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Capítulo II

«¿Donde estoy?»

De forma lenta y algo torpe unos profundos ojos azules comenzaban a abrirse. Lo primero que pudo distinguir antes de volver a cerrarlos era la nieve cayendo a la vez que congelaba su cuerpo.

«Ya veo.. Aún estoy acá»

Suavemente sus párpados se volvían a separar. No estaba quieto, a pesar de no estar caminando su cuerpo permanecía en movimiento. No avanzaba mucho por lo visto, pero definitivamente no se mantenía en el mismo lugar.

«Este aroma es tan... familiar»

Fue complejo, pero logró finalmente enfocar. Entre sus manos un característico haori blanco de patrón peculiar, en su cabello una distintiva mariposa morada, y el hecho de sentir como sus piernas arrastraban debido a la escasa estatura de quien le cargaba lo dejó más que claro, solo podía tratarse de ella.

- Kochou... -.

- Ara~ - con cuidado la cazadora volteó un poco su rostro para poder observarle - ¿Ya me has reconocido Tomioka-san? -.

La situación no era nada prometedora. Él sabía muy bien que su compañera podía ser muy poderosa, pero no estaba condicionada para transportar personas sobre su espalda, menos cuando estas duplicaban su propio peso.

- Kochou déjame aquí - le solicitó al ver la dificultad con la que la pilar avanzaba, sus pies se enterraban profundamente en la nieve y el arrastre de su cuerpo complicaba todo aún más.

- ¿Ya puedes caminar? - Giyuu no respondió, ni siquiera sentía las piernas, y el silencio fue una clara señal para la chica - Si recién has vuelto en ti jamás sabrás todo lo que hemos avanzado, no menosprecies mi esfuerzo por favor -.

Era horrible. En lo que diez minutos transcurrían ella lograba avanzar aproximadamente cuatro metros. Los brazos de Shinobu dolían de forma extrema, a su parecer estos seguían sujetando el cuerpo de Giyuu sólo porque se habían congelado por sobre él y ya no podía cambiarlos de posición.

Al llegar a un pequeño trecho bastante liso su pie resbaló producto del hielo que se había formado en la superficie, provocando que ambos terminaran en el suelo.

- ¡Kochou detente! - dijo para ser completamente ignorado. Con bastante dificultad la chica se había girado buscando recibir el impacto del golpe, evitando así que su compañero que ya estaba bastante mal herido terminara aún peor.

- Sumimasen - no se dio tiempo de lamentar las heridas que ahora decoraban su rostro. Giyuu le observaba con impotencia, deseando que aquellas no dejaran cicatrices visibles - lo bueno es que ya estamos llegando -.

Volvió a acomodar el cuerpo del Pilar del agua sobre si, el hecho de haber tenido que levantarlo le dejó en claro que este no había recuperado sus fuerzas.

Tomioka, frustrado y molesto consigo mismo no volvió a decir nada más en todo el camino. No es que desde un inicio no hubiera confiado en Kochou, si no que tenía claro que sí él no estuviera actuando como un estorbo ella no habría tenido problemas en ponerse a salvo.

- Ne~ Tomioka-san.. -.

- ... -.

- P-por favor, no me ignores.. - sentía como si sus cuerdas vocales también se congelaran con cada escape de vapor que se producía al abrir su boca - ya es, bas-tante complejo, hablar c-con este, frío.. -.

Su mirada confundida se posó sobre la chica. A pesar que esta no podía verle él necesitaba expresar lo que sentía.

«Entonces deberías evitar usar frases largas»

- Dime - le respondió finalmente refugiándose de forma inconsciente en el escaso calor que emanaba de su espalda.

- ¿Qué hacías e-en, en medio.. del b-bosque? -.

-¿No podemos hablar esto al llegar? -.

- P-pero si, tu no crees, q-que lograremos, llegar.. -.

- Yo... Creo que eres capaz Kochou -.

Aquello fue lo último que esperaba decir en ese viaje. Y extrañamente, esa frase fue lo único que le bastó a la pilar para recargar su cuerpo de energía. Tomioka confiaba en ella, no podía fallar, tenía que llegar al destino si o si.

