3. Romeo y Julieta.
Capítulo 3: Romeo y Julieta.
El camino de regreso a casa la pasé en silencio. Aún no lograba entender por qué Ian me había ayudado, era confuso. Sí, nuetras abuelas eran las enemigas, pero vamos, se suponía que las teníamos que apoyar. Jem fue hablando con Melissa y mi abuela también iba en silencio, aunque yo sabía que no estaba molesta.
Cuando llegamos a casa, nuestros vecinos también iban llegando. Ahora sí vi a June. Ella estaba hablando animadamente con Ian, pero entonces él notó mi presencia y me sonrió.
¿Es que me iba a estar sonriendo cada vez que me viera?
No le devuelvo el gesto y entro a la casa con los demás.
—La cena estará en veinte minutos, ¿de acuerdo? —Alicia anuncia y entra a la cocina al lado de Melissa. Nosotros asentimos y subimos a nuestra habitación.
Una vez dentro me dejo caer en la cama y me quedo observando el techo, como suelo hacer cuando quiero entender algo pero simplemente no puedo. Jeremy parece notarlo. Se sienta en su cama y se me queda mirando.
—¿Qué pasó allá, Dyl? —pregunta él sin dejar de mirarme—. Sé que estabas por llegar primera, ¿qué pasó? —Suelto un suspiro y apoyo mi cabeza en mi brazo, girándome a él.
—Jeremy, me caí en las curvas —Él hace una mueca—, pero Ian se detuvo y me ayudó. ¿Qué significa eso?
—Umh... ¿Amabilidad?
—¡Jem! —bufo—. Él me dijo que yo no era su enemiga, que nuestras abuelas estaban en pelea, no que nosotros.
Jeremy alza una ceja, sorprendido.
—¿De verdad?
Asiento y me levanto de la cama.
—No sé qué significa. ¿Será una trampa?
—Debes dejar de pensar que todo el mundo te quiere hacer daño, Dyl —me dice mi mellizo levantándose de su cama y caminando hacia mí. Se apoya en la columna que está frente a mí—. Eres linda, inteligente y divertida, Dyl. Agradas a cualquiera. Deja de creer que se te acercan para hacerte daño.
Bajo la cabeza y me quedo mirando mis converse negros. Tal vez él tenga razón y yo estoy demasiado paranoica. Jeremy me pasa de lado y sale de la habitación. Yo me quedo ahí, sin saber exactamente qué hacer.
Está anocheciendo, así que me pongo mi pijama y me dejo caer en la cama para leer algo. La biblioteca de la abuela es realmente enorme, y gracias a que Melissa vive prácticamente con ella, también hay libros juveniles. Yo decidí tomar Delirium, porque no lo había leído.
Faltaban un par de minutos para la cena, cuando escucho que alguien está golpeando la ventana. Suspiro y me acerco para abrirla y regañar a Jeremy por asustarme así.
—¡Jere... —pero no es mi mellizo, es el enemigo— ian! —¿Jereian? ¿Les acabo de hacer un shippeo a esos dos?
Ian está ahí, sonriéndome con un par de piedras pequeñas en sus manos. Formulo un "¿Qué haces aquí?" con los labios. Él expande su sonrisa y me indica con la mano que baje, pero no hay forma de hacerlo sin pasar por la abuela. Hago una mueca, pero bajo corriendo las escaleras para salir por la puerta de atrás de la cocina.
Mi abuela alza una ceja.
—¡Oh! —exclamo fingiendo preocupación—. ¡Es tu libro! ¡Se me ha caído Romeo y Julieta del balcón! ¡Oh! —Eso es suficiente para que la abuela se preocupe y quiera salir por la puerta de la cocina, a rescatar su libro. Me muerdo el labio inferior y le impido salir—. ¡No abuela! ¡Yo lo salvaré! —Me estoy creyendo el Chapulín Colorado ahora mismo—. ¡Usted quédese fuera de peligro!
Salgo corriendo por la puerta, no sin antes escuchar un de parte de la abuela:
—¡Dyl, deja las drogas!
Cierro la puerta tras de mí y salgo corriendo al jardín trasero, donde está Ian. El chico se ha ocultado detrás de unos árboles. Cuando me ve sonríe.
