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05-"Los libros de Fabián"

Fausto terminó de contar el relato y pidió que alguien le trajera un poco de agua, ya que tenía la garganta seca.

— ¿Y bien? ¿Algún niño descubrió la moraleja?

Había varios niños entre el público que lo miraban expectante, pero nadie se animó a contestar. El abuelo se desilusionó un poco y, al ver que ningún juez parecía que iba a decir algo, volvió a donde se encontraba su nieta y su esposa.

—Abuelo, me gustó mucho la historia—Lo recibió Nicole.

—A mí también—rió la abuela—. Espero que den los resultados pronto, ¡estos jueces ni siquiera te dijeron que estaba bien!

El abuelo tenía entendido de que faltaban dos personas más que todavía debían narrar, así que le propuso a las dos "chicas" salir para ventilarse un poco.

Se pusieron sus abrigos nuevamente y se levantaron de los asientos para dirigirse a la salida, donde allí se encontraba la mujer sonriente. Les preguntó si ya se iban.

—No, no. Vamos a salir a tomar un poco de aire—le contestó el abuelo.

La señora asintió y le comentó que le había gustado muchísimo la historia que había relatado. Nicole pensó que eso se lo decía a todos los concursantes.

Fueron hacia un parque que había en frente de la biblioteca. Todo estaba nevado, así que en vez de sentarse en los bancos, caminaron un rato. Nicole sintió como su bolsillo empezó a vibrar, lo sacó y se dio cuenta que su mamá la estaba llamando; prefirió no atender, no tenía ganas de hablar con su madre ahora.

— ¿Quién te estaba llamando, hija mía? —Le preguntó la abuela, que había visto como su nieta revisaba su celular.

—Ah, no. Un amigo.

La abuela se la quedó mirando, sabía que estaba mintiendo pero su nieta parecía no tener ganas de hablar, así que no le dijo nada más. Volteó a ver a su marido. El hombre parecía estar pensando en algo, quizás en casa tenía que hacer algo importante.

No entendía como ambos podían estar con esa mala cara, ¡ella siempre sonreía por cualquier cosa! Y eso que era una anciana muy ocupada. Cuando tenía ganas, se ponía a cocinar para luego vendérselo a la panadería y así ganaba un poco de dinero.

Le dieron la vuelta al parque y, al ver que no había nada interesante para hacer allí, volvieron a la biblioteca para ver si ya estaban por anunciar a los ganadores.

Y no se equivocaban. Justo entraron cuando uno de los jueces se subió al escenario con el micrófono en mano. Fueron rápidamente a sentarse en algún lugar disponible. El abuelo estaba súper nervioso, nunca había participado en algo así y tenía muchas esperanzas. Nicole también estaba nerviosa, porque estaba segurísima de que si el abuelo no ganaba ella iba a tener que soportárselo todas las vacaciones escuchando sus quejas. Alba estaba feliz, como siempre.

La muchedumbre de gente adulta o joven no paraba de hablar y por esa razón el juez no podía empezar con el suspenso.

—Por favor... por favor. Pedimos silencio—se escuchaba que decía por el micrófono, pero nadie le hacía caso.

Al cabo de unos minutos la gente dejó de hablar y el juez pudo empezar.

—Estamos muy felices de que tanta gente se haya inscripto. Recuerden que perder también es la victoria, porque gracias a todos ustedes esto no podría haberse llevado a cabo...

Fausto empezó a tronarse los dedos nuevamente, estaba nervioso. Cada segundo parecía una hora.

—No se olviden de que el primer ganador tendrá una entrevista hecha por el diario del pueblo y ganará una caja llena de libros de la preferencia que quiera, mientras que el segundo solo obtendrá una entrevista—hizo una pausa para generar el tan esperado suspenso y siguió—Ahora bien, el primer ganador es... ¡Fabián Bustamante! —Se escucharon varios aplausos y una sonrisa apareció en el rostro del juez. Esperó a que los aplausos cesaran y continuó—: Por favor, suba al escenario.

Un muchacho de no más de dieciséis años, bastante delgado, con anteojos discretos y con ropas de colores tristes se levantó de su asiento. A paso lento, se dirigió hacia donde lo llamaban. Varias personas del público tuvieron que aguantar la carcajada porque, la verdad, ese joven daba mucha gracia.

—Fabián Bustamante narró una historia bastante atrapante, la cual se titulaba "Gritos de noche". ¿Puedes contarnos si la historia la escribiste tú o la leíste por ahí? —El juez parecía ignorar la apariencia del joven.

—Y-yo... Eh... Creo que...—Fabián parecía estar bastante asustado por el hecho de que más de cincuenta personas lo estaban mirando.

Se escucharon unas risas que parecían provenir del fondo. Nicole se dio la vuelta para ver quiénes eran los que se reían, pero no pudo localizarlos.