Al cabo de unos minutos por fin habían arribado hasta el obstáculo final, una pequeña pero empinada montaña.

Shinobu empezó a caminar pero la nieve que ya comenzaba a solidificarse le hizo resbalar obligándola a afirmar sus manos.
Se quedó con los ojos cerrados esperando el regaño por parte de Tomioka pero este jamás llegó.

«¿Se habrá quedado dormido?»

Volvió a intentar caminar pero fue completamente imposible. Nuevamente sus pies se deslizaron por la superficie de hielo y sus dedos tuvieron que enterrarse para poder mantener lo que había alcanzado a subir.

Al parecer no quedaba otra opción.

Casi arrastrándose, sin despegar sus dedos de la nieve, comenzó a trepar. Sentía que su piel se partía, cada centímetro de sus manos ardía, se quemaban completamente con el frío producido por aquel manto blanco.
No podía rendirse, no estando tan cerca, al menos Giyuu se sostenía por sí mismo del cuello de su compañera.

Apenas lo soportaba, sus ojos habían comenzado a liberar unas rebeldes lágrimas por el inaguantable dolor que estaba sufriendo.

«Solo un poco más.. Unos cuantos metros más Shinobu.. Aguanta.. »

Su mente era su fiel compañera, si ella no se daba ánimos no había nadie más ahí para hacerlo, aunque a pesar de creer eso, Tomioka le había sorprendido con las escasas palabras que hacía un momento atrás le había dedicado.

No lo soportó, sus fuerzas se acabaron a escasos centímetros de llegar a la cima y cayó rendida.

Podía ver luz proveniente de las ventanas de la casa de glicina, esta literalmente se encontraba a los pies de la montaña. Pero su cuerpo no lograba levantarse, inclusive sentía como sus recientes heridas faciales ardían por el contacto con el hielo y su piel comenzaba a hormiguear como si pronto fuera a anestesiarse.

- Arrójame -.

Su grave voz le sacó de sus pensamientos. No estaba dormido.

- Ne~ Tomioka-san ¿A-acaso ya, has e-enloquecido? -.

- Ya estamos cerca, arrójame y luego nos encontraremos allá abajo -.

- S-si llegara a hacer eso, m-me arrojaría, j-junto contigo -.

- Eso no tiene sentido Kochou, yo ya estoy herido, tú aun puedes llegar sana allá abajo -.

- Técnicamente no es una mala idea Tomioka-san, no sabía cómo hacer para bajar.. -.

Con los mínimos movimientos que su cuerpo le permita efectuar dejó recostado a su lado a Giyuu y se giró completamente hasta quedar de frente a él.

- Espera.. ¿Qué estas haciendo? -.

Kochou simplemente le dedicó una sonrisa antes de abrazarlo cubriéndolo firmemente con ambos brazos y apegándole hacia sí.
Sin soltarle, empezó a impulsarse con sus pies.

- ¡Detente! ¡Kochou olvidalo! -.

A pesar de sus advertencias ella no cesaba, era como si estas simplemente le impulsaran a hacerlo.

- Ne~ Tomioka-san, inten-ta esconder, t-tu cabeza, ya casi, v-vamos.. -.

Fue lo último que le dijo antes de sentir como sus cuerpos comenzaban a caer por el largo camino de nieve golpeándose con todo a su paso. Las ramas arañaban sus cuerpos, las rocas les embestian cambiandoles la trayectoria por el impacto, la fría nieve quemaba sus cuerpos, era el descenso más peligroso que habían llevado a cabo en sus vidas. Solo bastaba un mal golpe en sus cabezas y todo se habría acabado.

Giyuu se odiaba, lo hacía profundamente, no podía creer que su compañera la pilar insecto estaba arriesgando su propia vida por salvarle, y él, sin recuperar la sensibilidad de su cuerpo, no podía hacer nada al respecto, solo limitarse a esconderse en su pecho y dejarse llevar por los giros que él descenso producía.

[ × × × × ]

- ¡Kochou despierta! -.

