11
Aang
Al principio solo hay oscuridad y dolor, un dolor que me desgarra. Un dolor que me destroza desde adentro hacia afuera.
La oscuridad es más fácil.
No hay dolor en ella, solo olvido. Sin embargo, odio la nada que me consume cuando estoy en ese vacío oscuro e infinito. Odio el vacío de la inexistencia pero al mismo tiempo me agrada la soledad que ofrece, los secretos que esconde. El alivio que da.
Conforme pasa el tiempo, llego a anhelar el dolor porque es lo opuesto a ese vacío, porque sentir algo es mejor que no sentir nada. Poco a poco, el oscuro vacío retrocede y disminuye su dominio sobre mí. Ahora, junto con el dolor, hay recuerdos. Algunos buenos, otros malos, me vienen sin cesar y me golpean con fuerza. La sonrisa de mi madre, Pauline, mientras me lee un cuento antes de dormir. La voz de mi padre. Mi vida de niño tan feliz y despreocupado como puede ser. Cómo maté a mi primer hombre en aquella misión. Y rio con una niña de doce años de ojos brillantes, pelo rojo como el fuego... con Nova. El cuerpo de Nova destrozado y violado, su luz y vida destruidas para siempre. Sangre en mis manos, la voz de Lou. Más muerte y violencia.
Y luego está ella.
Thais, mi pequeña. La chica que secuestré porque me podía ayudar a vengar la muerte de Nova y además, de mi ex mejor amigo. La chica que ahora es mi razón de ser. La única mujer con quien no temo dormir ni me importa que me vea vulnerable.
La que quiero que sea mi esposa algún día.
Futura madre de mis hijos.
Mantengo su imagen en mi mente, dejando que todos los otros recuerdos se desvanezcan en el fondo. Solo quiero pensar en ella, quiero centrarme en ella. Ella consigue que el dolor se vaya, hace desaparecer la oscuridad. Puede que yo haya traído su sufrimiento, pero ella me ha traído la única felicidad que he conocido desde mis primeros años.
A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de otras cosas. Además del dolor, hay sonidos y sensaciones. Oigo voces y siento una brisa fría en la cara. Me arde el hombro izquierdo, el brazo roto me palpita y me muero de sed. Sin embargo, parece que sigo vivo. Muevo los dedos para verificarlo.
Sí, vivo.
Casi demasiado débil para moverme, pero vivo. Mierda. El resto de los recuerdos me invaden y, antes incluso de abrir los ojos, sé dónde estoy y sé que probablemente no debería haber luchado contra la oscuridad. El olvido habría sido mejor que esto.
Pero tengo que salir de allí.
Estoy a solas en un pequeño almacén. El hormigón está húmedo por una fuga en una de las cañerías. Aquello me dice que estoy dentro de un complejo más antiguo, del tipo que estaría situado por las afueras. Hay algunas cadenas colgando del techo, indicándome que aquel lugar había sido utilizado originalmente para cargamentos pesados. Eso quiere decir que estamos cerca de una carretera por la que camiones de gran tamaño pueden acceder con facilidad a la zona.
Seguramente no tendría oportunidad de hablar con Terrence o Elliot, pero si se me presenta, necesito darle toda la información posible.
Tengo el ojo derecho cerrado por la hinchazón y la parte derecha de la mandíbula rota. El pulso me martillea en la sien. Me han dado una buena paliza, en venganza por todos los hombres que había matado.
Sé lo que se avecina.
Sé cómo enfrentarme a ello.
No le daré la satisfacción de hacerme daño de verdad.
Solo a través de mi pequeña pueden herirme de verdad. Y ella está muy lejos, protegida por mis mejores hombres.
Lars no tiene nada que utilizar en mi contra. Cierro los ojos.
Escucho que se abre la puerta y luego una sombra se posa sobre mí.
―Despierta ―dice un hombre con delicadeza. Al abrir los ojos veo la cara sonriente de Lars que se cierne sobre mí―. Llevas inconsciente demasiado tiempo. Es hora de empezar.
Los guardias que hay a ambos lados de la puerta lo contemplan en silencio. Cada uno de ellos lleva un arma en la cadera. Tengo las manos atadas a la espalda y los tobillos unidos y rodeados con cadenas. No hay modo de escapar de aquella por mi cuenta, no a menos que encuentre una herramienta adecuada para liberarme. Observo a Lars torcer los labios en una mueca permanente y tiene una nariz afilada como una garra. Sus pobladas cejas están fruncidas.
Lars se detiene frente a mí con los brazos colgando a ambos costados. Tiene una pistola, pero no la desenfunda.
―Te veo fatal, Aang.
Escupo un chorro de sangre a un lado porque me ha dado unos cuantos puñetazos en la boca.