—Yo...—volvió a decir Fabián, acercándose más al micrófono que le extendía el hombre—. Lo escribí yo.

Nicole se sorprendió al escuchar eso. Ella había estado muy atenta cuando el chico narró la historia, puesto que fue la persona anterior al abuelo.

La historia se trataba de un hombre que tras la accidental muerte de su mujer empieza a asesinar a los indigentes sin razón alguna. Un hombre bastante loco y sin remedio, la verdad.

— ¡Felicitaciones! Puedes ir a sentarte, ya luego puedes hablar con nosotros para ponernos de acuerdo en los premios, ¿está bien? —El chico asintió.

Bajó del escenario de la misma forma en la que había subido. Ahora tocaba saber quién había sido el segundo ganador.

— ¡Y ahora toca saber quién es el segundo ganador de este asombroso concurso! —Dijo con exagerada alegría el hombre con traje negro— Su historia nos pareció bastante buena, pero la de este chico la superó por muy poquito. El segundo ganador es... ¡Fausto Celán!

El abuelo de Nicole se paró inmediatamente al escuchar su nombre. Se acomodó el pelo y fue hacia el escenario, a pesar de que el juez ni lo había propuesto.

Cuando llegó allí saludó al juez y este le extendió el micrófono.

— ¿La historia es inventada por ti o...?

—Te voy a ser sincero, me parece que es anónima. Cuando era pequeño, mi padre siempre me la contaba, ¡es mi historia favorita! — Le respondió sin ninguna pisca de timidez.

—La verdad es que nos impactó mucho. Usted al acabarla dijo que tenía una moraleja, ¿nos la puede decir?

El abuelo asintió.

— ¡Por supuesto! Tiene unas cuantas moralejas. La primera es que hay que apreciar lo que tenemos y luego hay otra que es sobre hacer justicia. Las personas tenemos que aprender a hacer las cosas bonitas y bien y no a arruinarlas. Los niños de ahora tienen que saber que hacer el mal es algo malo—hizo una pausa para toser y prosiguió—: En una parte, la historia dice que la muerte es la mejor solución a los problemas...

Algunas personas que estaban cuchicheando se callaron y la parte del público quedó en completo silencio.

El juez también se quedó mudo, pero lo único que dijo fue que ya después iban a arreglar lo del premio.

Fausto volvió a su asiento junto a su nieta y esta lo felicitó. Escucharon las palabras de todos los jueces que decían que la semana que viene iba a haber otro concurso diferente, que este había sido muy bueno, que los que habían perdido que no se desilusionaran y muchas cosas más.

El hombre le preguntó a Nicole si quería acompañarlo a ir a ver el asunto del premio. Nicole le dijo que sí, así que dejaron a la abuela que quería ver unos libros y fueron a buscar a la mujer sonriente.

— ¡Hola! —Los saludó la señora— Pueden ir a hablar sobre el premio en la oficina que está al final del pasillo de la izquierda.

Ambos le agradecieron y fueron hacia allí.

En el pasillo ya se encontraba el chico que había ganado el primer puesto. Estaba con una caja en las manos y asentía a lo que el hombre del traje le indicaba; el hombre al ver a Fausto, fue hacia él y lo condujo hacia la oficina.

—Hola—lo saludó Nicole a Fabián—. Me gustó mucho tu historia, ¿en serio la escribiste tú?

—S-sí—respondió con un poco de timidez—. Oye, debo... me dejan agarrar diez libros. Me preguntaba si querías... No sé, ¿ayudarme?

—Está bien—respondió la adolescente dedicándole una sonrisa.

Caminaron por el pasillo y Fabián fue hacia la parte de los libros policiales.

— ¿Te gustan los policiales? — Fue la pregunta tonta de la chica.

—Creo que es muy evidente... ¿A ti también, no?

Nicole notó que ya no tartamudeaba.

—Sí. Conozco unos cuantos que te van a atrapar lo suficiente para que luego me lo agradezcas.

Empezó a ver por las bibliotecas, encontrando los libros que ella decía y otros que le parecían bastantes interesantes por la sinopsis que tenían. Finalmente, los eligió todos ella, aunque Fabián no se quejó.

Acordaron encontrarse algún día así leían los libros juntos, ya que se habían llevado bastante bien. Nicole le pasó su número de teléfono y se despidieron hasta un par de días.

Nuevamente fue hacia el pasillo y se encontró con su abuelo, quien ya había terminado de hablar con el hombre del traje cuyo nombre era Ricardo.

—En dos días va a ser la entrevista—le comentó mientras le revolvía el cabello a su querida nieta.

Salieron de la biblioteca y afuera encontraron a Alba, quien los estaba esperando bastante enojada porque en casa tenía miles de cosas que hacer.

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