—¿Qué bichos haces aquí, Ian? —inquiero acercándome a él—. ¿Si entiendes que entrar aquí es tan peligroso como para Romeo ir a la casa de su amada?
Él alza una ceja, con diversión.
—¿Insinúas que somos Romeo y Julieta?
Quiero responderle, pero la realidad es que su pregunta me ha dejado sin respuesta. Gruño, porque yo solita me he metido en este caos al sacar el tema de Romeo y Julieta a colación.
—En mi defensa, ese era el libro que dije que se me había caído del balcón para que la abuela me dejara salir. —Alzo las manos, como si él fuera un policía y yo el criminal. Ian ríe. Es una risa realmente linda, como de esas que te envuelve y quieres escucharla para siempre.
¿Qué bichos estoy diciendo?
—¿A qué has venido? —pregunto sentándome en el césped del jardín. Mi abuela debe cuidarlo bastante para que esté así de suave.
Él también se sienta y por primera vez, veo que trae una mochila. La abre y veo algunas piedras pequeñas. Eso me hace sonreír, él lo nota y me da unas pocas piedritas.
—El truco de las piedritas es más difícil de lo que parece —dice rodando los ojos—. Tienes que tener cuidado de no quebrar la ventana.
Suelto una carcajada y asiento, imaginándome que debe ser complicado. Me pasó un mechón detrás de mi oreja y me giro a ver a Ian. Él está sonriéndome. Parece que es como si esa sonrisa fuera permanente y no pudiera haber nada que la hiciera desparecer.
—Entonces, ¿a qué has venido, Ian? —vuelvo a preguntar.
—¡Oh! —exclama asintiendo rápidamente y hurgando en su mochila—. ¿Cómo sigue tu herida? —Ian saca más venditas de la mochila, junto con una pomada. Me quedo boquiabierta, ¿ha venido para eso?
—Ya no duele tanto —respondo en voz baja.
—Bueno, he traído esto, creo que puedo ayudarte. —Ian le echa un poco de agua a la rodilla herida, la seca y le pone de esa pomada. La pomada pica un poco, pero a los segundos después se siente mejor. Se siente más relajante. Hace lo mismo con mi brazo, y al final pone las venditas. Suelto un suspiro de alivio. De verdad que se siente mejor.
—Woah, se siente mucho mejor de lo que pudo haberlo hecho Jeremy —comento revisándome las heridas. Pareciera como si vayan a curarse en cuestión de horas. Ian me sonríe.
—Sí, bueno, mi hermana se mueve demasiado, siempre está corriendo, brincando, practicando un deporte. Ella... no se puede estar quieta, así que se lastima demasiado. —Ian se encoge de hombros y comienza a guardar todo de nuevo en su mochila—. Supongo... que aprendí. —Le dedico mi mejor sonrisa y me froto mis brazos, tratando de entrar en calor.
—Qué buen hermano eres. Yo también me lastimo demasiado, y no por eso Jeremy aprendió. —Suelto una risa. Ian parece darse cuenta que tengo frío, así que se quita la chaqueta de cuero que trae y me la pone sobre mis hombros.
—Bien, lo admitiré —dice levantando las manos—, me apasiona la medicina, todo lo que tenga que ver con curación, ¿entiendes? —Parece avergonzado cuando lo dice, pero no creo que haya un motivo para tener vergüenza.
—Creo que eso es interesante —le digo.
—Es más interesante ser una hermosa ciclista —comenta él bajando la cabeza. Sé que eso va para mí, no soy tan mala captando indirectas, y me sonrojo. ¿Por qué me está diciendo esas cosas?
—¡DYLAN! —Escucho el grito de Jeremy desde adentro y doy un respingo, levantándome rápidamente—. ¡¿Aún no encuentras el libro de Romeo y Julieta, verdad?! —Ruedo los ojos con diversión. Jeremy ha remarcado las palabras Romeo y Julieta, y verdad a propósito. Él sabe que estoy con Ian y me está cubriendo.
—¡Sí! —contesto en el mejor grito que puedo—. ¡Oh, buscaré toda la noche hasta que lo encuentre! ¡No me espere, abuela!
