Tú, mirada vacía
que lucha por dentro,
que va diciendo
lo que otras lenguas indican.
Tú, monótona niña,
¿qué sientes con el cantar de los cuervos?
¿Cuál es la verdad que escondes por dentro?
No puedo verlo aunque lo intento.

Tus ojos son hermosos
y bates tus pestañas
como tercas mariposas
armadas para la batalla.
Si los abrieras más,
¿me hundiría en tu abismo
o caería cautivado con tu parpadear?

Es irrelevante si digo
que me gustas. En verdad
es un sentimiento absurdo
que se aglomera en mi realidad.
Canta un poco para mi,
diría, pero sé que desafinarás.
Es entretenido verte llorar
con cada combinación de palabras
que te ponen a pensar, y dudas
de tu pasado, de tu mente
hasta creer que eres demente.

No es real.
No es real la forma en que me miras,
eso es solo tortura macabra.
¡Deja de mirar!
El exterior es rudo
pero tu lo eres más.
O eso quisieras pensar...

¿Y si te descubren?
Y si te descubren ¿qué harías?
Eres cobarde pero no huirás.
No cuando la batalla esté por comenzar.
Te estarás cayendo pero resistirás
recreando la antigravedad
y te elevarás
cuando tus mariposas se cierren
porque aún hay sitio al cual volar.

¡No he terminado contigo!
Por favor, no apartes la mirada.
Por más bella que seas ellos no te amarán.
Lo sabes bien, y eso te hace mal.
La música es tu vino
y el infierno tu fantasía ideal,
que esperas nunca se cumpla
para no ser un esclavo más
en esta lúgubre forma de pensar.

Y así vas, pegando marionetas
en el hilo de la araña,
uniendo ideales y sus fachas,
desafiando los sofismas
cada vez que imaginas
y te pierdes en asonante rima.
Me resultas irreal
incluso cuando no dices nada.
Cada respiración tuya
es un pensamiento que callas
y solo espero que algún día
los dejes escapar
de esa bella boca que para algo servirá.