Luego de terminar de contar la historia, ambos bajaron para almorzar, ya que la abuela había preparado el almuerzo bastante temprano. La mujer no estaba sirviendo la comida, sino todo lo contrario; sentada en su mecedora, tejía dinámicamente una lana de color anaranjado. No pareció darse cuenta de la llegada, puesto que la mirada la tenía en esa lana de horrible color.

— ¿Y el almuerzo? —Se animó a preguntar Nicole, ya que se dio cuenta de que le rugía la barriga.

— ¡Oh! Cierto, cierto... Ya está servido. Si la comida se encuentra fría, me avisan y la caliento.

Un poco desanimados, fueron hacia la mesa y empezaron a comer. Afortunadamente, no estaba fría ni muy caliente, pero no tenían ganas de interrumpir a la abuela, quien estaba muy entretenida haciendo esa aburrida labor. Encendieron la televisión para que el ambiente no fuera muy silencioso, y se sorprendieron al leer el enunciado.

Se trataba de lo mismo de la noche pasada, sobre los niños desaparecidos y el que habían encontrado descuartizado en la alcantarilla. Esta vez, el gran cartel rojo decía que ya había dos sospechosos. Claramente, era un paso muy avanzado porque había sucedido justamente ayer el crimen. También estaba la posibilidad de que esos sospechosos poca culpa tuvieran y que, aun así, recibieran un castigo.

La chica trató de centrar la vista en el pintoresco plato de comida, ya que no quería ver alguna otra imagen impactante que posiblemente podía aparecer.

— ¿Qué te parece si vamos al pueblo después de comer? —Preguntó Fausto, debido a que había visto que Nicole se había puesto medio incómoda por la noticia en la televisión— Hasta quizás podemos visitar a tu amiguito...

Como si estuviera planeado, cuando el hombre mayor terminó la frase, el timbre del teléfono sonó. Fue corriendo a atender, ya que se trataba del que estaba en su despacho. Al volver, le contó a su nieta de que sí o sí debían ir al pueblo; la policía lo había llamado porque uno de los sospechosos se trataba de su hermano.

Ya en la camioneta, a mitad del trayecto para ir al pueblo y luego a la comisaría, la adolescente le preguntó a su abuelo sobre su familia.

—Mi madre y mi padre fallecieron el mismo día, pero en distintas horas. Ese fue un gran golpe para la familia, y yo que soy el mayor ¡tuve que cuidar a mis seis hermanos! —Hizo una pausa para reírse y prosiguió— De esos seis, ahora quedamos cuatro. Las dos chicas viven en diferentes países, porque cuando mi madre murió, ellas ya eran un poco mayores y como se independizaron y se consiguieron esposos con mucho dinero, se fueron sin siquiera despedirse.

Su nieta lo miraba muy atenta, y mientras tanto pensaba cómo su abuelo podía reírse de una historia familiar tan... no conseguía palabras para expresarlo. Ella, en su lugar, no podría bromear sobre el asunto.

—Así que acá quedamos mi hermano y yo. Ese hermano que tengo y que vamos a ver ahora, se podría decir que es "indefenso" y no creo que haya hecho semejante barbaridad... pues, es medianamente una buena persona, buen hermano ¡aunque algunas veces se le pierde un tornillo! —Bromeó nuevamente— Hace mucho que no lo veo, pero es que no nos llevamos de maravilla...

Brutalmente, el abuelo frenó en un semáforo que no había visto a tiempo. Al parecer, ya estaban en el pueblo.

Una vez más, todo estaba cubierto de nieve y las personas que circulaban por la calle usaban abrigos enormes, seguramente muy pesados. Pasaron por al lado de la biblioteca, donde muchísimas personas entraban para leer, comprar o rentar libros. Nicole pudo llegar a ver a Fabián, quien salía con una bolsa cargada de libros.

—Eh, abuelo—llamó al anciano—, ¡ahí está Fabián!

Logró estacionar unos minutos y tocar la bocina para que el chico se diera cuenta de que eran ellos dos. Por suerte, los reconoció enseguida y fue hacia la camioneta, donde allí Nicole le destrabó la puerta trasera para que se pudiera subir. Saludó cordialmente a los dos, y el anciano le dijo a donde iban; si el chico quería ir, genial pero si no, hacían una parada en su casa y lo dejaban allí.

— ¡Oh! Yo quiero ir con ustedes. Al fin y al cabo, le dije a mi madre que iba a tardar un buen rato en volver a casa.

Fausto condujo hasta la comisaría y allí se detuvieron. Los tres bajaron de la camioneta donde la temperatura era cálida, y una vez afuera se dieron cuenta del frío que hacía. Entraron corriendo hacia el lugar, donde ahí le preguntaron a un policía qué tenían que hacer. Este los condujo hacia la parte trasera del lugar, donde se encontraban todas las personas detenidas en ese momento.

Otro policía los llevó a una habitación más alejada, donde estaban los sospechosos de los secuestros.

El abuelo mantuvo una expresión neutral en el rostro al ver a su hermano. Había cambiado mucho, ya casi no lo reconocía. Su hermano también se lo quedó mirando, pero fue el único que dijo palabra alguna.

—No fui yo.

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Nota: En este capítulo hay una palabra oculta que se une con las próximas que va a haber. Esta vez ya es en serio, dicen muchas cosas sobre el final. 

Por otro lado, ¡la fantástica de Alessa49 hizo un fan art de Nicole! Está asombroso, nuevamente muchas gracias.