Ian debe taparse la boca para evitar reírse. Yo también estoy sonriendo con diversión.
—¡De acuerdo, no pierdas a ese bello Romeo! —grita mi mellizo de vuelta. Ian se está riendo cada vez más fuerte, que tengo miedo que la abuela salga y lo vea aquí.
—¡Claro que no, compañero mío!
Espero unos segundos, pero ya no escucho más respuesta de parte de Jeremy, así que me giro a Ian. Tiene sus manos dentro de sus bolsillos y se está balanceando con nerviosismo y esa sonrisa que parece nunca dejarlo.
—Creo que debo irme —dice.
—Sip —asiento, sin saber más qué decir.
Se queda unos segundos en silencio, balanceándose pero el chico no se va. Tampoco es como que me moleste mucho. Él está sonriéndome y mirándome. Es agradable.
—Dyl —Ian se rasca la nuca, cada vez más nervioso—. ¿Me puedes... dar tu número, por favor? —pide él. Me quedo en silencio, sin saber qué responderle, pero finalmente me encojo de hombros, asiento y le dicto mi número de celular.
Él me da la mejor sonrisa que me ha dado en todo el día y se acerca a darme un abrazo, que realmente no me esperaba. Es un abrazo rápido, y luego lo veo desaparecer entre la oscuridad de la noche.
Una sonrisa comienza a aparecer en mi rostro. Parece que es de esas sonrisas que no se quitan. Estoy por entrar a la casa y decir que no he encontrado el libro, cuando escucho que alguien me llama del balcón.
—¡Dyl! —Es Melissa. Tiene un libro en sus manos y lo deja caer para que lo atrape. Cuando lo hago, alzo la cabeza y ella me guiña un ojo, para luego desaparecer de ahí.
Tomo una bocanada de aire y entro a la casa por la puerta de atrás.
—¿Lo has encontrado? —me pregunta la abuela alarmada en cuanto me ve entrar por el umbral. Asiento, sonriente, y le muestro el libro que Melissa me ha lanzado.
—Sí... Estaba... en el, ya sabes... donde la poposita de perro. —Levanto mis comisuras y le muestro la sonrisa más convincente que puedo. Ella suelta un suspiro de alivio y asiente, tomando el libro entre sus manos.
—Qué alivio. —Ella se gira para volver a entrar al comedor, pero entonces se detiene y se gira a mí de nuevo con una ceja alzada—. Pero si yo no tengo perro.
Me quedo estática, sin saber qué responderle ahora. Jeremy, que se encuentra en el comedor ya devorando su comida, parece darse cuenta de mi incomodidad así que decide intervenir.
—¡La poposita de perro del vecino de al lado! —Jeremy me da una de esas miradas de "sígueme la corriente"—. Ya sabes, Dyl pensó que el libro era una pelota de tennis. —Me siento casi ofendida, por el hecho de que jamás usaría un libro en forma de pelota de tennnis para lanzarla al patio del vecino y que caiga en la poposita de su perro, pero me obligo a permancer en silencio y sonreír.
Alicia me mira, estupefacta, sin poder creerse que sea tan tonta. Hasta yo me miraría así.
—Lo siento, Dyl, pero tienes prohibido acercarte a mi biblioteca. —Gira sobre sus talones y se va por las escaleras.
Una vez la veo desaparecer, suelto un suspiro de alivio y me apoyo contra la pared.
—Eso estuvo cerca —murmuro.
—Me debes una —mi mellizo me guiña un ojo—, Julieta.
* * *
HEEEY!
Dios, tenía que subir capítulo aquí, porque con todos los comentarios de aww que pusieron en el cap anterior quería más Dyian, así que pues me puse a escribir.
Quiero decir que ahora mismo estoy de vacaciones, y estoy teniendo mucho tiempo libre, o al menos lo tendré por ahora, así que es normal que esté subiendo capítulo todos los días. Tengo tiempo de avanzar con mis novelas y lo quiero hacer. Me comprometeré a mínimamente estar subiendo los martes y jueves, pero es probable que suba fuera de esos días también por razones que acabo de explicar.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Cómo les cae Ian? ¿Y Dylan? ¿Jeremy también?
Faniela, fuera.
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