«¿Tomioka-san? Su voz suena muy lejos.. »

- ¡Kochou por favor! - gritaba desesperado intentando llamar la atención de su compañera que yacía inconsciente aún abrazándole - ¡Abre los ojos! -.

«Este.. No puede ser mi final.. "

Lentamente sus ojos se encontraron con los de Giyuu. Su cabeza aún daba vueltas, y sus oídos eran agredidos por un pitido ensordecedor.

- Kochou ¿estas bien? -.

- Lo.. ¿Logramos? ¿Estamos abajo? - preguntó casi sin poder creer que habían sobrevivido.

- Hm.. - gruñó el cazador para asentir.
Era bastante inexpresivo, pero la verdad, un sentimiento de calma embargó su ser cuando la pilar insecto finalmente abría sus ojos.

- Ya veo.. La misión aún no ha terminado -.

Para la sorpresa de ambos, siguió avanzando. Atrapó el cuerpo de Giyuu con uno de sus brazos mientras que con bastante dificultad en un movimiento de punta-codo comenzaba a deslizarse por la nieve.

A pesar de su impotencia ya no tenía nada que decir. La chica le había demostrado que no se rendiría le dijese lo que le dijese. Así que simplemente intentó desviar su atención de la expresión de dolor que inundaba aquel pálido rostro.

Estaban por fin comenzando a cruzar el portón de aquel hogar cuando una dama se dio cuenta de la situación, y sin pensarlo dos veces corrió por ayuda.
Unos hombres llegaron a recogerles y finalmente todo se había acabado.

Conforme con el desenlace de la misión Shinobu cerró sus ojos, había agotado inclusive las fuerzas que no tenía.

[ × × × × ]

«Estoy tirado sobre el suelo, está completamente frío, es como si aún pudiera sentir su mano sobre mi cuerpo. Mi pecho arde, duele, es como si aquella herida se activara por algunos momentos..

Quiero levantarme mas no puedo, el dolor me ha inmovilizado.
¿Voy a morir aquí?
Sabito.. Tsutako-neesan.. Finalmente no hice nada.

Esos destellos.. Son tan.. Brillantes..

No son destellos, es mi vida pasando frente a mis ojos.

¿Estoy dormido? Debería haber muerto.

¿Acaso esto es un sueño?

La superficie sobre la que estoy se siente diferente, no hay ramas, tampoco desniveles, pareciera casi ser un tatami, y la textura bajo mis manos es suave y cálida, definitivamente no es la nieve, creo que.. ¿Es un futón?

¿Estoy acostado?

Que mas da, estoy perdiendo todo, puedo ver mi vida aun pasando, aquello no es buena señal.

Jamás creí que este sería mi fin. Era una simple misión como cualquier otra a la que había sido enviado antes. Igual como aquella ocasión cuando conocí a los Kamado.

¿Qué ocurrió diferente ahora? ¿Acaso fue demasiado?

No, yo no fui lo suficiente. Nunca soy suficiente.

Está ardiendo nuevamente. Mi cuerpo se retuerce. Por más que mis uñas arañan mi pecho no puedo quitar este sentimiento de encima. Pero es mi culpa.

Jamás debí dejar que Muzan consiguiera acercarse a mi.

Mi piel se siente corroida con cada segundo que pasa. Puedo sentir como penetra hasta lo más profundo de mi ser.

Mi interior se desespera, debo respirar, no puedo permitirle obtener el control, sería el mayor de mis fracasos en la vida. No quiero ser un inútil.

Alguien esta ahí, estoy seguro, puedo sentirle.

¡Despiertame! ¡Haz que se detenga!

¡Por favor!

Estoy viviendo una pesadilla...»

- Tomioka-Sama.. - Dijo una voz femenina mientras remecía un poco su cuerpo con suavidad intentando despertarle pero sin conseguirlo - ¿Qué hacemos? Parece que está convulsionando -.

- Ojalá Kochou-Sama estuviera consciente - respondía la otra joven que le acompañaba - ella sabría que hacer... -.

- ¡Necesitamos traer a alguien que pueda ayudarlos o los perderemos! -.