―Sigo teniendo mejor aspecto que tú.
Entrecierra agresivamente los ojos. ―Eres muy valiente... o muy estúpido.
―Son lo mismo, si te interesa mi opinión. Solo que algunos lo llaman valiente para que no suene peor de lo que ya es ―No me dejaré intimidar ni por aquel ni por ningún otro hombre.
Demostrar miedo es una sentencia de muerte. Los ruegos y las súplicas no me salvaría la vida. Solo me despojará de mi dignidad justo antes de que terminara mi existencia y no quiero morir así. Si voy a morir quiero que sea como el hombre que soy, no con el espejismo que me van a convertir.
Lars coge una silla de un extremo de la sala y la planta delante de mí.
Se sienta como si fuera a tener lugar una larga conversación.
―¿Estás disfrutando de tu estancia con nosotros, señor Briand? ―es la primera vez que noto que tiene acento italiano desde que lo conozco, ha sabido esconderlo muy bien.
―No es un hotel de cinco estrellas como me gustaría, pero no está tan mal. He estado en lugares peores ―sonrío. ―Supongo que es bueno salir de la zona de confort de vez en cuando para saber cómo vive el resto de los mortales.
Cuanto más me hago el listo, más se irrita. Él sabe que de haberse encontrado en una situación similar, nunca habría tenido la valentía que yo estoy demostrando.
Intenta ejercer su poder sobre mí, pero nunca podría lograrlo, no si yo no se lo permite. Quizá tengo mi cuerpo para doblegar pero no podrá con mi mente.
―He hablado con Elliot.
―Has hecho algo productivo. ¿Qué tal está? ―Proyecto un aura de tranquila indiferencia, pero no es más que un disfraz. Tengo que encontrar una manera de volver junto a Thais... Tengo que encontrar una manera de eliminar a Lou, Lars y Theodore, y así ella no necesitará de mi protección por supervivencia, sino porque lo quiere y desea que esté a su lado.
―Ha tenido momentos mejores ―dice―. No estuvo muy hablador.
―Probablemente porque está ocupado cuidando a Thais de ti y de los idiotas de tus jefes —me burlo. —¿Lo has pensado?
Los ojos de Lars vuelven a estrecharse... y esta vez parece estar pensando en pegarme. A lo mejor pierde los nervios y me dé un tiro sin más. Pero en ese caso no tendría nada con lo que negociar para que le den a Thais. Seguramente todo esto viene de ahí. Le había cabreado que se escapara de ellos una y otra vez. Yo no tengo ni idea de si Elliot accedería o no al intercambio. Por un lado, yo soy su jefe-amigo y haría cualquier cosa para salvarme. Por el otro, Thais es la hermana de la mujer que él ha amado. Si me dieran a elegir a mí, me resultaría difícil tomar una decisión.
―Le he dicho que el único modo de que puedas salir de aquí es haciendo un intercambio. Quiero que hables con él y le digas eso.
Mis sospechas son correctas.
―O puedes decirme dónde está ella y te dejaré marchar.
―Qué te jodan a ti y a Lou.
―Bien ―chasquea los dedos y unos hombres se acercan.
Pienso en luchar, pero estoy demasiado débil por las heridas y sé que no tengo muchas posibilidades de éxito, así que decido esperar mi oportunidad y conservar las pocas fuerzas que me quedan. Supongo que las necesitaré para hacer frente a lo que tienen reservado para mí.
Comienzan por desnudarme y amarrarme con una cuerda que está enrollada sobre una viga en el techo inacabado. No son suaves y se me rompe la escayola del brazo izquierdo cuando me atan las muñecas y me amarran los brazos sobre la cabeza. El dolor agonizante en mi brazo y hombro lesionados hacen que me desmaye.
No recobro la conciencia hasta que me echan agua helada en la cara.
En realidad, admiro sus métodos. Saben lo que están haciendo. Quítale a un hombre su ropa e inmediatamente se siente más vulnerable. Mantenlo frío y débil y herido y ya estará en desventaja; su mente estará tan maltrecha como su cuerpo. Empiezan correctamente. Si yo no hubiera hecho lo mismo a otros, o estuviera tan cómodo en mi piel, ahora estaría pidiendo y rogando clemencia.
Tal como van las cosas, mi cuerpo está en modo de alerta. Saber que estoy tan cerca de la muerte —o al menos de un dolor insoportable— hace que mi corazón palpite con un ritmo frenético y enfermizo. No quiero darles la satisfacción de verme temblar, pero noto pequeños temblores en la piel, tanto por el agua fría que me vierten en la habitación ya congelada como por el exceso de adrenalina. Me han colgado tan alto que solo las puntas de los dedos de los pies rozan el suelo, y como las muñecas atadas soportan la mayoría del peso, mi brazo herido y el hombro ya están gritando de agonía.
