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Capítulo V

En medio de las sombras del bosque aquella silueta corría desenfrenádamente. Necesitaba alejarse todo lo posible y refugiarse lejos de donde Kochou, quien estuvo a punto de descubrirle, pudiera encontrarle.

«¿Por qué Nezuko no ataca los humanos? ¿Qué es lo que nos diferencia?»

Estaba todo completamente oscuro, pero sus brillantes ojos se abrían camino entre aquellas tinieblas por las cuales transitaba ágilmente de forma mucho mas veloz que de costumbre, esquivando todo tronco, rama y animal nocturno a su paso.

El único que escapaba de su rango de visión correspondía a una oscura ave que llevaba un papel con extraños símbolos colgando de ella.

- ¿Está seguro de esto, Oyakata-sama? - preguntaba la delicada voz de Tamayo mientras se enteraban de lo que sucedía - por más que el hashira se negó usted insistió en mandarlo a la misión con la muchacha de los venenos, basta de un pequeño descuido o malentendido y uno de ellos terminará muerto -.

- Quiero confiar en que si Kochou-san se entera protegerá a Tomioka -.

- Recuerde que estamos hablando de la misma pilar que denunció la falta que cometió el muchacho a la conducta de los cazadores al impedir que ella acabara con Nezuko - mencionó mientras cruzaba sus brazos escondiéndolos dentro de las mangas de su kimono - no sería de extrañar que acabara con su vida siguiendo el reglamento establecido por la agrupación.

- Entonces supongo que el destino de Tomioka-san ha quedado en sus manos - concluyó el maestro y con un gesto de sus dedos el cuervo se alejó del lugar tomando rumbo hacia el hogar de Oyakata - que sea como Kochou-san decida... -.

Finalmente después de tanto correr Giyuu llegó hasta un claro de luna, y sentándose contra un árbol comenzó a luchar contra el poder que le estaba dominando. Nunca había durado tantos minutos convertido en aquel monstruo. Temía no poder regresar.

«Eres poderoso cazador ¿Estás seguro que quieres desperdiciar así tu potencial?»

Su respiración comenzaba a agitarse y su cabeza dolía profundamente, como si hubieran dos manos invisibles intentado apretársela hasta estrujar su mente.

«Piénsalo... ¡Inmortalidad! ¡Regeneración!»

La herida en su pecho le lastimaba, y sus largas uñas intentando acabar con aquel sentimiento simplemente terminaban por descoserle.

- ¡Aaaaaaaaarhg! - gritaba envuelto en sufrimiento alertando a la cazadora que se encontraba a un par de kilometros buscándole exhaustivamente - ah~ ahhh~ ahhh~ -.

Estaba completamente agitado, si no terminaba por perder aquella lucha y transformarse completamente sería el agobiante e insoportable dolor el que terminaría por acabar con su vida.

En cualquier momento acabaría por desmayarse, no era humanamente posible aguantar tal desdicha, o eso dejaban en claro la gran e intensa cantidad de lagrimas que desbordaban por su azules ojos que poco a poco volvían a la normalidad.

Sus uñas se encogían, sus filosos colmillos desaparecían, y el ardor de su pecho se apagaba.

Sin fuerzas restantes, cayó sobre la hierba invirtiendo todos sus últimos alientos en continuar respirando. Temía que si llegaba a un estado de insconciencia se tornara totalmente imposible el resistirse al cambio y Muzan, aprovechándose de su debilidad y lo inutil que era, poseyera completamente su cuerpo.

- ¿Tomioka-san? - decía la cálida voz que remecía su cuerpo - Ne~ Tomioka-san ¿Estás bien? -.

Finalmente Shinobu le había encontrado, al menos tuvo el tiempo suficiente para hacer desaparecer a la horrible bestia en la que se transformó hacía unos minutos.

- ¿Por qué me seguiste Kochou? - preguntaba con una voz que parecía provenir de ultratumba mientras la cazadora le recogía y arrodillándose lo sostenía en sus brazos como quien cargaba a un pequeño animal herido.

- Somos compañeros... - le susurró preocupada al ver como nuevamente su pecho estaba sangrando - no puedo abandonarte aunque seas un cabeza hueca que se marcha sin decir nada -.

- Debiste haberme hecho caso... - las lagrimas que habían corrido por su rostro dejaron un camino que se iluminaba a la luz de la luna, el cual no pasaba desapercibido para la hashira - ¡No era necesario que vinieras! -.

- ¿Me puedes decir qué esta pasando? - preguntó dejando de lado su característica sonrisa - ¿Qué era aquella sustancia? ¿Por qué la bebías? ¿Por qué me estas evitando? ¡Creí que eramos un buen equipo! -.

El pálido rostro de Giyuu entristeció a la vez que desviaba la mirada. No sabía como responder todas aquellas preguntas sin provocar que la cazadora que le sostenía en sus brazos le odiara.

- Cuando estas cerca siento algo muy extraño Tomioka-san... - Continuó la pilar pero fue interrumpida por su compañero.

- Estoy enfermo Kochou.. -.

- ¿En..fermo? - aquellas palabras la desconcertaron.

- Lo que viste es la medicina que me han recetado, con ella intentan detener el avance pero... - una pequeña lágrima escapó de su ojo izquierdo - es en vano, mi cuerpo no lo resiste... Estoy muriendo Kochou - concluyó mientras cerraba sus ojos y apretaba sus dientes.

No estaba mintiendo, esa era exactamente la forma en que él apreciaba lo que estaba viviendo. ¿El medicamento? era como un simple placebo que le calmaba, pero fuera de eso no estaba retrasando nada. Cada día temía despertar y haber perdido completamente su capacidad de raciocinio, perder la lucha y convertirse completamente en un monstruo cuyo único propósito es devorar humanos y sembrar el pánico.