- Pero estamos en medio de una tormenta ¡Nadie se atreve a salir de sus hogares! -.

Ambas quedaron observando el cuerpo que aún se retorcía en medio del futón. No sabían que hacer, habían intentado de todo para bajar su fiebre creyendo que aquella podría ser la causa.

- Tomioka-Sama, resista por favor -.

- Ara~ - una voz que comenzaba a asomarse en la puerta llamó rápidamente la atención de las muchachas - ni siquiera me dejas fallecer en paz Tomioka-san -.

Shinobu ingresaba a la habitación siendo sostenida por dos señoritas del hogar, se veía bastante mal herida, sus manos al igual que su cuerpo estaban cubiertas de múltiples vendas.

- ¡Kochou-Sama! ¿Es seguro que se levante tan rápido? -.

- A veces la ocasión lo amerita.. - por lo visto su misión aún no había concluido, el maestro deseaba volver a ver con vida al pilar del agua, no tenía tiempo que perder - ¿Ven por que todos lo odian? -.

Con cuidado las muchachas le ayudaron a arrodillarse junto al cuerpo de su compañero.

«Nuevamente sangra la herida de su pecho.. Pero.. Sus manos están todas manchadas ¿Se esta autoinfringiendo daño?»

- Necesito unas vendas para atar sus manos - pidió mientras sacaba una pequeña caja que contenía unos potentes analgésicos - Por favor Tomioka-san, intenta no morir, quiero completar mi misión... -.

Inmovilizó las manos del Pilar para que este cesara de causarse daño y limpió nuevamente la zona de su pecho. Otra vez estaba completamente arañada. Le sorprendía ver que habían sido sus propias uñas las que le propiciaron esas heridas.
Vendó la zona y estaba a punto de desatarlo cuando vio que este nuevamente iba de lleno contra sí mismo.

- ¿Estará bien, Kochou-Sama? - preguntó una de las muchachas que había observado todo el procedimiento.

- Eso espero... - comenzó a guardar todas las cosas después de colocar un paño húmedo tibio sobre la frente de su compañero - por el momento me quedaré en esta habitación para mantenerlo supervisado. Muchas gracias por todo lo que han hecho por nosotros - concluyó con una pequeña reverencia.

La chica le imitó y abandonó la habitación llevando consigo todos los desperdicios y los implementos.

- Ne~ Tomioka-san.. Te pondrás bien ¿verdad? - susurró después de unos minutos mientras desataba sus manos y luego volteaba la compresa.

Aún de rodillas junto a su cuerpo se quedó observando a su compañero, hacía mucho tiempo que no le veía así, se veía tan débil y herido que una extraña necesidad por protegerlo afloraba en su corazón.

Tras acomodar el paño lentamente su mano se deslizó por los húmedos cabellos que cubrían su rostro, acariciandolos suavemente mientras los enrrollaba en sus dedos. No alcanzó ni a darse cuenta de cómo ocurrió hasta que un suspiro escapó de los varoniles labios del Pilar.

«¿Qué estoy haciendo?»

Apartó su mano y se volteó. Se sentía bastante cansada.

«Estamos en la misma habitación, si algo se complica podré revisarle rápidamente. No debería haber problema con que descanse un momento... »

Recorrió el lugar con su vista. No había otro futon. Si no quería pasar frío tendría que compartirlo.

De mala gana y algo ruborizada, después de esperar por varios minutos ya sea a que alguna de las damas viniera o que un futón apareciera mágicamente, terminó por recostarse junto al pilar.

- Al menos ya tienes las mantas calientes - le dijo en voz baja buscando el lado positivo.

Bastante tiesa por lo cohibida que se sentía finalmente durmió. Se veía bastante cómica en su posición de cadáver dentro de ataúd, completamente estirada con las manos pegadas a sus costados. Lástima que no había nadie para reírse.

Llevaba seguro horas durmiendo, su cuerpo por fin se había logrado relajar, todo se encontraba bien, hasta que una extraña presencia alteró sus sentidos de cazadora.

«¡Hay un demonio cerca!».

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