necesario para la intervención. Tomioka ya no soportaba la ansiedad que le estaba produciendo esta situación.

Si bien dijo que se quedaría de pie en un rincón, poco a poco fue convirtiéndose en un imposible. Sus pies se movían solos, realizaban una pequeña caminata nerviosa en su metro cuadrado. Debía ser fuerte, tener la mente fría, pero ver aquellas bolsas llenas de sangre conectadas al cuerpo de su amada, intentando revertir la anémica situación en la que había llegado, complicaba todos sus pensamientos multiplicando sus temores.

Deseaba tener profundos conocimientos en medicina, desde lo más recóndito de su corazón nacía aquel deseo. Si los hubiera tenido no se habría sentido tan incapacitado frente a lo que estaba viviendo, y, dando vuelta la situación, podría haber asegurado la vida tanto de Kochou como de su hijo.

Pero la realidad era otra, y lo único que podía hacer era mirar, mirar y esperar, intentando no ser un estorbo para nadie.

El fuerte quejido entre dientes le trajo de vuelta.

- Kochou-sama... ¡Resista por favor! - exclamó una de las que se encontraba rodeandola, finalmente salía de su estado de inconsciencia.

Aquella expresión de dolor sirvió para detener a la muchacha que estaba a centímetros de, algo temerosa, realizar la incisión en el vientre de la pilar.

-¡Kochou-sama! - esta apenas reaccionaba para quejarse a la vez que fruncía el ceño y apretaba los ojos.

Si bien el dolor extremo puede llevarte a un estado de inconsciencia, un dolor igual de grande puede sacarte de el, y esto era lo que la hashira estaba viviendo.

- ¡Necesitamos que comience a pujar Kochou-Sama! - exclamó una de las kakushi - ¡hágalo por su bebé! -.

Sus brillantes ojos violetas bañados en lágrimas se abrieron. No sabía si fue coincidencia, o quizás los azares del destino, pero sus miradas se encontraron en medio de aquella habitación.

A paso veloz Tomioka llegó a su lado y sostuvo su mano algo tembloroso.

- Seremos una familia, Kochou - musito mientras afirmaba sus codos sobre la camilla y llevaba aquella mano que había aprisionado, contra su frente - se que podrás hacerlo... Resiste por favor -.

Las respuestas de Shinobu se limitaban a un par de lágrimas y una sonrisa, estaba completamente débil, apenas tenía fuerzas. Pero no podía rendirse, está era la oportunidad que ambos tenían de recobrar lo que hacía tanto tiempo habían perdido.

Una familia.

- Por favor Tomioka-Sama - interrumpió una de los muchachas con aquel característico traje - regrese a donde se encontraba - sugirió.

Más bastó de una simple mirada de disgusto por parte de la paciente para dejar en claro que el lugar de Giyuu era ahí, a su lado.

- ¡Gomen!  - gritó antes de regresar al lado de Aoi.

- Tomioka-san... - se esforzó en decir, venciendo toda barrera que lo débil que se sentía le imponía - Cuando Yuki nazca... Q-quiero que seas el primero en cargarlo -.

Con una mirada decidida asintió, y una sonrisa escapó de los labios de su amada hashira.

- Kochou-Sama... Necesitamos que a la cuenta tres comience a pujar al ritmo de sus contracciones - observando en sus ojos notó que su maestra asentía - Aquí vamos... Uno... Dos... ¡Tres! -.

El desgarrador espectáculo comenzó.

A la vez que Shinobu se esforzaba por realizar fuerza en las contracciones de su vientre, para acompañar la salida de su pequeño, el dolor se volvía insoportable, haciéndole perder la conciencia nuevamente un par de veces. Las cuales Giyuu, desesperadamente, notificaba a los demás al sentir como su antebrazo dejaba de ser apretado por la mano de la pilar.

Era un horrible panorama, el cazador sentía que el cualquier momento aquellos ojos amatistas se cerrarían para no volver a abrirse más.

Pero nuevamente, a causa del mismo dolor, despertaba. Y sin dudarlo continuaba con la tarea que estaba llevando a cabo colo futura mamá.

- ¡Kochou-Sama, ya casi nace! - exclamó alegre Aoi - ¡Por favor resista un poco más! -.

Los ojos de Giyuu brillaron y se juntaron con la mirada de Shinobu.

- Ve.. - musitó - ya casi es el momento -.