Cualquier día, simplemente abriría sus ojos y estaría muerto. Un horrible ser ocuparía su lugar.

- Tomioka-san... Yo ... - la pilar comenzó a balbucear, ni siquiera sabía que decir frente a tan repentina noticia - No sabía... -.

Sin decir más estrechó a su compañero entre sus brazos. De entre todas las opciones posibles jamás llego a pensar que algo tan agobiante podría haber estado torturando la mente y el cuerpo del hashira.

Se sentía bastante culpable por todas las bromas y palabras hirientes que le había dicho los últimos días. Todas y cada una de ellas venían como dolorosas descargas a su mente que le recordaban lo mal que el cazador entre sus brazos la había estado pasando y como de seguro ella con su actitudes había contribuido en hacerle sentir peor.

- Gomen ne.. - musitó ahogada en el hombro de Giyuu.

Aquel cálido abrazo reconfortó dulcemente el maltratado corazón del pilar del agua, tan así que llegó a creer que se sentía completamente realizado como para morir.

Lástima que el destino lo tomó literal.

Una suave brisa remeció las hojas de los arboles y no solamente aquellas verdes danzarinas si no también unos fragantes cabellos violeta que se encontraban junto a su rostro. No necesitaba nada para reconocer de donde provenía, ese aroma siempre había sido característico de la cazadora que le sostenía. 

A pesar de la lucha que se desató en su cabeza no pudo detenerse, y el singular aspecto de sus ojos lo delataron. Ese brillante oceano profundo comenzó a brillar a medida que su pupila se alargaba y sus dientes se afilaban.

Renegaba con la cabeza, no podía ser posible, no ahora que la pilar estaba tan indefensa. Su palido y pequeño cuello emergiente de aquel oscuro uniforme extendía una cálida invitación al encontrarse a unos escasos centímetros de su boca. 

- ¡Aléjate! - gritó completamente preocupado a su compañera mientras se retorcía por el dolor que su pecho estaba sintiendo.

Mas esta, sin entender nada, se aferró aún mas fuerte a él completamente preocupada.

- ¿¡Por qué!? Aún estamos hablando.. - exclamó acortando considerablemente más de lo que ya era las distancias entre sus cuerpos - Nosotros somos iguales, puedes confiar en mi... -.

- ¡Te equivocas!.. Te equivocas.. - musitó.

Pudo sentir como aquel instinto asesino estaba a punto de dominar su mente por completo.

-¡Kochou apártate! - insistió.

Pero un - ¡No quiero! - fue lo único que escapó de sus labios al creer que nuevamente Tomioka simplemente quería huir de ella.

No pudo resistirlo más, no en aquella circunstancia tan comprometedora. 

Una fuerza descomunal se apoderó de su cuerpo que yacía recostado sin ninguna en los brazos de la pilar insecto. Con firmeza la sostuvo por los hombros y la apegó hacia si. 

No podía pensar en nada, simplemente en la necesidad que tenía por devorarla y saciarse de ella.

- ¿T-tomioka-san? - musitó desconcertada al sentir la lengua de su compañero deslizándose por su cuello - ¿Q-qué estás haciendo? -.

Pero este no dijo nada. Ya no era el. Aunque en realidad las palabras no fueron necesarias para entregar una clara repuesta que resolviera sus dudas.

Sin poder resistir más la sensación del calor de su cuerpo al lamer cada centímetro de lo que ahora se había convertido en su comida favorita, ferozmente le mordió, enterrando sus afilados dientes hasta lo mas profundo que su tersa piel le permitió. 

El sonido de su carne siendo atravesada y su roja sangre succionada enloquecía cada una de las células del que alguna vez fue un poderoso cazador de demonios.

Ahora, era uno de ellos.

Shinobu que se había quedado paralizada sin poder entender lo que estaba ocurriendo finalmente reaccionó. Y menos mal lo hizo a tiempo, de lo contrario nada habría quedado de ella.

Con una roca que se encontraba junto a su mano derecha golpeó la cabeza del demonio que no cesaba de alimentarse de ella. Al parecer aquello produjo que por unos segundos este volviera en si y se apartara de la que hacía solo un par de minutos fue su compañera.

- K-Kochou - dijo entre lagrimas mientras limpiaba su boca que estaba bañada en sangre, mirando con desprecio sus manos cubiertas de aquella tonalidad rojiza.

La pilar insecto tragó saliva y desenvainó su nichirinto. Sus instintos habían sido correctos, todo este tiempo estuvo en lo cierto.

- Eres... eres... - ni siquiera terminaba de asimilarlo. 

El desliz de un cálido líquido le hizo colocar sus dedos en su cuello, haciéndoles encontrar al tacto aquellas perforaciones por las cuales ahora no cesaba de brotar su sangre.

- Ne~ Tomioka-san ¿Por cuánto tiempo más planeabas ocultármelo? -.

A toda velocidad comenzó a correr en dirección a él con la intención de atacarlo enterrándole su arma hasta lo más profundo de su ser.

Realmente llegó a creer que este sacaría su nichirinto, o que le esquivaría para evitar su venenosa katana, pero nada. 

Simplemente secó las lagrimas que habían rodado por sus mejillas y cerró los ojos con una sonrisa.

A su parecer, no había nadie mejor para acabar con su despreciable vida que ella.

Shinobu Kochou, la cazadora a la que por mucho tiempo este actual demonio había amado.

Porque si Kochou, los demonios también aman.


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