Mientras estoy colgado, tratando de respirar a pesar del dolor, Lou se acerca a mí con una sonrisa satisfecha.
—Vaya, vaya, si es Briand en carne y hueso —dice con voz ronca y la reconozco. Lou—. Qué amable de tu parte buscarme en mi rinconcito favorito. Realmente me alagas, Aang. Capaz en otro tiempo te hubiera ofrecido volver conmigo, pero me has decepcionado tanto que no perderé mi tiempo en ti de esa forma. Jamás volveré a derramar lágrimas por un estúpido.
No digo nada, me limito a mirarla con desprecio, sabiendo que le irrita más que nada. Sé lo que me va a exigir y no pienso dársela, no sabiendo que me va a matar de la manera más dolorosa de todos modos.
En efecto, mi falta de respuesta le provoca. Casi veo la llamarada de rabia en los ojos. Louise Green Marino se nutre del miedo y la miseria de los demás. Entiendo eso de ella porque soy igual que ella. Y como somos almas tan afines sé cómo estropearles la diversión. Puede que me destroce físicamente, pero no lo disfrutará tanto como quisiera.
No se lo permitiré.
Es un pequeño consuelo teniendo en cuenta que tendré una muerte tortuosa, pero ahora mismo solo me queda esto.
Lou deja de sonreír con presunción y se acerca a mí.
—Veo que no estás dispuesto a hablar —dice, acercándome un gran cuchillo de carnicero a la cara—. Vamos al grano, entonces. —Me pasa la punta de la hoja por la mejilla y me corta lo bastante profundo para que la sangre me resbale por la barbilla—. Tú me das el acceso a Thais, así como todos los detalles de seguridad, y yo... —Se me acerca tanto que veo el negro de sus pupilas en el iris azul de sus ojos—. Haré que tu muerte sea rápida. Si no lo haces... Bueno, estoy seguro de que no hace falta que entre en detalles con la alternativa. ¿Qué me dices? ¿Quieres ponérnoslo fácil o difícil? Porque el resultado será el mismo de cualquier manera.
No respondo, ni me alejo, ni siquiera cuando la navaja continúa su viaje cortante y doloroso a través de mi cuello, pecho y estómago, dejando un reguero de sangre en cada parte que toca mi piel.
Da igual lo que elija porque Lou no cumplirá ninguna promesa que me haga. Nunca me dará una muerte rápida. He causado demasiado daño a su organización durante los últimos meses, he frustrado muchos de sus planes. En cuanto le dé lo que quiere, me destrozará de la manera más insoportable posible, solo para mostrar a sus tropas cómo castiga a los que lo cabrean.
Eso haría yo en su lugar, al menos.
El cuchillo se detiene justo debajo de mis costillas, la punta afilada incrustada en mi piel y veo el brillo de los ojos de Lou de un placer despiadado.
—Es una lástima dañar tan tremenda obra de arte, ¿no? —susurra, presionándola un poco más—. Todo dependía de ti. Solo debías elegirme, pero has elegido mal y ahora no sé donde comenzar. Tengo en mente tu bello rostro, si lo prefieres, pero también puedo empezar más abajo, con la parte favorita de tu pequeña zorra...
Suprimo la instintiva necesidad masculina de estremecerme en esa última amenaza y me esfuerzo por mantener una expresión tranquila, casi divertida. Sé que no hará nada demasiado radical al principio, porque si lo hace, me mataría de inmediato. Ya he perdido demasiada sangre, así que no necesitará mucho para enviarme al más allá. Lo último que quiere Lou es privarse de una víctima consciente. Si va en serio sobre conseguir a Thais, tendrá que comenzar poco a poco y trabajar hasta la brutalidad con la que acaba de amenazarme. Sé que si logra tomarla la matara primero que a mí solo por el placer de verme sufrir.
—Adelante —digo fríamente—. Hazlo lo mejor que puedas porque si no me matas ahora, te mataré yo después.
Ella se ríe. —Mataré a tu pequeña primero.
—Si aprecias tu vida, Lou, será mejor que no toques al ángel que mantiene a mis demonios en calma.
—Siempre habrá ángeles en el infierno y tentaciones en el paraíso, así que ¿por qué no desatar todos tus demonios de una vez si ya conozco a algunos? Además, de pequeña me aburrían tanto los héroes que decidí divertirme un poco con los villanos, un demonio que no esté debajo de mi cama sino enfrente de mí no estaría mal.
Y esbozando una sonrisa burlona, espero que empiece la tortura. Pero en lugar de eso, me besa. Con rabia, pasión, amor y odio. Todo mezclado en uno.
Y de pronto siento el cuchillo deslizarse suavemente sobre mi pecho.
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