Con suavidad Tomioka dejó la delicada mano de la pilar en el costado de la camilla y se acercó a Aoi. Pudo ver todo lo que estaba ocurriendo por debajo de la tela que desde el otro extremo le impedía la visualización.

Sintió que se iba a desmayar en el momento en que se imaginó a él, en el lugar de Kochou.

- ¡Más fuerte! - grito Aoi.

- Aaaah!~ - la respiración de Shinobu estaba agitada mientras aquellos, ahora grandes, quejidos escapaban de sus labios.

- ¡Ya casi Kochou-Sama! ¡Ya se ha asomado la cabeza! -.

Con todas sus fuerzas Shinobu siguió con su trabajo de parto, sentía que ya no podía más pero no era el momento de rendirse, no ahora que ya habían llegado tan lejos.

- Aaaaah! Ahh! Ahh~.... - gritó de dolor de manera que resonó en la habitación.

De pronto, el sonido del llanto de un bebé ahogó todo el ambiente.

El tiempo se detuvo para Tomioka, quien gracias a la posición en la que estaba, había podido ver todo el nacimiento de su hijo con lujo y detalle.

- ¡Felicidades Tomioka-Sama! - exclamó una de las kakushi dando ligeras palmaditas en su hombro - tal como vio.. ¡Es un niño! -.

- Yuki... - susurró - y a paso tambaleante se acercó hasta donde se encontraba Aoi, quien envolvió el pequeño cuerpo en una manta y se lo alcanzó.

Él lo sostuvo con temor, se veía tan pequeño y fragil, inclusive más que Shinobu, cosa que de por sí ya le parecía imposible.

A paso lento, intentando fijarse en cada centímetro para no tropezar y caerse con su pequeño bebé recién nacido, se acercó hasta Kochou.

- Kochou... Kochou mira, abre los ojos... - susurró con alegría - soy papá, Kochou... - con dulzura cargaba al pequeño y lo abrazaba contra su pecho.

La hashira levemente entreabrió sus párpados.

- Ara ara~ bienvenido a casa, Yuki - susurró para volver a cerrar sus ojos.

Los gritos del recién nacido inundaban la habitación, era lo único que podía escucharse.

- Kochou despierta... Yuki está aquí.. Está con nosotros - comenzó a decir mientras reía nervioso al ver cómo su amada no quería abrir los ojos.

- Ne~ Tomioka-san - susurró con una débil voz que apenas él la escuchaba debido al llanto del bebé - ¿Puedes... Puedes c-cuidar a Yuki sin mi por un momento? Gomen, yo.. necesito dormir -.

Afirmando el brazo con el cual cargaba a su hijo contra la cama, lo posicionó en el pecho de Shinobu y llevó su mano hasta la cabeza del pequeño para que le acariciara.

- ¿Estas feliz de ver a mamá Yuki? - el recién nacido sólo lloraba, Giyuu lanzó una mirada a Aoi que estaba junto a los pies de la paciente. La muchacha estaba sin decir nada, sólo cubría la mitad de su rostro con una mano para ocultar las lágrimas que se deslizaban por su mejilla - Kochou... Kochou despierta por favor ¡Yuki está aquí con nosotros Kochou! - comenzó a elevar la voz, la cual se mezclaba con el sonido del llanto del pequeño.

La mano que estaba sobre la cabeza del bebé se deslizó así sin más hasta caer sobre el pequeño colchón de la camilla. Los ojos de Tomioka se abrieron expresivamente a la vez que en cosa de segundos se bañaban en lágrimas, que rebeldemente y sin pedir permiso, corrían una tras otra por su rostro.

- ¡Kochou! ¡KOCHOU! - comenzó a llamar desesperado mientras envolvía en un abrazo a su hijo y al cuerpo que yacía recostado - ¡despierta por favor! ¡No puedes dejarnos solos Kochou! -.

Aoi apretando sus puños desvió la mirada, no soportaba un segundo más viendo un panorama tan desgarrador.

Acababa de ser testigo del nacimiento de una familia que había llenado de ilusiones los corazones de un par de pilares, y ahora todo se resumía a un hombre llorando desconsolado mientras abrazaba a su hijo, y al cuerpo sin vida de su madre.

Ella no era una insensible, no. Simplemente había llorado desde que su maestra se los había advertido hacía meses atrás. Ahora simplemente era como el cumplimiento de una profecía.

Giyuu afirmaba su frente contra la de Shinobu y sus lágrimas comenzaban a bañar su pálido rostro.

- Íbamos a ser una familia, Kochou... - susurró.

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